EL SANTO GRIAL Y LA LANZA
Una asociación muy frecuente en la literatura caballeresca tradicional es la del Santo Grial con la lanza. Sin duda esta asociación se apoya y vincula en enseñanzas de boca a oído que nunca se explicitaron en las obras de gesta. Los ejemplos pueden multiplicarse y veremos algunos luego.
Sin embargo esta asociación ha sido en general bastante mal comprendida a nivel especulativo por los tradicionalistas occidentales modernos. En cambio, y en forma sorprendente, ha hallado adecuada formulación en otro contexto por obra de diversos artistas, los que solo poseian una perspectiva de lo espiritual puramente exotérica.
En la literatura de la Caballería nos encontramos a menudo con esta vinculación que nos ocupa. De especial interés es la de Wolfram von Eschenbach. Allí se destaca que nada puede curar la herida que causa la lanza, fallan las medicinas pues “Dios mismo es quien les impide obrar”. Solo la lanza que causó la herida es quien puede calmarla y curarla. Esto alude a aspectos de naturaleza oculta que en parte conviene velar pero que, en su fase externa, corresponden al hecho de que quien experimentó tal herida solo sanará del todo si la experimenta de nuevo. Clara alusión a un maravilloso estado de Gloria Espiritual asociado inseparablemente al dolor y que naturalmente se desea con toda el alma volver a experimentar.
Tambien V. E. Michelet en su obra “El Secreto de la Caballería” se ha ocupado de este asunto de máxima importancia ya que, en suma, recibir la herida de la lanza es hallar el Grial. Menciona este autor a Sir Gawain. “Junto al Grial, sobre la mesa, el buen caballero ha visto “la lanza que sangra”, la lanza cuya punta siempre está manchada de sangre”. Michelet se apresura a aclarar que la lanza es el símbolo de la unidad y de la renovación a través de las heridas. Pero esta explicación suya es por demás insuficiente ya que no permite siquiera entrever el maravilloso secreto cuyas puertas abre la herida de dicha lanza.
A nivel puramente exotérico se vincula el Santo Grial con el corazón de Cristo y la lanza con la del centurión Longinos, tal como señala René Guénon en “Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada”, (El Sagrado Corazón y la Leyenda del Santo Grial). Pero esto desde luego no es más que una adaptación externa que vela más que descubre una realidad profunda y sublime. El mismo Guénon subraya que ya la relación entre la copa y la lanza existía en tradiciones precristianas muy antiguas pero él no avanza más en esta dirección de tanto interés. El nombre de Longinos-como bien señala Guénon mismo- está emparentado con el nombre mismo de la lanza que, en griego, es logké (que se pronuncia lonké). En latín lancea tiene la misma raíz. (“El Rey del Mundo”, Cap. V, El Simbolismo del Grial).
Se ha querido por ejemplo vincular el Grial, que es símbolo del orden metafísico puro, con la lanza interpretada como símbolo del Axis Mundi y siendo, en consecuencia, un símbolo de orden estrictamente cosmológico. Un ejemplo de tal proceder, muy equivocado a nuestro juicio, se halla en Pierre Ponsoye, “El Islam y el Grial”. El error consiste en vincular dos ordenes ontológicos tan diferentes entre sí como pueda concebirse. La lanza, lejos de ser “un agente del castigo divino” como pretende Ponsoye, constituye un símbolo perfecto de sensaciones muy reales que preceden a la vivencia griálica. De hecho esta lanza es símbolo de dolor físico que “hiriendo cura” como veremos en lo que sigue.
La interpretación correcta ha surgido a veces de los artistas desde una perspectiva puramente exotérica. Recordemos por ejemplo la célebre y bellísima escultura de Bernini que representa a Santa Teresa de Avila recostada en divino éxtasis mientras un angelito muy sonriente se halla en actitud de haberle clavado una flecha en el corazón. En una iglesia de Santiago de Chile tuvimos oportunidad de admirar una magnífica tela de gran tamaño representando a San Francisco de Asís arrodillado en éxtasis con sus brazos extendidos mientras un ángel de pie le clava una lanza en el corazón.
Ambas obras de arte se refieren a una misma y sola experiencia que equivale y precede a hallar el Santo Grial. Esta experiencia es conocida en el lenguaje exotérico como la transverberación del corazón. Un agudísimo dolor en el corazón hace pensar que se va a morir y a ello sigue la experiencia inefable, de dicha infinita que es hallar el Grial o sea a Dios mismo en el propio corazón. En ese momento cobran pleno sentido las palabras de la oración hindú tradicional:
“De Conocimiento formado
es la Divinidad de radiante y hermosa imagen.
El Señor de todos los mundos
en mi puro corazón reside”.
Tal experiencia puede sobrevenir en cualquier momento, no es llamada ni causada por uno mismo sino que se produce siguiendo un mandato de origen suprahumano. Conozco un caso en Buenos Aires que tuvo lugar hace más de treinta años cuando la persona descansaba de sus estudios un domingo por la mañana leyendo los periódicos. Nada más lejano por cierto de la meditación o de la oración que esta actitud profana. El dolor cardíaco comenzó súbitamente en forma tan aguda e intensa que nuestro personaje pensó que iba a morir en el acto. Pero en ese momento se abrió el Centro del corazón y pudo así percibir de manera inexpresable y en un instante de Eternidad la Gloria de Dios que allí mora. Tan grande fué la Dicha, el Supremo Extasis que la persona, con lágrimas de felicidad bañando su rostro, quería salir a la calle para abrazar a cuantos pasaran por allí, pensando que así les transmitiría ese estado de Gloria y Bendición Brahmica que le tocaba vivir. Felizmente, él se pudo contener pues de lo contrario hubiera tenido sin duda dificultades muy serias con la policía. Y aquella experiencia maravillosa del Santo Grial hace que hoy, más de treinta años después, quien lo vivenció derrame lágrimas de agradecimiento a Dios cada vez que recuerda esta experiencia absolutamente inolvidable y que marcó toda su vida.
Santa Teresa de Ávila todo esto lo conocía muy bien como se descubre leyendo atentamente "Las Moradas del Castillo Interior". Es una gran pena que nunca apareciera el pliego lactado que dejara la Gran Iniciada con la advertencia “Para ser abierto cincuenta años después de mi muerte”... Y he tenido ocasión de ver en Santiago de Chile los (inhallables por ocultados) dibujos de Santa Rosa de Lima en una antigua, rara y agotada edición de sus Obras Completas. Allí la Santa representa el hallar al Dios Interno que todos llevamos por medio de alas que nacen, crecen y se despliegan en su corazón. Es nuestra conciencia individual contactando a la Fuente de Dicha Infinita, es el Extasis Supremo del alma que se rinde y entrega a su Señor. Somos pues todos portadores del Santo Grial: no lo busquemos más fuera que está dentro nuestro!
SOBRE LA CABALLERIA MEDIEVAL
SOBRE
LA CABALLERIA
MEDIEVAL
Dr. Carlos Raitzin
Esta exposición debería haberse titulado con mayor propiedad "La Metafísica de la Caballería y el Santo Grial". Esto por cuanto nuestro deseo es centrarnos en aquellos aspectos relativos a la Tradición Primordial Esotérica que explican a la Caballería en su esencia, modos, objetivos y razón de ser.
Los aspectos externos del fenómeno y sus circunstancias son relativamente bien conocidos. Las justas y torneos, el amor cortés y los caballeros andantes permanecen en nuestro recuerdo como algo querido. El Caballero sigue siendo a través de los siglos un héroe folklórico, siempre dispuesto a defender las causas del bien y de la justicia con valor indomable, siempre al servicio de los débiles y desprotegidos. Sus ideales espirituales siempre prevalecían y orientaban su gesta, aún cuando el objeto último de sus afanes no resultaba en absoluto claro para la mayoría de la gente. Recuerdo a Mark Twain cuando en su libro "Un yanqui en la corte del Rey Arturo" ironizaba diciendo que todos los Caballeros iban a la búsqueda del Santo Grial, sin que ninguno supiera decir con precisión de que se trataba esto.
En definitiva que el Caballero llegó a ser y permanece como una figura arquetípica, única y a la que no se alcanza con solamente ética, valor, destreza y cortesía. Así como Rudolf Otto afirmaba que la bondad por si sola no alcanza a lo santo sino que es necesario además lo numinoso, así vemos que en el auténtico Caballero tambien lo numinoso está presente y que él no es figura del todo de este mundo.
A esta altura no faltará el bien informado que denuncie que la realidad histórica se apartó a menudo de estos ideales. Basta leer por ejemplo la historia de las Cruzadas para convencerse de las atrocidades que cometieron muchos Caballeros. Pero acaso, no sucedió así siempre en este mundo? Que más alejado de los ideales religiosos que el fanatismo, las torturas de la Inquisición o los manejos del Banco Ambrosiano? Esas cosas están ahí, son hechos y si queremos la verdad no podemos ignorarlos. De cosas aun más escandalosas para las mentes pusilánimes deberemos hablar hoy si en realidad queremos conocer en alguna medida cual es la realidad del Grial. Mi único afán es acercarme a la verdad y no complacer a quienes están cegados por dogmas absurdos.
Para hacer muy claramente comprensible el sentido último del tema que trataremos hoy es imprescindible tratar aquí un asunto de importancia capital (y al que el mundo desacralizado de hoy contempla con desdén como si tan solo fuera una quimera propia de mentes confundidas). Ese asunto es la naturaleza esencial de la caballería espiritual del medioevo (y de siempre) respecto de la cual reina hoy tanto desconocimiento como incomprensión.
Para poner en claro esto procedamos contrario sensu planteando algunas preguntas cuya respuesta merece ser conocida por todos:
Cual es la razón para que el rey Francisco I exigiera de Bayardo que lo armara caballero? Por cual motivo Isabel I de Inglaterra se hizo armar caballera el día mismo de su coronación? Como es que el Papa Inocencio III en una bula se jactaba no de ser Pontífice sino de ser Caballero Templario? Por que Philippe le Bel, rey de Francia, se quejaba en una carta a su pariente y protegido el Papa Clemente V, deplorando que ni el ni su sobrino habían sido recibidos como Caballeros Templarios? Cual es la misteriosa razón tras el dicho tradicional "Más vale ser Caballero que príncipe hijo de rey o rey mismo"?
Todas estas preguntas tienen una sola y taxativa respuesta: la Caballería Tradicional supone una Iniciación, entendiendo por esto la transmisión de una influencia espiritual que permitirá a quien es digno y calificado para recibirla la realización de grandes hechos en lo externo y en lo interior pero que nada cambiará en quien es indigno de ser Caballero! Por ello será conveniente y deseable referirse a la Caballería Espiritual o, mejor aún, Iniciática para distinguirla del que solo practica la guerra y el combate o bien con quienes usurpan el título de Caballero sin derecho a ello.
Lo dicho basta para comprender dos puntos fundamentales. El primero es el abismo de diferencia que existe entre el esoterismo iniciático y el simple exoterismo religioso pues hasta un Papa se ufanaba no de ser pontífice sino de pertenecer al Temple como Caballero. El segundo punto es la tremenda importancia de lo que impulsaba a muchos poderosos y espíritus ilustres a pertenecer a la Caballería. Recordemos el caso de Dante Alighieri, Bocaccio y los "Fedeli d'Amore" de quienes me he ocupado en otro trabajo.
Está claro que el mundo de hoy ha olvidado todo al respecto del sentido y misión Iniciáticos de la Caballería y prueba de ello es que aquí y allí surgen nuevas órdenes que pretenden ser honoríficas y no pasan de carnavalescas, dado que no poseen ni raices en el pasado ni filiación iniciática alguna. En algunos casos pretenden reducir lo iniciático a lo meramente religioso y exotérico (como es el caso en nuestro medio de los caballeros de San Martín de Tours y algún otro engendro de ese estilo). Desde luego esto es una prueba de la formidable ignorancia respecto de la Tradición Iniciática en que vive ese tipo de personas. La parodia es su refugio pues no pueden comprender ni alcanzar a lo verdaderamente trascendente.
Dejando pues estas tonterías para los tontos que toman a la parte por el todo pretendemos hoy revisitar este asunto y el inseparablemente conexo tema del Santo Grial, cosas ambas sobre las que se ha escrito mucho pero se ha silenciado más aún y que, en todo caso, se han comprendido muy poco.
Naturalmente no se trata de revisar aquí las narraciones y leyendas del ciclo arturiano y posteriores pues ello demandaría mucho tiempo y daría poco fruto. En rigor no conviene basarse para el estudio del tema en las novelas de caballería, salvo de manera accesoria. De hecho estas son obras de fantasía y en su mayor parte escritos por autores que no eran caballeros. De concederles demasiado crédito terminaríamos como Don Quijote con el seso sorbido por pasar las noches de claro en claro y los días de turbio en turbio...
Lo verdaderamente importante a partir de lo dicho es citar en nuestro apoyo las opiniones de diversos tratadistas del tema. Históricamente es Victor Michelet quien primero destacó en forma explícita el carácter iniciático de la Caballería. Maurice Keen, profesor en Oxford que ha dedicado un documentado libro al tema, parte de una óptica puramente místico-religiosa (es decir exotérica) pero sus propias afirmaciones refuerzan nuestro punto de vista. Helas aquí:"Estos relatos demuestran lo conciente que era la caballería a finales de la Edad Media, de poseer lo que yo he llamado su propia continuidad apostólica, e ilustran su confianza en su propia e independiente ética seglar (es decir laica)".
Resulta muy importante citar este texto para dejar en claro que en realidad lo que Keen percibe sin comprender en la Caballería es la existencia del indispensable linaje iniciático y, en segundo lugar, la ya apuntada independencia de la Caballería de toda caracterstica del tipo religioso corriente. Esto puede sorprender a quienes hayan leído de como se velaban las armas y se armaba caballeros en las iglesias pero, en rigor, esto solo era recurso conveniente para que el nuevo caballero recibiera su ordenamiento con adecuados recogimiento y paz de espíritu.
Apuntemos de paso que León Gautier, gran historiador francés del tema, incurre en el mismo error de óptica pues consideraba a la Caballería como el octavo sacramento de la Iglesia medieval. En realidad una iniciación está y estar por siempre muy por arriba de cualquier sacramento habido y por haber, dado que lo sacramental es cosa propia de lo meramente religioso, perteneciendo así a un orden inferior de cosas. Si bien la Iglesia luchó por desempeñar el papel de otorgadora de la orden de caballería casi siempre era un Caballero laico quien la otorgaba a un aspirante y esto era naturalmente lo correcto para mantener el linaje o filiación iniciáico. Un Caballero podía armar a un aspirante en cualquier lugar y momento y de ninguna manera se requería iglesia o fraile para la ordenación o recepción de armas del nuevo Caballero.
Pero antes de dar más detalles sobre esto y el asociado concepto del "honor compartido" bueno será que, por una cuestión de orden, entremos en materia hablando del sentido y contenido de la Caballería, más allá de los aspectos triviales de ética, valor, destreza y cortesíaa que todos conocen
Ante todo dejemos que los textos hablen. Emocionan especialmente las palabras de Juan I de Portugal a sus caballeros viejos y nuevos pues acababa de conceder la caballería a sesenta escuderos portugueses e ingleses. Esto fue en 1358 y estaban presentes los Caballeros Templarios bajo su nuevo nombre de Orden del Cristo de Portugal, concedido por el anterior rey Dionís. Recordemos que la Orden del Temple había sido destruida y disuelta en 1312 por la infamia del Papa Clemente V y del rey de Francia Philippe le Bel.
Así habló el rey Juan I en vísperas de las batalla en que batieron a los castellanos, según narra Froissart: "Mis buenos señores: esta orden de caballería es tan grande y tan noble que el que es caballero no debería ocuparse de cosa alguna que sea baja , vil o cobarde, sino que deberéis ser tan fuertes y orgullosos como el león cuando persigue a su presa. Y, por lo tanto, es mi deseo que en este día demostreis tanto valor como siempre acostumbráis. Esta es la razón de que os haya puesto a la vanguardia en la batalla, para que podáis ganar honor; de otro modo vuestras espuelas no estarán bien puestas en vuestros talones". Aclaremos que el colocar espuelas era antaño parte del ritual de iniciación en la Caballería. Volveremos luego sobre este punto importante.
Sin embargo y de lo anterior podría surgir la idea errónea de que bastaría el valor y destreza en combate para ser un perfecto caballero. No es así sin embargo pues los compromisos éticos del Caballero eran mucho más severos y exigentes. Ello surge del ritual mismo de iniciación del cual el célebre Ramón Llull (o Raimundo Lulio) nos ha legado admirable descripción en su "Libro de la Orden de Caballería". Allí todo es símbolo. El baño previo del nuevo Caballero es símbolo de purificación. El cinturón blanco que se le ciñe representa la castidad. La espada que empuñará es bendecida generalmente antes con palabras que recuerdan al ordenado su deber de proteger a la justicia y a los débiles, a las viudas y a los huérfanos. Se le fijan las espuelas, símbolo tradicional del dominio que debe ejercer sobre la bestia o sea su propia naturaleza inferior. Por último recibe la acolada o suave bofetón símbolo de sufrimientos y pruebas y el ósculo fraternal que lo liga a la Orden para siempre. Previamente ha recibido el espaldarazo, toque con la espada en los hombros y la coronilla y que constituye el momento culminante de su ordenación, la que constituye en sí la iniciación caballeresca llamada a menudo como hemos visto "recepción de armas".
Es aquí donde deben plantearse varias cuestiones de alto interés que intentaremos contestar cumplidamente en lo que sigue. Aclaremos en primer lugar, siguiendo de cerca a René Guénon, lo relativo a las diferencias entre las iniciaciones caballeresca, sacerdotal y real. En primer lugar ya hemos aclarado que la verdadera ordenación como Caballero ni era sacramento ni bendición sacerdotal. Era y es, insisto, una iniciación y el único facultado para transmitirla era un Caballero ya iniciado antes, continuando así el linaje como ya se ha subrayado. Que esto fuera a veces practicado por un sacerdote era en sí incorrecto y hacía que dicha iniciación se reduciera en tales casos a algo puramente simbólico.
Vale la pena demostrar esto con apoyo de documentos conocidos. San Bernardo de Clairvaux fue en su momento la figura cumbre de la cristiandad y había recibido de los sacerdotes druidas en su juventud una iniciación sacerdotal que transmitió a los nueve Caballeros que con Hughes de Payens a la cabeza fundaron la Orden del Temple. Es importante subrayar esto por cuanto esos Caballeros ya lo eran cuando San Bernardo los inició. Sin embargo San Bernardo no poseia al parecer iniciación caballeresca alguna. Esto explica su conducta cuando se trató de hacer Caballero a Enrique, hijo del conde de Champagne. San Bernardo le escribe entonces a Manuel Conmeno, emperador griego que sí era Caballero, diciendole que le enviará a Enrique para que lo ordene como tal. Si todo se hubiera reducido a una simple bendición sacerdotal o bien si hubiera correspondido una iniciación sacerdotal San Bernardo mismo hubiera podido sobradamente otorgarla. Vemos además que René Guénon se equivoca en "Autorité Spirituelle et Pouvoir Temporel" cuando sostiene que necesariamente los sacerdotes iniciados debían conferir ambos tipos de iniciaciones lo que, según Guénon, aseguraría la legitimidad efectiva de la transmisión espiritual que ello supone. Solo puede transmitirse en rigor lo que previamente se ha recibido.
Al llegar a este punto es menester una aclaración obvia. Al hablar de iniciación sacerdotal no nos referimos al sacerdocio de ningún credo exotérico. Más propio sería hablar en términos hinduístas trazando un paralelo con el Brahmin y el Kshatriya, donde si se presenta algo que tiene carácter iniciático y un paralelo evidente con lo que aquí nos ocupa. Hay una diferencia esencial entre ambas castas, la de los Brahmines y la de los Kshatriyas. El Brahmin pertenece a la casta más alta cuya función y misión es puramente espiritual. El combate cae fuera de sus deberes. El Kshatriya es el guerrero por excelencia. Kshata significa dolor y Kshatriya es quien libra combate para liberar a los seres del dolor. Vemos pues que la Iniciación Caballeresca viene de antiguo y de lejos. Sería muy interesante pero hasta hoy imposible establecer con precisión como surge históricamente en Europa tal cosa.
Digamos pues que la iniciación caballeresca está íntimamente emparentada a la denominada iniciación real pues ambas están estrechamente ligadas al poder temporal. En esto Guénon señala con justeza que al estar este poder temporal sometido a todas las contingencias de lo transitorio requiere que lo sacralize un principio de orden superior. De esto proviene el "derecho divino" tradicionalmente asignado a los reyes. Sin embargo todo indica que ese principio de orden superior debe actuar en fase y concordancia con el objetivo perseguido. Así la iniciación real se compone de la sacerdotal y de la caballeresca y solo puede transmitirlas quien las posea. Maurice Keen viene aquí nuevamente en nuestra ayuda, aún con su perspectiva meramente religiosa, al decir textualmente en su obra ya citada: "La ceremonia de hacer un caballero parece, por lo tanto, tener una relación muy próxima con el rito de la coronación".
Pero, bien entendido, sería un error grosero suponer que este rito de coronación constituyó siempre una iniciación efectiva dado que, en la enorme mayoría de los casos, se redujo a algo de naturaleza meramente simbólica y religiosa, una mera "exteriorización" de la iniciación reservada a los reyes, como bien apunta Guénon.
A esta altura podemos avanzar un paso más para efectuar las necesarias aclaraciones sobre el concepto del "honor compartido", mencionado por Keen y otros autores. Entender esto desde el punto de vista religioso es simplemente imposible pero el problema se resuelve por si solo desde una perspectiva iniciática. Keen por supuesto se contenta con mencionar el tema en estos términos: "recibir la caballería de manos de un señor (y caballero) de privilegiado rango une al destinatario al honor y dignidad del señor". Cesar Cantú, que dedicó muy bello y extenso estudio al tema de la Caballería, recalca que " para armar un Caballero era indispensable serlo, y el iniciado quedaba ligado respecto del que le había conferido la ordenación con un parentesco espiritual, de tal manera que por nada y en ningún caso podía hacer armas en contra suya" . En un cantar de gesta Renaud de Mantauban exclama "No defenderé tierra alguna de Carlomagno" a lo cual replica Ogier "No, pero recuerda que él te armó caballero" recordando así a Renaud que jamás podría luchar en contra de Carlomagno o de sus huestes. Solo un felón podría hacer semejante cosa, jamás un Caballero!
Esto era el "compartir el honor", lo que en lenguaje iniciático equivaldría a elegir la filiación más honrosa y el Maestro más elevado para recibir la propia iniciación. Así para dar un simil equivaldría a preferir un Rimpoche a un simple Lama en el budismo tibetano o un Parama Gurú a un Swami en el hinduismo.
La mentalidad utilitaria y materialista del mundo moderno tiene enorme dificultad en comprender el rol justiciero y heroico de la Caballería Tradicional. El contemporáneo apenas puede comprender como el Caballero se arriesga a ser herido o muerto por causas que no son la suya o simplemente para demostrar su valor y mucho menos como puede ser el paladín de una dama y jugarse la vida por ella sin aspirar en lo más mínimo a sus favores carnales y, más aún, cuando esta dama era generalmente la esposa de otro. El egoísmo y degradación del ser humano de hoy constituyen ciertamente un velo muy espeso que le impide toda comprensión en el orden metafísico, el que pasa así completamente desapercibido e ignorado. Desde el Renacimiento -como subraya Guénon- la desacralización de la existencia humana ha sido tan pavorosa que únicamente un advenimiento de orden divino podría restituir nuestras vidas al punto justo.
Para comprender a la Caballería en profundidad con una óptica tradicional y metafísica es menester tomar conocimiento de lo dicho al respecto por el tan citado René Guénon y, especialmente, por el esoterista italiano Barón Julius Evola. Lamentablemente no se puede aceptar en su totalidad lo que dicen uno y otro pero constituyen sus escritos una orientación para buscar la verdad al respecto. Evola parte del supuesto de que la acción en general y la acción guerrera en particular pueden liberar al hombre de sus condicionamientos al igual que la vía espiritual e incluso conducirlo a estados superiores del ser. En su muy discutible folleto "La doctrina aria del combate y la victoria" retoma la doctrina de que el acto supremo del ser humano y su sacrificio más excelso a Dios es morir con la espada en la mano en el campo de batalla". De aquí a la antigua creencia nórdica de que el héroe así muerto será conducido al galope al Walhalla por las Walkirias hay menos que un paso. Pero Evola no se detiene ahí tampoco en su embestida por sacralizar la guerra y el combate. Todo en la vida debe centrarse en la "pequeña guerra santa" y en la " gran guerra santa" a la manera del Islam. La primera es la guerra y el combate contra los enemigos exteriores, la segunda es la lucha contra nuestros enemigos interiores. "Más exactamente, esta última es la lucha del elemento sobrenatural que llevamos en nosotros contra todo lo que es instintivo, ligado a la pasión, caótico, ligado a las fuerzas de la naturaleza"(sic). La vida terrestre es sacrificada en el combate a la vida futura dando paso a un impulso que abre el camino hacia un estado espiritual realmente suprapersonal que hace a los hombres libres, inmortales, interiormente indestructibles logrando una síntesis de los opuestos en cuanto unificación de los aspectos superiores e inferiores de la naturaleza humana.
Hasta el más audaz de los Kshatriyas tendrá que reconocer que Evola va demasiado lejos pues este autor desemboca en la conclusión más o menos explícita de que el guerrero es superior al Maestro espiritual. En una carta célebre René Guénon lo coloca en su sitio, calificándolo de "Kshatriya en rebeldía". Es lo que corresponde pues Evola invierte el orden natural de las cosas. Pero a su vez Guénon si bien pretende lo justo en cuanto a la superioridad del Maestro sobre el guerrero no siempre tiene en claro el sentido y lugar de cada cosa. Tanto el brahmin como el kshatriya son indispensables tanto en el orden espiritual como en el social y, lo que nunca se ha subrayado, existe en esto una predestinación para cada ser en cuanto a ocupar el orden que naturalmente le corresponde en el desarrollo de la existencia temporal.
Para aclarar lo anterior es menester antes precisar una noción fundamental y generalmente muy mal comprendida que es la de Dharma. A esta palabra la podríamos traducir brevemente como "deber" o "ley moral" pero es mucho más que eso. En rigor es el conjunto de " medios correctos y eficaces, necesarios y trascendentes para alcanzar el bien y evitar el mal". Es obvio que el Dharma del brahmin es muy distinto del que corresponde a un kshatriya. Y la vida enseña que si uno de ellos intenta seguir el Dharma del otro cae en el adharma, que es el error, el desvío respecto de lo correcto tanto en lo espiritual como en lo ético.
No obstante Evola volvió a la carga en sus escritos, especialmente en cinco breves ensayos reunidos con el título de uno de ellos "Metafísica de la Guerra". Allí insiste con el culto del héroe que "muerto gana el cielo y vencedor conquista la tierra". Creo que Evola nunca comprendió el real valor de la Caballería tradicional como abnegación y servicio con olvido de sí mismo y de la propia vida. Esto unido a la búsqueda del Santo Grial es lo esencial de la genuina Caballería Espiritual. Es por ello que está reservada a hombres y mujeres dignos y elevados, dado que no debemos olvidar que desde comienzos de la Edad Media existieron Caballeras, aún cuando hoy, al iniciarlas se les dá el título de Damas con mayúscula. Incluso existieron Ordenes de Caballería para las Damas, como ser la Orden de las Caballeras del Hacha, en Tortosa, quienes llevaban como emblema un hacha roja sobre el pecho. Ellas impidieron heroicamente en 1149 que los moros tomaran su ciudad. Otra Orden femenina fue la de las Caballeras de la Cordelière, quienes usaban como distintivo un cordón de siete nudos.
Y pasemos a ocuparnos del tema central que es el Santo Grial.
EL SANTO GRIAL
Guénon no dejó demasiado escrito sobre la Caballería Iniciática en general pero sí sobre sus formas particulares y, más aún, sobre el tema central que fue y es objetivo central de los Caballeros auténticos a lo largo de los siglos: el Santo Grial. Este es un Misterio maravilloso por excelencia del que nos dicen las obras de caballería que es gran secreto que "está presente en la tierra con la plenitud de su Virtud Celestial" (veremos despues cuan exactas son estas maravillosas palabras).
Al respecto del Santo Grial Guénon constituye una vez más la guía más segura y, junto con la obra memorable de Pierre Ponsoye "El Islam y el Grial", referencia obligada en este tema. Los dos títulos fundamentales de Guénon al respecto son los "Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada" y los "Aperçus sur l' ésotérisme chrétien".
La investigación histórica realizada en este último medio siglo ha hecho, empero, que el tema del Santo Grial haya venido a presentar aspectos que hacen no solo al orden puramente espiritual y metafísico sino que se refieren a la trama íntima del cristianismo histórico desde su fundador mismo. Es precisamente este aspecto el que obliga a una revisión profunda de prejuicios que el dogma religioso nos inculcara desde la infancia. Me refiero, claro está, al tema del denominado Linaje Sagrado sobre cuya existencia se han venido acumulando evidencias y argumentos que resultan del más alto interés. Pero como este asunto (que hoy es ya secreto a voces) nos llevaría demasiado lejos y ocuparía demasiado tiempo lo dejaremos para una futura exposición en la que volcaremos gran cantidad de información aún desconocida en nuestro medio. Digamos desde ya que existen documentos muy antiguos que robustecen esta suposión, comenzando por los Evangelio de Felipe y de Tomás que datan del siglo I y fueran hallados en 1946 en Nag Hammadi, Egipto. Es más, en los últimos tiempos el tema se ha complicado pues han surgido evidencias de que podrían existir dos Linajes Sagrados, uno originado en Tierra Santa y otro en Cachemira.
En rigor lo que nos ocupa hoy son los aspectos metafísicos de la Caballería y del Santo Grial y es obvio que los Caballeros no tenían por meta un encuentro terrenal con los integrantes del Linaje Sagrado sino una realización en el orden espiritual y metafísico que hace de pleno a los estados superiores del ser.
El tríptico de los significados tradicionales del Grial se reduce pues a dos para nuestros objetivos de hoy. De esos dos el primero se reduce enteramente al orden místico-religioso en el nivel exotérico y es por ello de interés solo como símbolo exterior de una Realidad maravillosa pero velada a los ojos de la gran mayoría de los mortales. Nos referimos, claro está, al significado del Grial en cuanto copa o cáliz de la Ultima Cena, tallado, según narran algunas leyendas, de una esmeralda que rodara de la frente de Lucifer al producirse la rebelión de los ángeles. De acuerdo a las tradiciones (que han llegado incluso a ser eclesiásticas) este Santo Grial o Sangrial (Sangre Real) fue _
transportado desde Oriente a la Galia por María Magdalena escoltada por José de Arimatea. Vemos pues como se enlaza este segundo significado simbólico con el primero ya mencionado en cuanto alusión a la Sangre Real y al vaso portador de la misma. En rigor el Grial es el vaso portador de Dios y este significado externo debe comprenderse con claridad para llegar a donde debemos.
En estas versiones folklóricas de la leyenda del Grial debe saber verse precisamente una forma popular de enseñanzas de orden muy elevado expuestas en forma velada y que difícilmente podrían ser captadas por personas sin la debida calificación en el orden iniciático.
De hecho aquí asoma el Grial como símbolo de un estado superior del ser que se ha perdido pero que puede ser reencontrado por el hombre. De ahí la importancia suprema de la búsqueda del Santo Grial que tanta audacia, nobleza y sacrificio requería de los Caballeros. Naturalmente la cuestión del Grial rebasa ampliamente a una forma religiosa particular, en este caso el cristianismo. Por ello sería una simpleza limitarse a ver en este símbolo perteneciente a la Tradición Primordial una mera alegoría eucarística. Para abundar aun más queda claro que lo verdaderamente importante en este nivel de significación no sería el cáliz en sí sino su contenido. El cáliz se reduciría en todo caso a ser reliquia histórico-mística de gran importancia y nada más. Aquí le cedemos la palabra al gran experto en mitos Joseph Campbell quien, con sólido buen sentido, expresó en su libro "Myths to live" lo siguiente: "Para que necesitaba nadie ir a buscar a Dios (o al Grial) cuando estaba presente en todos los altares de todas las iglesias de la Tierra?" . Así se hace aún más obvio que el Grial no pertenece a la esfera de lo simplemente religioso sino a un orden mucho más elevado que es el iniciático. A nivel religioso simplemente encubre como símbolo una verdad trascendente que constituye el hecho central de la metafísica iniciática.
Se comprendió poco y mal en el medioevo todo este asunto y se asoció el Grial únicamente al cáliz sagrado, lo que pone drásticamente en claro la total ignorancia de los sacerdotes respecto de la Tradición Primordial. No es para todos el Conocimiento inherente a este símbolo y mucho menos aún el tener acceso al Grial mismo. Vale la pena recordar como de todos los esforzados Caballeros de la Tabla Redonda solo Sir Galahad lo alcanzó plenamente para morir poco después. Esta narración es, en sí misma, una lección. El Grial no puede ser la posesión exclusiva y permanente de nadie en particular en este mundo pues aguarda a todos los seres dignos que puedan llegar a alcanzarlo.
La etimología del término Grial es cosa discutida y aún no completamente resuelta. Según algunos provendría del término Grasale o Gradale, copa ancha y de poca profundidad usada en la Edad Media. Desde luego esta es precisamente la forma frecuentemente observada hasta hoy en los cálices de las iglesias. Pero, si nos atenemos al orden natural de las cosas, lo más sensato es suponer como hace Guénon que el simbolismo del cáliz o vaso hace alusión directa al vaso natural portador de la sangre humana el cual es, desde luego el corazón. Allí está el Sang-Rial o Santo Grial portador de Dios.
Y aquí llegamos a la solución del gran enigma. Esta solución es el punto central de la Tradición Primordial que identifica al corazón con el centro del ser en el género humano, pues en cada corazón mora la chispa divina que es la esencia de nuestra vida y la gloria suprema de nuestra alma. Este punto tan velado y oscuro en la Tradición Occidental se torna claro y luminoso si nos remitimos a la Tradición hindú. Esta es clara y explícita al respecto, designando a ese fragmento divino con el nombre de Jiva-Atma (el espíritu prisionero), el que constituye la meta suprema de nuestra adoración y búsqueda espiritual. También es denominado Adhi-Atma (o el Espíritu como Morador Interno).
Vemos como, una vez más, el recurrir a otras formas tradicionales permite clarificar dificultades que serían insuperables si nos limitamos a textos occidentales. Los grandes Rishis hindúes nos hablan del Jivatma, radiante como millones de soles en su Gloria, morador entronizado en la cámara etérica de nuestro corazón. Al Jivatma se refieren dos aforismos sapienciales hindúes que vale la mencionar aquí. El primero dice: "Quien conoce a hradhara (el corazón) conoce a dahara (la cavidad)". Claro está que esto alude a la cavidad o cámara etérica donde mora el Jivatma radiante, a quién se designa también como Yoti (la Llama de Amor) dado que así también se lo visualiza. Esto aclara algunas expresiones que hallamos en los grandes Iniciados, como Teresa de Avila y Juan de la Cruz. La experiencia iniciática central es el contacto (o Yuj en sánscrito) de nuestra conciencia humana individual con la Conciencia Universal o Fuente de Dicha Infinita entronizada en nuestro corazón. Este contacto (Yuj) es el verdadero y esencial objetivo del verdadero Yoga, cuyo nombre de ahí deriva y su efecto inmediato es el alcance de la más elevada e inefable Dicha Divina (Ananda).
Lo anterior aclara al segundo aforismo hindú al que me refería antes, el cual expresa: "Deseosos los dioses de esconder la Verdad y la Felicidad Suprema donde el hombre no pudiera encontrarlas, las escondieron finalmente en el mismo corazón de este". Digamos de paso que esto aclara a frases de Jesucristo que no son comprendidas en absoluto en medios religiosos, tales como "Yo os digo:dioses sois" y "El Reino de los Cielos está en vosotros". Podríamos ir mucho más lejos en esta dirección pero el querer ceñirnos al tema nos lo impide. En un futuro trabajo me referiré por ejemplo a la noción del "grano de mostaza" que figura en los Evangelios y que es símbolo inabordable directamente (la misma Santa Teresa de Avila lo confiesa) salvo para quien conoce a los Upanishads hindúes.
Esta presencia divina en nuestro corazón es la realidad metafísica simbolizada en el Santo Grial y enseñada en todos los santuarios Iniciaticos como verdad fundamental de la Tradición Primordial. A tal punto esto es importante que podemos calificar de fragmentaria y espuria a una corriente espiritual que pase por alto este hecho absolutamente esencial. De esto hablan los Iniciados por doquier, revistiendolo con el ropaje de los conceptos propios de Oriente y de Occidente, del cristianismo, del hinduísmo, del islamismo y de otras cien corrientes tradicionales.
Los Maestros hindúes expresan en forma taxativa que cada ser humano tiene el deber y la obligación de adorar cada día a la Presencia Divina en su corazón, pues esta Presencia es lo más sagrado de nuestro ser y la dadora de nuestra vida. Somos pues todos portadores del Santo Grial y ahora ya sabemos donde buscarlo por medio de nuestras disciplinas espirituales. Y para completar este paralelismo asombroso con las enseñanzas hindúes recordaré que la tradición occidental del Grial menciona que el Santo Cáliz fue entregado por Jesucristo mismo resucitado a José de Arimatea. Pero antes Jesús escribió en el cáliz una Palabra Secreta que solo pueden conocer el Maestro y el discípulo. Aquí el paralelo con la tradición hindú es asombroso pues esa palabra secreta no es otra cosa que el Ekakshara. Este Ekakshara es un mantra secretísimo que el Maestro comunica de boca a oído al discípulo calificado y cuya repetición facilitará y acelerará grandemente la toma de contacto con la Fuente de Dicha infinita o sea la Divinidad en nuestro corazón. Como símbolo el Grial ha caído lamentablemente en desuso dentro del cristianismo y, por razones que no escaparán, incluso fué tildado de herejía en su momento. Se lo ha reemplazado por otro que todos conocemos pero que pocos comprenden en profundidad y cuyo significado metafísico es exactamente el mismo del Santo Grial. Este nuevo símbolo es el Sagrado Corazón de Jesús, cuya representación usual tenemos todos bien presente. Veamos brevemente el porque de esta identidad de símbolos. Si analizamos esta representación nos daremos cuenta de que en ella Jesucristo exhibe su corazón radiante del cual surge una llama, el Yoti. El nos está enseñando el Secreto del Santo Grial, la Llama de Amor, la Presencia Divina en nosotros. Pero hay quienes que no desean que esto se divulgue. Si sabemos que Dios está en nosotros ya no necesitaremos intermediarios y vicedioses...
Este otro símbolo iniciático es confundido a nivel exotérico dentro de la Iglesia actual con una simple devoción. Ni por un momento se repara en su alcance incomparablemente más elevado. Incluso no se vacila en calificar de heterodoxo a quien señale su real significado, cosa que ocurrió precisamente con René Guénon cuando se puso fin a su colaboración con la revista católica "Regnabit". No nos cabe duda de que su espiritualidad y su talento ofendían a un medio tan limitado.
En suma y conclusión resulta lo que ya sabemos o sea que los fanáticos religiosos han sido desde siempre la variedad más abominable de los enanos mentales. Pero sería inexacto pensar que la incomprensión reina solamente en el ámbito religioso. Autores entre ocultistas y místicos como Arthur Waite y John Matthews han dedicado al Grial libros que ponen en evidencia que no han comprendido ni una palabra de los aspectos más elevados e importantes de este asunto.
Históricamente la noción del Grial aparece en Europa como parte de la transmisión del conocimiento metafísico de los druidas al cristianismo. Al respecto las pruebas y documentos no escasean pero en rigor nociones en todo análogas aparecen en otras tradiciones con muchos siglos de anterioridad a la aparición del cristianismo. Es que la Tradición Primordial reaparece con contenidos idénticos y diferentes ropajes de acuerdo a las condiciones de lugar, tiempo y circunstancia. Muchos se sorprenderán al reencontrar el motivo del Grial en otras tradiciones y contextos. En el valioso libro de Michelet hallarán un resumen de estas donde se menciona el Vaso de Vulcano, el Amrita hindú y el vaso milagroso de los bretones llamado Azewladour. Todos estos vasos conferían las supremas sabiduría y felicidad, curaban las heridas y resucitaban a los muertos. Hasta el cine ha recogido no hace mucho el tema del Grial. Pero sería del todo insensato pensar que debemos ir muy lejos como hacían los Caballeros para encontrarlo. El Grial está realmente muy cerca nuestro... Para concluir, que esta presencia de Dios en el corazón de todos nos recuerde cada día que Dios nos tiene a todos en el suyo.
LA CABALLERIA
MEDIEVAL
Dr. Carlos Raitzin
Esta exposición debería haberse titulado con mayor propiedad "La Metafísica de la Caballería y el Santo Grial". Esto por cuanto nuestro deseo es centrarnos en aquellos aspectos relativos a la Tradición Primordial Esotérica que explican a la Caballería en su esencia, modos, objetivos y razón de ser.
Los aspectos externos del fenómeno y sus circunstancias son relativamente bien conocidos. Las justas y torneos, el amor cortés y los caballeros andantes permanecen en nuestro recuerdo como algo querido. El Caballero sigue siendo a través de los siglos un héroe folklórico, siempre dispuesto a defender las causas del bien y de la justicia con valor indomable, siempre al servicio de los débiles y desprotegidos. Sus ideales espirituales siempre prevalecían y orientaban su gesta, aún cuando el objeto último de sus afanes no resultaba en absoluto claro para la mayoría de la gente. Recuerdo a Mark Twain cuando en su libro "Un yanqui en la corte del Rey Arturo" ironizaba diciendo que todos los Caballeros iban a la búsqueda del Santo Grial, sin que ninguno supiera decir con precisión de que se trataba esto.
En definitiva que el Caballero llegó a ser y permanece como una figura arquetípica, única y a la que no se alcanza con solamente ética, valor, destreza y cortesía. Así como Rudolf Otto afirmaba que la bondad por si sola no alcanza a lo santo sino que es necesario además lo numinoso, así vemos que en el auténtico Caballero tambien lo numinoso está presente y que él no es figura del todo de este mundo.
A esta altura no faltará el bien informado que denuncie que la realidad histórica se apartó a menudo de estos ideales. Basta leer por ejemplo la historia de las Cruzadas para convencerse de las atrocidades que cometieron muchos Caballeros. Pero acaso, no sucedió así siempre en este mundo? Que más alejado de los ideales religiosos que el fanatismo, las torturas de la Inquisición o los manejos del Banco Ambrosiano? Esas cosas están ahí, son hechos y si queremos la verdad no podemos ignorarlos. De cosas aun más escandalosas para las mentes pusilánimes deberemos hablar hoy si en realidad queremos conocer en alguna medida cual es la realidad del Grial. Mi único afán es acercarme a la verdad y no complacer a quienes están cegados por dogmas absurdos.
Para hacer muy claramente comprensible el sentido último del tema que trataremos hoy es imprescindible tratar aquí un asunto de importancia capital (y al que el mundo desacralizado de hoy contempla con desdén como si tan solo fuera una quimera propia de mentes confundidas). Ese asunto es la naturaleza esencial de la caballería espiritual del medioevo (y de siempre) respecto de la cual reina hoy tanto desconocimiento como incomprensión.
Para poner en claro esto procedamos contrario sensu planteando algunas preguntas cuya respuesta merece ser conocida por todos:
Cual es la razón para que el rey Francisco I exigiera de Bayardo que lo armara caballero? Por cual motivo Isabel I de Inglaterra se hizo armar caballera el día mismo de su coronación? Como es que el Papa Inocencio III en una bula se jactaba no de ser Pontífice sino de ser Caballero Templario? Por que Philippe le Bel, rey de Francia, se quejaba en una carta a su pariente y protegido el Papa Clemente V, deplorando que ni el ni su sobrino habían sido recibidos como Caballeros Templarios? Cual es la misteriosa razón tras el dicho tradicional "Más vale ser Caballero que príncipe hijo de rey o rey mismo"?
Todas estas preguntas tienen una sola y taxativa respuesta: la Caballería Tradicional supone una Iniciación, entendiendo por esto la transmisión de una influencia espiritual que permitirá a quien es digno y calificado para recibirla la realización de grandes hechos en lo externo y en lo interior pero que nada cambiará en quien es indigno de ser Caballero! Por ello será conveniente y deseable referirse a la Caballería Espiritual o, mejor aún, Iniciática para distinguirla del que solo practica la guerra y el combate o bien con quienes usurpan el título de Caballero sin derecho a ello.
Lo dicho basta para comprender dos puntos fundamentales. El primero es el abismo de diferencia que existe entre el esoterismo iniciático y el simple exoterismo religioso pues hasta un Papa se ufanaba no de ser pontífice sino de pertenecer al Temple como Caballero. El segundo punto es la tremenda importancia de lo que impulsaba a muchos poderosos y espíritus ilustres a pertenecer a la Caballería. Recordemos el caso de Dante Alighieri, Bocaccio y los "Fedeli d'Amore" de quienes me he ocupado en otro trabajo.
Está claro que el mundo de hoy ha olvidado todo al respecto del sentido y misión Iniciáticos de la Caballería y prueba de ello es que aquí y allí surgen nuevas órdenes que pretenden ser honoríficas y no pasan de carnavalescas, dado que no poseen ni raices en el pasado ni filiación iniciática alguna. En algunos casos pretenden reducir lo iniciático a lo meramente religioso y exotérico (como es el caso en nuestro medio de los caballeros de San Martín de Tours y algún otro engendro de ese estilo). Desde luego esto es una prueba de la formidable ignorancia respecto de la Tradición Iniciática en que vive ese tipo de personas. La parodia es su refugio pues no pueden comprender ni alcanzar a lo verdaderamente trascendente.
Dejando pues estas tonterías para los tontos que toman a la parte por el todo pretendemos hoy revisitar este asunto y el inseparablemente conexo tema del Santo Grial, cosas ambas sobre las que se ha escrito mucho pero se ha silenciado más aún y que, en todo caso, se han comprendido muy poco.
Naturalmente no se trata de revisar aquí las narraciones y leyendas del ciclo arturiano y posteriores pues ello demandaría mucho tiempo y daría poco fruto. En rigor no conviene basarse para el estudio del tema en las novelas de caballería, salvo de manera accesoria. De hecho estas son obras de fantasía y en su mayor parte escritos por autores que no eran caballeros. De concederles demasiado crédito terminaríamos como Don Quijote con el seso sorbido por pasar las noches de claro en claro y los días de turbio en turbio...
Lo verdaderamente importante a partir de lo dicho es citar en nuestro apoyo las opiniones de diversos tratadistas del tema. Históricamente es Victor Michelet quien primero destacó en forma explícita el carácter iniciático de la Caballería. Maurice Keen, profesor en Oxford que ha dedicado un documentado libro al tema, parte de una óptica puramente místico-religiosa (es decir exotérica) pero sus propias afirmaciones refuerzan nuestro punto de vista. Helas aquí:"Estos relatos demuestran lo conciente que era la caballería a finales de la Edad Media, de poseer lo que yo he llamado su propia continuidad apostólica, e ilustran su confianza en su propia e independiente ética seglar (es decir laica)".
Resulta muy importante citar este texto para dejar en claro que en realidad lo que Keen percibe sin comprender en la Caballería es la existencia del indispensable linaje iniciático y, en segundo lugar, la ya apuntada independencia de la Caballería de toda caracterstica del tipo religioso corriente. Esto puede sorprender a quienes hayan leído de como se velaban las armas y se armaba caballeros en las iglesias pero, en rigor, esto solo era recurso conveniente para que el nuevo caballero recibiera su ordenamiento con adecuados recogimiento y paz de espíritu.
Apuntemos de paso que León Gautier, gran historiador francés del tema, incurre en el mismo error de óptica pues consideraba a la Caballería como el octavo sacramento de la Iglesia medieval. En realidad una iniciación está y estar por siempre muy por arriba de cualquier sacramento habido y por haber, dado que lo sacramental es cosa propia de lo meramente religioso, perteneciendo así a un orden inferior de cosas. Si bien la Iglesia luchó por desempeñar el papel de otorgadora de la orden de caballería casi siempre era un Caballero laico quien la otorgaba a un aspirante y esto era naturalmente lo correcto para mantener el linaje o filiación iniciáico. Un Caballero podía armar a un aspirante en cualquier lugar y momento y de ninguna manera se requería iglesia o fraile para la ordenación o recepción de armas del nuevo Caballero.
Pero antes de dar más detalles sobre esto y el asociado concepto del "honor compartido" bueno será que, por una cuestión de orden, entremos en materia hablando del sentido y contenido de la Caballería, más allá de los aspectos triviales de ética, valor, destreza y cortesíaa que todos conocen
Ante todo dejemos que los textos hablen. Emocionan especialmente las palabras de Juan I de Portugal a sus caballeros viejos y nuevos pues acababa de conceder la caballería a sesenta escuderos portugueses e ingleses. Esto fue en 1358 y estaban presentes los Caballeros Templarios bajo su nuevo nombre de Orden del Cristo de Portugal, concedido por el anterior rey Dionís. Recordemos que la Orden del Temple había sido destruida y disuelta en 1312 por la infamia del Papa Clemente V y del rey de Francia Philippe le Bel.
Así habló el rey Juan I en vísperas de las batalla en que batieron a los castellanos, según narra Froissart: "Mis buenos señores: esta orden de caballería es tan grande y tan noble que el que es caballero no debería ocuparse de cosa alguna que sea baja , vil o cobarde, sino que deberéis ser tan fuertes y orgullosos como el león cuando persigue a su presa. Y, por lo tanto, es mi deseo que en este día demostreis tanto valor como siempre acostumbráis. Esta es la razón de que os haya puesto a la vanguardia en la batalla, para que podáis ganar honor; de otro modo vuestras espuelas no estarán bien puestas en vuestros talones". Aclaremos que el colocar espuelas era antaño parte del ritual de iniciación en la Caballería. Volveremos luego sobre este punto importante.
Sin embargo y de lo anterior podría surgir la idea errónea de que bastaría el valor y destreza en combate para ser un perfecto caballero. No es así sin embargo pues los compromisos éticos del Caballero eran mucho más severos y exigentes. Ello surge del ritual mismo de iniciación del cual el célebre Ramón Llull (o Raimundo Lulio) nos ha legado admirable descripción en su "Libro de la Orden de Caballería". Allí todo es símbolo. El baño previo del nuevo Caballero es símbolo de purificación. El cinturón blanco que se le ciñe representa la castidad. La espada que empuñará es bendecida generalmente antes con palabras que recuerdan al ordenado su deber de proteger a la justicia y a los débiles, a las viudas y a los huérfanos. Se le fijan las espuelas, símbolo tradicional del dominio que debe ejercer sobre la bestia o sea su propia naturaleza inferior. Por último recibe la acolada o suave bofetón símbolo de sufrimientos y pruebas y el ósculo fraternal que lo liga a la Orden para siempre. Previamente ha recibido el espaldarazo, toque con la espada en los hombros y la coronilla y que constituye el momento culminante de su ordenación, la que constituye en sí la iniciación caballeresca llamada a menudo como hemos visto "recepción de armas".
Es aquí donde deben plantearse varias cuestiones de alto interés que intentaremos contestar cumplidamente en lo que sigue. Aclaremos en primer lugar, siguiendo de cerca a René Guénon, lo relativo a las diferencias entre las iniciaciones caballeresca, sacerdotal y real. En primer lugar ya hemos aclarado que la verdadera ordenación como Caballero ni era sacramento ni bendición sacerdotal. Era y es, insisto, una iniciación y el único facultado para transmitirla era un Caballero ya iniciado antes, continuando así el linaje como ya se ha subrayado. Que esto fuera a veces practicado por un sacerdote era en sí incorrecto y hacía que dicha iniciación se reduciera en tales casos a algo puramente simbólico.
Vale la pena demostrar esto con apoyo de documentos conocidos. San Bernardo de Clairvaux fue en su momento la figura cumbre de la cristiandad y había recibido de los sacerdotes druidas en su juventud una iniciación sacerdotal que transmitió a los nueve Caballeros que con Hughes de Payens a la cabeza fundaron la Orden del Temple. Es importante subrayar esto por cuanto esos Caballeros ya lo eran cuando San Bernardo los inició. Sin embargo San Bernardo no poseia al parecer iniciación caballeresca alguna. Esto explica su conducta cuando se trató de hacer Caballero a Enrique, hijo del conde de Champagne. San Bernardo le escribe entonces a Manuel Conmeno, emperador griego que sí era Caballero, diciendole que le enviará a Enrique para que lo ordene como tal. Si todo se hubiera reducido a una simple bendición sacerdotal o bien si hubiera correspondido una iniciación sacerdotal San Bernardo mismo hubiera podido sobradamente otorgarla. Vemos además que René Guénon se equivoca en "Autorité Spirituelle et Pouvoir Temporel" cuando sostiene que necesariamente los sacerdotes iniciados debían conferir ambos tipos de iniciaciones lo que, según Guénon, aseguraría la legitimidad efectiva de la transmisión espiritual que ello supone. Solo puede transmitirse en rigor lo que previamente se ha recibido.
Al llegar a este punto es menester una aclaración obvia. Al hablar de iniciación sacerdotal no nos referimos al sacerdocio de ningún credo exotérico. Más propio sería hablar en términos hinduístas trazando un paralelo con el Brahmin y el Kshatriya, donde si se presenta algo que tiene carácter iniciático y un paralelo evidente con lo que aquí nos ocupa. Hay una diferencia esencial entre ambas castas, la de los Brahmines y la de los Kshatriyas. El Brahmin pertenece a la casta más alta cuya función y misión es puramente espiritual. El combate cae fuera de sus deberes. El Kshatriya es el guerrero por excelencia. Kshata significa dolor y Kshatriya es quien libra combate para liberar a los seres del dolor. Vemos pues que la Iniciación Caballeresca viene de antiguo y de lejos. Sería muy interesante pero hasta hoy imposible establecer con precisión como surge históricamente en Europa tal cosa.
Digamos pues que la iniciación caballeresca está íntimamente emparentada a la denominada iniciación real pues ambas están estrechamente ligadas al poder temporal. En esto Guénon señala con justeza que al estar este poder temporal sometido a todas las contingencias de lo transitorio requiere que lo sacralize un principio de orden superior. De esto proviene el "derecho divino" tradicionalmente asignado a los reyes. Sin embargo todo indica que ese principio de orden superior debe actuar en fase y concordancia con el objetivo perseguido. Así la iniciación real se compone de la sacerdotal y de la caballeresca y solo puede transmitirlas quien las posea. Maurice Keen viene aquí nuevamente en nuestra ayuda, aún con su perspectiva meramente religiosa, al decir textualmente en su obra ya citada: "La ceremonia de hacer un caballero parece, por lo tanto, tener una relación muy próxima con el rito de la coronación".
Pero, bien entendido, sería un error grosero suponer que este rito de coronación constituyó siempre una iniciación efectiva dado que, en la enorme mayoría de los casos, se redujo a algo de naturaleza meramente simbólica y religiosa, una mera "exteriorización" de la iniciación reservada a los reyes, como bien apunta Guénon.
A esta altura podemos avanzar un paso más para efectuar las necesarias aclaraciones sobre el concepto del "honor compartido", mencionado por Keen y otros autores. Entender esto desde el punto de vista religioso es simplemente imposible pero el problema se resuelve por si solo desde una perspectiva iniciática. Keen por supuesto se contenta con mencionar el tema en estos términos: "recibir la caballería de manos de un señor (y caballero) de privilegiado rango une al destinatario al honor y dignidad del señor". Cesar Cantú, que dedicó muy bello y extenso estudio al tema de la Caballería, recalca que " para armar un Caballero era indispensable serlo, y el iniciado quedaba ligado respecto del que le había conferido la ordenación con un parentesco espiritual, de tal manera que por nada y en ningún caso podía hacer armas en contra suya" . En un cantar de gesta Renaud de Mantauban exclama "No defenderé tierra alguna de Carlomagno" a lo cual replica Ogier "No, pero recuerda que él te armó caballero" recordando así a Renaud que jamás podría luchar en contra de Carlomagno o de sus huestes. Solo un felón podría hacer semejante cosa, jamás un Caballero!
Esto era el "compartir el honor", lo que en lenguaje iniciático equivaldría a elegir la filiación más honrosa y el Maestro más elevado para recibir la propia iniciación. Así para dar un simil equivaldría a preferir un Rimpoche a un simple Lama en el budismo tibetano o un Parama Gurú a un Swami en el hinduismo.
La mentalidad utilitaria y materialista del mundo moderno tiene enorme dificultad en comprender el rol justiciero y heroico de la Caballería Tradicional. El contemporáneo apenas puede comprender como el Caballero se arriesga a ser herido o muerto por causas que no son la suya o simplemente para demostrar su valor y mucho menos como puede ser el paladín de una dama y jugarse la vida por ella sin aspirar en lo más mínimo a sus favores carnales y, más aún, cuando esta dama era generalmente la esposa de otro. El egoísmo y degradación del ser humano de hoy constituyen ciertamente un velo muy espeso que le impide toda comprensión en el orden metafísico, el que pasa así completamente desapercibido e ignorado. Desde el Renacimiento -como subraya Guénon- la desacralización de la existencia humana ha sido tan pavorosa que únicamente un advenimiento de orden divino podría restituir nuestras vidas al punto justo.
Para comprender a la Caballería en profundidad con una óptica tradicional y metafísica es menester tomar conocimiento de lo dicho al respecto por el tan citado René Guénon y, especialmente, por el esoterista italiano Barón Julius Evola. Lamentablemente no se puede aceptar en su totalidad lo que dicen uno y otro pero constituyen sus escritos una orientación para buscar la verdad al respecto. Evola parte del supuesto de que la acción en general y la acción guerrera en particular pueden liberar al hombre de sus condicionamientos al igual que la vía espiritual e incluso conducirlo a estados superiores del ser. En su muy discutible folleto "La doctrina aria del combate y la victoria" retoma la doctrina de que el acto supremo del ser humano y su sacrificio más excelso a Dios es morir con la espada en la mano en el campo de batalla". De aquí a la antigua creencia nórdica de que el héroe así muerto será conducido al galope al Walhalla por las Walkirias hay menos que un paso. Pero Evola no se detiene ahí tampoco en su embestida por sacralizar la guerra y el combate. Todo en la vida debe centrarse en la "pequeña guerra santa" y en la " gran guerra santa" a la manera del Islam. La primera es la guerra y el combate contra los enemigos exteriores, la segunda es la lucha contra nuestros enemigos interiores. "Más exactamente, esta última es la lucha del elemento sobrenatural que llevamos en nosotros contra todo lo que es instintivo, ligado a la pasión, caótico, ligado a las fuerzas de la naturaleza"(sic). La vida terrestre es sacrificada en el combate a la vida futura dando paso a un impulso que abre el camino hacia un estado espiritual realmente suprapersonal que hace a los hombres libres, inmortales, interiormente indestructibles logrando una síntesis de los opuestos en cuanto unificación de los aspectos superiores e inferiores de la naturaleza humana.
Hasta el más audaz de los Kshatriyas tendrá que reconocer que Evola va demasiado lejos pues este autor desemboca en la conclusión más o menos explícita de que el guerrero es superior al Maestro espiritual. En una carta célebre René Guénon lo coloca en su sitio, calificándolo de "Kshatriya en rebeldía". Es lo que corresponde pues Evola invierte el orden natural de las cosas. Pero a su vez Guénon si bien pretende lo justo en cuanto a la superioridad del Maestro sobre el guerrero no siempre tiene en claro el sentido y lugar de cada cosa. Tanto el brahmin como el kshatriya son indispensables tanto en el orden espiritual como en el social y, lo que nunca se ha subrayado, existe en esto una predestinación para cada ser en cuanto a ocupar el orden que naturalmente le corresponde en el desarrollo de la existencia temporal.
Para aclarar lo anterior es menester antes precisar una noción fundamental y generalmente muy mal comprendida que es la de Dharma. A esta palabra la podríamos traducir brevemente como "deber" o "ley moral" pero es mucho más que eso. En rigor es el conjunto de " medios correctos y eficaces, necesarios y trascendentes para alcanzar el bien y evitar el mal". Es obvio que el Dharma del brahmin es muy distinto del que corresponde a un kshatriya. Y la vida enseña que si uno de ellos intenta seguir el Dharma del otro cae en el adharma, que es el error, el desvío respecto de lo correcto tanto en lo espiritual como en lo ético.
No obstante Evola volvió a la carga en sus escritos, especialmente en cinco breves ensayos reunidos con el título de uno de ellos "Metafísica de la Guerra". Allí insiste con el culto del héroe que "muerto gana el cielo y vencedor conquista la tierra". Creo que Evola nunca comprendió el real valor de la Caballería tradicional como abnegación y servicio con olvido de sí mismo y de la propia vida. Esto unido a la búsqueda del Santo Grial es lo esencial de la genuina Caballería Espiritual. Es por ello que está reservada a hombres y mujeres dignos y elevados, dado que no debemos olvidar que desde comienzos de la Edad Media existieron Caballeras, aún cuando hoy, al iniciarlas se les dá el título de Damas con mayúscula. Incluso existieron Ordenes de Caballería para las Damas, como ser la Orden de las Caballeras del Hacha, en Tortosa, quienes llevaban como emblema un hacha roja sobre el pecho. Ellas impidieron heroicamente en 1149 que los moros tomaran su ciudad. Otra Orden femenina fue la de las Caballeras de la Cordelière, quienes usaban como distintivo un cordón de siete nudos.
Y pasemos a ocuparnos del tema central que es el Santo Grial.
EL SANTO GRIAL
Guénon no dejó demasiado escrito sobre la Caballería Iniciática en general pero sí sobre sus formas particulares y, más aún, sobre el tema central que fue y es objetivo central de los Caballeros auténticos a lo largo de los siglos: el Santo Grial. Este es un Misterio maravilloso por excelencia del que nos dicen las obras de caballería que es gran secreto que "está presente en la tierra con la plenitud de su Virtud Celestial" (veremos despues cuan exactas son estas maravillosas palabras).
Al respecto del Santo Grial Guénon constituye una vez más la guía más segura y, junto con la obra memorable de Pierre Ponsoye "El Islam y el Grial", referencia obligada en este tema. Los dos títulos fundamentales de Guénon al respecto son los "Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada" y los "Aperçus sur l' ésotérisme chrétien".
La investigación histórica realizada en este último medio siglo ha hecho, empero, que el tema del Santo Grial haya venido a presentar aspectos que hacen no solo al orden puramente espiritual y metafísico sino que se refieren a la trama íntima del cristianismo histórico desde su fundador mismo. Es precisamente este aspecto el que obliga a una revisión profunda de prejuicios que el dogma religioso nos inculcara desde la infancia. Me refiero, claro está, al tema del denominado Linaje Sagrado sobre cuya existencia se han venido acumulando evidencias y argumentos que resultan del más alto interés. Pero como este asunto (que hoy es ya secreto a voces) nos llevaría demasiado lejos y ocuparía demasiado tiempo lo dejaremos para una futura exposición en la que volcaremos gran cantidad de información aún desconocida en nuestro medio. Digamos desde ya que existen documentos muy antiguos que robustecen esta suposión, comenzando por los Evangelio de Felipe y de Tomás que datan del siglo I y fueran hallados en 1946 en Nag Hammadi, Egipto. Es más, en los últimos tiempos el tema se ha complicado pues han surgido evidencias de que podrían existir dos Linajes Sagrados, uno originado en Tierra Santa y otro en Cachemira.
En rigor lo que nos ocupa hoy son los aspectos metafísicos de la Caballería y del Santo Grial y es obvio que los Caballeros no tenían por meta un encuentro terrenal con los integrantes del Linaje Sagrado sino una realización en el orden espiritual y metafísico que hace de pleno a los estados superiores del ser.
El tríptico de los significados tradicionales del Grial se reduce pues a dos para nuestros objetivos de hoy. De esos dos el primero se reduce enteramente al orden místico-religioso en el nivel exotérico y es por ello de interés solo como símbolo exterior de una Realidad maravillosa pero velada a los ojos de la gran mayoría de los mortales. Nos referimos, claro está, al significado del Grial en cuanto copa o cáliz de la Ultima Cena, tallado, según narran algunas leyendas, de una esmeralda que rodara de la frente de Lucifer al producirse la rebelión de los ángeles. De acuerdo a las tradiciones (que han llegado incluso a ser eclesiásticas) este Santo Grial o Sangrial (Sangre Real) fue _
transportado desde Oriente a la Galia por María Magdalena escoltada por José de Arimatea. Vemos pues como se enlaza este segundo significado simbólico con el primero ya mencionado en cuanto alusión a la Sangre Real y al vaso portador de la misma. En rigor el Grial es el vaso portador de Dios y este significado externo debe comprenderse con claridad para llegar a donde debemos.
En estas versiones folklóricas de la leyenda del Grial debe saber verse precisamente una forma popular de enseñanzas de orden muy elevado expuestas en forma velada y que difícilmente podrían ser captadas por personas sin la debida calificación en el orden iniciático.
De hecho aquí asoma el Grial como símbolo de un estado superior del ser que se ha perdido pero que puede ser reencontrado por el hombre. De ahí la importancia suprema de la búsqueda del Santo Grial que tanta audacia, nobleza y sacrificio requería de los Caballeros. Naturalmente la cuestión del Grial rebasa ampliamente a una forma religiosa particular, en este caso el cristianismo. Por ello sería una simpleza limitarse a ver en este símbolo perteneciente a la Tradición Primordial una mera alegoría eucarística. Para abundar aun más queda claro que lo verdaderamente importante en este nivel de significación no sería el cáliz en sí sino su contenido. El cáliz se reduciría en todo caso a ser reliquia histórico-mística de gran importancia y nada más. Aquí le cedemos la palabra al gran experto en mitos Joseph Campbell quien, con sólido buen sentido, expresó en su libro "Myths to live" lo siguiente: "Para que necesitaba nadie ir a buscar a Dios (o al Grial) cuando estaba presente en todos los altares de todas las iglesias de la Tierra?" . Así se hace aún más obvio que el Grial no pertenece a la esfera de lo simplemente religioso sino a un orden mucho más elevado que es el iniciático. A nivel religioso simplemente encubre como símbolo una verdad trascendente que constituye el hecho central de la metafísica iniciática.
Se comprendió poco y mal en el medioevo todo este asunto y se asoció el Grial únicamente al cáliz sagrado, lo que pone drásticamente en claro la total ignorancia de los sacerdotes respecto de la Tradición Primordial. No es para todos el Conocimiento inherente a este símbolo y mucho menos aún el tener acceso al Grial mismo. Vale la pena recordar como de todos los esforzados Caballeros de la Tabla Redonda solo Sir Galahad lo alcanzó plenamente para morir poco después. Esta narración es, en sí misma, una lección. El Grial no puede ser la posesión exclusiva y permanente de nadie en particular en este mundo pues aguarda a todos los seres dignos que puedan llegar a alcanzarlo.
La etimología del término Grial es cosa discutida y aún no completamente resuelta. Según algunos provendría del término Grasale o Gradale, copa ancha y de poca profundidad usada en la Edad Media. Desde luego esta es precisamente la forma frecuentemente observada hasta hoy en los cálices de las iglesias. Pero, si nos atenemos al orden natural de las cosas, lo más sensato es suponer como hace Guénon que el simbolismo del cáliz o vaso hace alusión directa al vaso natural portador de la sangre humana el cual es, desde luego el corazón. Allí está el Sang-Rial o Santo Grial portador de Dios.
Y aquí llegamos a la solución del gran enigma. Esta solución es el punto central de la Tradición Primordial que identifica al corazón con el centro del ser en el género humano, pues en cada corazón mora la chispa divina que es la esencia de nuestra vida y la gloria suprema de nuestra alma. Este punto tan velado y oscuro en la Tradición Occidental se torna claro y luminoso si nos remitimos a la Tradición hindú. Esta es clara y explícita al respecto, designando a ese fragmento divino con el nombre de Jiva-Atma (el espíritu prisionero), el que constituye la meta suprema de nuestra adoración y búsqueda espiritual. También es denominado Adhi-Atma (o el Espíritu como Morador Interno).
Vemos como, una vez más, el recurrir a otras formas tradicionales permite clarificar dificultades que serían insuperables si nos limitamos a textos occidentales. Los grandes Rishis hindúes nos hablan del Jivatma, radiante como millones de soles en su Gloria, morador entronizado en la cámara etérica de nuestro corazón. Al Jivatma se refieren dos aforismos sapienciales hindúes que vale la mencionar aquí. El primero dice: "Quien conoce a hradhara (el corazón) conoce a dahara (la cavidad)". Claro está que esto alude a la cavidad o cámara etérica donde mora el Jivatma radiante, a quién se designa también como Yoti (la Llama de Amor) dado que así también se lo visualiza. Esto aclara algunas expresiones que hallamos en los grandes Iniciados, como Teresa de Avila y Juan de la Cruz. La experiencia iniciática central es el contacto (o Yuj en sánscrito) de nuestra conciencia humana individual con la Conciencia Universal o Fuente de Dicha Infinita entronizada en nuestro corazón. Este contacto (Yuj) es el verdadero y esencial objetivo del verdadero Yoga, cuyo nombre de ahí deriva y su efecto inmediato es el alcance de la más elevada e inefable Dicha Divina (Ananda).
Lo anterior aclara al segundo aforismo hindú al que me refería antes, el cual expresa: "Deseosos los dioses de esconder la Verdad y la Felicidad Suprema donde el hombre no pudiera encontrarlas, las escondieron finalmente en el mismo corazón de este". Digamos de paso que esto aclara a frases de Jesucristo que no son comprendidas en absoluto en medios religiosos, tales como "Yo os digo:dioses sois" y "El Reino de los Cielos está en vosotros". Podríamos ir mucho más lejos en esta dirección pero el querer ceñirnos al tema nos lo impide. En un futuro trabajo me referiré por ejemplo a la noción del "grano de mostaza" que figura en los Evangelios y que es símbolo inabordable directamente (la misma Santa Teresa de Avila lo confiesa) salvo para quien conoce a los Upanishads hindúes.
Esta presencia divina en nuestro corazón es la realidad metafísica simbolizada en el Santo Grial y enseñada en todos los santuarios Iniciaticos como verdad fundamental de la Tradición Primordial. A tal punto esto es importante que podemos calificar de fragmentaria y espuria a una corriente espiritual que pase por alto este hecho absolutamente esencial. De esto hablan los Iniciados por doquier, revistiendolo con el ropaje de los conceptos propios de Oriente y de Occidente, del cristianismo, del hinduísmo, del islamismo y de otras cien corrientes tradicionales.
Los Maestros hindúes expresan en forma taxativa que cada ser humano tiene el deber y la obligación de adorar cada día a la Presencia Divina en su corazón, pues esta Presencia es lo más sagrado de nuestro ser y la dadora de nuestra vida. Somos pues todos portadores del Santo Grial y ahora ya sabemos donde buscarlo por medio de nuestras disciplinas espirituales. Y para completar este paralelismo asombroso con las enseñanzas hindúes recordaré que la tradición occidental del Grial menciona que el Santo Cáliz fue entregado por Jesucristo mismo resucitado a José de Arimatea. Pero antes Jesús escribió en el cáliz una Palabra Secreta que solo pueden conocer el Maestro y el discípulo. Aquí el paralelo con la tradición hindú es asombroso pues esa palabra secreta no es otra cosa que el Ekakshara. Este Ekakshara es un mantra secretísimo que el Maestro comunica de boca a oído al discípulo calificado y cuya repetición facilitará y acelerará grandemente la toma de contacto con la Fuente de Dicha infinita o sea la Divinidad en nuestro corazón. Como símbolo el Grial ha caído lamentablemente en desuso dentro del cristianismo y, por razones que no escaparán, incluso fué tildado de herejía en su momento. Se lo ha reemplazado por otro que todos conocemos pero que pocos comprenden en profundidad y cuyo significado metafísico es exactamente el mismo del Santo Grial. Este nuevo símbolo es el Sagrado Corazón de Jesús, cuya representación usual tenemos todos bien presente. Veamos brevemente el porque de esta identidad de símbolos. Si analizamos esta representación nos daremos cuenta de que en ella Jesucristo exhibe su corazón radiante del cual surge una llama, el Yoti. El nos está enseñando el Secreto del Santo Grial, la Llama de Amor, la Presencia Divina en nosotros. Pero hay quienes que no desean que esto se divulgue. Si sabemos que Dios está en nosotros ya no necesitaremos intermediarios y vicedioses...
Este otro símbolo iniciático es confundido a nivel exotérico dentro de la Iglesia actual con una simple devoción. Ni por un momento se repara en su alcance incomparablemente más elevado. Incluso no se vacila en calificar de heterodoxo a quien señale su real significado, cosa que ocurrió precisamente con René Guénon cuando se puso fin a su colaboración con la revista católica "Regnabit". No nos cabe duda de que su espiritualidad y su talento ofendían a un medio tan limitado.
En suma y conclusión resulta lo que ya sabemos o sea que los fanáticos religiosos han sido desde siempre la variedad más abominable de los enanos mentales. Pero sería inexacto pensar que la incomprensión reina solamente en el ámbito religioso. Autores entre ocultistas y místicos como Arthur Waite y John Matthews han dedicado al Grial libros que ponen en evidencia que no han comprendido ni una palabra de los aspectos más elevados e importantes de este asunto.
Históricamente la noción del Grial aparece en Europa como parte de la transmisión del conocimiento metafísico de los druidas al cristianismo. Al respecto las pruebas y documentos no escasean pero en rigor nociones en todo análogas aparecen en otras tradiciones con muchos siglos de anterioridad a la aparición del cristianismo. Es que la Tradición Primordial reaparece con contenidos idénticos y diferentes ropajes de acuerdo a las condiciones de lugar, tiempo y circunstancia. Muchos se sorprenderán al reencontrar el motivo del Grial en otras tradiciones y contextos. En el valioso libro de Michelet hallarán un resumen de estas donde se menciona el Vaso de Vulcano, el Amrita hindú y el vaso milagroso de los bretones llamado Azewladour. Todos estos vasos conferían las supremas sabiduría y felicidad, curaban las heridas y resucitaban a los muertos. Hasta el cine ha recogido no hace mucho el tema del Grial. Pero sería del todo insensato pensar que debemos ir muy lejos como hacían los Caballeros para encontrarlo. El Grial está realmente muy cerca nuestro... Para concluir, que esta presencia de Dios en el corazón de todos nos recuerde cada día que Dios nos tiene a todos en el suyo.
LOS ENCUENTROS SECRETOS DE TOLEDO
José Antonio Mateos
La búsqueda del Grial y las aventuras de los caballeros de la Tabla Redonda ha intrigado y fascinado a la cultura occidental desde la Edad Media. El Santo Grial ha constituido en sí un enigma, del que se han propuesto las más variadas interpretaciones, aunque ninguna de ellas ha logrado revelar todo el significado esotérico e iniciático que encierra este magisterio espiritual. Es como una esmeralda de múltiples facetas, y esta multiplicidad responde a los innumerables corazones que buscan la Verdad.
Pero no es la historia lo que más nos importa , sino comprender las diferentes corrientes de pensamiento y sus relaciones, definir el marco en cuyo seno se hacen y deshacen las apariencias de este mundo. El mito del Grial no fue algo exclusivo de la Gnosis cristiana medieval, sino también de la espiritualidad ishraqî en el mundo del Islam.
La primera obra conocida es la de Chrétien de Troyes, "El Cuento del Grial", escrita para Philippe d´Alsace, conde de Flandes, entre 1181 y 1190. La segunda es "El Roman de la Historia del Grial", escrito por Robert de Boron para el conde Gautier de Montbéliard. El tercero es "Parzival" de Wolfram von Eschenbach, compuesto en el último decenio del Siglo XII . De estas tres grandes ramas se injertaron innumerables versiones, hasta el punto que en cincuenta años, Europa había obtenido algo que ni la Iglesia ni los Reyes pudieron conseguir, crear en el corazón de todos los hombres de la cristiandad, el sentimiento profundo de pertenecer a una misma tradición.
Pero, debemos situarnos en el entorno intelectual, político y espiritual del mundo occidental e islámico en los años previos a la redacción del "Cuento del Grial", si queremos entrever su origen o difusión. En Occidente se observa el declive almohade y la transformación de la civilización hispanoárabe. En Oriente Medio, es el fin del poder fatimí y selchuquí, ante la pujanza ayubí y el declive de la presencia cruzada. Es el inicio de la integración de la caballería y el sufismo (futuwwa), como institución. También el año 1153, es un año crítico para Occidente, que vio la desaparición de Bernard de Clairvaux y el "affaire" de Ascalon.
Al morir el padre de la Cruzada, San Bernardo, la fuerza del movimiento y su cohesión se rompen. La unidad de los Latinos vuela en pedazos desde el "affaire" de Damasco, los partidarios del Emperador Conrado III estallan en amargos reproches, envolviendo en su rencor a las Ordenes del Temple y Hospital, al Rey de Jerusalem y a los Poulains. En la toma de Ascalon, el 22 de Agosto de 1153 los templarios pierden cuarenta de sus caballeros, incluido el Gran Maestre Bernard de Trémelay . En 1173, el caso de los Asesinos (Haschischin) reaviva las sospechas contra el Temple. En efecto, algunos templarios, con una acción de armas que se consideró intempestiva, habría impedido la conversión de su líder el "Viejo de la Montaña" (Sheikh-al-Djebal) y de sus caballeros. Tal conversión era sin duda una farsa del Rey Amury I, y la actitud de los templarios fue más que esclarecedora. La relaciones del Temple con sus homólogos del Islam eran ante todo de carácter iniciático, como dice Armando Bédarride: "En los países de Oriente, los templarios armaban caballeros a católicos griegos, hostiles al papado, e incluso, cosa más extraordinaria aún, a musulmanes pertenecientes a ciertas ordenes esotéricas provistas de una iniciación análoga a la suya…". Esto nos permite ver como los principios tradicionales e iniciáticos prevalecían sobre la ortodoxia católica o islámica, que parecen adoptar un papel más simbólico que real. Suponemos que esto respondería al hecho de que determinadas filiaciones tradicionales iniciáticas se conectan a un centro supremo, como ramas de un mismo tronco.
Frente a ellos, el mundo musulmán, dirigido por Saladino, tan buen estratega como político no cesa de crecer en poder e influencia. En estas fechas criticas de la historia de la Cristiandad , envueltas en intrigas y luchas de poder, donde el sentido de las Cruzadas ha perdido su valor e importancia, se va ha recurrir a un elemento exterior para reconducir la atención de occidente hacia el punto de partida de toda tradición espiritual: el "centro escondido", la "Tierra Santa", el Centro Supremo.
En 1177 se produce un acontecimiento inesperado y extraordinario, uno de esos hechos inauditos: los más grandes soberanos cristianos reciben una misiva muy curiosa, una Carta dirigida "al emperador de Roma y al Rey de Francia" y firmada por el Preste Juan, "por la gracia de Dios, Rey todopoderoso sobre todos los Reyes cristianos".
¿Quién es este Preste Juan?. Los primeros que lo mencionan son un cierto Otto von Freisingen y Albéric de Trois-Fontaines, quien tenía la información, de forma directa o indirecta, del Obispo de Galaba en Siria del Norte. Según estas fuentes, el Preste Juan sería un descendiente de los Reyes Magos, reinaría en Oriente, llevaría un cetro de esmeralda, y se declararía dispuesto a intervenir contra los infieles para ayudar a Jerusalem. Ante los ojos de Occidente se ignora quien puede ser exactamente, este soberano cristiano de un reino desconocido, que habría perdurado en medio de los pueblos infieles. Pero se estima como un recurso contra los Sarracenos y un posible aliado en la Cruzada.
En el entorno de la Iglesia se preguntan que clase de cristiano es este, fuera de los dominios romanos. Pero algunos soberanos anhelan este reino ideal, donde la soberanía reúne las funciones de sacerdocio e imperio, como aquellos sacerdotes-reyes, cuyo linaje se remonta al Génesis y materializa en la figura de Melquisedec.
La carta que escribe el Preste Juan en 1177 si se cree en la tradición, fue Manuel I Comneno el depositario de la carta, el mismo que recibe al conde de Flandes a su vuelta de Tierra Santa. El papel de Francia y de los franceses son representados por el Preste Juan como los guardianes privilegiados de su reino y su persona, un poco como Eschenbach hára con los templarios, los guardianes de Montsalvage. Podemos decir que el palacio del Preste Juan es el mismo que el Castillo del Grial.
"(…) Si queréis de nosotros cualquier cosa que esté en nuestro poder, pedídnola, pues la haremos de muy buen grado. Y os rogamos que recordéis el Santo Pasaje, la Santa Travesía y que sea próximamente. Tened mucho coraje, gran valor en vosotros y no olvidéis dar muerte a esos falsos Templarios y paganos. Os rogamos que nos enviéis respuesta por el portador de ésta presente, y rogamos al rey de Francia que nos salve a todos esos Caballeros de más allá del mar, y que nos envíe a un Caballero valiente que sea de buena generación de Francia, mientras rogamos a Nuestro Señor que os de perseverancia en la gracia del Espíritu Santo. Amen".
Las alusiones que contiene el final de la carta hace pensar en la posibilidad de que la mano del Temple estuviese en su redacción. La carta alude a las traiciones como la de Lión de Casalier, que en 1168 vendió a los Sarracenos a los Templarios de Safed. Y a las diferentes traiciones de los Hospitalarios.
El mito del Grial se presenta impregnado de elementos sufíes y más particularmente iraníes, y no puede ser una mera coincidencia. La figura de Sohravardi es muy valiosa a la hora de comprender el posible cadena de transmisión del mito. Su escuela o "tariqat" incluía la sabiduría de Zoroastro, de Pitágoras, y de los neoplatónicos, manteniéndose en el seno del Islam, aunque sin sus dogmas. Resultaría extraño que durante su periplo por Anatolia oriental, Alepo, o Siria del Norte, con dominación franca no hubiese conectado con el Temple. Así como con otras Ordenes sufis como la Chishti, Qadiri o Naqshnandi que durante esa época funcionaban en Oriente Medio y se ramificaban desde la India hasta España. Los derviches errantes de la Orden Chishti eran conocidos como Chist o Chisht. Entraban en una ciudad tocando una animada melodía con flauta y tambor para convocar a la gente, antes de recitar una historia o leyenda de significado iniciático. Sus huellas las encontramos en el País Vasco en el conocido "chistu" , con indumentaria e instrumentos muy parecidos.
En 1177 , Sohravardi tenía 22 años y se había convertido en el Shaykh al Ishraq, el jefe y maestro de la senda mística de la Luz (ishraq). En la jerarquía esotérica chiíta, una de sus doctrinas era el del Imán oculto, aquel cuyo reino permanece oculto hasta su manifestación al final de los tiempos. Escribe Sohravardi: "Es él, a quien se llama polo (qotb) y es él quien tiene la autoridad, aunque es completamente desconocido por los hombres". El Rey del Grial se llama Arturo, en torno a él gravitan los Caballeros de la Tabla Redonda, así como los Imanes del Islam al qotb. La Carta del Preste Juan se inscribe perfectamente en este contexto.
Las relaciones fraternales e iniciáticas mantenidas entre templarios y diferentes cofradías sufis o drusas también se ven reflejadas en el Artículo IX de los "Estatutos Secretos de Roncelinus", dice: "Recibiréis fraternalmente a los hermanos de estas cofradías y también los Consolados de España y de Chipre recibirán fraternalmente a los Sarracenos, a los Drusos y aquellos que habitan en el Líbano…" (1).
Pero la síntesis de estos encuentros y transmisión de la leyenda del Grial nos la relata Wolfram von Eschenbach en su obra "Parzival" a través del Maestro Kyot de Toledo. Sabemos de la importancia de esta ciudad como enclave y lugar de encuentro de diferentes tradiciones como la cabalista, sufi y la mística cristiana. Veamos lo que el mismo refiere:
"Kyot, el Maestro bien conocido, encontró en Toledo, entre unos manuscritos abandonados, la materia de esta aventura, consignada en escritura arábiga.(…).Fue muy ventajoso para él haber recibido el bautismo (iniciático), pues de lo contrario esta historia habría quedado ignorada, ya que no existe pagano tan sabio como para revelarnos la naturaleza del Grial y sus virtudes secretas". El libro había sido escrito según nos cuenta por: "Un pagano (árabe), Flegetanis (…).Él fue quien escribió la aventura del Grial. Kyot, el maestro sabio, buscó entonces en los libros latinos dónde habría podido vivir un pueblo lo bastante puro y lo bastante inclinado a una vida de renuncia como para poder ser el custodio del Grial".
En esta obra se confirma la fuente islámica de la leyenda del Grial, así como su conexión con la tradición del Centro Supremo, a la cual la Orden del Temple estaba ligada. Su presencia en la tierra estaría bajo la custodia de cristianos "tan puros como los ángeles". En todo caso, en una época en la cual la verdad tenía aun valor, y esta verdad no era otra que la divina, sus transmisores fueron extremadamente discretos en revelar su origen y la función particular de este Medio iniciático.
El maestro sufí Rumi nos relata así su búsqueda del Santo Grial:
"La cruz de los cristianos, palmo a palmo examiné.
El no estaba en la cruz. Fui al templo Hindú a la antigua pagoda. En ninguno de ellos había huella alguna. Fui a las tierras altas del Herat, y a Kandahar. Miré. No estaba en las cimas ni en los valles. Resueltamente escalé la montaña de Kaf. Ahí sólo estaba la morada del (Legendario) pájaro Anqa. Fui a la Caaba de La Meca. El no estaba allí. Pregunté por El a Avicena, el filósofo. El estaba más allá del alcance de Avicena…
Miré dentro de mi propio corazón. En ése, su lugar, lo vi.
No estaba en ningún otro lado".
La transmisión de este mito de múltiples facetas y su simbolismo nos fue legado a través de ciertas obras y de diversas fuentes lógicas y vinculaciones tradicionales. Sin embargo el Grial como Gran Obra de Realización fue transmitido y continúa comunicándose a través de otras formas del "ser", y que no están dentro del orden profano. Cuando se encuentra, se comprende el Secreto de esta sagrada búsqueda. Y la pregunta ¿A quién sirve el Grial?, es entonces respondida.
(1) Boletín Temple, Monográfico nº 1, La Regla Secreta del Temple.
La búsqueda del Grial y las aventuras de los caballeros de la Tabla Redonda ha intrigado y fascinado a la cultura occidental desde la Edad Media. El Santo Grial ha constituido en sí un enigma, del que se han propuesto las más variadas interpretaciones, aunque ninguna de ellas ha logrado revelar todo el significado esotérico e iniciático que encierra este magisterio espiritual. Es como una esmeralda de múltiples facetas, y esta multiplicidad responde a los innumerables corazones que buscan la Verdad.
Pero no es la historia lo que más nos importa , sino comprender las diferentes corrientes de pensamiento y sus relaciones, definir el marco en cuyo seno se hacen y deshacen las apariencias de este mundo. El mito del Grial no fue algo exclusivo de la Gnosis cristiana medieval, sino también de la espiritualidad ishraqî en el mundo del Islam.
La primera obra conocida es la de Chrétien de Troyes, "El Cuento del Grial", escrita para Philippe d´Alsace, conde de Flandes, entre 1181 y 1190. La segunda es "El Roman de la Historia del Grial", escrito por Robert de Boron para el conde Gautier de Montbéliard. El tercero es "Parzival" de Wolfram von Eschenbach, compuesto en el último decenio del Siglo XII . De estas tres grandes ramas se injertaron innumerables versiones, hasta el punto que en cincuenta años, Europa había obtenido algo que ni la Iglesia ni los Reyes pudieron conseguir, crear en el corazón de todos los hombres de la cristiandad, el sentimiento profundo de pertenecer a una misma tradición.
Pero, debemos situarnos en el entorno intelectual, político y espiritual del mundo occidental e islámico en los años previos a la redacción del "Cuento del Grial", si queremos entrever su origen o difusión. En Occidente se observa el declive almohade y la transformación de la civilización hispanoárabe. En Oriente Medio, es el fin del poder fatimí y selchuquí, ante la pujanza ayubí y el declive de la presencia cruzada. Es el inicio de la integración de la caballería y el sufismo (futuwwa), como institución. También el año 1153, es un año crítico para Occidente, que vio la desaparición de Bernard de Clairvaux y el "affaire" de Ascalon.
Al morir el padre de la Cruzada, San Bernardo, la fuerza del movimiento y su cohesión se rompen. La unidad de los Latinos vuela en pedazos desde el "affaire" de Damasco, los partidarios del Emperador Conrado III estallan en amargos reproches, envolviendo en su rencor a las Ordenes del Temple y Hospital, al Rey de Jerusalem y a los Poulains. En la toma de Ascalon, el 22 de Agosto de 1153 los templarios pierden cuarenta de sus caballeros, incluido el Gran Maestre Bernard de Trémelay . En 1173, el caso de los Asesinos (Haschischin) reaviva las sospechas contra el Temple. En efecto, algunos templarios, con una acción de armas que se consideró intempestiva, habría impedido la conversión de su líder el "Viejo de la Montaña" (Sheikh-al-Djebal) y de sus caballeros. Tal conversión era sin duda una farsa del Rey Amury I, y la actitud de los templarios fue más que esclarecedora. La relaciones del Temple con sus homólogos del Islam eran ante todo de carácter iniciático, como dice Armando Bédarride: "En los países de Oriente, los templarios armaban caballeros a católicos griegos, hostiles al papado, e incluso, cosa más extraordinaria aún, a musulmanes pertenecientes a ciertas ordenes esotéricas provistas de una iniciación análoga a la suya…". Esto nos permite ver como los principios tradicionales e iniciáticos prevalecían sobre la ortodoxia católica o islámica, que parecen adoptar un papel más simbólico que real. Suponemos que esto respondería al hecho de que determinadas filiaciones tradicionales iniciáticas se conectan a un centro supremo, como ramas de un mismo tronco.
Frente a ellos, el mundo musulmán, dirigido por Saladino, tan buen estratega como político no cesa de crecer en poder e influencia. En estas fechas criticas de la historia de la Cristiandad , envueltas en intrigas y luchas de poder, donde el sentido de las Cruzadas ha perdido su valor e importancia, se va ha recurrir a un elemento exterior para reconducir la atención de occidente hacia el punto de partida de toda tradición espiritual: el "centro escondido", la "Tierra Santa", el Centro Supremo.
En 1177 se produce un acontecimiento inesperado y extraordinario, uno de esos hechos inauditos: los más grandes soberanos cristianos reciben una misiva muy curiosa, una Carta dirigida "al emperador de Roma y al Rey de Francia" y firmada por el Preste Juan, "por la gracia de Dios, Rey todopoderoso sobre todos los Reyes cristianos".
¿Quién es este Preste Juan?. Los primeros que lo mencionan son un cierto Otto von Freisingen y Albéric de Trois-Fontaines, quien tenía la información, de forma directa o indirecta, del Obispo de Galaba en Siria del Norte. Según estas fuentes, el Preste Juan sería un descendiente de los Reyes Magos, reinaría en Oriente, llevaría un cetro de esmeralda, y se declararía dispuesto a intervenir contra los infieles para ayudar a Jerusalem. Ante los ojos de Occidente se ignora quien puede ser exactamente, este soberano cristiano de un reino desconocido, que habría perdurado en medio de los pueblos infieles. Pero se estima como un recurso contra los Sarracenos y un posible aliado en la Cruzada.
En el entorno de la Iglesia se preguntan que clase de cristiano es este, fuera de los dominios romanos. Pero algunos soberanos anhelan este reino ideal, donde la soberanía reúne las funciones de sacerdocio e imperio, como aquellos sacerdotes-reyes, cuyo linaje se remonta al Génesis y materializa en la figura de Melquisedec.
La carta que escribe el Preste Juan en 1177 si se cree en la tradición, fue Manuel I Comneno el depositario de la carta, el mismo que recibe al conde de Flandes a su vuelta de Tierra Santa. El papel de Francia y de los franceses son representados por el Preste Juan como los guardianes privilegiados de su reino y su persona, un poco como Eschenbach hára con los templarios, los guardianes de Montsalvage. Podemos decir que el palacio del Preste Juan es el mismo que el Castillo del Grial.
"(…) Si queréis de nosotros cualquier cosa que esté en nuestro poder, pedídnola, pues la haremos de muy buen grado. Y os rogamos que recordéis el Santo Pasaje, la Santa Travesía y que sea próximamente. Tened mucho coraje, gran valor en vosotros y no olvidéis dar muerte a esos falsos Templarios y paganos. Os rogamos que nos enviéis respuesta por el portador de ésta presente, y rogamos al rey de Francia que nos salve a todos esos Caballeros de más allá del mar, y que nos envíe a un Caballero valiente que sea de buena generación de Francia, mientras rogamos a Nuestro Señor que os de perseverancia en la gracia del Espíritu Santo. Amen".
Las alusiones que contiene el final de la carta hace pensar en la posibilidad de que la mano del Temple estuviese en su redacción. La carta alude a las traiciones como la de Lión de Casalier, que en 1168 vendió a los Sarracenos a los Templarios de Safed. Y a las diferentes traiciones de los Hospitalarios.
El mito del Grial se presenta impregnado de elementos sufíes y más particularmente iraníes, y no puede ser una mera coincidencia. La figura de Sohravardi es muy valiosa a la hora de comprender el posible cadena de transmisión del mito. Su escuela o "tariqat" incluía la sabiduría de Zoroastro, de Pitágoras, y de los neoplatónicos, manteniéndose en el seno del Islam, aunque sin sus dogmas. Resultaría extraño que durante su periplo por Anatolia oriental, Alepo, o Siria del Norte, con dominación franca no hubiese conectado con el Temple. Así como con otras Ordenes sufis como la Chishti, Qadiri o Naqshnandi que durante esa época funcionaban en Oriente Medio y se ramificaban desde la India hasta España. Los derviches errantes de la Orden Chishti eran conocidos como Chist o Chisht. Entraban en una ciudad tocando una animada melodía con flauta y tambor para convocar a la gente, antes de recitar una historia o leyenda de significado iniciático. Sus huellas las encontramos en el País Vasco en el conocido "chistu" , con indumentaria e instrumentos muy parecidos.
En 1177 , Sohravardi tenía 22 años y se había convertido en el Shaykh al Ishraq, el jefe y maestro de la senda mística de la Luz (ishraq). En la jerarquía esotérica chiíta, una de sus doctrinas era el del Imán oculto, aquel cuyo reino permanece oculto hasta su manifestación al final de los tiempos. Escribe Sohravardi: "Es él, a quien se llama polo (qotb) y es él quien tiene la autoridad, aunque es completamente desconocido por los hombres". El Rey del Grial se llama Arturo, en torno a él gravitan los Caballeros de la Tabla Redonda, así como los Imanes del Islam al qotb. La Carta del Preste Juan se inscribe perfectamente en este contexto.
Las relaciones fraternales e iniciáticas mantenidas entre templarios y diferentes cofradías sufis o drusas también se ven reflejadas en el Artículo IX de los "Estatutos Secretos de Roncelinus", dice: "Recibiréis fraternalmente a los hermanos de estas cofradías y también los Consolados de España y de Chipre recibirán fraternalmente a los Sarracenos, a los Drusos y aquellos que habitan en el Líbano…" (1).
Pero la síntesis de estos encuentros y transmisión de la leyenda del Grial nos la relata Wolfram von Eschenbach en su obra "Parzival" a través del Maestro Kyot de Toledo. Sabemos de la importancia de esta ciudad como enclave y lugar de encuentro de diferentes tradiciones como la cabalista, sufi y la mística cristiana. Veamos lo que el mismo refiere:
"Kyot, el Maestro bien conocido, encontró en Toledo, entre unos manuscritos abandonados, la materia de esta aventura, consignada en escritura arábiga.(…).Fue muy ventajoso para él haber recibido el bautismo (iniciático), pues de lo contrario esta historia habría quedado ignorada, ya que no existe pagano tan sabio como para revelarnos la naturaleza del Grial y sus virtudes secretas". El libro había sido escrito según nos cuenta por: "Un pagano (árabe), Flegetanis (…).Él fue quien escribió la aventura del Grial. Kyot, el maestro sabio, buscó entonces en los libros latinos dónde habría podido vivir un pueblo lo bastante puro y lo bastante inclinado a una vida de renuncia como para poder ser el custodio del Grial".
En esta obra se confirma la fuente islámica de la leyenda del Grial, así como su conexión con la tradición del Centro Supremo, a la cual la Orden del Temple estaba ligada. Su presencia en la tierra estaría bajo la custodia de cristianos "tan puros como los ángeles". En todo caso, en una época en la cual la verdad tenía aun valor, y esta verdad no era otra que la divina, sus transmisores fueron extremadamente discretos en revelar su origen y la función particular de este Medio iniciático.
El maestro sufí Rumi nos relata así su búsqueda del Santo Grial:
"La cruz de los cristianos, palmo a palmo examiné.
El no estaba en la cruz. Fui al templo Hindú a la antigua pagoda. En ninguno de ellos había huella alguna. Fui a las tierras altas del Herat, y a Kandahar. Miré. No estaba en las cimas ni en los valles. Resueltamente escalé la montaña de Kaf. Ahí sólo estaba la morada del (Legendario) pájaro Anqa. Fui a la Caaba de La Meca. El no estaba allí. Pregunté por El a Avicena, el filósofo. El estaba más allá del alcance de Avicena…
Miré dentro de mi propio corazón. En ése, su lugar, lo vi.
No estaba en ningún otro lado".
La transmisión de este mito de múltiples facetas y su simbolismo nos fue legado a través de ciertas obras y de diversas fuentes lógicas y vinculaciones tradicionales. Sin embargo el Grial como Gran Obra de Realización fue transmitido y continúa comunicándose a través de otras formas del "ser", y que no están dentro del orden profano. Cuando se encuentra, se comprende el Secreto de esta sagrada búsqueda. Y la pregunta ¿A quién sirve el Grial?, es entonces respondida.
(1) Boletín Temple, Monográfico nº 1, La Regla Secreta del Temple.
CABALLERIA (DE PIERRE DUJOLS DU VALOIS)
Texto inédito de
Pierre Dujols du Valois
El siguiente texto es la traducción corregida del manuscrito nº 5491 de la Biblioteca de Lyon; fue escrito por Pierre Dujols du Valois alrededor de 1900.
De Pierre Dujols se ha hecho uno de los posibles candidatos a la autoría de las obras firmadas con el seudónimo de Fulcanelli. En cualquier caso, creemos que resulta evidente las diferencias de estilo y de contenido entre el presente documento y "El Misterio de las Catedrales" o "Las Moradas Filosofales".
Las opiniones vertidas por Dujols en este trabajo son discutibles en más de un punto pero sustancialmente correctas y sin duda bien documentadas. Comparense con nuestras propias conclusiones en "La Caballería Medieval", artículo que puede verse en este mismo sitio web. Inevitablemente se desemboca en que la auténtica Caballería es iniciática y trasciende por tanto en mucho la religiosidad exotérica en cualquier forma que esta última adopte. Que esto se grabe en la mente de los muchos que pretenden reducir en nuestros días lo caballeresco a misa y comunión todos los domingos y algún rosario entre semana.
CABALLERIA
La historia solo ha contemplado la caballería como una orden militar destinada a librar combates, demostrando no haber comprendido más que su forma exterior, esto es, el cuerpo físico de la institución. En realidad, la Caballería era una organización muy completa basada en el ternario que comprendía cuerpo, alma y espíritu.
El espíritu estaba constituido por un areópago de altos iniciados, sacerdotes-filósofos herederos de la Sabiduría y de la Ciencia egipcia de los Magos, de Pitágoras, Platón y los Druidas celtas. Conservaban en su colegio las tradiciones mistéricas de la antigüedad e imprimían movimiento al organismo por medio de los trovadores y troveros. Estos, bardos, menestrales, juglares, constituían el cuerpo medio que servía de lazo entre los dos extremos. Recibían de lo alto la doctrina y la transmitían hacía abajo, por medio de poemas y canciones alegóricas, cuyo sentido íntimo escapaba frecuentemente al auditorio compuesto por gente cubierta de hierro, materia ruda, grosera, defensora del dogma, que tomaba al pié de la letra las bellas historias de los poetas y extraía las virtudes y el heroísmo indispensable para la acción secular que debían realizar los guerreros de la corporación.
Bajo un único aspecto, la Caballería era, pues, triple. Los historiadores no han retenido más que el envoltorio acorazado. Este envoltorio tenía necesariamente el color propio del medio en que se desarrollaba, es decir, la cristiandad. Es una ley natural. Pero el cristianismo de entonces no es el actual y en todos los casos no ejercía aun más que una acción muy relativa sobre la sociedad civil. No se pierda de vista que en el siglo XI la Iglesia experimentaba grandes dificultades para contener el bandidaje de los tiempos feudales. Europa era un lugar inmenso y poco seguro. La invasión de los bárbaros había alterado profundamente sus costumbres. La autoridad eclesiástica imponía a los poderosos barones la "Tregua de Dios", pero debía dar la parte a estos leones desencadenados, permitiendo que durante tres días de la semana pudieran ejercer sus nobles rapiñas. La masa no estaba, por otra parte, penetrada por el fermento teológico de Roma y conservaba las costumbres, usos y creencias propias del paganismo. Jesucristo no era más que un dios entre otros, superior sin duda a los dioses del Olimpo a los que había vencido y destronado, pero incomprendido por los adeptos de la nueva fé.
Es pues imposible admitir la Caballería como una creación realmente ortodoxa. Era, más bien, una prolongación de las órdenes ecuestres griegas y latinas. Todo delata, por lo demás, orígenes extranjeros a la religión que se extendía progresivamente sobre el país. Lo presente no está hecho más que del pasado, de la misma forma que el porvenir se compone del pasado y del presente. No se crea un mundo sólo con una varita mágica. Las cosas evolucionan lentamente y se suceden por filiación. Luego, con el correr de los siglos, cambian de rostro. Las generaciones actuales ya no se parecen más a las generaciones primitivas que las engendran.
Este trabajo de transformación que escapa, a menudo, a la historia, debe ser analizado por la Filosofía. En este terreno una pléyade de escritores decepcionados por el artificio de las opiniones convencionales que han prevalecido hasta nuestros días, han consagrado su labor, estudiando el trasfondo de las historias, investigando en las ruinas, removiendo el polvo acumulado durante siglos, han exhumado, para sorpresa de los Pontífices, una Caballería completamente diferente de aquella de la Tradición.
Estos autores, Ugo Fuscolo, Gabriele Rosetti, E.J. Delécluze, ("Dante Alighiéri: la vie nouvelle"), Philarète Chasles ("Galileo Galilei, su vida, su proceso"), Eugene Aroux ("La Comedie de Dante", "Dante herético", "Clave de la comedia anti-católica de Dante Alighiéri") e incluso Antony Rhéal, a los cuales conviene asociar Grasset d'Orcet, han arrojado las más vivas luces sobre este punto oscuro de la vida medieval, y a su claridad nos será permitido restituir la fisonomía real de la orden caballeresca, de sus paladines, sus trovadores, sus gestos, cantos, y relatos legendarios que constituyen el Ciclo del Graal.
La característica de la Caballería, siguiendo los clásicos, es la galantería, el amor de los paladines por las damas. Las célebres cortes de amor de Romanin y las leyes que las regían, los juicios y procedimientos que emanaban serían otras tantas pruebas del espíritu erótico de la institución. Si se consultan los Pandectos [compilaciones de decisiones de antiguos jurisconsultos romanos] de estos tribunales singulares, las dificultades salen a la superficie. Es difícil, e incluso imposible, aceptar la virtud de estas nobles figuras junto a los rasgos poco honorables que les golpean y envilecen. ¿Sería pues necesarios admitir que existió un tiempo en que no teníamos más costumbres y sería justamente este tiempo que se nos propondría como modelo?
El amor no es siempre una virtud, y se ha dicho de nuestros caballeros que eran gentes virtuosas. Que se nos expliquen las articulaciones infamantes de las que las recursos de amor han hecho estado y que se les concilie, si ello es posible, con el honor conyugal. Estos hombres de hierro a quienes nada se resistía, ¿hacían en este punto buen mercado de sangre de una raza de la que se mostraban tan celosos y abandonaban sus lechos a las peores aventuras?
¿El Amor? Sobre el valor de esta palabra se ha centrado la atención. El amor caballeresco, devenido un parangón de pureza ¿era la inclinación vulgar que atrae un sexo hacia el otro? ¿No había, por en contrario, en este término, una intención mística, ajena al dulce comercio de los corazones y los sentidos? Tal es la opinión que empieza a prevalecer y que compartimos. Está apoyada por pruebas pragmáticas.
Rossetti, en primer lugar, ha establecido su demostración en este sentido en cinco gruesos volúmenes de casi dos mil páginas tituladas "Il Mistero d'ell Amor platonico del Medio Evo, derivato da Mysteri antichi". El erudito profesor de literatura italiana, nacido en Grundise, a pesar de la contradicción entre la verdad y sus sentimientos católicos, se inclina ante los hechos.
En esta obra monumental, de una erudición histórica y literaria inmensa, dice Delécluze, el exilado italiano desarrolla el sistema del amor platónico o alegórico, que hace remontar al origen de los misterios de Grecia y a la secta de los sufíes de la Arabia.
El autor de "Dante Alighieri y la Poésie amoureuse", que escapa a toda sospecha por su actitud de distanciamiento hacia los conflictos, reconoce también que la poesía erótica de los trovadores deriva de la misma fuente. La encuentra en la gran sacerdotisa de Mantinea, Diotima de Megara, que habría iniciado a Sócrates en la Religión de Amor. Sócrates habría admitido a Platón, extendido la Academia y, pasando por Alejandría, haría hecho su aparición en Italia y Francia con la entrada de los Isíacos y de los Filósofos en la villa de Roma.
En otros términos, la Religión de Amor sería la misma que la de las Iniciaciones antiguas.
Pero ¿alcanzó nuestras regiones solo por esta vía? ¿No existía ya entre nosotros un núcleo ardiente del mismo culto?
Grasset d'Orcet, la perspicaz esfinge que ha resuelto el enigma del Sueño de Polifilo, nos da la explicación de un texto esteganográfico cuyo sentido había desafiado hasta entonces la sagacidad de los mejores criptógrafos. "El druida no rinde culto más que al verdadero y único amor. Es la clave que abre a las almas el cielo y el rey del mundo. Es el maestro que hizo el sol al cielo y domina como verdadero único señor. El Francmasón tiene por principio universal la Niebla de la que surge el Principio de la Verdad reinando en solitario".
Sorprenderá leer aquí el término "francmasón" que parece un anacronismo en medio de los Filósofos, los Druidas y los caballeros de la Edad Media. Grasset d'Orcet nos transporta hasta estas épocas. Contempla las asociaciones de los Arquitectos y Constructores de las catedrales que se relacionaban verosímilmente con los pontífices paganos, o constructores de puentes. Nos revela la existencia de una Caballería de la Bruma. Este título evoca la baja literatura de algunos folletones, corresponde a un principio de alta metafísica del terreno de la Gnosis. La Bruma de que se trata es lo incognoscible, el Pater Agnostos de los esoteristas. Es algo tan inaccesible que los filósofos hermétistas saben bien, pero que no entra en absoluto en nuestro tema.
"Se notará en este texto -dice Grasset d'Orcet- la palabra "nephes" (que traduce por bruma tal como lo quiere el griego). Es el nombre de dos célebres poemas, los Niebelungen y los Nubarrones de Aristófanes. La Bruma o lo Desconocido, principio universal, era, en efecto, el gran dios de la francmasonería griega tanto como de la moderna, la nube que acogía Ixion y que los griegos llamaban gryphé de brumas, con una cabeza de buey como hieroglifo. Vamos a ver, por lo demás, que esta profesión de fe, que los francmasones decían tener de los druidas, era exactamente conforme a la de Platón". Platón decía que el amor es el Dios más antiguo del mundo.
Grasset d'Orcet ¿se complacía en un error necesario para su atrevida tesis? ¿Los francmasones contemporáneos que se jactan de detentar las verdaderas tradiciones, pensarían de manera diferente? Cedámosles la palabra: "Mostrémonos dignos -escribía el F.·. Bailleul, en un discurso pronunciado en el G.·. O.·. el 19 de octubre de 1847- de ser los continuadores de esta venerable institución a través de tantos siglos, desde la misión mística de nuestro hermano Platón".
El americano MacKey, autor de obras considerables sobre los orígenes de la masonería, declara haber encontrado en la sede primitiva de la Academia Platónica de Florencia, fundada en 1480, los frescos murales originales ilustrados por símbolos pitagóricos. Señalemos de pasada que los maestros posteriores a Dante, en las ciencia de amor, Ludovico Ariosto, Petrarca, Torcuato Tasso, Boccacio, Miguel Angel, Gravino y Marsilio Ficino, el sabio humanista, sacerdote y canónico de la Iglesia de Roma, formaban parte de ella. Este último nos ha dejado un testimonio escrito de la naturaleza de sus creencias. Se lee en una de sus obras, especie de "Banquete", esta indicación singular bajo la pluma de un eclesiástico:
"Que el Espíritu Santo, amor divino que nos ha sido soplado por Diotima -dice- nos aclare la inteligencia".
No alude, desde luego, al Paráclito ortodoxo.
Es cierto que todas las fuentes que proceden más o menos de algunas camarillas pueden parecer sospechosas o interesadas. ¿Las rechazará la historia oficial?
M. Henri Martin, autoridad reconocida, relaciona, por su parte, masonería y caballería con druidismo. Reconoce que el Relato del Santo Grial es la expresión auténtica. Como veremos más adelante remite la Mesa Ronda a los misterios griegos. Véase el texto del historiador Henri Martin:
"En el Titurel, la leyenda del Graal alcanza su última y espléndida transfiguración bajo la influencia de ideas que Wolfram parecía haber situado en Francia y particularmente entre los Templarios del Medio Día de Francia (los albigenses). Un héroe, llamado Titurel, funda un templo para depositar el Vaso Sagrado y el profeta Merlin dirige esta construcción misteriosa, iniciado por San José de Arimatea en persona en el plano del Templo del Salomón. La caballería del Graal se convierte aquí en Massenie, es decir en una franc-masonería ascética cuyos miembros se denominan templistas y puede percibirse la intención de relacionar a un centro común, representado por este templo ideal, la Orden de los Templarios y las numerosas hermandades de constructores que renovaron la arquitectura medieval. Se perciben aperturas sobre lo que se podría llamar historia subterránea de estos tiempos, mucho más compleja de lo que se suele creer".
Grasset d'Orcet, que parece haber removido montañas de libros desde este punto de vista, nos asegura "que el número de obras que tratan sobre la antigua masonería es prodigioso y no solo prodigioso por la variedad de las formas, sino que incluso hasta la orden de los jesuitas aportó su contingente, e incluso uno de sus análisis más completos, es la obra del jesuita (Villalpando) sobre el Templo de Salomón".
Que la caballería de la Edad Media proceda de las iniciaciones griegas o druídicas no parece discutible. Pero en el caso de que derivara de una formación céltica, podría llevar mucho más allá. Arturo, el Rey-Caballero y el "penteyrn" de los Bretones, pretendía extraer su origen de Troya y su genealogía de Ascanio, hijo de Eneas el Iniciado. Funda la Orden de la Tabla Redonda sobre tradiciones antiguas.
El punto de partida de la institución se pierde pues en la noche de los tiempos, pero la evidencia impone que las asociaciones caballerescas eran ajenas a la doctrina cristiana, incluso las que se hubieron revestido por la fuerza de las cosas la librea de la Iglesia reinante. Y aun formularíamos la más expresa reserva respecto al dogma cristiano.
No volveremos a insistir. Parece bien demostrado que la caballería es una orden mistérica, prolongación de Menfis, Tebas y Grecia. El docto Goerres convino que formaba una amplia sociedad secreta e identificaba todos sus ritos con los misterios paganos. La caballería ha venido a morir en las logias masónicas de nuestros días, donde se encuentra una profusión de títulos caballerescos que decoran a los Hermanos cuya ignorancia vanidosa recuerda al asno de la fábula, portador de reliquias. Henri Marin escribe: "Lo curioso, y de lo que no puede dudarse en absoluto, es que la franc-masonería moderna no se remonta de escalón en escalón hasta la maseníe del Santo Grial".
El Grial es la clave del misterio caballeresco. Es la máscara cristiana de la fe antigua, el Palladium del orden que lo sitúa al abrigo de la sospecha de herejía. El Grial de las leyendas de la Tabla Redonda es, para el profano y la iglesia celosa, el Santo Vaso en el cual Jesús ha celebrado la última cena antes de su muerte e instituido el sacramento de la eucaristía. En realidad, para los adeptos, era otra cosa, o más bien, el símbolo espiritual del arcano materializado por Roma. La palabra Graal ha puesto en apuros a los etimologistas. Diez se ha aproximado a la raíz haciendo derivar esta última del griego crater que, dice, había podido convertirse en cratale. En efecto, la crátera -palabra que ha entrado en nuestra lengua- designa a una gran copa.
Pero esta cosa -la Coupa Santa que cantan aun nuestros felibres albigenses y caballeros del Graal sin saberlo, es el vaso pagano del fuego sagrado. Camile Duteil, antiguo conservador del Louvre, sección egiptológica, sin sospechar que había encontrado el Graal de la Tabla Redonda, nos revela en la página 143 de su inestimable "Diccionario de Hieróglifos" que los egipcios llamaban gradal a un vaso en terracota en el cual se conservaba el fuego en los templos. El provenzal, sobre todo el languedoquiano montañés, menos corrompido, llama grasal un cierto vaso. A propósito de esto cabe recordar que los caballeros continuadores de los ritos egipcios hablaban y escribían en provenzal. Esta palabra ha pasado a la lengua de los trovadores. El gardal, en escritura hieroglífica, añade este autor, expresa la idea del fuego (el continente por el contenido). Serapis llevaba el gardal sobre la cabeza. Las vírgenes consagradas de los templos de Menfis colocaban el gardal sobre el altar de Ptha, como el emblema del fuego eterno que perpetúa la vida en el universo. El Igne Natura Renovatur Integra de los Rosa Cruces, en nuestra opinión, es una traducción fonética de este símbolo, que la caballería guardaba cuidadosamente bajo la vela. Todos los antiguos veneraban esta figura. El Templo de Vesta en Roma fue una de las últimas expresiones. Pero ?podría afirmarse que la alegoría ha desaparecido completamente? La lámpara que arde perpetuamente ante el Santo Sacramento en los santuarios católicos es un recuerdo del gardal egipcio y no es único. Un día demostraremos que el catolicismo es la única religión que ha conservado en la liturgia la verdadera tradición de los mistagogos orientales.
El gardal se ha convertido, por contracción, en Grâal, con un acento circunflejo, luego el Graal se escribió sin tener en cuenta el signo de la contracción.
La leyenda cristiana de la que se recubrió este arcano, el patronazgo de José de Arimatea [N-O de Jerusalén] que había ofrecido sepulcro al Salvador, cubrían suficientemente los orígenes sospechosos de este rito. Es cierto que toda la iglesia cristiana reposa sobre el mismo fundamento, pero éste, materializando el símbolo, no expone mas que el exoterismo a los fieles mientras que la caballería revela el esoterismo. Por lo demás no sería difícil establecer que el nombre de las personas que evolucionan en torno al Graal no tienen nada de hebraico; José de Arimatea tiene resonancias griegas. Arimathía se ha formado, verosímilmente, de airemathesis, ciencia de la demostración. El radical air del verbo aireiio, demostrar, nos da el airetist, herético. Tal era un título de maestría o un sobrenombre iniciático. Así, los Compagnons modernos se llaman aun con ciertos vocablos: X-la clave de Corazones, Agrícola Perdiguier era llamado "Aviñonés la Virtud"". Arimathía era una palabra propia para encubrir el cambio a los jefes de la iglesia temporal que no veían más que el arimathaïn de Palestina. Titurel, el fundador del Templo del Graal, es aun un nombre extraído de titrain que significa horadar, agujerear. Corresponde a Perceval, Parsifal, Perceforest que son una traducción manifiesta de Titurel. Estas apreciaciones añaden peso a la opinión de los escritores que hemos mencionado.
Sería superfluo insistir en una exposición sumaria de la historia secreta de la Caballería. Por lo demás, la prueba de los orígenes mistéricos de la Caballería ha sido hecha con una amplitud impresionante por un hombre de gran cultura y amplio espíritu, Eugene Aroux, amigo del historiador clerical Cesare Cantu y traductor de su "Historia Universal". Eugene Aroux ha consagrado a esta demostración una serie de obras de gran erudición que enumeramos por fecha de aparición: "Dante herético, revolucionario y socialista", "La comedia de Dante traducida en verso según la letra y comentada según el espíritu", "El Paraíso de Dante iluminado en Giorno", "Desenlace masónico de la comedia albigense", "Pruebas de herejía de Dante, especialmente respecto a una fusión operada hacia 1312 entre la Massenie albigense, el Temple y los Gibelinos para constituir la Francmasonería", "Clave de la comedia anticatárica de Dante", "La herejía de Dante demostrada por Francesco de Rimini. Ojeada sobre los relatos del Santo Graal", "La clave de la Lengua de los Fieles de Amor" y "Los misterios de la caballería y del amor platónico en la Edad Media".
El autor de este trabajo propio de un benedictino sacrifica una parte de su fortuna y toda su existencia para hacer prevalecer históricamente en la iglesia y las universidades el hecho patente e irrefutable de que Dante fue un hierofante de la Massenie caballeresca y el fundador de la Masonería moderna. Esta opinión es aceptable al menos en sus grandes líneas, pues el fondo hermético de la institución caballeresca ha escapado a las investigaciones de Eugène Aroux, insuficientemente instruido en las cosas de lo oculto.
El punto de vista de Aroux difiere sensiblemente del nuestro. Nosotros trataremos de encontrar un medio de conciliación pues no comporta ninguna incompatibilidad absoluta.
"Había realmente -dice- en la civilización del mediodía como en la del norte, menos avanzada, y no podía haber más que una sola caballería. Era puramente feudal y en absoluto amorosa. La de los Tristán, los Lancelot du Lac, Amadis, Galaor, no ha existido más que en las novelas y en las asambleas secretas de la Massenie albigense".
Esta tradición de buenos caballeros errantes y amorosos dispuestos a romper una lanza para el triunfo del honor y del buen derecho no reposaría más que sobre una ficción mistagógica y no habría tenido vigor más que en reducidos subterráneos, numerosos en verdad, pero muy distante de las altas mansiones y fieros castillos colgados sobre las cimas muy elevadas? Eugene Aroux cae aquí en un lamentable error. Confunde nobleza y caballería. Las dos cosas pueden combinarse, pero no son de la misma naturaleza. Cuando nos habla de una caballería feudal y de un caballería amorosa muestra una inconsecuencia singular en un hombre tan advertido.
Aroux se equivoca. No hay más que una caballería; la de los misterios. Todos los nobles, incluso los más grandes feudatarios no eran admitidos. El título de caballero era buscado como el mayor honor que haya podido obtener un hombre sobre la tierra y se le consideraba la coronación de la nobleza. Esta dignidad era incluso negada a los reyes. Algunos monarcas la adquirieron, ciertamente, en una época de decadencia donde la caballería no era más que una palabra hueca, cuyo sentido se había perdido. Fue a este título profano como Napoleón o Luis XVIII pudieron ser recibidos como masones.
El título de caballero no se concedía en absoluto a la ligera. Era preciso superar ciertas pruebas. Apenas podemos imaginar que estas pruebas se limitaran a rudas estocadas o proezas de bravura. Se trataba de otra cosa. Para ser armado caballero era preciso ser hombre de bien en toda la aceptación del término, renunciar a la vida de rapiña de los barones errantes y proteger a la viuda y al huérfano, en una palabra estar regenerado y nacido para una vida nueva. La Iglesia, en el siglo XI no podía más que oponer una débil barrera a las depredaciones de los grandes señores y no pudo en absoluto ejercer suficiente influencia para que se pudiera cambiar las costumbres feudales.
Era preciso para una obra tan considerable una leva más poderosa que la fuerza del clero sobre los elementos temporales. No negamos absolutamente a la Iglesia romana una acción moral que sería injusto negar. Pero la caballería, aunque se haya desarrollado bajo su patronazgo, era algo más que un hábil maquillaje, un señuelo de la potencia de los papas.
Para comprender lo que la Iglesia oficial era, basta leer la horrible pintura que traza Pierre Damien. Jamás se vio semejante estructura de podredumbre. ¿Es posible considerar a un clero envilecido hasta ese punto como instigador del movimiento caballeresco?
Una objeción se plantea: en sus buenos tiempos la caballería no era hereditaria mientras que la nobleza de raza si lo era. Este rasgo distintivo muestra que la caballería consagraba una evolución moral completamente personalizada. Aroux estaba en este punto equivocado y lo que ha creado este malentendido en su espíritu deriva de la consideración de un hecho puramente administrativo: había en la nobleza una organización militar ecuestre, ya que se combatía entonces a caballo. Pero estos caballeros eran gentes de a caballo que llevaban la espada de la fuerza y no la de la lealtad. Nunca la historia probará que los caballeros hayan sido armados caballeros por una investidura regular. El título de caballero, causa de este error, es una pura homofonía sin consecuencias extraída de la palabra caballo. La caballería legendaria exigía un período de prueba muy fuerte.
Originariamente duraba veintiún años. Era conferido por medio de un ceremonial simbólico que sorprendía al menos avisado. Los padrinos o jurados eran indispensables y no comparsas de mera forma. El candidato pasaba primeramente por baños frecuentes, luego permanecía varias noches en una capilla oscura sin luz. Era la "noche de la tumba" en la cual el hombre viejo iba a ser inhumado y luego entrar en putrefacción para resucitar a una vida nueva (la Vita Nuova de Dante). Luego reaparecía con el día, vestido de blanco para testimoniar la resurrección moral. Entonces realizaba los ritos de la religión oficial. Tras este deber recibía la espada, la del buen combate, y se procedía a vestirlo. Un discurso iniciático acompañaba cada pieza de la armadura que morada en alguna parte del recipiendarios en los deberes de su cargo. M. Roy, en un pequeño libro, impreso por Marne, ha recogido algunas de las locuciones pronunciadas para la circunstancia. La intención esotérica es manifiesta: la armadura no es más que una alegoría. Todos los saberes profanos ignoraban el sentido filosófico de estos ritos.
Fauriet, en su "Curso de Literatura Provenzal", reconocía con la mayor perplejidad, que la caballería reclutaba en la pequeña nobleza, viviendo al abrigo de los desvíos criminales de la nobleza de pro: "Estos hombres que asumían el amor de forma tan exaltada no eran ni grandes barones ni poderosos feudatarios. Eran, en su mayor parte, pobres caballeros sin feudos (el autor habla aquí la lengua de la nobleza actual para la cual el título de caballero es el más bajo en la jerarquía). El mayor número pertenecía a las filas inferiores de la feudalidad y varios son citados expresamente por su gran pobreza".
¿Cómo es que la iglesia no se alertase ante la superchería? En realidad, "muchos conventos, tanto de hombres como de mujeres, había sido invadidos por la herejía" dice Aroux. Aidre Tieberg en su excelente obra sobre la Ruta Social señala algunos monasterios de Champagne que, en la Edad Media, celebraban ritos simbólicos de la Masonería. Terminaron por desaparecer a continuación y con razón.
No, la caballería, de la que Europa se honra y glorifica, ha tenido mucho espacio en la vida real para que se le pueda reducir a algo puramente alegórico. La caballería se inspiraba en principios muy elevados para no ser más que una institución guerrera, pues incluso lo que Aroux considera como heráldica, testimonia las más nobles aspiraciones.
En nuestra opinión la emanación de las altas personalidades de aquel tiempo, profesaban el cristianismo filosófico. Si era de otra forma y si era necesarios confundir caballería con los albigenses, el catarismo y los valdenses, convendría ir más allá hasta el final de la lógica y decir que todos los miembros de estas sectas eran caballeros.
Por nuestra parte rechazamos reconocer vínculos de familia con la caballería; ésta ocupaba el piso superior a la herejía asumida por el pueblo y dirigida por un sacerdocio de la misma condición. En lugar de los trovadores portadores de buenas palabras, los mandantes tenían buhoneros, mercaderes, peregrinos y saltimbanquis. Esto se desprende necesariamente de la influencia regeneradora de la casta superior, pero aunque profesaran íntimamente la misma doctrina, lo hacían de manera diferente.
Hacemos las mismas reservas en lo que respecta al cristianismo de los caballeros. Pensamos que cuando la iglesia practica con el poder temporal y da a los fieles la carne material de Cristo como único alimento, los hierofantes del cristianismo filosófico, para preservar de la ruina que amenazaba la Religión de la sabiduría, suscitaron el movimiento caballeresco para reaccionar sobre las altas clases y seguir el dogma de los antiguos misterios que es el alimento del alma por la ciencia.
Tras haber superado en una sola y única obra la caballería que Aroux había cortado en dos, creemos útil reproducir algunas páginas muy instructivas de los Misterios de la caballería de este autor, la Massenie del Santo Graal y las cortes de amor.
Göerres hace un estudio comparativo de las iniciaciones en los misterios y de la antigua caballería. Un extracto de este trabajo debería tener lugar. ¿Podría usted procurármelo? Este documento viene en apoyo de mi tesis contra la de Aroux. Sería interesante y documentaría más seriamente este trabajo.
[Éste último párrafo es de una escritura más grosera y menos firme. ¿Formaba parte del texto precedente desde el origen?]
Pierre Dujols du Valois
El siguiente texto es la traducción corregida del manuscrito nº 5491 de la Biblioteca de Lyon; fue escrito por Pierre Dujols du Valois alrededor de 1900.
De Pierre Dujols se ha hecho uno de los posibles candidatos a la autoría de las obras firmadas con el seudónimo de Fulcanelli. En cualquier caso, creemos que resulta evidente las diferencias de estilo y de contenido entre el presente documento y "El Misterio de las Catedrales" o "Las Moradas Filosofales".
Las opiniones vertidas por Dujols en este trabajo son discutibles en más de un punto pero sustancialmente correctas y sin duda bien documentadas. Comparense con nuestras propias conclusiones en "La Caballería Medieval", artículo que puede verse en este mismo sitio web. Inevitablemente se desemboca en que la auténtica Caballería es iniciática y trasciende por tanto en mucho la religiosidad exotérica en cualquier forma que esta última adopte. Que esto se grabe en la mente de los muchos que pretenden reducir en nuestros días lo caballeresco a misa y comunión todos los domingos y algún rosario entre semana.
CABALLERIA
La historia solo ha contemplado la caballería como una orden militar destinada a librar combates, demostrando no haber comprendido más que su forma exterior, esto es, el cuerpo físico de la institución. En realidad, la Caballería era una organización muy completa basada en el ternario que comprendía cuerpo, alma y espíritu.
El espíritu estaba constituido por un areópago de altos iniciados, sacerdotes-filósofos herederos de la Sabiduría y de la Ciencia egipcia de los Magos, de Pitágoras, Platón y los Druidas celtas. Conservaban en su colegio las tradiciones mistéricas de la antigüedad e imprimían movimiento al organismo por medio de los trovadores y troveros. Estos, bardos, menestrales, juglares, constituían el cuerpo medio que servía de lazo entre los dos extremos. Recibían de lo alto la doctrina y la transmitían hacía abajo, por medio de poemas y canciones alegóricas, cuyo sentido íntimo escapaba frecuentemente al auditorio compuesto por gente cubierta de hierro, materia ruda, grosera, defensora del dogma, que tomaba al pié de la letra las bellas historias de los poetas y extraía las virtudes y el heroísmo indispensable para la acción secular que debían realizar los guerreros de la corporación.
Bajo un único aspecto, la Caballería era, pues, triple. Los historiadores no han retenido más que el envoltorio acorazado. Este envoltorio tenía necesariamente el color propio del medio en que se desarrollaba, es decir, la cristiandad. Es una ley natural. Pero el cristianismo de entonces no es el actual y en todos los casos no ejercía aun más que una acción muy relativa sobre la sociedad civil. No se pierda de vista que en el siglo XI la Iglesia experimentaba grandes dificultades para contener el bandidaje de los tiempos feudales. Europa era un lugar inmenso y poco seguro. La invasión de los bárbaros había alterado profundamente sus costumbres. La autoridad eclesiástica imponía a los poderosos barones la "Tregua de Dios", pero debía dar la parte a estos leones desencadenados, permitiendo que durante tres días de la semana pudieran ejercer sus nobles rapiñas. La masa no estaba, por otra parte, penetrada por el fermento teológico de Roma y conservaba las costumbres, usos y creencias propias del paganismo. Jesucristo no era más que un dios entre otros, superior sin duda a los dioses del Olimpo a los que había vencido y destronado, pero incomprendido por los adeptos de la nueva fé.
Es pues imposible admitir la Caballería como una creación realmente ortodoxa. Era, más bien, una prolongación de las órdenes ecuestres griegas y latinas. Todo delata, por lo demás, orígenes extranjeros a la religión que se extendía progresivamente sobre el país. Lo presente no está hecho más que del pasado, de la misma forma que el porvenir se compone del pasado y del presente. No se crea un mundo sólo con una varita mágica. Las cosas evolucionan lentamente y se suceden por filiación. Luego, con el correr de los siglos, cambian de rostro. Las generaciones actuales ya no se parecen más a las generaciones primitivas que las engendran.
Este trabajo de transformación que escapa, a menudo, a la historia, debe ser analizado por la Filosofía. En este terreno una pléyade de escritores decepcionados por el artificio de las opiniones convencionales que han prevalecido hasta nuestros días, han consagrado su labor, estudiando el trasfondo de las historias, investigando en las ruinas, removiendo el polvo acumulado durante siglos, han exhumado, para sorpresa de los Pontífices, una Caballería completamente diferente de aquella de la Tradición.
Estos autores, Ugo Fuscolo, Gabriele Rosetti, E.J. Delécluze, ("Dante Alighiéri: la vie nouvelle"), Philarète Chasles ("Galileo Galilei, su vida, su proceso"), Eugene Aroux ("La Comedie de Dante", "Dante herético", "Clave de la comedia anti-católica de Dante Alighiéri") e incluso Antony Rhéal, a los cuales conviene asociar Grasset d'Orcet, han arrojado las más vivas luces sobre este punto oscuro de la vida medieval, y a su claridad nos será permitido restituir la fisonomía real de la orden caballeresca, de sus paladines, sus trovadores, sus gestos, cantos, y relatos legendarios que constituyen el Ciclo del Graal.
La característica de la Caballería, siguiendo los clásicos, es la galantería, el amor de los paladines por las damas. Las célebres cortes de amor de Romanin y las leyes que las regían, los juicios y procedimientos que emanaban serían otras tantas pruebas del espíritu erótico de la institución. Si se consultan los Pandectos [compilaciones de decisiones de antiguos jurisconsultos romanos] de estos tribunales singulares, las dificultades salen a la superficie. Es difícil, e incluso imposible, aceptar la virtud de estas nobles figuras junto a los rasgos poco honorables que les golpean y envilecen. ¿Sería pues necesarios admitir que existió un tiempo en que no teníamos más costumbres y sería justamente este tiempo que se nos propondría como modelo?
El amor no es siempre una virtud, y se ha dicho de nuestros caballeros que eran gentes virtuosas. Que se nos expliquen las articulaciones infamantes de las que las recursos de amor han hecho estado y que se les concilie, si ello es posible, con el honor conyugal. Estos hombres de hierro a quienes nada se resistía, ¿hacían en este punto buen mercado de sangre de una raza de la que se mostraban tan celosos y abandonaban sus lechos a las peores aventuras?
¿El Amor? Sobre el valor de esta palabra se ha centrado la atención. El amor caballeresco, devenido un parangón de pureza ¿era la inclinación vulgar que atrae un sexo hacia el otro? ¿No había, por en contrario, en este término, una intención mística, ajena al dulce comercio de los corazones y los sentidos? Tal es la opinión que empieza a prevalecer y que compartimos. Está apoyada por pruebas pragmáticas.
Rossetti, en primer lugar, ha establecido su demostración en este sentido en cinco gruesos volúmenes de casi dos mil páginas tituladas "Il Mistero d'ell Amor platonico del Medio Evo, derivato da Mysteri antichi". El erudito profesor de literatura italiana, nacido en Grundise, a pesar de la contradicción entre la verdad y sus sentimientos católicos, se inclina ante los hechos.
En esta obra monumental, de una erudición histórica y literaria inmensa, dice Delécluze, el exilado italiano desarrolla el sistema del amor platónico o alegórico, que hace remontar al origen de los misterios de Grecia y a la secta de los sufíes de la Arabia.
El autor de "Dante Alighieri y la Poésie amoureuse", que escapa a toda sospecha por su actitud de distanciamiento hacia los conflictos, reconoce también que la poesía erótica de los trovadores deriva de la misma fuente. La encuentra en la gran sacerdotisa de Mantinea, Diotima de Megara, que habría iniciado a Sócrates en la Religión de Amor. Sócrates habría admitido a Platón, extendido la Academia y, pasando por Alejandría, haría hecho su aparición en Italia y Francia con la entrada de los Isíacos y de los Filósofos en la villa de Roma.
En otros términos, la Religión de Amor sería la misma que la de las Iniciaciones antiguas.
Pero ¿alcanzó nuestras regiones solo por esta vía? ¿No existía ya entre nosotros un núcleo ardiente del mismo culto?
Grasset d'Orcet, la perspicaz esfinge que ha resuelto el enigma del Sueño de Polifilo, nos da la explicación de un texto esteganográfico cuyo sentido había desafiado hasta entonces la sagacidad de los mejores criptógrafos. "El druida no rinde culto más que al verdadero y único amor. Es la clave que abre a las almas el cielo y el rey del mundo. Es el maestro que hizo el sol al cielo y domina como verdadero único señor. El Francmasón tiene por principio universal la Niebla de la que surge el Principio de la Verdad reinando en solitario".
Sorprenderá leer aquí el término "francmasón" que parece un anacronismo en medio de los Filósofos, los Druidas y los caballeros de la Edad Media. Grasset d'Orcet nos transporta hasta estas épocas. Contempla las asociaciones de los Arquitectos y Constructores de las catedrales que se relacionaban verosímilmente con los pontífices paganos, o constructores de puentes. Nos revela la existencia de una Caballería de la Bruma. Este título evoca la baja literatura de algunos folletones, corresponde a un principio de alta metafísica del terreno de la Gnosis. La Bruma de que se trata es lo incognoscible, el Pater Agnostos de los esoteristas. Es algo tan inaccesible que los filósofos hermétistas saben bien, pero que no entra en absoluto en nuestro tema.
"Se notará en este texto -dice Grasset d'Orcet- la palabra "nephes" (que traduce por bruma tal como lo quiere el griego). Es el nombre de dos célebres poemas, los Niebelungen y los Nubarrones de Aristófanes. La Bruma o lo Desconocido, principio universal, era, en efecto, el gran dios de la francmasonería griega tanto como de la moderna, la nube que acogía Ixion y que los griegos llamaban gryphé de brumas, con una cabeza de buey como hieroglifo. Vamos a ver, por lo demás, que esta profesión de fe, que los francmasones decían tener de los druidas, era exactamente conforme a la de Platón". Platón decía que el amor es el Dios más antiguo del mundo.
Grasset d'Orcet ¿se complacía en un error necesario para su atrevida tesis? ¿Los francmasones contemporáneos que se jactan de detentar las verdaderas tradiciones, pensarían de manera diferente? Cedámosles la palabra: "Mostrémonos dignos -escribía el F.·. Bailleul, en un discurso pronunciado en el G.·. O.·. el 19 de octubre de 1847- de ser los continuadores de esta venerable institución a través de tantos siglos, desde la misión mística de nuestro hermano Platón".
El americano MacKey, autor de obras considerables sobre los orígenes de la masonería, declara haber encontrado en la sede primitiva de la Academia Platónica de Florencia, fundada en 1480, los frescos murales originales ilustrados por símbolos pitagóricos. Señalemos de pasada que los maestros posteriores a Dante, en las ciencia de amor, Ludovico Ariosto, Petrarca, Torcuato Tasso, Boccacio, Miguel Angel, Gravino y Marsilio Ficino, el sabio humanista, sacerdote y canónico de la Iglesia de Roma, formaban parte de ella. Este último nos ha dejado un testimonio escrito de la naturaleza de sus creencias. Se lee en una de sus obras, especie de "Banquete", esta indicación singular bajo la pluma de un eclesiástico:
"Que el Espíritu Santo, amor divino que nos ha sido soplado por Diotima -dice- nos aclare la inteligencia".
No alude, desde luego, al Paráclito ortodoxo.
Es cierto que todas las fuentes que proceden más o menos de algunas camarillas pueden parecer sospechosas o interesadas. ¿Las rechazará la historia oficial?
M. Henri Martin, autoridad reconocida, relaciona, por su parte, masonería y caballería con druidismo. Reconoce que el Relato del Santo Grial es la expresión auténtica. Como veremos más adelante remite la Mesa Ronda a los misterios griegos. Véase el texto del historiador Henri Martin:
"En el Titurel, la leyenda del Graal alcanza su última y espléndida transfiguración bajo la influencia de ideas que Wolfram parecía haber situado en Francia y particularmente entre los Templarios del Medio Día de Francia (los albigenses). Un héroe, llamado Titurel, funda un templo para depositar el Vaso Sagrado y el profeta Merlin dirige esta construcción misteriosa, iniciado por San José de Arimatea en persona en el plano del Templo del Salomón. La caballería del Graal se convierte aquí en Massenie, es decir en una franc-masonería ascética cuyos miembros se denominan templistas y puede percibirse la intención de relacionar a un centro común, representado por este templo ideal, la Orden de los Templarios y las numerosas hermandades de constructores que renovaron la arquitectura medieval. Se perciben aperturas sobre lo que se podría llamar historia subterránea de estos tiempos, mucho más compleja de lo que se suele creer".
Grasset d'Orcet, que parece haber removido montañas de libros desde este punto de vista, nos asegura "que el número de obras que tratan sobre la antigua masonería es prodigioso y no solo prodigioso por la variedad de las formas, sino que incluso hasta la orden de los jesuitas aportó su contingente, e incluso uno de sus análisis más completos, es la obra del jesuita (Villalpando) sobre el Templo de Salomón".
Que la caballería de la Edad Media proceda de las iniciaciones griegas o druídicas no parece discutible. Pero en el caso de que derivara de una formación céltica, podría llevar mucho más allá. Arturo, el Rey-Caballero y el "penteyrn" de los Bretones, pretendía extraer su origen de Troya y su genealogía de Ascanio, hijo de Eneas el Iniciado. Funda la Orden de la Tabla Redonda sobre tradiciones antiguas.
El punto de partida de la institución se pierde pues en la noche de los tiempos, pero la evidencia impone que las asociaciones caballerescas eran ajenas a la doctrina cristiana, incluso las que se hubieron revestido por la fuerza de las cosas la librea de la Iglesia reinante. Y aun formularíamos la más expresa reserva respecto al dogma cristiano.
No volveremos a insistir. Parece bien demostrado que la caballería es una orden mistérica, prolongación de Menfis, Tebas y Grecia. El docto Goerres convino que formaba una amplia sociedad secreta e identificaba todos sus ritos con los misterios paganos. La caballería ha venido a morir en las logias masónicas de nuestros días, donde se encuentra una profusión de títulos caballerescos que decoran a los Hermanos cuya ignorancia vanidosa recuerda al asno de la fábula, portador de reliquias. Henri Marin escribe: "Lo curioso, y de lo que no puede dudarse en absoluto, es que la franc-masonería moderna no se remonta de escalón en escalón hasta la maseníe del Santo Grial".
El Grial es la clave del misterio caballeresco. Es la máscara cristiana de la fe antigua, el Palladium del orden que lo sitúa al abrigo de la sospecha de herejía. El Grial de las leyendas de la Tabla Redonda es, para el profano y la iglesia celosa, el Santo Vaso en el cual Jesús ha celebrado la última cena antes de su muerte e instituido el sacramento de la eucaristía. En realidad, para los adeptos, era otra cosa, o más bien, el símbolo espiritual del arcano materializado por Roma. La palabra Graal ha puesto en apuros a los etimologistas. Diez se ha aproximado a la raíz haciendo derivar esta última del griego crater que, dice, había podido convertirse en cratale. En efecto, la crátera -palabra que ha entrado en nuestra lengua- designa a una gran copa.
Pero esta cosa -la Coupa Santa que cantan aun nuestros felibres albigenses y caballeros del Graal sin saberlo, es el vaso pagano del fuego sagrado. Camile Duteil, antiguo conservador del Louvre, sección egiptológica, sin sospechar que había encontrado el Graal de la Tabla Redonda, nos revela en la página 143 de su inestimable "Diccionario de Hieróglifos" que los egipcios llamaban gradal a un vaso en terracota en el cual se conservaba el fuego en los templos. El provenzal, sobre todo el languedoquiano montañés, menos corrompido, llama grasal un cierto vaso. A propósito de esto cabe recordar que los caballeros continuadores de los ritos egipcios hablaban y escribían en provenzal. Esta palabra ha pasado a la lengua de los trovadores. El gardal, en escritura hieroglífica, añade este autor, expresa la idea del fuego (el continente por el contenido). Serapis llevaba el gardal sobre la cabeza. Las vírgenes consagradas de los templos de Menfis colocaban el gardal sobre el altar de Ptha, como el emblema del fuego eterno que perpetúa la vida en el universo. El Igne Natura Renovatur Integra de los Rosa Cruces, en nuestra opinión, es una traducción fonética de este símbolo, que la caballería guardaba cuidadosamente bajo la vela. Todos los antiguos veneraban esta figura. El Templo de Vesta en Roma fue una de las últimas expresiones. Pero ?podría afirmarse que la alegoría ha desaparecido completamente? La lámpara que arde perpetuamente ante el Santo Sacramento en los santuarios católicos es un recuerdo del gardal egipcio y no es único. Un día demostraremos que el catolicismo es la única religión que ha conservado en la liturgia la verdadera tradición de los mistagogos orientales.
El gardal se ha convertido, por contracción, en Grâal, con un acento circunflejo, luego el Graal se escribió sin tener en cuenta el signo de la contracción.
La leyenda cristiana de la que se recubrió este arcano, el patronazgo de José de Arimatea [N-O de Jerusalén] que había ofrecido sepulcro al Salvador, cubrían suficientemente los orígenes sospechosos de este rito. Es cierto que toda la iglesia cristiana reposa sobre el mismo fundamento, pero éste, materializando el símbolo, no expone mas que el exoterismo a los fieles mientras que la caballería revela el esoterismo. Por lo demás no sería difícil establecer que el nombre de las personas que evolucionan en torno al Graal no tienen nada de hebraico; José de Arimatea tiene resonancias griegas. Arimathía se ha formado, verosímilmente, de airemathesis, ciencia de la demostración. El radical air del verbo aireiio, demostrar, nos da el airetist, herético. Tal era un título de maestría o un sobrenombre iniciático. Así, los Compagnons modernos se llaman aun con ciertos vocablos: X-la clave de Corazones, Agrícola Perdiguier era llamado "Aviñonés la Virtud"". Arimathía era una palabra propia para encubrir el cambio a los jefes de la iglesia temporal que no veían más que el arimathaïn de Palestina. Titurel, el fundador del Templo del Graal, es aun un nombre extraído de titrain que significa horadar, agujerear. Corresponde a Perceval, Parsifal, Perceforest que son una traducción manifiesta de Titurel. Estas apreciaciones añaden peso a la opinión de los escritores que hemos mencionado.
Sería superfluo insistir en una exposición sumaria de la historia secreta de la Caballería. Por lo demás, la prueba de los orígenes mistéricos de la Caballería ha sido hecha con una amplitud impresionante por un hombre de gran cultura y amplio espíritu, Eugene Aroux, amigo del historiador clerical Cesare Cantu y traductor de su "Historia Universal". Eugene Aroux ha consagrado a esta demostración una serie de obras de gran erudición que enumeramos por fecha de aparición: "Dante herético, revolucionario y socialista", "La comedia de Dante traducida en verso según la letra y comentada según el espíritu", "El Paraíso de Dante iluminado en Giorno", "Desenlace masónico de la comedia albigense", "Pruebas de herejía de Dante, especialmente respecto a una fusión operada hacia 1312 entre la Massenie albigense, el Temple y los Gibelinos para constituir la Francmasonería", "Clave de la comedia anticatárica de Dante", "La herejía de Dante demostrada por Francesco de Rimini. Ojeada sobre los relatos del Santo Graal", "La clave de la Lengua de los Fieles de Amor" y "Los misterios de la caballería y del amor platónico en la Edad Media".
El autor de este trabajo propio de un benedictino sacrifica una parte de su fortuna y toda su existencia para hacer prevalecer históricamente en la iglesia y las universidades el hecho patente e irrefutable de que Dante fue un hierofante de la Massenie caballeresca y el fundador de la Masonería moderna. Esta opinión es aceptable al menos en sus grandes líneas, pues el fondo hermético de la institución caballeresca ha escapado a las investigaciones de Eugène Aroux, insuficientemente instruido en las cosas de lo oculto.
El punto de vista de Aroux difiere sensiblemente del nuestro. Nosotros trataremos de encontrar un medio de conciliación pues no comporta ninguna incompatibilidad absoluta.
"Había realmente -dice- en la civilización del mediodía como en la del norte, menos avanzada, y no podía haber más que una sola caballería. Era puramente feudal y en absoluto amorosa. La de los Tristán, los Lancelot du Lac, Amadis, Galaor, no ha existido más que en las novelas y en las asambleas secretas de la Massenie albigense".
Esta tradición de buenos caballeros errantes y amorosos dispuestos a romper una lanza para el triunfo del honor y del buen derecho no reposaría más que sobre una ficción mistagógica y no habría tenido vigor más que en reducidos subterráneos, numerosos en verdad, pero muy distante de las altas mansiones y fieros castillos colgados sobre las cimas muy elevadas? Eugene Aroux cae aquí en un lamentable error. Confunde nobleza y caballería. Las dos cosas pueden combinarse, pero no son de la misma naturaleza. Cuando nos habla de una caballería feudal y de un caballería amorosa muestra una inconsecuencia singular en un hombre tan advertido.
Aroux se equivoca. No hay más que una caballería; la de los misterios. Todos los nobles, incluso los más grandes feudatarios no eran admitidos. El título de caballero era buscado como el mayor honor que haya podido obtener un hombre sobre la tierra y se le consideraba la coronación de la nobleza. Esta dignidad era incluso negada a los reyes. Algunos monarcas la adquirieron, ciertamente, en una época de decadencia donde la caballería no era más que una palabra hueca, cuyo sentido se había perdido. Fue a este título profano como Napoleón o Luis XVIII pudieron ser recibidos como masones.
El título de caballero no se concedía en absoluto a la ligera. Era preciso superar ciertas pruebas. Apenas podemos imaginar que estas pruebas se limitaran a rudas estocadas o proezas de bravura. Se trataba de otra cosa. Para ser armado caballero era preciso ser hombre de bien en toda la aceptación del término, renunciar a la vida de rapiña de los barones errantes y proteger a la viuda y al huérfano, en una palabra estar regenerado y nacido para una vida nueva. La Iglesia, en el siglo XI no podía más que oponer una débil barrera a las depredaciones de los grandes señores y no pudo en absoluto ejercer suficiente influencia para que se pudiera cambiar las costumbres feudales.
Era preciso para una obra tan considerable una leva más poderosa que la fuerza del clero sobre los elementos temporales. No negamos absolutamente a la Iglesia romana una acción moral que sería injusto negar. Pero la caballería, aunque se haya desarrollado bajo su patronazgo, era algo más que un hábil maquillaje, un señuelo de la potencia de los papas.
Para comprender lo que la Iglesia oficial era, basta leer la horrible pintura que traza Pierre Damien. Jamás se vio semejante estructura de podredumbre. ¿Es posible considerar a un clero envilecido hasta ese punto como instigador del movimiento caballeresco?
Una objeción se plantea: en sus buenos tiempos la caballería no era hereditaria mientras que la nobleza de raza si lo era. Este rasgo distintivo muestra que la caballería consagraba una evolución moral completamente personalizada. Aroux estaba en este punto equivocado y lo que ha creado este malentendido en su espíritu deriva de la consideración de un hecho puramente administrativo: había en la nobleza una organización militar ecuestre, ya que se combatía entonces a caballo. Pero estos caballeros eran gentes de a caballo que llevaban la espada de la fuerza y no la de la lealtad. Nunca la historia probará que los caballeros hayan sido armados caballeros por una investidura regular. El título de caballero, causa de este error, es una pura homofonía sin consecuencias extraída de la palabra caballo. La caballería legendaria exigía un período de prueba muy fuerte.
Originariamente duraba veintiún años. Era conferido por medio de un ceremonial simbólico que sorprendía al menos avisado. Los padrinos o jurados eran indispensables y no comparsas de mera forma. El candidato pasaba primeramente por baños frecuentes, luego permanecía varias noches en una capilla oscura sin luz. Era la "noche de la tumba" en la cual el hombre viejo iba a ser inhumado y luego entrar en putrefacción para resucitar a una vida nueva (la Vita Nuova de Dante). Luego reaparecía con el día, vestido de blanco para testimoniar la resurrección moral. Entonces realizaba los ritos de la religión oficial. Tras este deber recibía la espada, la del buen combate, y se procedía a vestirlo. Un discurso iniciático acompañaba cada pieza de la armadura que morada en alguna parte del recipiendarios en los deberes de su cargo. M. Roy, en un pequeño libro, impreso por Marne, ha recogido algunas de las locuciones pronunciadas para la circunstancia. La intención esotérica es manifiesta: la armadura no es más que una alegoría. Todos los saberes profanos ignoraban el sentido filosófico de estos ritos.
Fauriet, en su "Curso de Literatura Provenzal", reconocía con la mayor perplejidad, que la caballería reclutaba en la pequeña nobleza, viviendo al abrigo de los desvíos criminales de la nobleza de pro: "Estos hombres que asumían el amor de forma tan exaltada no eran ni grandes barones ni poderosos feudatarios. Eran, en su mayor parte, pobres caballeros sin feudos (el autor habla aquí la lengua de la nobleza actual para la cual el título de caballero es el más bajo en la jerarquía). El mayor número pertenecía a las filas inferiores de la feudalidad y varios son citados expresamente por su gran pobreza".
¿Cómo es que la iglesia no se alertase ante la superchería? En realidad, "muchos conventos, tanto de hombres como de mujeres, había sido invadidos por la herejía" dice Aroux. Aidre Tieberg en su excelente obra sobre la Ruta Social señala algunos monasterios de Champagne que, en la Edad Media, celebraban ritos simbólicos de la Masonería. Terminaron por desaparecer a continuación y con razón.
No, la caballería, de la que Europa se honra y glorifica, ha tenido mucho espacio en la vida real para que se le pueda reducir a algo puramente alegórico. La caballería se inspiraba en principios muy elevados para no ser más que una institución guerrera, pues incluso lo que Aroux considera como heráldica, testimonia las más nobles aspiraciones.
En nuestra opinión la emanación de las altas personalidades de aquel tiempo, profesaban el cristianismo filosófico. Si era de otra forma y si era necesarios confundir caballería con los albigenses, el catarismo y los valdenses, convendría ir más allá hasta el final de la lógica y decir que todos los miembros de estas sectas eran caballeros.
Por nuestra parte rechazamos reconocer vínculos de familia con la caballería; ésta ocupaba el piso superior a la herejía asumida por el pueblo y dirigida por un sacerdocio de la misma condición. En lugar de los trovadores portadores de buenas palabras, los mandantes tenían buhoneros, mercaderes, peregrinos y saltimbanquis. Esto se desprende necesariamente de la influencia regeneradora de la casta superior, pero aunque profesaran íntimamente la misma doctrina, lo hacían de manera diferente.
Hacemos las mismas reservas en lo que respecta al cristianismo de los caballeros. Pensamos que cuando la iglesia practica con el poder temporal y da a los fieles la carne material de Cristo como único alimento, los hierofantes del cristianismo filosófico, para preservar de la ruina que amenazaba la Religión de la sabiduría, suscitaron el movimiento caballeresco para reaccionar sobre las altas clases y seguir el dogma de los antiguos misterios que es el alimento del alma por la ciencia.
Tras haber superado en una sola y única obra la caballería que Aroux había cortado en dos, creemos útil reproducir algunas páginas muy instructivas de los Misterios de la caballería de este autor, la Massenie del Santo Graal y las cortes de amor.
Göerres hace un estudio comparativo de las iniciaciones en los misterios y de la antigua caballería. Un extracto de este trabajo debería tener lugar. ¿Podría usted procurármelo? Este documento viene en apoyo de mi tesis contra la de Aroux. Sería interesante y documentaría más seriamente este trabajo.
[Éste último párrafo es de una escritura más grosera y menos firme. ¿Formaba parte del texto precedente desde el origen?]
LA CABALLERIA ESPIRITUAL Y LOS CENTROS SAGRADOS
Por José Antonio Mateos
josemat@accesosis.es
En Tierra Santa los templarios establecieron un marco adecuado para entrar en contacto con las tradiciones esotéricas propias de Oriente y de Asia Menor. Algunas de las acusaciones hacia ellos fue el de tener conductas permisivas con la religión de los "infieles". Según varios autores los caballeros del Temple mantenían una "hermandad" deliberada con sufíes y cabalistas, siendo la más conocida la conexión con la orden de los caballeros Ismaelitas denominados "Assacis" que significa "guardián".
La atribución de "Guardianes de Tierra Santa" era compartida por templarios, assacis y drusos, entendiendo que no solamente se referían a la defensa de un lugar geográfico como es Palestina, sino también como los guardianes de un centro supremo, de donde parte la tradición primordial y de esta todas las formas de tradición espiritual que conocemos.
La caballería occidental medieval tiene su equivalente en la caballería sufí, la iniciación guerrera está estrechamente relacionada con la iniciación en los oficios y la iniciación espiritual. La Tradición nos enseña como diferentes vías o tradiciones espirituales no son más que adaptaciones a las culturas, tiempos, costumbres o circunstancias. Aunque actualmente el Islam no reconoce a ninguna organización o institución iniciática que se pueda comparar con las ordenes caballerescas occidentales, podemos buscar en su pasado y hallar huellas tradicionales en el mundo musulmán muy cercanas a nuestra caballería occidental.
La tradición de la caballería sufí se conoce con él termino árabe de Futuwah, según el Dr. Javad Nurbakhsh , esta se fundaba sobre los valores de la generosidad (Morowat), la dedicación absoluta a los demás (Isar), el sacrificio (Fada Kari), el auxiliar a los oprimidos y desamparados, la compasión hacia las criaturas, el mantener la palabra dada y , finalmente, la humildad. Además estaban comprometidos con un código ético (Adab) y unas costumbres de caballería. Los orígenes de la Futuwah parece que se remontan hasta el Irán preislámico, es decir, al zoroastrismo. Aunque como después veremos también tuvo un fuerte asentamiento en el mundo turco.
En el sufismo este concepto transmite la idea y el sentimiento de la nobleza en el comportamiento. Hay un Hadiz donde el Profeta dice: "He sido enviado para perfeccionar la nobleza del comportamiento" y otro referido por Sulami : ..el Arcángel Gabriel vino a buscar al Profeta y le dijo: ¡ Oh, Mahoma, te he traído la excelencia del comportamiento.., [consiste en] que perdones al que ha sido injusto contigo; que des al que te niega su dádiva; que visites al que se ha desviado de ti; que te apartes del que da pruebas de incomprensión hacía ti, y que practiques el bien con el que actúa contigo por el mal."
Cualquier vía de realización espiritual incluye la preparación y la purificación de la "materia" receptora sobre la cual se pretende ejercer una influencia espiritual. El descenso del espíritu divino requiere de un alma purificada. Esta es la finalidad de la excelencia del comportamiento y de la nobleza del caballero.
Si hablamos en términos alquímicos, la sublimación en la alquimia, consiste en purificar la materia depurándola de todas sus partes terrestres y heterogéneas, liberándola de los lazos que la tienen prisionera y que le impiden actuar. Dice Basilio Valentín en "Las doce claves":
"Vestibus abjectis. Sol nudus et ipsa Diana
nuda sit, optatus manet tu inde torus.
Sponsae ex athletil pretiosa sit unda duobus,
Pro sponso proprium corpus tu illa lavet.
Certent certantes, postquam cessaverit ardor
Martius, e pugna pulchra brabaea ferent."
" Posados los vestidos, que el Sol y la misma Diana
Queden desnudos para el himeneo deseado.
Que de los dos contendientes sea hecho el baño precioso de la esposa,
Para que mediante el esposo lave allí su propio cuerpo.
Combatirán los combatientes y después que haya cesado su ardor
marcial, harán un bello trofeo de su lucha."
Esta purificación del ser es el sello del "Hombre Perfecto", en el sufismo esta nobleza conduce a la apertura del "corazón" espiritual, según el gran maestro sufí Rumí "El corazón físico posee un alma inmaterial (yân-e-rûhânî ) que, cuando está purificado e iluminado por el amor, produce otro corazón, es decir, el órgano espiritual que percibe lo invisible. El suwaydâ es el lugar de la revelación mística y del conocimiento divino (´ilm-é-ladonnî ) Dios ha depositado en este cofre la joya que nadie más en el universo puede contener" (Matnawi, I, 1016).
Históricamente nos tenemos que remontar hasta el califa abasida Al Nasir li Din Allah (m.620/1233) para encontrar el origen más significativo del establecimiento de una filiación iniciática de la Futuwah. Este califa recibe la investidura de manos de uno de los grandes representantes de Bagda: Al Shayj ´Abd al Yabbar y recurre al célebre sufí Omar Suhrawardi para que constituya socialmente la caballería, escribiendo los tratados sobre la Futuwah, al mismo tiempo que organiza la institución iniciática. Este hecho nos recuerda el papel de San Bernardo con respecto a la Orden del Temple.
La Futuwah pretendía ser un instrumento de educación y de iniciación espiritual; en el plano temporal y en el espiritual, era un medio de movilizar a los diferentes medios sociales hacia los valores espirituales del Islam. El Califa Al Nasir quiso extender la iniciación más allá de los limites de su Imperio iniciando al soberano Saldyukid de Anatolia, Kayka´us. A petición de Al Nasir su último descendiente Kayqubad Iº también fue iniciado por Suhrawardi. Este linaje caballeresco y aristocrático de Futuwah sobrevivió durante algún tiempo en Egipto bajo los Mamelucos para acabar desapareciendo.
La tradición de la caballería espiritual la volvemos a encontrar en uno de los cuerpos de infantería de monjes-soldados más conocidos del mundo árabe, los jenízaros. Organizados en una época en la que toda Europa prevalecía el reclutamiento feudal. La creación de este cuerpo se debe al Sultán otomano Murat I (1359-1389), aunque la figura espiritual que la inspiró fue el santo Haxi Bektach Veli, volvemos a encontrar aquí los colores blanco y rojo utilizados por el temple y los assacis, utilizaban el vestido blanco y un bonete rojo, ser jenízaro exigía la obediencia absoluta a las órdenes de los jefes y oficiales; unión perfecta entre todos los miembros del cuerpo; aceptación alegre de una vida sencilla y adusta, entrenamiento militar; acatamiento de las normas de la orden religiosa de los "bektachís". Además no podían casarse, gastar barba, vivir fuera de sus cuarteles, ejercer ningún oficio, beber vino ni practicar juegos de azar. Según Ahmet Cevat Bey practicaban un misticismo encendido: " Somos creyentes (…), ofrecemos nuestra vida por esta creencia (…), estamos embriagados de toda la eternidad (…), ofrecemos nuestra vida por esta creencia (…), estamos embriagados en la luz divina (…), formamos, en este mundo, una legión siempre en éxtasis ante la grandeza de Dios".
Si repasamos el capitulo IV "De la Excelencia de la Nueva Milicia" de San Bernardo titulado "De la vida que tienen los caballeros templarios" vemos las grandes semejanzas, aunque en este caso el Temple es anterior a la creación de los jenízaros, dice: " Se va y se viene al primer signo de la voluntad del que manda, se viste de lo que se da y no se osa buscar en otra parte ni el vestido ni el alimento...; sin mujeres y sin hijos,…moran todos juntos en una misma casa, sin propiedad alguna particular…Una palabra insolente, una acción inútil, una risa inmoderada…, no quedan jamás sin castigo. El juego de ajedrez y de los dados se detesta aquí…"
Y en él capitulo XIII "De Betania" San Bernardo enciende la fe del caballero exhortando a decir con el profeta: "El Señor es mi fuerza, mi refugio y mi libertador". Y también: " No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre, da la gloria".
Pero los tiempos cambian y los jenízaros también. A lo largo del siglo XVII, los jenízaros pierden sus doctrinas originales, sus cualidades de sobriedad y obediencia, se convierten en elementos de agitación y inestabilidad social; desde la muerte de Murat IV en 1640, el cuerpo protagonizó varios motines sangrientos contra visires y sultanes.
Desde 1648 a 1687, los jenízaros cometen toda clase de rebeliones y pillajes por conseguir un aumento de paga de los sultanes. En junio de 1826 el gobierno turco abolió el cuerpo de jenízaros.
Si observamos con cierto detenimiento veremos ciertas concordancias entre los templarios, assacis y jenízaros. 1ª. Son ordenes creadas o inspiradas por un santo o iniciado espiritual: San Bernardo, El Sheikh-al-Djebal, Suhrawardi o Haxi Bektach Veli. 2ª. Cierta similitud en sus doctrinas. 3ª. La utilización de los colores blanco y rojo en sus hábitos o mantos. 3ª . Son los "Guardianes de Tierra Santa".
Estos guardianes y caballeros de Oriente defienden la "Tierra de los Santos", "Tierra Santa" (el centro supremo) en tres lugares que podríamos definir como "Centros Sagrados" de la Tradición, como son: el Cairo, Jerusalén y Constantinopla (actual Estambul). Nosotros creemos que estos lugares albergaban lo que René Guenón denominaba como "centros subordinados". Y posiblemente podamos entrever el misterio del origen del Temple si lo analizamos desde este punto de vista. Tal vez en esta dirección podamos entender que hacían en 1118 nueve caballeros en Tierra Santa alojados en el palacio real de Balduino II, dentro del antiguo recinto ocupado por las ruinas y restos del templo de Salomón denominado Haram al-Sherif. Al mismo tiempo parecen estar investidos de una autoridad espiritual y temporal que hace que el mismo Balduino II les ceda su palacio y se marche a residir a un nuevo alcázar que ha mandado construir. La única actividad que realizaron durante sus primeros nueve años fue orar y meditar. Nada se sabe de otras actividades durante ese tiempo. Visto de una forma más tradicional podemos decir que aquí fueron iniciados, consagrados e investidos de sus funciones.
Diversos centros sagrados están repartidos por el mundo, teniendo una constitución análoga son la imagen del "Centro Supremo", aunque se adaptan y mimetizan a los tiempos y lugares donde opera la Tradición. El acceso a estos centros sagrados está prohibido al mundo profano y a todos aquellos que no poseen cualificaciones de orden iniciático, los "guardianes" son la corteza exterior y los defensores de estos centros. La función particular de la Orden del Temple en su núcleo iniciático fue la recibir, conservar y transmitir el "sagrado depósito" de la ciudad de Jerusalén.
Posiblemente se preveía que este centro sagrado fuese profanado por los "infieles" y el Temple tenía como principal misión protegerlo y trasladarlo a un lugar seguro de Europa. Retomamos las palabras de San Bernardo en su "Elogio a la Nueva Milicia". Dice: " Cumplirá esta profecía de Jeremías: El señor ha rescatado a su pueblo y le ha librado; y ellos vendrán y se regocijarán sobre la montaña de Sión y gozarán con placer de los bienes del Señor. (…). Levántate, repito, y sube sobre las más altas eminencias y mira el consuelo y la alegría que te viene de la parte de tu Dios. Del lugar santo ha sido enviado este auxilio, y verdaderamente por medio de estas tropas fieles se cumple en tu favor esta antigua promesa, de que habló el profeta Isaías: Estableceré en ti la gloria de todos los siglos pasados y una alegría que durará en las generaciones futuras." (Nueva Milicia, III, 6).
La importancia de estos centros sagrados de Oriente Medio esta reflejada en los viajes de diversos iniciados y santos a lo largo de la Edad Media hacia estas ciudades. Pondremos como ejemplo el caso del maestro murciano Ibn Arabí (Murcia 1165, m. Damasco 1240), conocido como "el más grande de los maestros" y referencia clave en la historia del sufismo (tasawwuf). En 1201 emprende un viaje a través de todo el arco sur mediterráneo hacia Oriente Medio que lo llevara hasta El Cairo, Jerusalén y Damasco. También Ibn Arabí formula la existencia de unos "pilares" sagrados de los cuales parten diferentes vías tradicionales, en su obra "Las iluminaciones" expone: "A cada Pilar (watad) corresponde un ángulo de la Casa: el que depende de Adán corresponde al ángulo sirio; el que depende de Abraham corresponde al ángulo iraquí; el que depende de Jesús corresponde al ángulo yemení y, aquel que depende de Muhammad, al ángulo de la Piedra negra; éste es el mío -alabado sea Dios".
De todo lo que acabamos de exponer se desprende que existe una tradición espiritual e iniciática que se ha ido conservando y transmitiendo a lo largo de los siglos, y esta no ha desaparecido nunca, y en la medida que busquemos como caballeros con humildad y pureza de corazón, así hallaremos. El signo de la búsqueda es siempre confuso e incierto, a veces nos parecemos a las mujeres que se dirigieron de madrugada al sepulcro y no encontraron el cuerpo de Jesús, y sí a dos hombres que se les aparecieron, con vestidos resplandecientes, y les dijeron: "¿ Por qué buscáis entre los muertos al que esta vivo ?" (Lucas 24,5).
josemat@accesosis.es
En Tierra Santa los templarios establecieron un marco adecuado para entrar en contacto con las tradiciones esotéricas propias de Oriente y de Asia Menor. Algunas de las acusaciones hacia ellos fue el de tener conductas permisivas con la religión de los "infieles". Según varios autores los caballeros del Temple mantenían una "hermandad" deliberada con sufíes y cabalistas, siendo la más conocida la conexión con la orden de los caballeros Ismaelitas denominados "Assacis" que significa "guardián".
La atribución de "Guardianes de Tierra Santa" era compartida por templarios, assacis y drusos, entendiendo que no solamente se referían a la defensa de un lugar geográfico como es Palestina, sino también como los guardianes de un centro supremo, de donde parte la tradición primordial y de esta todas las formas de tradición espiritual que conocemos.
La caballería occidental medieval tiene su equivalente en la caballería sufí, la iniciación guerrera está estrechamente relacionada con la iniciación en los oficios y la iniciación espiritual. La Tradición nos enseña como diferentes vías o tradiciones espirituales no son más que adaptaciones a las culturas, tiempos, costumbres o circunstancias. Aunque actualmente el Islam no reconoce a ninguna organización o institución iniciática que se pueda comparar con las ordenes caballerescas occidentales, podemos buscar en su pasado y hallar huellas tradicionales en el mundo musulmán muy cercanas a nuestra caballería occidental.
La tradición de la caballería sufí se conoce con él termino árabe de Futuwah, según el Dr. Javad Nurbakhsh , esta se fundaba sobre los valores de la generosidad (Morowat), la dedicación absoluta a los demás (Isar), el sacrificio (Fada Kari), el auxiliar a los oprimidos y desamparados, la compasión hacia las criaturas, el mantener la palabra dada y , finalmente, la humildad. Además estaban comprometidos con un código ético (Adab) y unas costumbres de caballería. Los orígenes de la Futuwah parece que se remontan hasta el Irán preislámico, es decir, al zoroastrismo. Aunque como después veremos también tuvo un fuerte asentamiento en el mundo turco.
En el sufismo este concepto transmite la idea y el sentimiento de la nobleza en el comportamiento. Hay un Hadiz donde el Profeta dice: "He sido enviado para perfeccionar la nobleza del comportamiento" y otro referido por Sulami : ..el Arcángel Gabriel vino a buscar al Profeta y le dijo: ¡ Oh, Mahoma, te he traído la excelencia del comportamiento.., [consiste en] que perdones al que ha sido injusto contigo; que des al que te niega su dádiva; que visites al que se ha desviado de ti; que te apartes del que da pruebas de incomprensión hacía ti, y que practiques el bien con el que actúa contigo por el mal."
Cualquier vía de realización espiritual incluye la preparación y la purificación de la "materia" receptora sobre la cual se pretende ejercer una influencia espiritual. El descenso del espíritu divino requiere de un alma purificada. Esta es la finalidad de la excelencia del comportamiento y de la nobleza del caballero.
Si hablamos en términos alquímicos, la sublimación en la alquimia, consiste en purificar la materia depurándola de todas sus partes terrestres y heterogéneas, liberándola de los lazos que la tienen prisionera y que le impiden actuar. Dice Basilio Valentín en "Las doce claves":
"Vestibus abjectis. Sol nudus et ipsa Diana
nuda sit, optatus manet tu inde torus.
Sponsae ex athletil pretiosa sit unda duobus,
Pro sponso proprium corpus tu illa lavet.
Certent certantes, postquam cessaverit ardor
Martius, e pugna pulchra brabaea ferent."
" Posados los vestidos, que el Sol y la misma Diana
Queden desnudos para el himeneo deseado.
Que de los dos contendientes sea hecho el baño precioso de la esposa,
Para que mediante el esposo lave allí su propio cuerpo.
Combatirán los combatientes y después que haya cesado su ardor
marcial, harán un bello trofeo de su lucha."
Esta purificación del ser es el sello del "Hombre Perfecto", en el sufismo esta nobleza conduce a la apertura del "corazón" espiritual, según el gran maestro sufí Rumí "El corazón físico posee un alma inmaterial (yân-e-rûhânî ) que, cuando está purificado e iluminado por el amor, produce otro corazón, es decir, el órgano espiritual que percibe lo invisible. El suwaydâ es el lugar de la revelación mística y del conocimiento divino (´ilm-é-ladonnî ) Dios ha depositado en este cofre la joya que nadie más en el universo puede contener" (Matnawi, I, 1016).
Históricamente nos tenemos que remontar hasta el califa abasida Al Nasir li Din Allah (m.620/1233) para encontrar el origen más significativo del establecimiento de una filiación iniciática de la Futuwah. Este califa recibe la investidura de manos de uno de los grandes representantes de Bagda: Al Shayj ´Abd al Yabbar y recurre al célebre sufí Omar Suhrawardi para que constituya socialmente la caballería, escribiendo los tratados sobre la Futuwah, al mismo tiempo que organiza la institución iniciática. Este hecho nos recuerda el papel de San Bernardo con respecto a la Orden del Temple.
La Futuwah pretendía ser un instrumento de educación y de iniciación espiritual; en el plano temporal y en el espiritual, era un medio de movilizar a los diferentes medios sociales hacia los valores espirituales del Islam. El Califa Al Nasir quiso extender la iniciación más allá de los limites de su Imperio iniciando al soberano Saldyukid de Anatolia, Kayka´us. A petición de Al Nasir su último descendiente Kayqubad Iº también fue iniciado por Suhrawardi. Este linaje caballeresco y aristocrático de Futuwah sobrevivió durante algún tiempo en Egipto bajo los Mamelucos para acabar desapareciendo.
La tradición de la caballería espiritual la volvemos a encontrar en uno de los cuerpos de infantería de monjes-soldados más conocidos del mundo árabe, los jenízaros. Organizados en una época en la que toda Europa prevalecía el reclutamiento feudal. La creación de este cuerpo se debe al Sultán otomano Murat I (1359-1389), aunque la figura espiritual que la inspiró fue el santo Haxi Bektach Veli, volvemos a encontrar aquí los colores blanco y rojo utilizados por el temple y los assacis, utilizaban el vestido blanco y un bonete rojo, ser jenízaro exigía la obediencia absoluta a las órdenes de los jefes y oficiales; unión perfecta entre todos los miembros del cuerpo; aceptación alegre de una vida sencilla y adusta, entrenamiento militar; acatamiento de las normas de la orden religiosa de los "bektachís". Además no podían casarse, gastar barba, vivir fuera de sus cuarteles, ejercer ningún oficio, beber vino ni practicar juegos de azar. Según Ahmet Cevat Bey practicaban un misticismo encendido: " Somos creyentes (…), ofrecemos nuestra vida por esta creencia (…), estamos embriagados de toda la eternidad (…), ofrecemos nuestra vida por esta creencia (…), estamos embriagados en la luz divina (…), formamos, en este mundo, una legión siempre en éxtasis ante la grandeza de Dios".
Si repasamos el capitulo IV "De la Excelencia de la Nueva Milicia" de San Bernardo titulado "De la vida que tienen los caballeros templarios" vemos las grandes semejanzas, aunque en este caso el Temple es anterior a la creación de los jenízaros, dice: " Se va y se viene al primer signo de la voluntad del que manda, se viste de lo que se da y no se osa buscar en otra parte ni el vestido ni el alimento...; sin mujeres y sin hijos,…moran todos juntos en una misma casa, sin propiedad alguna particular…Una palabra insolente, una acción inútil, una risa inmoderada…, no quedan jamás sin castigo. El juego de ajedrez y de los dados se detesta aquí…"
Y en él capitulo XIII "De Betania" San Bernardo enciende la fe del caballero exhortando a decir con el profeta: "El Señor es mi fuerza, mi refugio y mi libertador". Y también: " No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre, da la gloria".
Pero los tiempos cambian y los jenízaros también. A lo largo del siglo XVII, los jenízaros pierden sus doctrinas originales, sus cualidades de sobriedad y obediencia, se convierten en elementos de agitación y inestabilidad social; desde la muerte de Murat IV en 1640, el cuerpo protagonizó varios motines sangrientos contra visires y sultanes.
Desde 1648 a 1687, los jenízaros cometen toda clase de rebeliones y pillajes por conseguir un aumento de paga de los sultanes. En junio de 1826 el gobierno turco abolió el cuerpo de jenízaros.
Si observamos con cierto detenimiento veremos ciertas concordancias entre los templarios, assacis y jenízaros. 1ª. Son ordenes creadas o inspiradas por un santo o iniciado espiritual: San Bernardo, El Sheikh-al-Djebal, Suhrawardi o Haxi Bektach Veli. 2ª. Cierta similitud en sus doctrinas. 3ª. La utilización de los colores blanco y rojo en sus hábitos o mantos. 3ª . Son los "Guardianes de Tierra Santa".
Estos guardianes y caballeros de Oriente defienden la "Tierra de los Santos", "Tierra Santa" (el centro supremo) en tres lugares que podríamos definir como "Centros Sagrados" de la Tradición, como son: el Cairo, Jerusalén y Constantinopla (actual Estambul). Nosotros creemos que estos lugares albergaban lo que René Guenón denominaba como "centros subordinados". Y posiblemente podamos entrever el misterio del origen del Temple si lo analizamos desde este punto de vista. Tal vez en esta dirección podamos entender que hacían en 1118 nueve caballeros en Tierra Santa alojados en el palacio real de Balduino II, dentro del antiguo recinto ocupado por las ruinas y restos del templo de Salomón denominado Haram al-Sherif. Al mismo tiempo parecen estar investidos de una autoridad espiritual y temporal que hace que el mismo Balduino II les ceda su palacio y se marche a residir a un nuevo alcázar que ha mandado construir. La única actividad que realizaron durante sus primeros nueve años fue orar y meditar. Nada se sabe de otras actividades durante ese tiempo. Visto de una forma más tradicional podemos decir que aquí fueron iniciados, consagrados e investidos de sus funciones.
Diversos centros sagrados están repartidos por el mundo, teniendo una constitución análoga son la imagen del "Centro Supremo", aunque se adaptan y mimetizan a los tiempos y lugares donde opera la Tradición. El acceso a estos centros sagrados está prohibido al mundo profano y a todos aquellos que no poseen cualificaciones de orden iniciático, los "guardianes" son la corteza exterior y los defensores de estos centros. La función particular de la Orden del Temple en su núcleo iniciático fue la recibir, conservar y transmitir el "sagrado depósito" de la ciudad de Jerusalén.
Posiblemente se preveía que este centro sagrado fuese profanado por los "infieles" y el Temple tenía como principal misión protegerlo y trasladarlo a un lugar seguro de Europa. Retomamos las palabras de San Bernardo en su "Elogio a la Nueva Milicia". Dice: " Cumplirá esta profecía de Jeremías: El señor ha rescatado a su pueblo y le ha librado; y ellos vendrán y se regocijarán sobre la montaña de Sión y gozarán con placer de los bienes del Señor. (…). Levántate, repito, y sube sobre las más altas eminencias y mira el consuelo y la alegría que te viene de la parte de tu Dios. Del lugar santo ha sido enviado este auxilio, y verdaderamente por medio de estas tropas fieles se cumple en tu favor esta antigua promesa, de que habló el profeta Isaías: Estableceré en ti la gloria de todos los siglos pasados y una alegría que durará en las generaciones futuras." (Nueva Milicia, III, 6).
La importancia de estos centros sagrados de Oriente Medio esta reflejada en los viajes de diversos iniciados y santos a lo largo de la Edad Media hacia estas ciudades. Pondremos como ejemplo el caso del maestro murciano Ibn Arabí (Murcia 1165, m. Damasco 1240), conocido como "el más grande de los maestros" y referencia clave en la historia del sufismo (tasawwuf). En 1201 emprende un viaje a través de todo el arco sur mediterráneo hacia Oriente Medio que lo llevara hasta El Cairo, Jerusalén y Damasco. También Ibn Arabí formula la existencia de unos "pilares" sagrados de los cuales parten diferentes vías tradicionales, en su obra "Las iluminaciones" expone: "A cada Pilar (watad) corresponde un ángulo de la Casa: el que depende de Adán corresponde al ángulo sirio; el que depende de Abraham corresponde al ángulo iraquí; el que depende de Jesús corresponde al ángulo yemení y, aquel que depende de Muhammad, al ángulo de la Piedra negra; éste es el mío -alabado sea Dios".
De todo lo que acabamos de exponer se desprende que existe una tradición espiritual e iniciática que se ha ido conservando y transmitiendo a lo largo de los siglos, y esta no ha desaparecido nunca, y en la medida que busquemos como caballeros con humildad y pureza de corazón, así hallaremos. El signo de la búsqueda es siempre confuso e incierto, a veces nos parecemos a las mujeres que se dirigieron de madrugada al sepulcro y no encontraron el cuerpo de Jesús, y sí a dos hombres que se les aparecieron, con vestidos resplandecientes, y les dijeron: "¿ Por qué buscáis entre los muertos al que esta vivo ?" (Lucas 24,5).
LA CABALLERIA EN EL SIGLO XXI
Dr. Carlos Raitzin C+ T+
“Más vale ser Caballero que
príncipe hijo de rey o rey mismo”.
Dicho tradicional de la Caballería
Al transponer el umbral del siglo XXI es justo efectuar un aggiornamento de los principios de la Caballería. Y digo bien, aggiornamento y no revisión pues tales principios son parte de un Dharma o deber moral eterno que se halla más allá de las voluntades, razones y fantasías individuales. Son solamente las cambiantes circunstancias de tiempo, lugares y costumbres las que imponen en esto ajustes de detalle pero que nunca serán de fondo.
Queremos desarrollar aquí consideraciones que permitirán tener una mejor perspectiva de conjunto sobre el papel que deben jugar hoy la Caballería y sus integrantes dignos, lúcidos y responsables.
En artículos anteriores nos hemos extendido sobre el kshatriya o guerrero y su deber de evitar el dolor. Desde luego tal dolor siempre existe y existirá y siempre habrá necesitados que socorrer e injusticias contra las cuales se deberá luchar. Pero hay más pues hoy se exige de los individuos una lógica integración a la sociedad a través del cumplimiento de leyes escritas y no escritas. Y esto desde luego supone cambios de procedimientos pues ya no es cuestión de retar directamente en desafío al vil y al opresor. La complejidad social nos impone caminos más sutiles y menos drásticos pues la sociedad se ha tornado mucho más compleja y elaborada.
Por otra parte el mundo se compone cada vez menos de partes aisladas. En la Edad Media solo se vinculaban los pueblos por el comercio, la guerra y las alianzas ya que eran raras las embajadas de otro tipo. Hoy eso cambió y la interacción social, cultural y económica de los países es permanente y creciente. Y esto impone, se quiera o no, un sello adicional de internacionalidad geográfica a lo caballeresco. Sello que obliga a una mayor amplitud de miras y a una mayor aptitud para la convivencia. Pero lo caballeresco debe ir, como veremos luego, mucho más allá y mucho más alto que las circunstancias contingentes que se han señalado.
De hecho en la Caballería existe desde siempre un fundamento esencial, necesario e inamovible que es su núcleo y basamento espiritual. En otros trabajos hemos demostrado largamente que tal fundamento no hace a tal o cual creencia religiosa particular sino que, rebasando de lleno el marco de lo exotérico, se inserta de pleno derecho y por su naturaleza misma en el marco de lo iniciático y esotérico. Si no comprendemos esto no podremos captar nunca el verdadero espíritu de la Caballería ni de antes ni de ahora, ni de la del Medioevo ni de la de nuestro siglo XXI. Y solo podrá haber entonces parodias más o menos ridículas, carentes de elevación y amplitud de miras por parte de individuos no calificados para ser Caballeros. O, lo que es mucho peor, se usará el nombre de la Caballería para amparar intereses mezquinos y bastardos que pueden ir desde las ambiciones personales hasta las torcidas actitudes políticas extremas. De sobra sabemos de tales casos que son solo explicables por la felonía y mediocridad de quienes así proceden.
Así resulta que para remediar tales males es necesario correrse hacia los bienes. Y esto supone recentrarse en los sublimes postulados que demasiados “Caballeros” de hoy ignoran supinamente. Este espíritu implica y exige de manera terminante y taxativa estar del lado del débil, del desprotegido y necesitado de ayuda, de las minorías desposeídas o en peligro, en suma del lado de los débiles. Es compasión, tolerancia y caridad las que mueven al Caballero e impulsan su valor para eliminar al dolor y procurar el bien común. No olvidemos además que la verdadera Libertad nace precisamente del Principio de Tolerancia. Este, en suma, nos enseña que debe uno tomarse el trabajo de amar al prójimo, de comprender a los otros y de respetarlos, poniendo en un pie de igualdad a todos los seres humanos en cuanto a su esencia sagrada y sus derechos. Si esto no se da en forma sincera y genuina en los hechos la Libertad pronto sucumbe tras reducirse primero a meras expresiones declamatorias sin contenido real. Y la Caballería digna de ese nombre no puede existir en tales condiciones.
Los verdaderos Principios del Temple no son felizmente los de la Inquisición. Por el contrario hay en la Orden cuando se la comprende realmente amplio marco para la convivencia armoniosa y el diálogo fecundo. Los Estatutos Secretos que he tenido el honor de dar a conocer a través del Boletín de TEMPLESPAÑA son extremadamente claros en tal sentido pero hay que querer oirlos. Una Orden del Temple que excluya a quienes no sostengan determinados dogmatismos es solo una falsificación bastarda y bastardos son los que llevan tales cosas adelante. No importa lo que pregonen, lo que hacen es lo que cuenta.
La universalidad, presente por cierto en el Temple de antaño, es la piedra de toque de lo iniciático. Nace tal actitud diría naturalmente de un estado de conciencia elevado. Si falta es señal que se permanece en las tinieblas del mundo exterior y profano. Defender esto ya no es solo cosa del Temple, es deber insoslayable de toda la auténtica Caballería. Olvidarlo o negarlo supone ser un felón y un mal Caballero con la indignidad que ello trae consigo, No hay ni puede haber nunca Caballería digna de ese nombre sin Tolerancia, Justicia y Compasión. Pero hay más, mucho más y que hace, como ya señalé, al carácter iniciático de la Caballería. Ahora bien, lo Iniciático solo es perceptible a partir de un cierto grado de madurez interior, el que ni remotamente es característica generalizada de los humanos en los tiempos que corren. Y cabe bien preguntarse: se puede conocer la Caballería cuando se carece de esta apertura interior? La respuesta es para quien escribe terminantemente negativa y para intentar darla con fundamentos podemos hacer referencia a la obra de Paul Jouveau du Breuil “Vocation Spirituelle de la Chevalerie”. Si bien todo en este libro es bello y poético el autor no rebasa en ningún momento del nivel moral y devocional en sus consideraciones. No ha alcanzado lo metafísico a través de la vivencia personal y ello marca todas sus concepciones de carencias indudables. Pero aún así su fervor natural no le impide escribir palabras lúcidas: “A la lucha por el triunfo de lo Verdadero, lo Bello y del Bien la Iglesia no puede ya darle la marca divina pues ella se ha dejado corromper con el mundo desde hace mucho. Es esto lo que la hace inapta para exaltar las almas activas como, diez siglos antes, ella había podido movilizar las voluntades caballerescas para defender la fe, la viuda y el huerfano”. (Cap. XVIII, pag. 161, Editions Traditionnelles, Paris, 1979). Esto es alcanzar el umbral de lo verdaderamente trascendente pero no traspasarlo.
Si he logrado explicarme en cuanto que no se reduce lo caballeresco a lo ético y a la fe religiosa exotérica bien podemos avanzar un paso más en lo esencial. En mi trabajo “La Caballería Medieval” que puede verse en este sitio decía:
“En definitiva que el Caballero llegó a ser y permanece como una figura arquetípica, única y a la que no se alcanza con solamente ética, valor, destreza y cortesía. Así como Rudolf Otto afirmaba que la bondad por si sola no alcanza a lo santo sino que es necesario además lo numinoso, así vemos que en el auténtico Caballero también lo numinoso está presente y que él no es figura del todo de este mundo”.
Se desemboca así (ver trabajo citado) en conclusiones que deben ser mencionadas una y otra vez:
“Todas estas preguntas tienen una sola y taxativa respuesta: la Caballería Tradicional supone una Iniciación, entendiendo por esto la transmisión de una influencia espiritual que permitirá a quien es digno y calificado para recibirla la realización de grandes hechos en lo externo y en lo interior pero que nada cambiará en quien es indigno de ser Caballero! Por ello será conveniente y deseable referirse a la Caballería Espiritual o, mejor aún, Iniciática para distinguirla del que solo practica la guerra y el combate o bien de quienes usurpan el título de Caballero sin derecho a ello.
Lo dicho basta para comprender dos puntos fundamentales. El primero es el abismo de diferencia que existe entre el esoterismo iniciático y el simple exoterismo religioso pues hasta un Papa (Inocencio III) se ufanaba no de ser pontífice sino de pertenecer al Temple como Caballero. El segundo punto es la tremenda importancia de lo que impulsaba a muchos poderosos y espíritus ilustres a pertenecer a la Caballería. Recordemos el caso de Dante Alighieri, Bocaccio y los "Fedeli d'Amore" de quienes me he ocupado en otros trabajos.
Está claro que el mundo de hoy ha olvidado todo al respecto del sentido y misión Iniciáticos de la Caballería y prueba de ello es que aquí y allí surgen nuevas órdenes que pretenden ser honoríficas y no pasan de carnavalescas, dado que no poseen ni raíces en el pasado ni filiación iniciática alguna. En algunos casos pretenden reducir lo iniciático a lo meramente religioso y exotérico. Desde luego esto es una prueba de la formidable ignorancia respecto de la Tradición Iniciática en que vive ese tipo de personas. La parodia es su refugio pues no pueden comprender ni alcanzar a lo verdaderamente trascendente”.
Pero que la Iniciación germine, florezca y fructifique supone un trabajo interior arduo y prolongado. Y aquí está la clave para el futuro de la Caballería. Si esta quiere ser plena, auténtica, legítima debe encarar esto sabiendo que no se reduce de ningún modo a simples misas y oraciones. Es el proceso de alquimia interior que conduce al Santo Grial. La meta de esta Cruzada es la Jerusalén celeste y no la terrestre como bien apuntaba Fr+ Patrick Emile Bracco.
La Caballería ha sido, es y será siempre un Camino de Realización Espiritual con todo lo que ello implica en lo interno y externo. Sea nuestro esfuerzo para llevarla a cabo plenamente en Sabiduría, Fuerza y Armonía, en Honra y Amor. Y sea la gloria para Dios y no para nosotros.
COLOFON
“No debe creerse que estamos atacando
los principios que fundamentan esos cultos y filosofías,
como así tampoco la verdad
que tales cultos y filosofías representan.
Ni atacamos a la gente sincera
que trata de ayudar a otros
a formar y desarrollar el carácter.
Sólo atacamos a la perversión de la verdad
y a las personas que,
ocultando sus crímenes bajo el manto de la sabiduría,
desvían deliberada y conscientemente al público
buscando solamente el
engrandecimiento y enriquecimiento propio."
Manly Palmer Hall
LA ORDEN DEL TEMPLE AYER Y HOY
Dr. Carlos Raitzin
Abordar el tema de la Orden del Temple resulta, para hacerlo a conciencia, asunto complicado y delicado. En primer lugar por lo amplio e intrincado de la historia de la Orden. En segundo lugar por lo vasto de las conexiones que ésta tenía con otras organizaciones iniciáticas , caballerescas, políticas y religiosas. Y, en tercer lugar, dado que mencionar ciertos temas, supone desgraciadamente rozar las ideas preconcebidas y a menudo falsas de muchos. De esto a que se despierte la vorágine del fanatismo hay solo un paso corto y ese paso se da fácilmente. No sin razón afirmaba Friedrich Dürrenmatt que decir la verdad es una aventura. Cabe agregar que esa aventura es tanto más peligrosa cuanto mayores sean la ignorancia, el fanatismo y la superstición alentados por organizaciones de tipo religioso. Nada más fácil que perder los estribos cuando se sostiene simplemente y solamente lo que se cree, pero de lo que no se sabe en realidad nada...
Por cierto que no voy a hacer aquí la defensa de la Orden del Temple. Esa defensa no es necesaria. Toda persona informada y de buena fe sabe ya que los cargos fueron fraguados y que las confesiones de los Caballeros Templarios fueron obtenidas mediante las torturas. Los motivos reales fueron otras. En primer lugar la codicia deshonesta de Philippe IV (a) Le Bel, rey de Francia. La misma codicia que ya anteriormente lo había llevado a la alteración del título de las monedas de oro del reino, lo que lo convirtió en el primer rey que falsificó moneda en Europa. El segundo gran motivo fue la felonía de su pariente Bertrand de Gott (a) Clemente V, o sea el Papa. Clemente V debía precisamente el papado a la gran presión e influencia que había desplegado su pariente Philippe IV le Bel. Pero, finalmente, el Papa resultó ser más hábil. Sus sutiles maniobras obligaron finalmente al rey a solicitar y a aprobar, sin reservas, que la Iglesia se apropiara de los cuantiosos bienes de la Orden del Temple y los cediera a los Caballeros Hospitalarios (documento firmado por Philippe IV el 24 de agosto de 1312). Este pedido y aprobación no fue impedimento para que gran cantidad de tales bienes fuera de Francia fueran distribuidos... entre los parientes del Papa. Nihil novum sub sole...
Naturalmente ésta sólo es la "historia pequeña" de los finales del Temple como Orden canónica de la Iglesia y que conduce a la gran tragedia que todos conocemos. Tras una parodia de juicio, tras aberrantes torturas, con las que se logró obtener confesiones prefabricadas, centenares de Caballeros Templarios perecen en la hoguera. Entre ellos el Gran Maestre de la Orden, Jacques de Molay. El 19 de marzo de 1314, el infortunado de Molay junto con el Maestre de Normandía Geoffroy de Charney fueron quemados vivos a fuego lento en un islote del Sena situado entre los jardines del rey y la Iglesia de los hermanos ermitaños de San Agustín. Ambos recibieron la muerte con el mayor valor y entereza que es dable imaginar "despertando admiración y sorpresa entre todos los que asistieron". No sólo ambos se retractaron antes de sus forzadas confesiones en el tormento, sino que el Gran Maestre Jacques de Molay antes de morir, maldijo a los infames Papa y rey con estas palabras: "Clemente,, juez inicuo y cruel verdugo, te cito a comparecer ante el tribunal de Dios en cuarenta días y a ti, Philippe, antes de un año" *. Palabras terribles que después veremos en que grado y medida se cumplieron. La justicia de Dios no se hizo esperar. Es tradición que el pueblo de París ante este infame espectáculo, maldijo también al rey y rompiendo los cordones de la guardia se precipitó sobre la hoguera para rescatar algunos huesos calcinados, los que fueron guardados como reliquias. Ya entonces nadie dudaba de la pureza y honra de los Templarios.
Martirio del Gran Maestre Jacques de Molay y de Geoffroy de Charnay el 18 de marzo de 1314 en un islote del Sena
Lo complejo y extenso del tema nos impide extendernos libremente en la historia de la Orden. Por ello, en lo que sigue, nos ceñiremos estrictamente a desarrollar una serie de puntos que no podrán hallarse en las fuentes usuales relativas al Temple. Estos puntos son:
I- La maldición del Gran Maestre Jacques de Molay.
II- El misterio del Baphomet.
III- El esoterismo templario. San Bernardo de Clairvaux.
I- LA MALDICION DEL GRAN MAESTRE JACQUES DE MOLAY
Nos preguntábamos hace un instante si se cumplieron las terribles palabras de Jacques de Molay antes de morir. Veamos los hechos que fueron aún más terribles que esas palabras. Con René Guénon es menester afirmar que la destrucción de la Orden del Temple marcó verdaderamente el comienzo de la ruptura de Occidente con la Tradición Primordial ("Autorité Spirituelle et Pouvoir Temporel", Cap. VII). Este pisotear a mansalva de los valores espirituales por excelencia, es decir los correspondientes a los niveles esotérico e iniciático, tenía que necesariamente implicar una reacción o contrapartida a nivel cósmico, como en efecto ocurrió. Poco se dice normalmente en relación a este punto, sin duda porque fuerzas tan siniestras como poderosas se han empeñado en una conjura de silencio. Sin embargo, en el siglo pasado, un fraile español inteligente, Mateo Bruguera,(ver su obra póstuma "Historia de los Templarios" 3 tomos. Barcelona 1888-89, Imprenta y Librería de la Inmaculada Concepción) efectuó una recopilación relativa al triste fin de los múltiples felones complotados para la destrucción del Temple. Hela aquí:
Clemente V (Bertrand de Gott o Goutt), natural de Villandrán, Gascuña. Murió de diarrea en la noche del 19 al 20 de abril de 1314, dentro de los cuarenta días de la muerte de Jacques de Molay. Lo dejaron al cadáver abandonado y desnudo toda la noche. Luego durante el velatorio cayó una vela que incendió el catafalco, carbonizando medio cadáver.
En 1577 los calvinistas entraron en Uzeste, destrozaron su tumba, quemaron sus restos y aventaron sus cenizas.
Philippe IV (a) "Le Bel", rey de Francia. Murió de fiebre y remordimientos el 29 de septiembre de 1314, dentro del año de la muerte de Jacques de Molay.
NOTA SOBRE LA MUERTE DE PHILIPPE IV LE BEL
Vale la pena consignar que su muerte sobrevino por fiebre y gangrena de heridas ocasionadas por caída de su caballo durante una cacería a causa de un jabalí. Ver Dante: "Divina Comedia", Paraíso XIX, 118-120. El olor que desprendían sus llagas era tal que resultaba repugnante y nauseabundo acercarse a su lecho de muerte. El fin de Philippe le Bel resulta así harto significativo desde el punto de vista del simbolismo iniciático, pues el jabalí es símbolo tradicional tanto de la ira del cielo como de la autoridad espiritual ( ver Jean-Paul Clebert "Dictionnaire du Symbolisme Animal").
Luis X (a) Hutin (también llamado el querellante o pendenciero) Hijo mayor y sucesor de Philippe le Bel. Murió envenenado el 5 de junio de 1316.
Philippe V (a) le Long, el largo. Segundo hijo de Philippe le Bel. Murió el 3 de enero de 1322 en medio de horribles sufrimientos, maldecido por el pueblo a causa de los crecidos impuestos.
Carlos IV (a) le Bel, último hijo de Philippe le Bel. Muere en 1328 tras haber fracasado en todas sus empresas. Así se extinguió la descendencia directa del pérfido rey.
Carlos de Valois (hermano de Philippe le Bel). Iba por las calles llorando sus penas y arrepentimiento, rogaban a cuantos pasaban que oraran por la salvación de su alma.
Dante (que era Templario laico de los "Fedeli d'Amore" como ya hemos expuesto detalladamente en otro trabajo en este mismo sitio web) dice de él que combatió con la lanza de Judas, pues fue cruel, sanguinario y traidor. Murió - dice la Historia - de arrepentimiento.
Guillaume de Nogaret, Ministro de Philippe le Bel. Hombre infame y de terrible ambición. Había sido excomulgado sucesivamente por dos Papas, Bonifacio VIII y Benedicto XI. Se las ingenió para hacer envenenar al primero de ellos, quién murió como consecuencia del hecho. Maldecido en público por uno de los últimos jefes del Temple, murió a los ocho días en forma súbita y misteriosa.
Eguerrand Portier de Marigny, conde de Longueville. Se ocupó junto con Nogaret y Plezian de inventar las más torpes calumnias contra los Caballeros Templarios. Muerto Philippe le Bel, Enguerrand fue procesado y encerrado en la fortaleza del Temple. Se le acusaba de sortilegio, malversación de fondos reales y otros delitos. Se le negó el derecho a la defensa. Condenado a muerte, fue ejecutado el 30 de abril de 1315 en la horca. Junto con él fueron ahorcados sus cómplices Pierre de la Brosse y Paviot, siervo. Su otro sicario, Jacques Delor, se estranguló en su celda el día anterior y la mujer de éste, conocida como "la renga" fue quemada a los pocos días como hechicera.
La esposa de Enguerrand y su servidora Mme. Chanteloup permanecieron prisioneras en el Temple, acabando allí sus días miserablemente.
Guillaume de Plezian (o de Plesis): cómplice de Nogaret y de Marigny, fue el ministro que gozó de mayor intimidad con Philippe le Bel. Murió miserablemente (al parecer cubierto de llagas) el mismo año de Jacques de Molay, es decir en 1314.
Jean de Plublaveh: fue Gran Preboste de París. Odiaba a los Templarios y con sus calumnias relativas a los Caballeros de la Orden evidenció su rencor, gravitando mucho en el infame proceso. En 1320 durante una revuelta del populacho, éste tomó el Chatelet que era la residencia del Preboste, lo golpearon, atropellaron y pisotearon. Por último la turba lo arrojó desde lo alto de la escalera, muriendo así con la cabeza aplastada. Cabe por cierto mencionar que, en ese mismo lugar, el había hecho torturar a muchos Caballeros Templarios, dando instrucciones personales respecto de los horrorosos suplicios a aplicarles.
Enrique Chaperel: sucesor del anterior como Gran Preboste, se había caracterizado por su furor maligno y odio enconado hacia los Caballeros del Temple, a quienes hizo torturas sin piedad. En 1321 fue acusado de delitos infames, entre otros de mantener relaciones sexuales con animales. Se lo procesó y ahorcó ese mismo año.
Raoul de Presles: prominente jurisconsulto de París, fue abogado general del Parlamento. Citado como testigo en el proceso contra la Orden, fue el primero en declarar infamias ante la Comisión Papal, buscando naturalmente complacer a Philippe le Bel en cuyo complot estaba. Poco después el Rey Luis X (a) "Hutin" lo acusó de robos y confiscó todos sus bienes, haciéndolo torturar. El resistió la tortura y murió pobre y humillado en 1315.
Pierre de la Chapelle Taillefer, Obispo de Carcasona y Tolosa, luego Cardenal con el título de Preneste: Aprovechó el proceso de los Templarios para hacerse nombrar Carcelero Mayor. No solo no mejoró en nada la triste situación y estado en que se hallaban en las mazmorras los Hermanos del Temple, sino que, por sus servicios, se hizo abonar grandes sumas provenientes de los bienes de la Orden. Murió súbitamente en 1312 tras finalizar el Concilio de Vienne, maldecido unánimemente por todos los Caballeros Templarios que sabían de él.
Philippe de Marigny, Arzobispo de Sens: participó en el Concilio Provincial de Sens, donde no dejó de lado ninguna calumnia y felonía para hundir a la Orden del Temple. Muerto Philippe le Bel, el fue encarcelado junto con sus dos hermanos, el ministro Enguerrand y Juan, Obispo de Beauvais. Es absuelto sin demasiada convicción por el jurado y, al retornar a Sens, tiene que escapar del odio del pueblo. Huye a París donde muere en 1317, pobre y lleno de vergüenza y remordimiento. Es enterrado al lado de su hermano ajusticiado del que ya hemos hablado.
Rodulfo Grospain, Obispo de Orleans y Arzobispo luego (temporal) de Sens, antes de Marigny. Dirigió las torturas infligidas a los Caballeros del Temple. Cómplice de la matanza que costó la vida a 54 Caballeros el 12 de mayo de 1310. Asistió al Concilio de Vienne y murió súbitamente en 1313.
Hugo Giraldi (o Geraud), Obispo de Cahors: éste canalla despiadado fue el más cruel de los hombres, dirigiendo las torturas más infames con el rigor más despiadado. Acabó sus días de modo tan trágico como vil. Acusado de simonía (venta de cargos eclesiásticos), exacciones y violencias tiránicas con su grey, se le degradó de su dignidad episcopal, siendo condenado a ser desollado vivo, arrastrado por las calles de Avignon y finalmente arrojado al fuego. Esto tuvo lugar en 1317.
Gaillard de Pressac, Obispo de Tolosa y sobrino del Papa Clemente V: dirigió las torturas que sufrieron muchos Caballeros de la Orden. Por sus amores, escándalos y vida dispendiosa, el Papa Juan XXII le obligó a renunciar al obispado, muriendo oscuramente en 1316.
Boson de Salignac: sucede a Bertrand de Gott (Clemente V) en el Obispado de Cominges. Torturó a muchos Caballeros y asistió al Concilio de Vienne en 1314, muriendo repentinamente ese mismo año.
Aymerico de Lusignan, homosexual. Se había apoderado del gobierno de Chipre y odiaba a la Orden del Temple. La razón es que ésta no le había apoyado cuando destronó a su hermano Enrique. Cuando recibe el breve de Clemente V, encarcela a los Caballeros y se apodera ipso-facto de los bienes de la Orden. De poco le valió esto pues en 1318 su favorito Simonett de Montt lo mata en su gabinete, de diez puñaladas.
Burchard, Arzobispo de Magdeburgo: mandó encarcelar en 1307 a los Caballeros Templarios de su Diócesis tras recibir la orden del Papa. El pueblo se amotinó y lo encarceló a él, cubriéndole de insultos. Los Caballeros Templarios fueron liberados y el miserable Arzobispo continuó en la cárcel, muriendo al año siguiente (1308) en ella.
Alberto de Austria: este felón, perseguidor acérrimo de la Orden del Temple, murió asesinado por su sobrino Juan de Suabia al atravesar el río Reuss. Se hallaba en marcha hacia Suiza para dominar la revuelta de Guillermo Tell, el héroe helvético. Su oportuna muerte tuvo lugar en 1308.
Eduardo II de Inglaterra, homosexual. Yerno de Philippe le Bel, persiguió a los Caballeros pero sin tanto encono como su suegro. La hija de Philippe, Isabel, lo engañó tanto como pudo con Roger Mortimer al darse cuenta de las perversiones de su marido. Finalmente, harta de él, lo hizo encarcelar y finalmente matar, hundiéndole una espada al rojo en el recto.
Esquieu de Floyran (o Squin de Florian según otros textos), originario de Béziers y prior de Montfalcon. Intentó, tras haber sido al parecer expulsado de la Orden, convencer al rey Jaime II de Aragón de que los rumores de herejía, idolatría y sodomía que circulaban contra la Orden eran verdaderos. Cómo éste rey no dio crédito a tales calumnias, Floyran se dirigió a la corte francesa. Enterado de las falsas acusaciones que circulaban, el Gran Maestre Jacques de Molay solicitó al Papa una investigación. Este accede y el 24 de agosto de 1307 comunica a Philippe le Bel su decisión en tal sentido. Pero Philippe no desea la verdad sino únicamente los grandes bienes de la Orden (solamente en tierras y en Francia había casi dos millones de hectáreas propiedad del Temple). Para no cederle la iniciativa al Papa, dispone el arresto de todos los Caballeros, hecho que tiene lugar el 13 de octubre de 1307. En total (cifras de la Comisión Papal) fueron arrestados 546 Caballeros y apenas lograron escapar un par de docenas de ellos.
Muerte del traidor Esquieu de Floyran
Según la tradición oral el traidor Esquieu de Floyran (o Squin de Florian) fué ultimado por miembros de las guildas de constructores. Esto sucedió casi al unísono con la muerte de Jacques de Molay.
Muchos otros hechos notables tuvieron lugar cuando se pretendió destruir para siempre a la Orden. Años fueron aquellos de calamidades continuas y la nieve cubrió Europa con terribles vientos asoladores año tras año. Hubo como consecuencia hambrunas muy duras y muchos perecieron. Pero el fenómeno más notable tuvo lugar en París en uno de los primeros días de mayo de 1310, poco después de la salida del sol. Sobre el disco del astro rey se observó con la mayor nitidez que se dibujaba roja la cruz Templaria, rodeada de tres anillos concéntricos, el interior negro, el central rojo y el externo blanco. Vale la pena apuntar que estos son los colores de la Gran Obra alquímica como también los de la Fraternidad de Filósofos Desconocidos (Agla), la que recibiera su Regla de los Caballeros Templarios y estuviera bajo la protección de estos. Dicha Fraternidad Iniciática agrupaba artistas, estudiosos y hombres de letras y astrólogos, como también más tarde a impresores, editores y universitarios en general. Su finalidad era muy elevada pues apuntaba al conocimiento esotérico y a la ayuda fraternal entre sus miembros, transmitiéndose entre ellos una Iniciación que ha llegado hasta nuestros días. La heredera actual de la Fraternidad de Filósofos Desconocidos es la Orden Martinista (de la cual no todas las obediencias poseen una verdadera y legítima filiación).
II- EL MISTERIO DEL BAPHOMET
Muchas y muy absurdas fueron las acusaciones lanzadas contra la Orden del Temple. Algunas de ellas resultarían hasta risibles si no hubieran desencadenado tantos sufrimientos.
Entre estas cabe mencionar la grotesca invención de que en los Capítulos, a las doce de la noche en punto , aparecía un gato negro, el que era adorado por todos los Caballeros presentes. Por supuesto tales asertos no requieren siquiera ser desmentidos hoy pero hubo otros cargos, más sutiles y ponzoñosos, que requieren una aclaración. Entre estos ninguno tan rodeado de confusión y misterio como el tema del Baphomet.
Según las confesiones obtenidas bajo tortura este era un siniestro ídolo de dos cabezas que era adorado por los Templarios. Han corrido ríos de tinta para aclarar este asunto pero lamentablemente esos ríos solo arrastraban hipótesis fantasiosas cuando no ridículas a las que tal vez valga la pena revisar rápidamente. El Dr. Hans Prutz, Profesor en la Universidad de Koenigsberg a fines del siglo pasado ha dedicado a este asunto un trabajo medular y sesudo ("Geheimlehre und Geheimstatuten des Tempelherrenordens") pero, infortunadamente él no disponía de toda la información necesaria (precisamente por no pertenecer a la Orden). Allí por ejemplo se menciona la hipótesis de Ernesto Renan según la cual Baphomet era término corriente durante el Medioevo para designar ídolos de cualquier clase. No se aporta la menor prueba o ejemplo en apoyo de esta afirmación gratuita.
Otros varios autores han pretendido que el nombre del supuesto ídolo es una deformación de Mahomet y que los Templarios lo adoraban dado que se habían convertido secretamente al Islam. Esto revela mucha ignorancia y/o mala fe por parte de los autores de tales teorías, pues los musulmanes jamás han adorado ídolos: el Corán lo prohibe explícitamente.
Con mayor ingenio y lógica otros han supuesto sin pruebas que la palabra deriva del griego: Baphé métidos, o sea "Bautismo de Sabiduría". Por último Eliphas Levi (seudónimo del Abate Constant) y Gregory Ottnovitch de Mehbes se han acercado un poco más a la verdad al afirmar que las sílabas de Baphomet leídas al revés constituyen las iniciales de "Templi omnium hominum pacis abbas" o sea "el Padre del Templo de la paz para todos los hombres". Aquí probablemente ha habido una información mayor respecto del Ritual Iniciático que enseguida comentaremos en detalle. Sin embargo, como veremos, tampoco esto corresponde exacta e íntegramente a la verdad.
Antes de entrar de lleno en tal ritual debemos sin embargo efectuar algunas precisiones que no resulten tal vez ni agradables ni fáciles de captar. Para personas fanáticas e ignorantes (como eran sin duda los acusadores de la Orden) un ritual Iniciático y las consabidas pruebas eran simplemente algo imposible de comprender. Si veían una cabeza doble a ser usada en las ceremonias su única opinión posible era que tal cabeza era un ídolo y que a ese ídolo se lo debía adorar en secreto. De aquí a fabricar la calumnia conocida solo hay un paso breve y ese paso lo dieron sin vacilar pues ya habían dado otros mucho más malignos y absurdos. Pero hay algo más difícil de comprender por una persona común (o sea un profano que no ha recibido una auténtica Iniciación). Para una persona así, especialmente si ella tiene mentalidad religiosa, el concepto de sacralidad es algo completamente distinto del que tiene un Iniciado. La devoción le hace ver a ese profano religioso como objetos sagrados aquellos que tienen relación directa con su culto. Para él lo numinoso se asocia con mayor fuerza a tales objetos que al resto del mundo material y de ahí que los considere, especialmente si estos objetos han recibido alguna consagración o bendición, como verdaderas hierofanías. Así es que se sitúa el homus religiosus, sin saberlo ni quererlo, a muy escasa distancia de la idolatría. Para el Iniciado auténtico esto no tiene vigencia: para él la materia toda se sacraliza por la omnipresencia de la Divinidad. En el milagro de la Unidad, resultante de su estado de conciencia y donde ver es ser, no caben distingos ni preferencias. Es la vivencia del Todo en el Todo, donde la Teofanía es permanente y continua porque Dios esta ahí. Desde el punto de vista no puede haber ídolos ni objetos sagrados pues absolutamente todo se sacraliza en la Unitotalidad sin distingo alguno posible. Para dar un ejemplo, para un Iniciado un crucifijo o un ícono son simples trozos de madera pintados. No hay en ellos ya algo que los haga más o menos santos que el resto del Universo. Por supuesto, esto es difícil y duro de aceptar para quién no haya tenido vivencias iniciáticas. Sin embargo lo razonable será que no se lo niegue en base a una fe ciega sino que se lo viva para sustituir la creencia por el saber. Quién sabe y conoce, ya no necesita creer. La creencia es el báculo de la ignorancia y ambas por siempre han sido, son y serán inseparables.
Pasemos pues a analizar el Antiguo Ritual de Iniciación de un Caballero Templario Elegido, en la parte correspondiente al Baphomet. Esta parte del Ritual se ha suprimido en la actualidad pues ya la Orden no se ocupa de cuestiones profanas tales como la política y el comercio. En consecuencia no hay inconveniente en hacerlo público y es muy posible que su contenido haga reflexionar a muchos.
Al comienzo de la ceremonia el recipiendario y su padrino de Iniciación se colocaban en el centro de un círculo de fuego. Ante ellos se colocaba el Maestre, quién luego explicaría el simbolismo de la ceremonia. La escena se hallaba iluminada únicamente por la pálida luz de las fogatas.
Ante ambos, recipiendario y padrino, aparecía una figura extraña y odiosa de un hombre con dos cabezas (o bien doble rostro) las que se agitaban furiosamente. Sus dos faces eran horribles, sus respectivas cabelleras semejaban serpientes, las bocas permanecían entreabiertas y las miradas eran de ansiedad, ira y codicia. El único cuerpo de tal monstruo era descarnado y seco como el de un esqueleto evocado por el Angel del Apocalipsis. Una de las dos cabezas portaba una corona real y la mano de ese lado blandía un cetro.
La otra cabeza, la más amenazante y horrible, ostentaba una tiara pontificia de triple corona y la mano de ese lado hacía esfuerzos convulsivos para retener un crucifijo que parecía se le iba a escapar a cada instante. El peso de ese crucifijo era excesivo para la pequeñez y debilidad del brazo que lo sostenía. Todo hacía suponer que pronto la horrible criatura iba a desgarrarse en dos. Esto, por cuanto el lado del cetro y la corona era más fuerte y resistía con contracciones a los tirones continuos de la otra mitad. Estos esfuerzos mantenían crispados continuamente a los rasgos de ambas faces y les daban una apariencia más odiosa aún a éstas.
Este muñeco de repugnante aspecto se apoyaba en ocasiones sobre dos pilones de acero de los que surgían dos pies móviles de los que manaba abundante una tinta roja semejante a sangre. De este modo se simbolizaba que ni siquiera la muerte de muchísimos seres detenía la marcha del monstruo de dos cabezas. En general, sin embargo, se prefería emplear para esto a un Caballero de la Orden convenientemente disfrazado.
A continuación el Maestre Iniciador se hacía oír para explicar al recipiendario el simbolismo de esta escena. Estas eran sus palabras, narrando una leyenda de elevado contenido ético y preñada de significaciones político - religiosas:
"Escuchad la historia de los dos maestros constructores que pretendieron engañar al Señor.
Dijo el Señor a Baphomet y a su hermano: "Yo os he dado la Tierra y vosotros bien véis como los hombres se hallan errantes y sin asilo. Construid pues a Mi gloria un Templo único y grandioso. Este Templo deberá poder reunir bajo un solo y mismo abrigo a todos estos desdichados. Ellos no tienen ni techo ni tienda para protegerse del granizo, la lluvia, la nieve y los vientos que traen del norte el frío, el hambre, el dolor y la miseria".
Y Baphomet y su hermano, en lugar de edificar un templo donde todos los hombres pudieran hallar abrigo saludable, solo se ocuparon en construir para ellos mismos sendos magníficos palacios con los materiales de que disponían para erigir el templo ordenado por el Señor.
Y bien, lejos de hacer de sus palacios lugares de consuelo y amparo para todos los demás hombres, muy otra fue la actitud de los hermanos. Ellos edificaron prisiones para obligar a los demás a servirles como también cámaras de tortura. Allí se extremaban las crueldades contra todos los que reclamaban el cumplimiento de las promesas hechas para inducirlos antes a construir tales mazmorras. sobraron muchos materiales que fueron vendidos por los hermanos en procura de oro ya que la codicia de ambos era grande. Y más oro aún le fue procurado por las lágrimas y la sangre de los desdichados que gemían en sus prisiones y bajo sus látigos. El Señor retornó al cabo de un tiempo y preguntó:
"Baphomet, dónde está el Templo que debías construir a Mi Gloria?".
"No esta acabado aún - fue la respuesta del constructor infiel -, volved Señor al cabo de cuarenta semanas y lo hallaréis listo y será un Templo digno de recibiros". Pero el Señor continuó preguntando:
"Baphomet, dónde se hallan los hombres a los que te di por misión reunirlos para habitar Mi Templo?".
"Aún se hallan errantes y dispersos - respondió el otro hipócrita hermano, agregando - ellos empero terminarán por escuchar mi voz. Retornad Señor al cabo de cuarenta* semanas y, ciertamente, los veréis reunidos para escucharos y ellos serán dignos de oír Tú Palabra justa y perfecta".
El Señor retornó al finalizar ese plazo de cuarenta semanas pero el mismo había transcurrido como antes sin que los hermanos hubieran elevado Templo alguno a la gloria de Dios. Lejos de ello, habían preferido ambos continuar acumulando oro con la sangre y las lágrimas de sus infelices esclavos.
Dijo a su retorno el Señor:
"Dónde se halla Mi Templo y dónde están sus moradores?"
Baphomet y su hermano rogaron entonces les concediera un nuevo plazo. El Señor accedió en Su Bondad, fijando esta nueva prorroga en cuarenta días. Tal como habían transcurrido antes las cuarenta semanas pasaron ahora los cuarenta días y el Señor retornó al cabo de ellos para comprobar que las promesas de ambos constructores habían sido falaces y vanas. Ambos hermanos, retardando una y otra vez la hora de la justicia, habían terminado por creer que esta no llegaría nunca. Al ver que nada habían hecho, el Señor en Su Cólera los derribó por tierra con Su Aliento. Y con mayor cólera aún Dios observó las inmensas reservas de oro que ambos habían acumulado, y ese oro se fundió entonces como si hubiera estado en un crisol sometido al mas vivo de los fuegos.
Y el Señor tomó entonces en la punta de sus dedos un poco de ese oro y tocó las frentes de los derribados hermanos que lo habían traicionado. Los cuerpos de ambos se trocaron en ese instante en uno solo y sobre ese cuerpo el Señor hizo brotar las dos cabezas, crispadas por la eterna maldición que sobre ellas ya pesaba.
Y el dedo del Señor se posó entonces sobre los dos corazones de Baphomet y esos dos corazones se desangraron y desecaron y cada uno de ellos fue colocado en cada una de las cabezas del maldito. Así, para ese único cuerpo hay dos corazones desecados que solo laten por el oro y el poder. Ambos corazones se asemejan mucho y, cuando uno de ellos cese de latir para siempre el otro no tardará en detenerse. Así lo ha querido el Señor.
Del mucho oro que restaba el Señor hizo entonces la corona, la tiara pontificia, el cetro y la cruz y estos fueron colocados en las cabezas y brazos del monstruo". El Maestre Iniciador se dirigía entonces al recipiendario continuando sus palabras de este modo: "Y reunió entonces el Señor a todos los demás hombres y les dijo: "Como habéis sido débiles y temblado ante los dos hermanos maldecidos y también lo suficientemente tontos y desunidos para dejaros encadenar por ellos, deberéis aún continuar espantados por mucho tiempo ante el aspecto de esta doble figura grotesca que dejo ante vosotros. Ella reirá de vuestros temores y se aprovechará de vuestra credulidad y sumisión hasta que llegue el momento de su caída final. Esta tendrá lugar cuando los verdaderos constructores y arquitectos del espíritu, reunidos en el Oriente del que nace la Luz Interior, hayan construido a Mi gloria el Templo de la Paz universal que os reunirá a todos vosotros en una sola familia de hermanos, bajo la protección del Padre de todos los hombres.
Y para que vuestra dura condición y sufrimientos sean mitigados agregó el Señor - Yo debilitaré a vuestros tiranos permitiendo que se perturbe la buena armonía que debería reinar entre sus dos cabezas para su mayor ventaja. Y, vedlo bien, para que el castigo final llegue antes a este monstruo, no le he dado más que una sola vida. Cuando una de las cabezas muera, la otra no tardará en hacerlo. Golpear a la una es golpear a la otra, ultimar a una de ellas es acabar con la otra. Quien sacude el cetro de los tiranos también hace tambalear la tierra. Quien enfrenta al poder temporal injusto, hará estremecer a la ilegitima autoridad espiritual. Derribad pues, conjuntamente, tanto a los déspotas como a los usurpadores del sacerdocio y vuestros sufrimientos habrán finalizado. Comenzara entonces para el mundo una era de Paz, Amor y Sabiduría".
"He aquí pues - concluyó el Maestre - el misterio de Baphomet que no es otro que la historia de los dos constructores infieles que pretendieron engañar al Señor. Ea pues, Caballeros del Temple, que pretendéis acelerar la ruina y caída de Baphomet y que, para ello, os habéis unido a nosotros, aún os resta hacer algo importante pues el monstruo pretende cerraros el paso de la senda que conduce a la Verdadera Luz. Osad y lo venceréis!".
El Caballero recipiendario notaba entonces que, a esta altura de la ceremonia, el monstruo se había colocado impidiendo el paso ante las puertas de un templete de arquitectura grave y severa. Tras un momento de vacilación, a veces el Caballero pedía consejo a su padrino de Iniciación. Tras hacerlo el se adelantaba resuelto, por lo general espada en mano, y daba un empellón al monstruo, haciendo caer sus ornamentos. Tras pisotear la corona y la tiara, el Caballero y su padrino penetraban resueltamente en el Templo.
Las puertas de este ce cerraban tras ellos con estrépito y comenzaba la segunda parte de la ceremonia de Iniciación que no corresponde revelar aquí.
Este hermoso ritual del siglo XIII que hemos comentado, tan cargado de significaciones plenamente actuales, pone a las claras que no era precisamente adoración lo que en el Temple se tributaba a Baphomet..
Este ritual del Baphomet estaba perdido, pero M. J. Brisset lo rescató y publicó en su obra novelada "Les Templiers", Ed. Ambrois Dupont, París, 1837. Esta obra ha sido ignorada por los historiadores del Temple y, sin duda, quedan de ella muy pocos ejemplares en el mundo. La causalidad la puso en mis manos. Cuando refloté el asunto fui criticado y se pretendió que era pura fantasía de Brisset. Pero, para sorpresa de muchos, ha salido a relucir últimamente un ritual popular que aún se practica en el pueblecito navarro de Ochagavía, España. El mérito de este descubrimiento corresponde a Rafael Alarcón H., quien lo consigna en su obra "La otra España del Temple" (Ed. Martínez Roca, Barcelona, 1988) incluyendo una fotografía del Baphomet viviente. Debe puntualizarse que en Ochagavía existe el antiguo santuario templario de Nuestra Señora de Muskilda, en lo alto del cercano cerro de ese nombre. Se cuenta que un pastorcillo halló la imagen de María que allí se venera en lo alto de un roble y que lo construyó una pequeña iglesia, dejando dentro del recinto el árbol del hallazgo. Recordemos que el roble, árbol sagrado de los antiguos germanos y de los celtas, es símbolo de fortaleza pero, además, en la tradición druida, representa el eje del mundo y la unión del Cielo y la Tierra. Pues bien, en Ochagavía y en honor de esta Virgen, se baila todos los años el 8 de septiembre una peculiar danza en la que interviene un personaje con máscara bifronte, o sea con dos rostros, el uno blanco y negro el otro y ambos barbados. Se lo conoce popularmente como "el bobo". Es una supervivencia del antiguo rito y, como bien señala Rafael Alarcón H., se trata de un Baphomet viviente, como se dijo antes.
Mencionemos además, para concluir esta parte, que según Gerard de Sede ("Les Templiers sont parmi nous"), el nombre Baphomet significaba "Tintorero de la Luna", aludiendo a trabajos alquímicos que se llevaban a cabo en el seno de la Orden. Se trata evidentemente de otra fantasía. En efecto, la Alquimia se practicaba, como veremos luego. Pero se trataba de Alquimia interior y espiritual que nada tenía que ver con la transmutación de los metales.
III
EL ESOTERISMO TEMPLARIO
SAN BERNARDO DE CLAIRVAUX
Y SUS CONTINUADORES
LAS FILIACIONES TEMPLARIAS
El haber puesto de manifiesto la existencia de rituales iniciáticos pone en claro que la Orden del Temple transmitía Iniciaciones en varios grados, Desde luego sería absurdo pensar que todos los Caballeros eran Iniciados. Esta era y es un proceso lento y gradual que va seleccionando a los mejores. Incluso la Orden primitiva no hacía Caballeros. Recibía a quienes ya habían sido armados como tales con un ritual que se conserva, muy simple, casi administrativo y que nada tenía de Iniciático. La Iniciación recién venía mucho después. Esto sigue siendo así con algunas variantes pues la Orden ahora arma Caballeros (y hace Damas Templarias como también se hacían en el pasado) tras un período de preparación. Poseemos testimonios de antaño al respecto. En Inglaterra durante el proceso a la Orden, los Caballeros William of Poklington, Stephen of Stapplebrugge y John Stoke declararon paladinamente: "En el Temple hay dos clase de recepción. La primera supone el ingreso a la Orden y transcurre sin nada especial en las ceremonias. La segunda tiene lugar años más tarde, a veces muchos. Está reservada a unos pocos y es muy secreta". "Todo esto era y sigue siendo rigurosamente exacto. Uno de los dignatarios de la Orden, Geoffrey de Gonneville, Gran Preceptor de Aquitania y Poitou, declaró en el proceso: "Muchos suponen sin saber que las ceremonias secretas son algo malo y contrario a Dios, introducido por el Maestre Ronscelin du Fos".
El hizo modificaciones en los Estatutos de la Orden", aclarando acto seguido que todo cuanto se hacía era bueno, noble y reservado a las almas más puras, lo que también es absolutamente exacto. En la Orden primitiva, sin embargo, el Gran Maestre no podía acceder a los niveles y Grados más altos pues él debía ser ante todo un guerrero y no un esoterista.
De hecho seis de los Grandes Maestres del Temple murieron heroicamente en combate. En la actualidad la Orden ya no combate, aún cuando tiene organización y disciplina militar. Es, esencialmente una institución Iniciática, centrada en los estudios sobre la Tradición Esotérica.
En la Argentina incluso podría señalarse un marcado acento guénoniano en cuanto a su filosofía de base, aspirando a constituirse en centro de unión e intercambio de ideas para todos los esoteristas del país dignos de ese nombre.
En virtud de ello es que se han modificado los Estatutos primitivos y el Gran Maestre para la Argentina puede y debe detentar el Grado más alto de la Orden. Puede afirmarse con satisfacción que ya se han reunido en ella algunas de las pocas personas que poseen en nuestro país verdadera formación Iniciática y las más altas dignidades en muy diferentes Ordenes esotéricas.
Naturalmente, no se trató simplemente de amanecer un buen día con la decisión de fundar una nueva Orden del Temple. Esto no es suficiente, como tampoco lo es reunir gran cantidad de información y bibliografía al respecto.
Lo esencial es y será por siempre obtener la Iniciación, para constituir una filiación legítima de la Orden del Temple y una continuación de esta. Nosotros obtuvimos la filiación de la Ordo Militiae Crucis-Templi proveniente de la "Tempelherrensorden" de la República Federal de Alemania. La filiación en cuestión proviene de los Estuardo y del Barón von Hund. Se la suele denominar Ordo Militiae Crucis Templi. Esta Orden, junto con la del Temple de Jerusalén, francesa son las dos continuadoras y herederas legítimas de la Orden del Temple, con sucesión ininterrumpida hasta la Edad Media. Otra heredera legítima fue la "Orden del Cristo de Portugal" pero, desgraciadamente, la cadena Iniciática se interrumpió en el siglo XVIII. Esta última Orden sigue existiendo pero, en la actualidad, a los Caballeros se los nombra por decreto del presidente de esa república (y esto nada tiene de Iniciático).
Sabedores que la filiación alemana había llegado a un país sudamericano fue menester recurrir al último Gran Maestre para que nos otorgara todos los Grados y Poderes. Para complicar más las cosas la Orden en ese país se hallaba en sueño (interrumpidos los trabajos) desde hacía veinte años. Pero el Gran Maestre accedió y en una gran ceremonia tuvo lugar la transmisión Iniciática ritual de todos los Grados y Poderes. Simultáneamente se nos otorgó Carta Patente para organizar la Orden en la Argentina, pudiendo preservar así una filiación tan valiosa. Además obtuvimos otras muy valiosas filiaciones iniciáticas que tienen estrecha relación con el Temple.
Ahora bien, a esta altura cabe preguntarse cual fue la Iniciación Templaria original. Para ello es necesario referirse a un gran Iniciado, a quién la Iglesia Católica venera como santo. Nos referimos a San Bernardo de Clairvaux, quién en sus tiempos fue el primer hombre de Europa y de la cristiandad. Lo que no todos saben es que, probablemente poco antes de tomar los hábitos, Bernardo de Clairvaux, había sido iniciado en los más altos Misterios por los sacerdotes druidas.
A partir de su Iniciación, Bernardo pasa a ser un ejemplo viviente de la más alta elevación espiritual y de irradiación de gloria y amor hacia todos los seres. Todos lo veneraban y se hincaban a su paso, pensando venerar solamente a un hombre santo cuando en realidad se trataba de un Adepto.
Sus dones intelectuales eran prodigiosos y en dos palabras él destruía los argumentos de los más hábiles dialécticos de su tiempo, entre ellos Abelardo. Era así el paradigma más perfecto de lo René Guénon llamaba la intuición intelectual, es decir la mente buddhica que llega recta y directamente a la verdad sin tener que recorres el largo proceso silogístico. Muchos fueron los hechos portentosos que jalonaron su vida, en especial curaciones que parece haberlas hecho por millares. Pero su obra más grande fue la creación de la Orden del Temple, a la que dio luego su Regla. En esta magna empresa fue secundado por su tío Hugo de Payns y otros nobles Caballeros. Sin duda la idea de Bernardo de Clairvaux era llegar por la guerra a la paz y a la unión entre Oriente y Occidente. Pero, por ciertas razones, era necesario llegar a Jerusalén para rescatar ciertas reliquias de la más grande importancia para la cristiandad, aún cuando nunca se las mencione explícitamente. El Temple logró realizar esta misión, desplegando un grado de heroísmo como pocas veces se ha visto en la historia de la humanidad.
* Recordar que cuarenta es el número simbólico de la expiación (ver MICHELET: "Le Secret de la Chevalerie"). En la Biblia este número simboliza una cantidad indeterminada de tiempo: Jesús pasa cuarenta días en el desierto y asciende al cielo cuarenta días después de la resurrección, los israelitas pasan cuarenta años en el desierto, entre otros ejemplos.
Abordar el tema de la Orden del Temple resulta, para hacerlo a conciencia, asunto complicado y delicado. En primer lugar por lo amplio e intrincado de la historia de la Orden. En segundo lugar por lo vasto de las conexiones que ésta tenía con otras organizaciones iniciáticas , caballerescas, políticas y religiosas. Y, en tercer lugar, dado que mencionar ciertos temas, supone desgraciadamente rozar las ideas preconcebidas y a menudo falsas de muchos. De esto a que se despierte la vorágine del fanatismo hay solo un paso corto y ese paso se da fácilmente. No sin razón afirmaba Friedrich Dürrenmatt que decir la verdad es una aventura. Cabe agregar que esa aventura es tanto más peligrosa cuanto mayores sean la ignorancia, el fanatismo y la superstición alentados por organizaciones de tipo religioso. Nada más fácil que perder los estribos cuando se sostiene simplemente y solamente lo que se cree, pero de lo que no se sabe en realidad nada...
Por cierto que no voy a hacer aquí la defensa de la Orden del Temple. Esa defensa no es necesaria. Toda persona informada y de buena fe sabe ya que los cargos fueron fraguados y que las confesiones de los Caballeros Templarios fueron obtenidas mediante las torturas. Los motivos reales fueron otras. En primer lugar la codicia deshonesta de Philippe IV (a) Le Bel, rey de Francia. La misma codicia que ya anteriormente lo había llevado a la alteración del título de las monedas de oro del reino, lo que lo convirtió en el primer rey que falsificó moneda en Europa. El segundo gran motivo fue la felonía de su pariente Bertrand de Gott (a) Clemente V, o sea el Papa. Clemente V debía precisamente el papado a la gran presión e influencia que había desplegado su pariente Philippe IV le Bel. Pero, finalmente, el Papa resultó ser más hábil. Sus sutiles maniobras obligaron finalmente al rey a solicitar y a aprobar, sin reservas, que la Iglesia se apropiara de los cuantiosos bienes de la Orden del Temple y los cediera a los Caballeros Hospitalarios (documento firmado por Philippe IV el 24 de agosto de 1312). Este pedido y aprobación no fue impedimento para que gran cantidad de tales bienes fuera de Francia fueran distribuidos... entre los parientes del Papa. Nihil novum sub sole...
Naturalmente ésta sólo es la "historia pequeña" de los finales del Temple como Orden canónica de la Iglesia y que conduce a la gran tragedia que todos conocemos. Tras una parodia de juicio, tras aberrantes torturas, con las que se logró obtener confesiones prefabricadas, centenares de Caballeros Templarios perecen en la hoguera. Entre ellos el Gran Maestre de la Orden, Jacques de Molay. El 19 de marzo de 1314, el infortunado de Molay junto con el Maestre de Normandía Geoffroy de Charney fueron quemados vivos a fuego lento en un islote del Sena situado entre los jardines del rey y la Iglesia de los hermanos ermitaños de San Agustín. Ambos recibieron la muerte con el mayor valor y entereza que es dable imaginar "despertando admiración y sorpresa entre todos los que asistieron". No sólo ambos se retractaron antes de sus forzadas confesiones en el tormento, sino que el Gran Maestre Jacques de Molay antes de morir, maldijo a los infames Papa y rey con estas palabras: "Clemente,, juez inicuo y cruel verdugo, te cito a comparecer ante el tribunal de Dios en cuarenta días y a ti, Philippe, antes de un año" *. Palabras terribles que después veremos en que grado y medida se cumplieron. La justicia de Dios no se hizo esperar. Es tradición que el pueblo de París ante este infame espectáculo, maldijo también al rey y rompiendo los cordones de la guardia se precipitó sobre la hoguera para rescatar algunos huesos calcinados, los que fueron guardados como reliquias. Ya entonces nadie dudaba de la pureza y honra de los Templarios.
Martirio del Gran Maestre Jacques de Molay y de Geoffroy de Charnay el 18 de marzo de 1314 en un islote del Sena
Lo complejo y extenso del tema nos impide extendernos libremente en la historia de la Orden. Por ello, en lo que sigue, nos ceñiremos estrictamente a desarrollar una serie de puntos que no podrán hallarse en las fuentes usuales relativas al Temple. Estos puntos son:
I- La maldición del Gran Maestre Jacques de Molay.
II- El misterio del Baphomet.
III- El esoterismo templario. San Bernardo de Clairvaux.
I- LA MALDICION DEL GRAN MAESTRE JACQUES DE MOLAY
Nos preguntábamos hace un instante si se cumplieron las terribles palabras de Jacques de Molay antes de morir. Veamos los hechos que fueron aún más terribles que esas palabras. Con René Guénon es menester afirmar que la destrucción de la Orden del Temple marcó verdaderamente el comienzo de la ruptura de Occidente con la Tradición Primordial ("Autorité Spirituelle et Pouvoir Temporel", Cap. VII). Este pisotear a mansalva de los valores espirituales por excelencia, es decir los correspondientes a los niveles esotérico e iniciático, tenía que necesariamente implicar una reacción o contrapartida a nivel cósmico, como en efecto ocurrió. Poco se dice normalmente en relación a este punto, sin duda porque fuerzas tan siniestras como poderosas se han empeñado en una conjura de silencio. Sin embargo, en el siglo pasado, un fraile español inteligente, Mateo Bruguera,(ver su obra póstuma "Historia de los Templarios" 3 tomos. Barcelona 1888-89, Imprenta y Librería de la Inmaculada Concepción) efectuó una recopilación relativa al triste fin de los múltiples felones complotados para la destrucción del Temple. Hela aquí:
Clemente V (Bertrand de Gott o Goutt), natural de Villandrán, Gascuña. Murió de diarrea en la noche del 19 al 20 de abril de 1314, dentro de los cuarenta días de la muerte de Jacques de Molay. Lo dejaron al cadáver abandonado y desnudo toda la noche. Luego durante el velatorio cayó una vela que incendió el catafalco, carbonizando medio cadáver.
En 1577 los calvinistas entraron en Uzeste, destrozaron su tumba, quemaron sus restos y aventaron sus cenizas.
Philippe IV (a) "Le Bel", rey de Francia. Murió de fiebre y remordimientos el 29 de septiembre de 1314, dentro del año de la muerte de Jacques de Molay.
NOTA SOBRE LA MUERTE DE PHILIPPE IV LE BEL
Vale la pena consignar que su muerte sobrevino por fiebre y gangrena de heridas ocasionadas por caída de su caballo durante una cacería a causa de un jabalí. Ver Dante: "Divina Comedia", Paraíso XIX, 118-120. El olor que desprendían sus llagas era tal que resultaba repugnante y nauseabundo acercarse a su lecho de muerte. El fin de Philippe le Bel resulta así harto significativo desde el punto de vista del simbolismo iniciático, pues el jabalí es símbolo tradicional tanto de la ira del cielo como de la autoridad espiritual ( ver Jean-Paul Clebert "Dictionnaire du Symbolisme Animal").
Luis X (a) Hutin (también llamado el querellante o pendenciero) Hijo mayor y sucesor de Philippe le Bel. Murió envenenado el 5 de junio de 1316.
Philippe V (a) le Long, el largo. Segundo hijo de Philippe le Bel. Murió el 3 de enero de 1322 en medio de horribles sufrimientos, maldecido por el pueblo a causa de los crecidos impuestos.
Carlos IV (a) le Bel, último hijo de Philippe le Bel. Muere en 1328 tras haber fracasado en todas sus empresas. Así se extinguió la descendencia directa del pérfido rey.
Carlos de Valois (hermano de Philippe le Bel). Iba por las calles llorando sus penas y arrepentimiento, rogaban a cuantos pasaban que oraran por la salvación de su alma.
Dante (que era Templario laico de los "Fedeli d'Amore" como ya hemos expuesto detalladamente en otro trabajo en este mismo sitio web) dice de él que combatió con la lanza de Judas, pues fue cruel, sanguinario y traidor. Murió - dice la Historia - de arrepentimiento.
Guillaume de Nogaret, Ministro de Philippe le Bel. Hombre infame y de terrible ambición. Había sido excomulgado sucesivamente por dos Papas, Bonifacio VIII y Benedicto XI. Se las ingenió para hacer envenenar al primero de ellos, quién murió como consecuencia del hecho. Maldecido en público por uno de los últimos jefes del Temple, murió a los ocho días en forma súbita y misteriosa.
Eguerrand Portier de Marigny, conde de Longueville. Se ocupó junto con Nogaret y Plezian de inventar las más torpes calumnias contra los Caballeros Templarios. Muerto Philippe le Bel, Enguerrand fue procesado y encerrado en la fortaleza del Temple. Se le acusaba de sortilegio, malversación de fondos reales y otros delitos. Se le negó el derecho a la defensa. Condenado a muerte, fue ejecutado el 30 de abril de 1315 en la horca. Junto con él fueron ahorcados sus cómplices Pierre de la Brosse y Paviot, siervo. Su otro sicario, Jacques Delor, se estranguló en su celda el día anterior y la mujer de éste, conocida como "la renga" fue quemada a los pocos días como hechicera.
La esposa de Enguerrand y su servidora Mme. Chanteloup permanecieron prisioneras en el Temple, acabando allí sus días miserablemente.
Guillaume de Plezian (o de Plesis): cómplice de Nogaret y de Marigny, fue el ministro que gozó de mayor intimidad con Philippe le Bel. Murió miserablemente (al parecer cubierto de llagas) el mismo año de Jacques de Molay, es decir en 1314.
Jean de Plublaveh: fue Gran Preboste de París. Odiaba a los Templarios y con sus calumnias relativas a los Caballeros de la Orden evidenció su rencor, gravitando mucho en el infame proceso. En 1320 durante una revuelta del populacho, éste tomó el Chatelet que era la residencia del Preboste, lo golpearon, atropellaron y pisotearon. Por último la turba lo arrojó desde lo alto de la escalera, muriendo así con la cabeza aplastada. Cabe por cierto mencionar que, en ese mismo lugar, el había hecho torturar a muchos Caballeros Templarios, dando instrucciones personales respecto de los horrorosos suplicios a aplicarles.
Enrique Chaperel: sucesor del anterior como Gran Preboste, se había caracterizado por su furor maligno y odio enconado hacia los Caballeros del Temple, a quienes hizo torturas sin piedad. En 1321 fue acusado de delitos infames, entre otros de mantener relaciones sexuales con animales. Se lo procesó y ahorcó ese mismo año.
Raoul de Presles: prominente jurisconsulto de París, fue abogado general del Parlamento. Citado como testigo en el proceso contra la Orden, fue el primero en declarar infamias ante la Comisión Papal, buscando naturalmente complacer a Philippe le Bel en cuyo complot estaba. Poco después el Rey Luis X (a) "Hutin" lo acusó de robos y confiscó todos sus bienes, haciéndolo torturar. El resistió la tortura y murió pobre y humillado en 1315.
Pierre de la Chapelle Taillefer, Obispo de Carcasona y Tolosa, luego Cardenal con el título de Preneste: Aprovechó el proceso de los Templarios para hacerse nombrar Carcelero Mayor. No solo no mejoró en nada la triste situación y estado en que se hallaban en las mazmorras los Hermanos del Temple, sino que, por sus servicios, se hizo abonar grandes sumas provenientes de los bienes de la Orden. Murió súbitamente en 1312 tras finalizar el Concilio de Vienne, maldecido unánimemente por todos los Caballeros Templarios que sabían de él.
Philippe de Marigny, Arzobispo de Sens: participó en el Concilio Provincial de Sens, donde no dejó de lado ninguna calumnia y felonía para hundir a la Orden del Temple. Muerto Philippe le Bel, el fue encarcelado junto con sus dos hermanos, el ministro Enguerrand y Juan, Obispo de Beauvais. Es absuelto sin demasiada convicción por el jurado y, al retornar a Sens, tiene que escapar del odio del pueblo. Huye a París donde muere en 1317, pobre y lleno de vergüenza y remordimiento. Es enterrado al lado de su hermano ajusticiado del que ya hemos hablado.
Rodulfo Grospain, Obispo de Orleans y Arzobispo luego (temporal) de Sens, antes de Marigny. Dirigió las torturas infligidas a los Caballeros del Temple. Cómplice de la matanza que costó la vida a 54 Caballeros el 12 de mayo de 1310. Asistió al Concilio de Vienne y murió súbitamente en 1313.
Hugo Giraldi (o Geraud), Obispo de Cahors: éste canalla despiadado fue el más cruel de los hombres, dirigiendo las torturas más infames con el rigor más despiadado. Acabó sus días de modo tan trágico como vil. Acusado de simonía (venta de cargos eclesiásticos), exacciones y violencias tiránicas con su grey, se le degradó de su dignidad episcopal, siendo condenado a ser desollado vivo, arrastrado por las calles de Avignon y finalmente arrojado al fuego. Esto tuvo lugar en 1317.
Gaillard de Pressac, Obispo de Tolosa y sobrino del Papa Clemente V: dirigió las torturas que sufrieron muchos Caballeros de la Orden. Por sus amores, escándalos y vida dispendiosa, el Papa Juan XXII le obligó a renunciar al obispado, muriendo oscuramente en 1316.
Boson de Salignac: sucede a Bertrand de Gott (Clemente V) en el Obispado de Cominges. Torturó a muchos Caballeros y asistió al Concilio de Vienne en 1314, muriendo repentinamente ese mismo año.
Aymerico de Lusignan, homosexual. Se había apoderado del gobierno de Chipre y odiaba a la Orden del Temple. La razón es que ésta no le había apoyado cuando destronó a su hermano Enrique. Cuando recibe el breve de Clemente V, encarcela a los Caballeros y se apodera ipso-facto de los bienes de la Orden. De poco le valió esto pues en 1318 su favorito Simonett de Montt lo mata en su gabinete, de diez puñaladas.
Burchard, Arzobispo de Magdeburgo: mandó encarcelar en 1307 a los Caballeros Templarios de su Diócesis tras recibir la orden del Papa. El pueblo se amotinó y lo encarceló a él, cubriéndole de insultos. Los Caballeros Templarios fueron liberados y el miserable Arzobispo continuó en la cárcel, muriendo al año siguiente (1308) en ella.
Alberto de Austria: este felón, perseguidor acérrimo de la Orden del Temple, murió asesinado por su sobrino Juan de Suabia al atravesar el río Reuss. Se hallaba en marcha hacia Suiza para dominar la revuelta de Guillermo Tell, el héroe helvético. Su oportuna muerte tuvo lugar en 1308.
Eduardo II de Inglaterra, homosexual. Yerno de Philippe le Bel, persiguió a los Caballeros pero sin tanto encono como su suegro. La hija de Philippe, Isabel, lo engañó tanto como pudo con Roger Mortimer al darse cuenta de las perversiones de su marido. Finalmente, harta de él, lo hizo encarcelar y finalmente matar, hundiéndole una espada al rojo en el recto.
Esquieu de Floyran (o Squin de Florian según otros textos), originario de Béziers y prior de Montfalcon. Intentó, tras haber sido al parecer expulsado de la Orden, convencer al rey Jaime II de Aragón de que los rumores de herejía, idolatría y sodomía que circulaban contra la Orden eran verdaderos. Cómo éste rey no dio crédito a tales calumnias, Floyran se dirigió a la corte francesa. Enterado de las falsas acusaciones que circulaban, el Gran Maestre Jacques de Molay solicitó al Papa una investigación. Este accede y el 24 de agosto de 1307 comunica a Philippe le Bel su decisión en tal sentido. Pero Philippe no desea la verdad sino únicamente los grandes bienes de la Orden (solamente en tierras y en Francia había casi dos millones de hectáreas propiedad del Temple). Para no cederle la iniciativa al Papa, dispone el arresto de todos los Caballeros, hecho que tiene lugar el 13 de octubre de 1307. En total (cifras de la Comisión Papal) fueron arrestados 546 Caballeros y apenas lograron escapar un par de docenas de ellos.
Muerte del traidor Esquieu de Floyran
Según la tradición oral el traidor Esquieu de Floyran (o Squin de Florian) fué ultimado por miembros de las guildas de constructores. Esto sucedió casi al unísono con la muerte de Jacques de Molay.
Muchos otros hechos notables tuvieron lugar cuando se pretendió destruir para siempre a la Orden. Años fueron aquellos de calamidades continuas y la nieve cubrió Europa con terribles vientos asoladores año tras año. Hubo como consecuencia hambrunas muy duras y muchos perecieron. Pero el fenómeno más notable tuvo lugar en París en uno de los primeros días de mayo de 1310, poco después de la salida del sol. Sobre el disco del astro rey se observó con la mayor nitidez que se dibujaba roja la cruz Templaria, rodeada de tres anillos concéntricos, el interior negro, el central rojo y el externo blanco. Vale la pena apuntar que estos son los colores de la Gran Obra alquímica como también los de la Fraternidad de Filósofos Desconocidos (Agla), la que recibiera su Regla de los Caballeros Templarios y estuviera bajo la protección de estos. Dicha Fraternidad Iniciática agrupaba artistas, estudiosos y hombres de letras y astrólogos, como también más tarde a impresores, editores y universitarios en general. Su finalidad era muy elevada pues apuntaba al conocimiento esotérico y a la ayuda fraternal entre sus miembros, transmitiéndose entre ellos una Iniciación que ha llegado hasta nuestros días. La heredera actual de la Fraternidad de Filósofos Desconocidos es la Orden Martinista (de la cual no todas las obediencias poseen una verdadera y legítima filiación).
II- EL MISTERIO DEL BAPHOMET
Muchas y muy absurdas fueron las acusaciones lanzadas contra la Orden del Temple. Algunas de ellas resultarían hasta risibles si no hubieran desencadenado tantos sufrimientos.
Entre estas cabe mencionar la grotesca invención de que en los Capítulos, a las doce de la noche en punto , aparecía un gato negro, el que era adorado por todos los Caballeros presentes. Por supuesto tales asertos no requieren siquiera ser desmentidos hoy pero hubo otros cargos, más sutiles y ponzoñosos, que requieren una aclaración. Entre estos ninguno tan rodeado de confusión y misterio como el tema del Baphomet.
Según las confesiones obtenidas bajo tortura este era un siniestro ídolo de dos cabezas que era adorado por los Templarios. Han corrido ríos de tinta para aclarar este asunto pero lamentablemente esos ríos solo arrastraban hipótesis fantasiosas cuando no ridículas a las que tal vez valga la pena revisar rápidamente. El Dr. Hans Prutz, Profesor en la Universidad de Koenigsberg a fines del siglo pasado ha dedicado a este asunto un trabajo medular y sesudo ("Geheimlehre und Geheimstatuten des Tempelherrenordens") pero, infortunadamente él no disponía de toda la información necesaria (precisamente por no pertenecer a la Orden). Allí por ejemplo se menciona la hipótesis de Ernesto Renan según la cual Baphomet era término corriente durante el Medioevo para designar ídolos de cualquier clase. No se aporta la menor prueba o ejemplo en apoyo de esta afirmación gratuita.
Otros varios autores han pretendido que el nombre del supuesto ídolo es una deformación de Mahomet y que los Templarios lo adoraban dado que se habían convertido secretamente al Islam. Esto revela mucha ignorancia y/o mala fe por parte de los autores de tales teorías, pues los musulmanes jamás han adorado ídolos: el Corán lo prohibe explícitamente.
Con mayor ingenio y lógica otros han supuesto sin pruebas que la palabra deriva del griego: Baphé métidos, o sea "Bautismo de Sabiduría". Por último Eliphas Levi (seudónimo del Abate Constant) y Gregory Ottnovitch de Mehbes se han acercado un poco más a la verdad al afirmar que las sílabas de Baphomet leídas al revés constituyen las iniciales de "Templi omnium hominum pacis abbas" o sea "el Padre del Templo de la paz para todos los hombres". Aquí probablemente ha habido una información mayor respecto del Ritual Iniciático que enseguida comentaremos en detalle. Sin embargo, como veremos, tampoco esto corresponde exacta e íntegramente a la verdad.
Antes de entrar de lleno en tal ritual debemos sin embargo efectuar algunas precisiones que no resulten tal vez ni agradables ni fáciles de captar. Para personas fanáticas e ignorantes (como eran sin duda los acusadores de la Orden) un ritual Iniciático y las consabidas pruebas eran simplemente algo imposible de comprender. Si veían una cabeza doble a ser usada en las ceremonias su única opinión posible era que tal cabeza era un ídolo y que a ese ídolo se lo debía adorar en secreto. De aquí a fabricar la calumnia conocida solo hay un paso breve y ese paso lo dieron sin vacilar pues ya habían dado otros mucho más malignos y absurdos. Pero hay algo más difícil de comprender por una persona común (o sea un profano que no ha recibido una auténtica Iniciación). Para una persona así, especialmente si ella tiene mentalidad religiosa, el concepto de sacralidad es algo completamente distinto del que tiene un Iniciado. La devoción le hace ver a ese profano religioso como objetos sagrados aquellos que tienen relación directa con su culto. Para él lo numinoso se asocia con mayor fuerza a tales objetos que al resto del mundo material y de ahí que los considere, especialmente si estos objetos han recibido alguna consagración o bendición, como verdaderas hierofanías. Así es que se sitúa el homus religiosus, sin saberlo ni quererlo, a muy escasa distancia de la idolatría. Para el Iniciado auténtico esto no tiene vigencia: para él la materia toda se sacraliza por la omnipresencia de la Divinidad. En el milagro de la Unidad, resultante de su estado de conciencia y donde ver es ser, no caben distingos ni preferencias. Es la vivencia del Todo en el Todo, donde la Teofanía es permanente y continua porque Dios esta ahí. Desde el punto de vista no puede haber ídolos ni objetos sagrados pues absolutamente todo se sacraliza en la Unitotalidad sin distingo alguno posible. Para dar un ejemplo, para un Iniciado un crucifijo o un ícono son simples trozos de madera pintados. No hay en ellos ya algo que los haga más o menos santos que el resto del Universo. Por supuesto, esto es difícil y duro de aceptar para quién no haya tenido vivencias iniciáticas. Sin embargo lo razonable será que no se lo niegue en base a una fe ciega sino que se lo viva para sustituir la creencia por el saber. Quién sabe y conoce, ya no necesita creer. La creencia es el báculo de la ignorancia y ambas por siempre han sido, son y serán inseparables.
Pasemos pues a analizar el Antiguo Ritual de Iniciación de un Caballero Templario Elegido, en la parte correspondiente al Baphomet. Esta parte del Ritual se ha suprimido en la actualidad pues ya la Orden no se ocupa de cuestiones profanas tales como la política y el comercio. En consecuencia no hay inconveniente en hacerlo público y es muy posible que su contenido haga reflexionar a muchos.
Al comienzo de la ceremonia el recipiendario y su padrino de Iniciación se colocaban en el centro de un círculo de fuego. Ante ellos se colocaba el Maestre, quién luego explicaría el simbolismo de la ceremonia. La escena se hallaba iluminada únicamente por la pálida luz de las fogatas.
Ante ambos, recipiendario y padrino, aparecía una figura extraña y odiosa de un hombre con dos cabezas (o bien doble rostro) las que se agitaban furiosamente. Sus dos faces eran horribles, sus respectivas cabelleras semejaban serpientes, las bocas permanecían entreabiertas y las miradas eran de ansiedad, ira y codicia. El único cuerpo de tal monstruo era descarnado y seco como el de un esqueleto evocado por el Angel del Apocalipsis. Una de las dos cabezas portaba una corona real y la mano de ese lado blandía un cetro.
La otra cabeza, la más amenazante y horrible, ostentaba una tiara pontificia de triple corona y la mano de ese lado hacía esfuerzos convulsivos para retener un crucifijo que parecía se le iba a escapar a cada instante. El peso de ese crucifijo era excesivo para la pequeñez y debilidad del brazo que lo sostenía. Todo hacía suponer que pronto la horrible criatura iba a desgarrarse en dos. Esto, por cuanto el lado del cetro y la corona era más fuerte y resistía con contracciones a los tirones continuos de la otra mitad. Estos esfuerzos mantenían crispados continuamente a los rasgos de ambas faces y les daban una apariencia más odiosa aún a éstas.
Este muñeco de repugnante aspecto se apoyaba en ocasiones sobre dos pilones de acero de los que surgían dos pies móviles de los que manaba abundante una tinta roja semejante a sangre. De este modo se simbolizaba que ni siquiera la muerte de muchísimos seres detenía la marcha del monstruo de dos cabezas. En general, sin embargo, se prefería emplear para esto a un Caballero de la Orden convenientemente disfrazado.
A continuación el Maestre Iniciador se hacía oír para explicar al recipiendario el simbolismo de esta escena. Estas eran sus palabras, narrando una leyenda de elevado contenido ético y preñada de significaciones político - religiosas:
"Escuchad la historia de los dos maestros constructores que pretendieron engañar al Señor.
Dijo el Señor a Baphomet y a su hermano: "Yo os he dado la Tierra y vosotros bien véis como los hombres se hallan errantes y sin asilo. Construid pues a Mi gloria un Templo único y grandioso. Este Templo deberá poder reunir bajo un solo y mismo abrigo a todos estos desdichados. Ellos no tienen ni techo ni tienda para protegerse del granizo, la lluvia, la nieve y los vientos que traen del norte el frío, el hambre, el dolor y la miseria".
Y Baphomet y su hermano, en lugar de edificar un templo donde todos los hombres pudieran hallar abrigo saludable, solo se ocuparon en construir para ellos mismos sendos magníficos palacios con los materiales de que disponían para erigir el templo ordenado por el Señor.
Y bien, lejos de hacer de sus palacios lugares de consuelo y amparo para todos los demás hombres, muy otra fue la actitud de los hermanos. Ellos edificaron prisiones para obligar a los demás a servirles como también cámaras de tortura. Allí se extremaban las crueldades contra todos los que reclamaban el cumplimiento de las promesas hechas para inducirlos antes a construir tales mazmorras. sobraron muchos materiales que fueron vendidos por los hermanos en procura de oro ya que la codicia de ambos era grande. Y más oro aún le fue procurado por las lágrimas y la sangre de los desdichados que gemían en sus prisiones y bajo sus látigos. El Señor retornó al cabo de un tiempo y preguntó:
"Baphomet, dónde está el Templo que debías construir a Mi Gloria?".
"No esta acabado aún - fue la respuesta del constructor infiel -, volved Señor al cabo de cuarenta semanas y lo hallaréis listo y será un Templo digno de recibiros". Pero el Señor continuó preguntando:
"Baphomet, dónde se hallan los hombres a los que te di por misión reunirlos para habitar Mi Templo?".
"Aún se hallan errantes y dispersos - respondió el otro hipócrita hermano, agregando - ellos empero terminarán por escuchar mi voz. Retornad Señor al cabo de cuarenta* semanas y, ciertamente, los veréis reunidos para escucharos y ellos serán dignos de oír Tú Palabra justa y perfecta".
El Señor retornó al finalizar ese plazo de cuarenta semanas pero el mismo había transcurrido como antes sin que los hermanos hubieran elevado Templo alguno a la gloria de Dios. Lejos de ello, habían preferido ambos continuar acumulando oro con la sangre y las lágrimas de sus infelices esclavos.
Dijo a su retorno el Señor:
"Dónde se halla Mi Templo y dónde están sus moradores?"
Baphomet y su hermano rogaron entonces les concediera un nuevo plazo. El Señor accedió en Su Bondad, fijando esta nueva prorroga en cuarenta días. Tal como habían transcurrido antes las cuarenta semanas pasaron ahora los cuarenta días y el Señor retornó al cabo de ellos para comprobar que las promesas de ambos constructores habían sido falaces y vanas. Ambos hermanos, retardando una y otra vez la hora de la justicia, habían terminado por creer que esta no llegaría nunca. Al ver que nada habían hecho, el Señor en Su Cólera los derribó por tierra con Su Aliento. Y con mayor cólera aún Dios observó las inmensas reservas de oro que ambos habían acumulado, y ese oro se fundió entonces como si hubiera estado en un crisol sometido al mas vivo de los fuegos.
Y el Señor tomó entonces en la punta de sus dedos un poco de ese oro y tocó las frentes de los derribados hermanos que lo habían traicionado. Los cuerpos de ambos se trocaron en ese instante en uno solo y sobre ese cuerpo el Señor hizo brotar las dos cabezas, crispadas por la eterna maldición que sobre ellas ya pesaba.
Y el dedo del Señor se posó entonces sobre los dos corazones de Baphomet y esos dos corazones se desangraron y desecaron y cada uno de ellos fue colocado en cada una de las cabezas del maldito. Así, para ese único cuerpo hay dos corazones desecados que solo laten por el oro y el poder. Ambos corazones se asemejan mucho y, cuando uno de ellos cese de latir para siempre el otro no tardará en detenerse. Así lo ha querido el Señor.
Del mucho oro que restaba el Señor hizo entonces la corona, la tiara pontificia, el cetro y la cruz y estos fueron colocados en las cabezas y brazos del monstruo". El Maestre Iniciador se dirigía entonces al recipiendario continuando sus palabras de este modo: "Y reunió entonces el Señor a todos los demás hombres y les dijo: "Como habéis sido débiles y temblado ante los dos hermanos maldecidos y también lo suficientemente tontos y desunidos para dejaros encadenar por ellos, deberéis aún continuar espantados por mucho tiempo ante el aspecto de esta doble figura grotesca que dejo ante vosotros. Ella reirá de vuestros temores y se aprovechará de vuestra credulidad y sumisión hasta que llegue el momento de su caída final. Esta tendrá lugar cuando los verdaderos constructores y arquitectos del espíritu, reunidos en el Oriente del que nace la Luz Interior, hayan construido a Mi gloria el Templo de la Paz universal que os reunirá a todos vosotros en una sola familia de hermanos, bajo la protección del Padre de todos los hombres.
Y para que vuestra dura condición y sufrimientos sean mitigados agregó el Señor - Yo debilitaré a vuestros tiranos permitiendo que se perturbe la buena armonía que debería reinar entre sus dos cabezas para su mayor ventaja. Y, vedlo bien, para que el castigo final llegue antes a este monstruo, no le he dado más que una sola vida. Cuando una de las cabezas muera, la otra no tardará en hacerlo. Golpear a la una es golpear a la otra, ultimar a una de ellas es acabar con la otra. Quien sacude el cetro de los tiranos también hace tambalear la tierra. Quien enfrenta al poder temporal injusto, hará estremecer a la ilegitima autoridad espiritual. Derribad pues, conjuntamente, tanto a los déspotas como a los usurpadores del sacerdocio y vuestros sufrimientos habrán finalizado. Comenzara entonces para el mundo una era de Paz, Amor y Sabiduría".
"He aquí pues - concluyó el Maestre - el misterio de Baphomet que no es otro que la historia de los dos constructores infieles que pretendieron engañar al Señor. Ea pues, Caballeros del Temple, que pretendéis acelerar la ruina y caída de Baphomet y que, para ello, os habéis unido a nosotros, aún os resta hacer algo importante pues el monstruo pretende cerraros el paso de la senda que conduce a la Verdadera Luz. Osad y lo venceréis!".
El Caballero recipiendario notaba entonces que, a esta altura de la ceremonia, el monstruo se había colocado impidiendo el paso ante las puertas de un templete de arquitectura grave y severa. Tras un momento de vacilación, a veces el Caballero pedía consejo a su padrino de Iniciación. Tras hacerlo el se adelantaba resuelto, por lo general espada en mano, y daba un empellón al monstruo, haciendo caer sus ornamentos. Tras pisotear la corona y la tiara, el Caballero y su padrino penetraban resueltamente en el Templo.
Las puertas de este ce cerraban tras ellos con estrépito y comenzaba la segunda parte de la ceremonia de Iniciación que no corresponde revelar aquí.
Este hermoso ritual del siglo XIII que hemos comentado, tan cargado de significaciones plenamente actuales, pone a las claras que no era precisamente adoración lo que en el Temple se tributaba a Baphomet..
Este ritual del Baphomet estaba perdido, pero M. J. Brisset lo rescató y publicó en su obra novelada "Les Templiers", Ed. Ambrois Dupont, París, 1837. Esta obra ha sido ignorada por los historiadores del Temple y, sin duda, quedan de ella muy pocos ejemplares en el mundo. La causalidad la puso en mis manos. Cuando refloté el asunto fui criticado y se pretendió que era pura fantasía de Brisset. Pero, para sorpresa de muchos, ha salido a relucir últimamente un ritual popular que aún se practica en el pueblecito navarro de Ochagavía, España. El mérito de este descubrimiento corresponde a Rafael Alarcón H., quien lo consigna en su obra "La otra España del Temple" (Ed. Martínez Roca, Barcelona, 1988) incluyendo una fotografía del Baphomet viviente. Debe puntualizarse que en Ochagavía existe el antiguo santuario templario de Nuestra Señora de Muskilda, en lo alto del cercano cerro de ese nombre. Se cuenta que un pastorcillo halló la imagen de María que allí se venera en lo alto de un roble y que lo construyó una pequeña iglesia, dejando dentro del recinto el árbol del hallazgo. Recordemos que el roble, árbol sagrado de los antiguos germanos y de los celtas, es símbolo de fortaleza pero, además, en la tradición druida, representa el eje del mundo y la unión del Cielo y la Tierra. Pues bien, en Ochagavía y en honor de esta Virgen, se baila todos los años el 8 de septiembre una peculiar danza en la que interviene un personaje con máscara bifronte, o sea con dos rostros, el uno blanco y negro el otro y ambos barbados. Se lo conoce popularmente como "el bobo". Es una supervivencia del antiguo rito y, como bien señala Rafael Alarcón H., se trata de un Baphomet viviente, como se dijo antes.
Mencionemos además, para concluir esta parte, que según Gerard de Sede ("Les Templiers sont parmi nous"), el nombre Baphomet significaba "Tintorero de la Luna", aludiendo a trabajos alquímicos que se llevaban a cabo en el seno de la Orden. Se trata evidentemente de otra fantasía. En efecto, la Alquimia se practicaba, como veremos luego. Pero se trataba de Alquimia interior y espiritual que nada tenía que ver con la transmutación de los metales.
III
EL ESOTERISMO TEMPLARIO
SAN BERNARDO DE CLAIRVAUX
Y SUS CONTINUADORES
LAS FILIACIONES TEMPLARIAS
El haber puesto de manifiesto la existencia de rituales iniciáticos pone en claro que la Orden del Temple transmitía Iniciaciones en varios grados, Desde luego sería absurdo pensar que todos los Caballeros eran Iniciados. Esta era y es un proceso lento y gradual que va seleccionando a los mejores. Incluso la Orden primitiva no hacía Caballeros. Recibía a quienes ya habían sido armados como tales con un ritual que se conserva, muy simple, casi administrativo y que nada tenía de Iniciático. La Iniciación recién venía mucho después. Esto sigue siendo así con algunas variantes pues la Orden ahora arma Caballeros (y hace Damas Templarias como también se hacían en el pasado) tras un período de preparación. Poseemos testimonios de antaño al respecto. En Inglaterra durante el proceso a la Orden, los Caballeros William of Poklington, Stephen of Stapplebrugge y John Stoke declararon paladinamente: "En el Temple hay dos clase de recepción. La primera supone el ingreso a la Orden y transcurre sin nada especial en las ceremonias. La segunda tiene lugar años más tarde, a veces muchos. Está reservada a unos pocos y es muy secreta". "Todo esto era y sigue siendo rigurosamente exacto. Uno de los dignatarios de la Orden, Geoffrey de Gonneville, Gran Preceptor de Aquitania y Poitou, declaró en el proceso: "Muchos suponen sin saber que las ceremonias secretas son algo malo y contrario a Dios, introducido por el Maestre Ronscelin du Fos".
El hizo modificaciones en los Estatutos de la Orden", aclarando acto seguido que todo cuanto se hacía era bueno, noble y reservado a las almas más puras, lo que también es absolutamente exacto. En la Orden primitiva, sin embargo, el Gran Maestre no podía acceder a los niveles y Grados más altos pues él debía ser ante todo un guerrero y no un esoterista.
De hecho seis de los Grandes Maestres del Temple murieron heroicamente en combate. En la actualidad la Orden ya no combate, aún cuando tiene organización y disciplina militar. Es, esencialmente una institución Iniciática, centrada en los estudios sobre la Tradición Esotérica.
En la Argentina incluso podría señalarse un marcado acento guénoniano en cuanto a su filosofía de base, aspirando a constituirse en centro de unión e intercambio de ideas para todos los esoteristas del país dignos de ese nombre.
En virtud de ello es que se han modificado los Estatutos primitivos y el Gran Maestre para la Argentina puede y debe detentar el Grado más alto de la Orden. Puede afirmarse con satisfacción que ya se han reunido en ella algunas de las pocas personas que poseen en nuestro país verdadera formación Iniciática y las más altas dignidades en muy diferentes Ordenes esotéricas.
Naturalmente, no se trató simplemente de amanecer un buen día con la decisión de fundar una nueva Orden del Temple. Esto no es suficiente, como tampoco lo es reunir gran cantidad de información y bibliografía al respecto.
Lo esencial es y será por siempre obtener la Iniciación, para constituir una filiación legítima de la Orden del Temple y una continuación de esta. Nosotros obtuvimos la filiación de la Ordo Militiae Crucis-Templi proveniente de la "Tempelherrensorden" de la República Federal de Alemania. La filiación en cuestión proviene de los Estuardo y del Barón von Hund. Se la suele denominar Ordo Militiae Crucis Templi. Esta Orden, junto con la del Temple de Jerusalén, francesa son las dos continuadoras y herederas legítimas de la Orden del Temple, con sucesión ininterrumpida hasta la Edad Media. Otra heredera legítima fue la "Orden del Cristo de Portugal" pero, desgraciadamente, la cadena Iniciática se interrumpió en el siglo XVIII. Esta última Orden sigue existiendo pero, en la actualidad, a los Caballeros se los nombra por decreto del presidente de esa república (y esto nada tiene de Iniciático).
Sabedores que la filiación alemana había llegado a un país sudamericano fue menester recurrir al último Gran Maestre para que nos otorgara todos los Grados y Poderes. Para complicar más las cosas la Orden en ese país se hallaba en sueño (interrumpidos los trabajos) desde hacía veinte años. Pero el Gran Maestre accedió y en una gran ceremonia tuvo lugar la transmisión Iniciática ritual de todos los Grados y Poderes. Simultáneamente se nos otorgó Carta Patente para organizar la Orden en la Argentina, pudiendo preservar así una filiación tan valiosa. Además obtuvimos otras muy valiosas filiaciones iniciáticas que tienen estrecha relación con el Temple.
Ahora bien, a esta altura cabe preguntarse cual fue la Iniciación Templaria original. Para ello es necesario referirse a un gran Iniciado, a quién la Iglesia Católica venera como santo. Nos referimos a San Bernardo de Clairvaux, quién en sus tiempos fue el primer hombre de Europa y de la cristiandad. Lo que no todos saben es que, probablemente poco antes de tomar los hábitos, Bernardo de Clairvaux, había sido iniciado en los más altos Misterios por los sacerdotes druidas.
A partir de su Iniciación, Bernardo pasa a ser un ejemplo viviente de la más alta elevación espiritual y de irradiación de gloria y amor hacia todos los seres. Todos lo veneraban y se hincaban a su paso, pensando venerar solamente a un hombre santo cuando en realidad se trataba de un Adepto.
Sus dones intelectuales eran prodigiosos y en dos palabras él destruía los argumentos de los más hábiles dialécticos de su tiempo, entre ellos Abelardo. Era así el paradigma más perfecto de lo René Guénon llamaba la intuición intelectual, es decir la mente buddhica que llega recta y directamente a la verdad sin tener que recorres el largo proceso silogístico. Muchos fueron los hechos portentosos que jalonaron su vida, en especial curaciones que parece haberlas hecho por millares. Pero su obra más grande fue la creación de la Orden del Temple, a la que dio luego su Regla. En esta magna empresa fue secundado por su tío Hugo de Payns y otros nobles Caballeros. Sin duda la idea de Bernardo de Clairvaux era llegar por la guerra a la paz y a la unión entre Oriente y Occidente. Pero, por ciertas razones, era necesario llegar a Jerusalén para rescatar ciertas reliquias de la más grande importancia para la cristiandad, aún cuando nunca se las mencione explícitamente. El Temple logró realizar esta misión, desplegando un grado de heroísmo como pocas veces se ha visto en la historia de la humanidad.
* Recordar que cuarenta es el número simbólico de la expiación (ver MICHELET: "Le Secret de la Chevalerie"). En la Biblia este número simboliza una cantidad indeterminada de tiempo: Jesús pasa cuarenta días en el desierto y asciende al cielo cuarenta días después de la resurrección, los israelitas pasan cuarenta años en el desierto, entre otros ejemplos.
DANTE ALIGHIERI Y LOS FEDELI D`AMORE
Dr. Carlos Raitzin
Una cuestión de especial interés relacionada con la Orden del Temple
son sus filiaciones u Ordenes derivadas de carácter laico o seglar. Se poseen evidencias de que al menos una de estas filiaciones existía ya bastante antes del infame proceso al que fue sometido el Temple y de la pérdida del carácter canónico de la Orden, lo que tuvo lugar en 1312. Esta filiación a la
que aludimos es la Orden de los Fedeli d'Amore (Fieles de amor), a veces designada también con el nombre de la doctrina iniciática por ella transmitida: la Fede Santa.
No parece caber duda razonable de que el nombre de Fedeli d'Amore provenía directamente del famoso grito de guerra de los caballeros templarios cuando estos se lanzaban al combate con valor insuperable. Ese grito era: ¡Viva Dios, Santo Amor!
Por otra parte es bien conocida la pertenencia de Dante Alighieri, con dignidad de Gran Maestre y otro tanto corresponde afirmar del pintor Pedro de Pisa. Pero no fueron ellos los dos únicos talentos sino que asombra aún hoy la pléyade de grandes figuras de la literatura italiana que revistaron entre los Fedeli d'Amore. Baste mencionar a Bocaccio, Petrarca, Andreas Cappelanus, el cardenal Francesco da Barberino, Cavalcanti, Dino Compagni como también Brunetto Latini, autor bien conocido de dos obras, el "Tesoro" y el "Tesorillo" a quién después nos referiremos. Incuestionablemente los Fedeli d'Amore poseían una transmisión iniciática y una corriente doctrinal esotérica propia en su forma externa, de indudable origen templario en lo inmediato pero ismailita (Orden de los Haschischin) en lo mediato. Esta doctrina, precisamente por ser iniciática, era suprarreligiosa y no podía de ninguna manera ser encuadrada en los canones del cristianismo, ni siquiera como una heterodoxia.
Es necesario recalcar aquí una vez más que lo auténticamente iniciático y tradicional tiene su lugar propio en un plano espiritual-intelectual más elevado que lo religioso, entendiendo esto último tanto en el aspecto dogmático como devocional. Recordemos que lo religioso es, por excelencia, esencialmente pasivo y funciona exclusivamente a nivel de consuelo y soporte emocional. Lo iniciático, por el contrario, corresponde al modo activo de desenvolvimiento espiritual empleando técnicas propias y distintivas que son las disciplinas de esta vía. Por ello ambos caminos no pueden, en rigor, encontrarse ni coexistir, siendo esencialmente incompatibles tanto por una cuestión de nivel espiritual como por otra de índole metodológica. Además, y esto es básico, la vía iniciática está ante todo caracterizada por la transmisión espiritual que se denomina, precisamente, iniciación. No existe contrapartida o análogo de la iniciación en el campo religioso, a despecho de lo que han pretendido algunos autores desencaminados y confundidos, tales como Frithiof Schuon. Bien entendido, todo aquello de naturaleza devocional, tal como oración, éxtasis místico, mortificación ascética y limosna caritativa no tienen absolutamente nada que ver con la vía iniciática, correspondiendo sin excepción y exclusivamente a un nivel muy inferior de cosas que es, por supuesto, el religioso.
Esto aquí enunciado es muy simple de entender para quién posee las necesarias aptitudes y cualificaciones para emprender verdaderamente la vía iniciática pero no resulta por cierto cosa simple para la inmensa mayoría de las personas. De hecho, se requirió mucho tiempo para llegar a clarificar las ideas hasta este punto. Y por supuesto, durante muchos siglos quiénes recorrían la vía iniciática seguían (y generalmente siguen hasta hoy en día) añadiéndole elementos superfluos de tipo religioso con todos los perjuicios que ello implica: dogmatismo fanático, sectarismo, pérdida de universalidad y de fraternidad. Por supuesto, tales actitudes provienen de una incomprensión profunda de la naturaleza de lo iniciático, cuyo desenvolvimiento tiene lugar en el plano de la experiencia metafísica a nivel totalmente suprapersonal. Pero, por supuesto, quién jamás ha atravesado por tales experiencias inefables y, por ende, posee solo una idea muy vaga y remota de la naturaleza de éstas, mal puede comprender porqué debe desembarazarse de lo religioso para alcanzar algo ciertamente más elevado en lo que hace tanto a la vivencia interior como al Conocimiento del Ser.
Naturalmente todas estas dificultades provienen del hecho que normalmente se inicia a personas que no poseen, ni aún en grado ínfimo, las mínimas condiciones que las harían aptas para tal vía de realización espiritual. Y lo que aún es más grave, llegan a la Iniciación cargados de ideas absurdas y concepciones erróneas que generalmente toman del "saber" profano como del dogmatismo religioso y que luego les resultan muy difíciles de olvidar.
Pues bien, en los Fedeli d'Amore se daban en buena medida hechos de la naturaleza mencionada. Lo genuinamente esotérico e iniciático se revestía una y otra vez con un ropaje demasiado marcado por la ignorancia, el fanatismo y la superstición propias de lo típicamente religioso.
Otras veces, el temor a la Inquisición y a los güelfos hacía que ese ropaje religioso, con todos sus absurdos y limitaciones, fuera adoptado deliberadamente. Y así nació incluso un lenguaje secreto de los Fedeli d'Amore por demás interesante y del que nos ocuparemos más adelante.
Un tema de tanto interés como los Fedeli d'Amore no podía escapar a la atención de los especialistas tanto del campo esotérico como historiadores. Y así fue como hombres de la talla de René Guénon, Julius Evola, G. Rosetti, Luigi Valli, A. Ricolfi y Arthur Schult (para mencionar solamente a algunos de los más conspicuos) le han dedicado a esta Orden considerable esfuerzo. Hoy volcaremos en esta exposición algunos de los resultados por ellos obtenidos.
Veamos algunos hechos de interés al respecto. En el museo de Vienne, junto al Ródano, se conservan dos medallas con la imagen de Dante Alighieri y del ya mencionado pintor Pedro de Pisa y en las que se leen las letras FSKIPFT.
El observador desprevenido podría fácilmente pensar que tales letras son simplemente las iniciales de las denominadas virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad junto con las correspondientes a las virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. Pero un instante de reflexión basta para comprender que no era posible que hombres de exquisita ilustración como los nombrados admitieran o cometieran el burdo error de escribir en latín "caridad" (charitas) con K. La cuestión se aclaró por obra de Aroux, quién señaló que en realidad se trataba de una sigla que hacía a una cuestión absolutamente específica de la Orden de los Fedeli d'Amore. René Guénon pudo rectificar un error de Aroux y finalmente se llegó a la solución del enigma. Las letras mencionadas son las iniciales de "Fidei Sanctae Kadosch, Imperialis Principatus, Frater Templaris" o sea "Consagrado de la Fe Santa, Príncipe Imperial, Hermano Templario". Como el mismo René Guénon señala, la denominación de Kadosch (Consagrado o Santo) es una palabra que se emplea hasta hoy en conexión con el Grado 30 de la Masonería, Grado que es templario por excelencia. La denominación de Príncipe Imperial sin duda hay que vincularla a la marcadísima orientación gibelina de la Orden, es decir una actitud de total apoyo al Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en enfrentamiento con el poder temporal usurpado por la Iglesia Católica.
Pero lo que merece una aclaración más detallada es lo de Fidel Sancta (o Fede Santa en italiano) la que no guarda relación con el dogmatismo y creencias de ningún credo religioso corriente y esotérico.
De hecho, hay buenas razones par pensar con Guénon que la Fede Santa, filiación templaria laica o secular, era en tiempos de Dante algo que en alguna medida se asemejaba a lo que más tarde se conoció como "Fraternidad de la Rosa-Cruz", si es que esta misma no se originó directamente de ella. Para aclarar un malentendido frecuente aclaremos desde ya que los miembros de la Fede Santa se autodesignaban como Fedeli d'Amore, nombre con el que luego llegó a designarse a la misma Orden. El simbolismo básico era de naturaleza astrosófica, similar por una parte al que los Templarios habían tomado de los cátaros.
Sin entrar en detalles que no corresponden aquí, digamos que este simbolismo hace referencia al Trivium y al Cuadrivium es decir a las "siete artes liberales": Gramática, Lógica, Retórica, Geometría, Astronomía, Aritmética y Música. Naturalmente estas disciplinas eran encaradas en la Orden desde un enfoque sapiencial e iniciático, más elevado en espíritu y contenido que el saber profano. Naturalmente esto tiene amplia relación con las esferas o cielos planetarios a los que hace amplia alusión el Dante en la "Divina Comedia". Sin embargo, en cuanto a la estructura de grados, o sea la jerarquía iniciática interna, los Fedeli d'Amore se apartaban de la estructuración en siete grados de la Orden del Temple, que se conserva hasta el día de hoy. Esta estructura de siete grados se originó al parecer en la Orden de los Haschischin. Vale la pena señalar esto, mencionando de paso que existen distintos trabajos sobre las analogías entre ambas Ordenes. Volveremos luego al respecto pero señalemos desde ya que la estructuración de la Fede Santa se hacía en base a un sistema de cuatro grados que enseguida analizaremos. Conviene de paso recordar que otra de las autodenominaciones que se daban los Fideli era en base a la palabra Merzé o Mercé (regalo, gracia, merced) y que aún hoy un alto grado masónico, lamentablemente caído en desuso, pretende tener un origen o filiación hermético-templario. Este grado, aparentemente vinculado al menos en su simbolismo, con la Fede Santa es el de los "Príncipes de Mercy". Pues bien, lo notable es que la mejor fuente para conocer a fondo el simbolismo y ritual de los Fedeli d'Amore es una obra del Dante: la "Vita Nuova". Desde luego el profano que la lee sin cuidado ni advertencia nada podrá captar ni entender.
Pero el iniciado no podrá dejar de detenerse en detalles que pronto la revelarán la clave de toda la obra. Esta es genuinamente iniciática pero su valoración exige precisamente que pongamos en práctica el consejo del propio Dante en la "Divina Comedia":
"O voi ch'avete li'ntelleti sani, mirate la dottrina
che s'asconde sotto 'l velame de li versi strani".
(Inferno, IX, 61-63).
Y las sorpresas con la "Vita Nuova" comienzan desde la primera página, pues allí dice Dante algo preciso, inconfundible que constituye, por excelencia, una alta verdad en el orden iniciático y metafísico:
"In quel punto dico veracemente che lo spirito
della vita, lo quale dimora nella segretissima camera
del cuore..."
Aquí el esoterismo se vuelve transparente en una alusión directa a la presencia divina (átmica) en la cámara etérica del corazón de todos los seres. Dios está en nosotros mismos: para buscarle y hallarle no hacen falta enviados ni vicedioses. Naturalmente que Dante no pudo continuar en esa obra siendo tan explícito: hubiera terminado en las garras de los fanáticos. Esta es la causa determinante de que emplee una y otra vez una terminología secreta que es precisamente ese lenguaje en clave de los Fedeli d'Amore al que hacíamos referencia antes. Así, por ejemplo, una y otra vez el Dante habla de "corazón gentil" para dar a entender un corazón purificado de las pasiones propias de la naturaleza inferior del ser humano. El viento tenía para los miembros de aquella Orden el mismo sentido que tiene hoy la palabra "lluvia" para los masones: no hablar pues hay profanos que escuchan. Todas estas medidas de prudencia eran, como se dijo, impuestas por el fanatismo e intolerancia de la secta católica. Y reiteramos esto pues únicamente una religión corriente y exotérica puede ser sectaria (sectare: cortar, dividir) ya que separa y divide a sus seguidores de los que no tienen las mismas creencias.
En el nivel iniciático no puede haber sectas, pues toda genuina fraternidad esotérica practica el universalismo y postula la unidad,, trascendiendo así toda posible división real o ficticia entre los seres humanos.
Decíamos que la "Vita Nuova" constituye una verdadera síntesis a nivel ritualístico y simbólico de la "Fede Santa", bajo las apariencias de canto a un amor sublime pero profano. Ciertamente sería muy ingenuo querer ver aquí un reflejo del amor del poeta por Beatriz, o sea Bice Portinari, una joven que conoció Dante a temprana edad. La obra tiene por cierto fines mucho más elevados y Beatriz, tanto aquí como en la "Divina Comedia" es un símbolo de la Sophia, la Sabiduría Divina de naturaleza trascendente y, por supuesto, ubicada mucho más allá de todos los dogmatismos sectarios e idólatras. Las investigaciones de los autores ya citados han permitido poner en claro que los cuatro primeros capítulos de la "Vita Nuova" corresponden al Primer Grado de la Fede Santa, denominado FEIGNAIRE o Aspirante. Los capítulos 5 a 13 se refieren al segundo Grado, PREGNAIRE o Postulante. En los capítulos 14 a 17 se velan simbólicamente ritual y doctrina del Tercer Grado, ENTENDEIRE u Oyente. Finalmente los capítulos 22 a 29 se centran en el Cuarto y último Grado, SERVUS o Servidor.
Los capítulos 30 a 34 inclusive narran las experiencias espirituales subsiguientes a la Iniciación entre los miembros de la Orden. Los capítulos 35 a 39 están dedicados a narrar los afanes del iniciado al retornar a la vida cotidiana. El final feliz se reserva para los capítulos 40 a 42 que constituyen un cántico espiritual de gran elevación.
Resulta de interés señalar que Dante fue iniciado en el Primer Grado de los Fedeli d'Amore alrededor de 1290. Su iniciador fue un eminente filósofo y erudito de la época, de nombre Brunetto Latini (1230, circa 1294), muy respetado y querido por Dante. El gran florentino se inspiró visiblemente al escribir el Canto Primero del Infierno en el "Tesoretto" de Latini, obra de neta inspiración_ templaria escrita en italiano a modo de resumen de una obra anterior en francés, el: "Trésor" del mismo autor.
Y entramos ahora a considerar brevemente la obra cumbre de toda la literatura italiana: la "Divina Commmedia". Obsérvese que este título del poema dantesco y que ha perdurado, le fue dado por Bocaccio. Dante murió dejando innominada su obra maestra. En su obra capital Dante vuelca lo más elevado de la gnosis templaria en forma recóndita, cifrada en símbolos y velada por alegorías. Y nuevamente aparece aquí patente su filiación templaria, pues tras haber sido guiado en el poema por Virgilio y por Beatriz es Bernardo de Clairvaux, fundador del Temple e inspirador de su Regla, quién lo conduce a los planos de más elevada espiritualidad, hasta llegar al "Amor que mueve al Sol y a las estrellas", donde culmina y finaliza el poema.
Respecto de los trece Cantos finales de la "Divina Commedia" vale tal vez la pena hacer la acotación siguiente. Dante murió en Ravenna en 1321. Los últimos trece cantos del Paraíso, precisamente aquellos en los que él había cifrado hábilmente lo más elevado de la doctrina esotérica del Temple y de los Fedeli d'Amore, no pensaba su autor publicarlos puesto que ello resultaba peligroso. Y así fue que los escondió en un hueco de la pared de su casa, hábilmente disimulado por una estera de paja. Aún cuando aquí no vamos a elucidar cual es esa doctrina vale la pena releer entre líneas esos Cantos pues ello puede conducir a hallazgos de mucha importancia.
Muerto el gran florentino, sus hijos y amigos pensaron que su obra maestra había quedado trunca. En efecto, como el Infierno consta de una Introducción y treinta y tres cantos y otros treinta y tres tiene el Purgatorio, era lógico esperar otros tanto como extensión del Paraíso. Cuenta Bocaccio en su "Vida del Dante" que esta historia tuvo un final tan feliz como sorprendente. Ocho meses después de muerto Dante, un discípulo suyo por largos años, de nombre Piero Ravignani, soñó con el poeta. El gran gibelino apareció en ese sueño vestido con túnica blanca e irradiando toda su figura un halo de luz, a modo de un auténtico Iniciado que era. En el sueño su discípulo le preguntó si estaba vivo a lo cual Dante respondió que en efecto él vivía pero la verdadera vida, no la nuestra terrenal y miserable. Al interrogarle de nuevo el discípulo, esta vez acerca de si su grandioso poema había sido concluido, Dante respondió de nuevo afirmativamente y en el sueño le condujo hasta el hueco antes mencionad en la pared de la que había sido su casa en vida, diciéndole que allí se hallaba lo que tanto se había buscado. Tras esto se desvaneció la imagen del poeta, despertó el discípulo y corrió en el acto hasta la casa de Jacopo Alighieri, hijo del gran florentino y que moraba en la que había sido casa del Dante.
Le cuenta su sueño y juntos corren a la pared de marras. Allí, tras la estera se hallaba el hueco del que extraen, terriblemente emocionados, los manuscritos a los Cantos faltantes del Paraíso, a los que la humedad ya comenzaba a deteriorar. Así se pudo disponer del texto completo de la "Divina Commedia" que nos ha llegado hasta hoy íntegra a pesar de que en diversas oportunidades la Inquisición pensó en destruirla. En particular, en la España del siglo XVII fueron quemados numerosos ejemplares por los siempre activos representantes de la intolerancia y el fanatismo ignorante.
El tema central del esoterismo de Dante es el Amor divino como medio para alcanzar la Sophia, la divina Sabiduría que se halla más allá de todas las creencias y dogmas. Y esta Sophia es el tema clave de todo el esoterismo gnóstico, incluyendo aquí no sólo a los Templarios y a los Fedeli d'Amore sino también a los cátaros, para no mencionar ahora sino corrientes iniciáticas occidentales. No cabe duda de que el catarismo y el templarismo mantuvieron relaciones muy estrechas, lo que se torna evidente al examinar ciertos ritos en los altos grados de la Orden del Temple. Y en cuanto a la Sophia o Divina Sabiduría, vale la pena recordar aquí lo señalado por el Dr. Hugh Schonfield, quien ha analizado en sus obras el código cifrado "Atbash", basado en la permutación de letras y que empleaban tanto los esenios como los sadoquitas y nazareos para hacer ininteligibles sus textos. De acuerdo al Dr. Schonfield al aplicarle esta clave criptográfica a la palabra "Baphomet" ésta se transforma en "Sophia", lo que resulta por lo menos muy sugestivo (C.f.r. Lincoln-Baigent-Leigh: "El Legado Mesiánico"). No cabe duda de que los Templarios tuvieron muy estrechos contactos con diversas agrupaciones iniciáticas en Tierra Santa y ésta podría ser una prueba más al respecto. En diversos trabajos se ha mencionado la evidente analogía entre los colores rojo y blanco usados en su vestimenta tanto por los ismailitas haschischin como por los Templarios, es decir que las dos Ordenes que reclamaban para sí el título de "Guardianes de Tierra Santa". Esta analogía en realidad va más lejos aún pues estos colores aparecen también en combinación con el negro como fundamentales en Alquimia.
Notablemente blanco y rojo son también los colores tanto de "Conduiramour" como de Beatriz, siendo la primera para Parsifal lo que es Beatriz para el Dante. Naturalmente hay que remitir aquí a la obra de Wolfram von Eschenbach... y recordar que la Tradición Iniciática es una y universal.
A esta altura ya es menester, para concluir, señalar algunos puntos más que hacen directamente a aspectos doctrinales de la Fede Santa. Resulta muy ilustrativa al respecto la obra "Documenti d'Amore" del cardenal Francesco da Barberino (nacido circa 1597). Este libro ostenta en su portada la imagen de un guerrero espada en mano. De la boca de éste sale una inscripción que es la siguiente:
"Yo soy la fuerza y miro si viniera
alguno que este libro abrir quisiera;
y si no fuese el de tener derecho
con esta espada le atravieso el pecho".
Resulta innecesario aclarar que este Cardenal era miembro de la Orden. La cuarteta anterior se refiere bien claramente a la absoluta necesidad de guardar los tesoros espirituales para quiénes sean realmente dignos de ellos. Una nueva y sabia indicación de que jamás debe iniciarse a profanos que no posean altas condiciones y virtudes (alejando al "vulgo ingrato" del que hablaba Dante o sea la chusma desagradable) la da el mismo da Barberino con aquello de "temere della gente grossa" (o sea de los ignorantes) y añade luego el mismo autor: "Digo y declaro que todas las obras hechas por muy referentes al Amor las entiendo en un sentido espiritual, pero no todas pueden ser comprendidas por todos". Y en otra obra emanada de la Orden, el "Jugement d'Amour" se hace referencia a los "Misterios de Amor" que no se pueden comunicar a los viles, a los indiscretos y a las personas vulgares.
Lo notable es que todo el disimulo empleado en sus obras en relación a temas iniciáticos, Dante lo perdía de golpe al pasar a ocuparse, incluso en las mismas obras suyas, de temas más profanos. Así por ejemplo, cuando en el Canto XXXI del Purgatorio hace referencia a la nefasta alianza entre la Iglesia y el rey de Francia, Philippe le Bel para destruir a la Orden del Temple, él afirma sin vacilar:
"Sicura, quasi roca in alto monte
seder sovr'esso una putana sciolta
m'apparve con le ciglia intorno pronte.
E come perché non li fosse tolta
vidi di costa a lei dritto un gigante
e baciavansi insieme alcuna volta".
En la traducción del Prof. Battistessa estos versos del Purgatorio quedan así:
Segura cual castillo en alto monte
divisé allí, sentada, a una ramera
medio desnuda, pronta a hacer guiñadas.
Y como porque no se la quitaran
Un gigante vi erguido frente a ella,
Y así de vez en cuando se besaban.
Cabe aclarar que aquí el poeta con el gigante alude a Philippe le Bel, el rey de Francia (era muy alto como todos los hombres en su familia). La "putana" o prostituta simboliza a la Iglesia Católica. Aquí Dante se inspira claramente en el Apocalipsis XVII, en cuanto este texto se refiere a la prostituta de la ciudad de las siete colinas que ha fornicado con todos los poderosos de la Tierra, y los habitantes de la Tierra se embriagaron con el vino de su prostitución.
Y nosotros agregamos: a confesión de partes, relevo de pruebas. Pero, sin duda era grande la justa indignación de Dante al asistir a un hecho tan inicuo como la destrucción del Temple. El corrió a París a comienzos de 1310, tan pronto comenzó la parodia de juicio a los Caballeros Templarios y permaneció allí hasta 1312, sin que ninguna razón profana le obligara ni a tal viaje ni a tal prolongada estadía. Cabe suponer, con buenos fundamentos, que si acudió a París fue simplemente para hacer cuanto estuviera a su alcance para salvar a los Caballeros, sus Hermanos, del tormento y de la hoguera.
Tiempos muy duros fueron esos para el Temple y sus Ordenes filiales, tiempos en que se debían redoblar las precauciones para no caer como víctima de la vorágine del fanatismo ignorante. Por ello tantas precauciones, tanto secreto, tanta clave esotérica. Y así, a nivel de síntesis final, demos para facilitar la lectura de la obra del florentino desde el punto de vista esotérico, un breve glosario:
Amore: nostalgia y deseo de la unión con Dios.
Pietá: Iglesia espiritual o sea los Misterios Iniciáticos.
Violenza e Forza: El Papa y el clero romano.
Morte e crudeltá: Inquisición Romana.
Beatrice: ecclesia spiritualis, Sophia; Divina Sabiduría.
Beatrice es la antítesis de la
Prostituta: ecclesia carnalis, Iglesia Católica.
VELTRO (el lebrel): Es el VangELo eTeRnO (observar las mayúsculas) tal como sospechó Giovanni Papini pero con referencia a la Sophia y a la Iglesia Johannita (basada en el evangelio de San Juan) y no en las doctrinas de Gioacchino da Fiori y Gerardo de San Donnino, como conjeturaba Papini.
La tiranía del espacio nos impide entrar aquí en otros aspectos fundamentales del esoterismo dantesco tales como la influencia que tuvieron en el gran florentino los maestros espirituales islámicos y los esquemas astrosóficos que se observan en la "Divina Comedia". Desarrollaremos estos temas en otros trabajos, siguiendo los esfuerzos colosales de Miguel Asín Palacios y de Georg Rabuse, cuyas obras mucho han contribuido a clarificar esta cuestión. Desde luego esto reabre la vieja cuestión acerca de la muy probable iniciación recibida por los Caballeros Templarios por parte de esoteristas islámicos. Esta exposición no estará completa si no mencionamos brevemente dos grupos de hechos fundamentales que no pueden deberse al azar en modo alguno. En primer lugar el viaje poético de Dante por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso está calcado aun en detalles menores sobre el viaje nocturno de Mahoma descripto en el Al-Coran y en otros modelos de la literatura espiritual islámica. De esto se ocupa extensamente Miguel Asín Palacios en su famosa obra "La escatología musulmana en la Divina Comedia", reeditado por Hiperión, Madrid, 1984. Más sugestivas aún son las repetidas citas por parte del Dante del más grande de los maestros espirituales del Islam, el murciano Mohyiddin Ibn `Arabi sin citar jamás la fuente. Como señala Guénon mismo si Dante conoció la obra de Ibn 'Arabi de fuentes profanas porque lo ocultaba, máxime cuando no tiene inconveniente en citar a otros filósofos islámicos como ser Avicena y Averroes.
Remito para mayores detalles a la obra clásica de René Guénon "L' ésotérisme de Dante", Gallimard, París, 1957.
El otro grupo de hechos que se conecta estrechamente con lo dicho son los vínculos indudables que existieron entre el Temple y la secta islámica de los haschischin (mal traducido por asesinos o por "gente del haschisch"). De hecho haschischin solo puede traducirse como "Guardianes de Tierra Santa" es decir exactamente el que los Templarios daban a su propia Orden. Esto ha sido señalado por Guénon y por J.H. Pronst-Biraben "Los Misterios de los Templarios". Las similitudes de ambas órdenes iban mucho más lejos pues sus estructuras jerárquicas, pasando incluso por la adopción de los mismos colores (blanco y rojo) de una y otra. De hecho es sabido que Templarios y haschischin tomaron contacto en Siria antes de 1128, año de la redacción de la Regla del Temple.
Los hechos anteriores llevan a sospechar que nos hallamos frente a una corriente iniciática subterránea con indudable origen en el Islam. De esta lo que se ha hecho público solo lo fue en forma velada a través de los escritos de los Fedeli d' Amore. En realidad existen otros hechos contundentes del más alto interés pero es suficiente con lo que aquí ha sido expuesto. Concluyamos pues esta exposición y justifiquemos este silencio nuestro con palabras de otro miembro de la Fede Santa, Andreas Cappelanus, en su obra "Liber de arte amandi":
QUIEN NO SABE CALLAR
NO SABE AMAR
Una cuestión de especial interés relacionada con la Orden del Temple
son sus filiaciones u Ordenes derivadas de carácter laico o seglar. Se poseen evidencias de que al menos una de estas filiaciones existía ya bastante antes del infame proceso al que fue sometido el Temple y de la pérdida del carácter canónico de la Orden, lo que tuvo lugar en 1312. Esta filiación a la
que aludimos es la Orden de los Fedeli d'Amore (Fieles de amor), a veces designada también con el nombre de la doctrina iniciática por ella transmitida: la Fede Santa.
No parece caber duda razonable de que el nombre de Fedeli d'Amore provenía directamente del famoso grito de guerra de los caballeros templarios cuando estos se lanzaban al combate con valor insuperable. Ese grito era: ¡Viva Dios, Santo Amor!
Por otra parte es bien conocida la pertenencia de Dante Alighieri, con dignidad de Gran Maestre y otro tanto corresponde afirmar del pintor Pedro de Pisa. Pero no fueron ellos los dos únicos talentos sino que asombra aún hoy la pléyade de grandes figuras de la literatura italiana que revistaron entre los Fedeli d'Amore. Baste mencionar a Bocaccio, Petrarca, Andreas Cappelanus, el cardenal Francesco da Barberino, Cavalcanti, Dino Compagni como también Brunetto Latini, autor bien conocido de dos obras, el "Tesoro" y el "Tesorillo" a quién después nos referiremos. Incuestionablemente los Fedeli d'Amore poseían una transmisión iniciática y una corriente doctrinal esotérica propia en su forma externa, de indudable origen templario en lo inmediato pero ismailita (Orden de los Haschischin) en lo mediato. Esta doctrina, precisamente por ser iniciática, era suprarreligiosa y no podía de ninguna manera ser encuadrada en los canones del cristianismo, ni siquiera como una heterodoxia.
Es necesario recalcar aquí una vez más que lo auténticamente iniciático y tradicional tiene su lugar propio en un plano espiritual-intelectual más elevado que lo religioso, entendiendo esto último tanto en el aspecto dogmático como devocional. Recordemos que lo religioso es, por excelencia, esencialmente pasivo y funciona exclusivamente a nivel de consuelo y soporte emocional. Lo iniciático, por el contrario, corresponde al modo activo de desenvolvimiento espiritual empleando técnicas propias y distintivas que son las disciplinas de esta vía. Por ello ambos caminos no pueden, en rigor, encontrarse ni coexistir, siendo esencialmente incompatibles tanto por una cuestión de nivel espiritual como por otra de índole metodológica. Además, y esto es básico, la vía iniciática está ante todo caracterizada por la transmisión espiritual que se denomina, precisamente, iniciación. No existe contrapartida o análogo de la iniciación en el campo religioso, a despecho de lo que han pretendido algunos autores desencaminados y confundidos, tales como Frithiof Schuon. Bien entendido, todo aquello de naturaleza devocional, tal como oración, éxtasis místico, mortificación ascética y limosna caritativa no tienen absolutamente nada que ver con la vía iniciática, correspondiendo sin excepción y exclusivamente a un nivel muy inferior de cosas que es, por supuesto, el religioso.
Esto aquí enunciado es muy simple de entender para quién posee las necesarias aptitudes y cualificaciones para emprender verdaderamente la vía iniciática pero no resulta por cierto cosa simple para la inmensa mayoría de las personas. De hecho, se requirió mucho tiempo para llegar a clarificar las ideas hasta este punto. Y por supuesto, durante muchos siglos quiénes recorrían la vía iniciática seguían (y generalmente siguen hasta hoy en día) añadiéndole elementos superfluos de tipo religioso con todos los perjuicios que ello implica: dogmatismo fanático, sectarismo, pérdida de universalidad y de fraternidad. Por supuesto, tales actitudes provienen de una incomprensión profunda de la naturaleza de lo iniciático, cuyo desenvolvimiento tiene lugar en el plano de la experiencia metafísica a nivel totalmente suprapersonal. Pero, por supuesto, quién jamás ha atravesado por tales experiencias inefables y, por ende, posee solo una idea muy vaga y remota de la naturaleza de éstas, mal puede comprender porqué debe desembarazarse de lo religioso para alcanzar algo ciertamente más elevado en lo que hace tanto a la vivencia interior como al Conocimiento del Ser.
Naturalmente todas estas dificultades provienen del hecho que normalmente se inicia a personas que no poseen, ni aún en grado ínfimo, las mínimas condiciones que las harían aptas para tal vía de realización espiritual. Y lo que aún es más grave, llegan a la Iniciación cargados de ideas absurdas y concepciones erróneas que generalmente toman del "saber" profano como del dogmatismo religioso y que luego les resultan muy difíciles de olvidar.
Pues bien, en los Fedeli d'Amore se daban en buena medida hechos de la naturaleza mencionada. Lo genuinamente esotérico e iniciático se revestía una y otra vez con un ropaje demasiado marcado por la ignorancia, el fanatismo y la superstición propias de lo típicamente religioso.
Otras veces, el temor a la Inquisición y a los güelfos hacía que ese ropaje religioso, con todos sus absurdos y limitaciones, fuera adoptado deliberadamente. Y así nació incluso un lenguaje secreto de los Fedeli d'Amore por demás interesante y del que nos ocuparemos más adelante.
Un tema de tanto interés como los Fedeli d'Amore no podía escapar a la atención de los especialistas tanto del campo esotérico como historiadores. Y así fue como hombres de la talla de René Guénon, Julius Evola, G. Rosetti, Luigi Valli, A. Ricolfi y Arthur Schult (para mencionar solamente a algunos de los más conspicuos) le han dedicado a esta Orden considerable esfuerzo. Hoy volcaremos en esta exposición algunos de los resultados por ellos obtenidos.
Veamos algunos hechos de interés al respecto. En el museo de Vienne, junto al Ródano, se conservan dos medallas con la imagen de Dante Alighieri y del ya mencionado pintor Pedro de Pisa y en las que se leen las letras FSKIPFT.
El observador desprevenido podría fácilmente pensar que tales letras son simplemente las iniciales de las denominadas virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad junto con las correspondientes a las virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. Pero un instante de reflexión basta para comprender que no era posible que hombres de exquisita ilustración como los nombrados admitieran o cometieran el burdo error de escribir en latín "caridad" (charitas) con K. La cuestión se aclaró por obra de Aroux, quién señaló que en realidad se trataba de una sigla que hacía a una cuestión absolutamente específica de la Orden de los Fedeli d'Amore. René Guénon pudo rectificar un error de Aroux y finalmente se llegó a la solución del enigma. Las letras mencionadas son las iniciales de "Fidei Sanctae Kadosch, Imperialis Principatus, Frater Templaris" o sea "Consagrado de la Fe Santa, Príncipe Imperial, Hermano Templario". Como el mismo René Guénon señala, la denominación de Kadosch (Consagrado o Santo) es una palabra que se emplea hasta hoy en conexión con el Grado 30 de la Masonería, Grado que es templario por excelencia. La denominación de Príncipe Imperial sin duda hay que vincularla a la marcadísima orientación gibelina de la Orden, es decir una actitud de total apoyo al Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en enfrentamiento con el poder temporal usurpado por la Iglesia Católica.
Pero lo que merece una aclaración más detallada es lo de Fidel Sancta (o Fede Santa en italiano) la que no guarda relación con el dogmatismo y creencias de ningún credo religioso corriente y esotérico.
De hecho, hay buenas razones par pensar con Guénon que la Fede Santa, filiación templaria laica o secular, era en tiempos de Dante algo que en alguna medida se asemejaba a lo que más tarde se conoció como "Fraternidad de la Rosa-Cruz", si es que esta misma no se originó directamente de ella. Para aclarar un malentendido frecuente aclaremos desde ya que los miembros de la Fede Santa se autodesignaban como Fedeli d'Amore, nombre con el que luego llegó a designarse a la misma Orden. El simbolismo básico era de naturaleza astrosófica, similar por una parte al que los Templarios habían tomado de los cátaros.
Sin entrar en detalles que no corresponden aquí, digamos que este simbolismo hace referencia al Trivium y al Cuadrivium es decir a las "siete artes liberales": Gramática, Lógica, Retórica, Geometría, Astronomía, Aritmética y Música. Naturalmente estas disciplinas eran encaradas en la Orden desde un enfoque sapiencial e iniciático, más elevado en espíritu y contenido que el saber profano. Naturalmente esto tiene amplia relación con las esferas o cielos planetarios a los que hace amplia alusión el Dante en la "Divina Comedia". Sin embargo, en cuanto a la estructura de grados, o sea la jerarquía iniciática interna, los Fedeli d'Amore se apartaban de la estructuración en siete grados de la Orden del Temple, que se conserva hasta el día de hoy. Esta estructura de siete grados se originó al parecer en la Orden de los Haschischin. Vale la pena señalar esto, mencionando de paso que existen distintos trabajos sobre las analogías entre ambas Ordenes. Volveremos luego al respecto pero señalemos desde ya que la estructuración de la Fede Santa se hacía en base a un sistema de cuatro grados que enseguida analizaremos. Conviene de paso recordar que otra de las autodenominaciones que se daban los Fideli era en base a la palabra Merzé o Mercé (regalo, gracia, merced) y que aún hoy un alto grado masónico, lamentablemente caído en desuso, pretende tener un origen o filiación hermético-templario. Este grado, aparentemente vinculado al menos en su simbolismo, con la Fede Santa es el de los "Príncipes de Mercy". Pues bien, lo notable es que la mejor fuente para conocer a fondo el simbolismo y ritual de los Fedeli d'Amore es una obra del Dante: la "Vita Nuova". Desde luego el profano que la lee sin cuidado ni advertencia nada podrá captar ni entender.
Pero el iniciado no podrá dejar de detenerse en detalles que pronto la revelarán la clave de toda la obra. Esta es genuinamente iniciática pero su valoración exige precisamente que pongamos en práctica el consejo del propio Dante en la "Divina Comedia":
"O voi ch'avete li'ntelleti sani, mirate la dottrina
che s'asconde sotto 'l velame de li versi strani".
(Inferno, IX, 61-63).
Y las sorpresas con la "Vita Nuova" comienzan desde la primera página, pues allí dice Dante algo preciso, inconfundible que constituye, por excelencia, una alta verdad en el orden iniciático y metafísico:
"In quel punto dico veracemente che lo spirito
della vita, lo quale dimora nella segretissima camera
del cuore..."
Aquí el esoterismo se vuelve transparente en una alusión directa a la presencia divina (átmica) en la cámara etérica del corazón de todos los seres. Dios está en nosotros mismos: para buscarle y hallarle no hacen falta enviados ni vicedioses. Naturalmente que Dante no pudo continuar en esa obra siendo tan explícito: hubiera terminado en las garras de los fanáticos. Esta es la causa determinante de que emplee una y otra vez una terminología secreta que es precisamente ese lenguaje en clave de los Fedeli d'Amore al que hacíamos referencia antes. Así, por ejemplo, una y otra vez el Dante habla de "corazón gentil" para dar a entender un corazón purificado de las pasiones propias de la naturaleza inferior del ser humano. El viento tenía para los miembros de aquella Orden el mismo sentido que tiene hoy la palabra "lluvia" para los masones: no hablar pues hay profanos que escuchan. Todas estas medidas de prudencia eran, como se dijo, impuestas por el fanatismo e intolerancia de la secta católica. Y reiteramos esto pues únicamente una religión corriente y exotérica puede ser sectaria (sectare: cortar, dividir) ya que separa y divide a sus seguidores de los que no tienen las mismas creencias.
En el nivel iniciático no puede haber sectas, pues toda genuina fraternidad esotérica practica el universalismo y postula la unidad,, trascendiendo así toda posible división real o ficticia entre los seres humanos.
Decíamos que la "Vita Nuova" constituye una verdadera síntesis a nivel ritualístico y simbólico de la "Fede Santa", bajo las apariencias de canto a un amor sublime pero profano. Ciertamente sería muy ingenuo querer ver aquí un reflejo del amor del poeta por Beatriz, o sea Bice Portinari, una joven que conoció Dante a temprana edad. La obra tiene por cierto fines mucho más elevados y Beatriz, tanto aquí como en la "Divina Comedia" es un símbolo de la Sophia, la Sabiduría Divina de naturaleza trascendente y, por supuesto, ubicada mucho más allá de todos los dogmatismos sectarios e idólatras. Las investigaciones de los autores ya citados han permitido poner en claro que los cuatro primeros capítulos de la "Vita Nuova" corresponden al Primer Grado de la Fede Santa, denominado FEIGNAIRE o Aspirante. Los capítulos 5 a 13 se refieren al segundo Grado, PREGNAIRE o Postulante. En los capítulos 14 a 17 se velan simbólicamente ritual y doctrina del Tercer Grado, ENTENDEIRE u Oyente. Finalmente los capítulos 22 a 29 se centran en el Cuarto y último Grado, SERVUS o Servidor.
Los capítulos 30 a 34 inclusive narran las experiencias espirituales subsiguientes a la Iniciación entre los miembros de la Orden. Los capítulos 35 a 39 están dedicados a narrar los afanes del iniciado al retornar a la vida cotidiana. El final feliz se reserva para los capítulos 40 a 42 que constituyen un cántico espiritual de gran elevación.
Resulta de interés señalar que Dante fue iniciado en el Primer Grado de los Fedeli d'Amore alrededor de 1290. Su iniciador fue un eminente filósofo y erudito de la época, de nombre Brunetto Latini (1230, circa 1294), muy respetado y querido por Dante. El gran florentino se inspiró visiblemente al escribir el Canto Primero del Infierno en el "Tesoretto" de Latini, obra de neta inspiración_ templaria escrita en italiano a modo de resumen de una obra anterior en francés, el: "Trésor" del mismo autor.
Y entramos ahora a considerar brevemente la obra cumbre de toda la literatura italiana: la "Divina Commmedia". Obsérvese que este título del poema dantesco y que ha perdurado, le fue dado por Bocaccio. Dante murió dejando innominada su obra maestra. En su obra capital Dante vuelca lo más elevado de la gnosis templaria en forma recóndita, cifrada en símbolos y velada por alegorías. Y nuevamente aparece aquí patente su filiación templaria, pues tras haber sido guiado en el poema por Virgilio y por Beatriz es Bernardo de Clairvaux, fundador del Temple e inspirador de su Regla, quién lo conduce a los planos de más elevada espiritualidad, hasta llegar al "Amor que mueve al Sol y a las estrellas", donde culmina y finaliza el poema.
Respecto de los trece Cantos finales de la "Divina Commedia" vale tal vez la pena hacer la acotación siguiente. Dante murió en Ravenna en 1321. Los últimos trece cantos del Paraíso, precisamente aquellos en los que él había cifrado hábilmente lo más elevado de la doctrina esotérica del Temple y de los Fedeli d'Amore, no pensaba su autor publicarlos puesto que ello resultaba peligroso. Y así fue que los escondió en un hueco de la pared de su casa, hábilmente disimulado por una estera de paja. Aún cuando aquí no vamos a elucidar cual es esa doctrina vale la pena releer entre líneas esos Cantos pues ello puede conducir a hallazgos de mucha importancia.
Muerto el gran florentino, sus hijos y amigos pensaron que su obra maestra había quedado trunca. En efecto, como el Infierno consta de una Introducción y treinta y tres cantos y otros treinta y tres tiene el Purgatorio, era lógico esperar otros tanto como extensión del Paraíso. Cuenta Bocaccio en su "Vida del Dante" que esta historia tuvo un final tan feliz como sorprendente. Ocho meses después de muerto Dante, un discípulo suyo por largos años, de nombre Piero Ravignani, soñó con el poeta. El gran gibelino apareció en ese sueño vestido con túnica blanca e irradiando toda su figura un halo de luz, a modo de un auténtico Iniciado que era. En el sueño su discípulo le preguntó si estaba vivo a lo cual Dante respondió que en efecto él vivía pero la verdadera vida, no la nuestra terrenal y miserable. Al interrogarle de nuevo el discípulo, esta vez acerca de si su grandioso poema había sido concluido, Dante respondió de nuevo afirmativamente y en el sueño le condujo hasta el hueco antes mencionad en la pared de la que había sido su casa en vida, diciéndole que allí se hallaba lo que tanto se había buscado. Tras esto se desvaneció la imagen del poeta, despertó el discípulo y corrió en el acto hasta la casa de Jacopo Alighieri, hijo del gran florentino y que moraba en la que había sido casa del Dante.
Le cuenta su sueño y juntos corren a la pared de marras. Allí, tras la estera se hallaba el hueco del que extraen, terriblemente emocionados, los manuscritos a los Cantos faltantes del Paraíso, a los que la humedad ya comenzaba a deteriorar. Así se pudo disponer del texto completo de la "Divina Commedia" que nos ha llegado hasta hoy íntegra a pesar de que en diversas oportunidades la Inquisición pensó en destruirla. En particular, en la España del siglo XVII fueron quemados numerosos ejemplares por los siempre activos representantes de la intolerancia y el fanatismo ignorante.
El tema central del esoterismo de Dante es el Amor divino como medio para alcanzar la Sophia, la divina Sabiduría que se halla más allá de todas las creencias y dogmas. Y esta Sophia es el tema clave de todo el esoterismo gnóstico, incluyendo aquí no sólo a los Templarios y a los Fedeli d'Amore sino también a los cátaros, para no mencionar ahora sino corrientes iniciáticas occidentales. No cabe duda de que el catarismo y el templarismo mantuvieron relaciones muy estrechas, lo que se torna evidente al examinar ciertos ritos en los altos grados de la Orden del Temple. Y en cuanto a la Sophia o Divina Sabiduría, vale la pena recordar aquí lo señalado por el Dr. Hugh Schonfield, quien ha analizado en sus obras el código cifrado "Atbash", basado en la permutación de letras y que empleaban tanto los esenios como los sadoquitas y nazareos para hacer ininteligibles sus textos. De acuerdo al Dr. Schonfield al aplicarle esta clave criptográfica a la palabra "Baphomet" ésta se transforma en "Sophia", lo que resulta por lo menos muy sugestivo (C.f.r. Lincoln-Baigent-Leigh: "El Legado Mesiánico"). No cabe duda de que los Templarios tuvieron muy estrechos contactos con diversas agrupaciones iniciáticas en Tierra Santa y ésta podría ser una prueba más al respecto. En diversos trabajos se ha mencionado la evidente analogía entre los colores rojo y blanco usados en su vestimenta tanto por los ismailitas haschischin como por los Templarios, es decir que las dos Ordenes que reclamaban para sí el título de "Guardianes de Tierra Santa". Esta analogía en realidad va más lejos aún pues estos colores aparecen también en combinación con el negro como fundamentales en Alquimia.
Notablemente blanco y rojo son también los colores tanto de "Conduiramour" como de Beatriz, siendo la primera para Parsifal lo que es Beatriz para el Dante. Naturalmente hay que remitir aquí a la obra de Wolfram von Eschenbach... y recordar que la Tradición Iniciática es una y universal.
A esta altura ya es menester, para concluir, señalar algunos puntos más que hacen directamente a aspectos doctrinales de la Fede Santa. Resulta muy ilustrativa al respecto la obra "Documenti d'Amore" del cardenal Francesco da Barberino (nacido circa 1597). Este libro ostenta en su portada la imagen de un guerrero espada en mano. De la boca de éste sale una inscripción que es la siguiente:
"Yo soy la fuerza y miro si viniera
alguno que este libro abrir quisiera;
y si no fuese el de tener derecho
con esta espada le atravieso el pecho".
Resulta innecesario aclarar que este Cardenal era miembro de la Orden. La cuarteta anterior se refiere bien claramente a la absoluta necesidad de guardar los tesoros espirituales para quiénes sean realmente dignos de ellos. Una nueva y sabia indicación de que jamás debe iniciarse a profanos que no posean altas condiciones y virtudes (alejando al "vulgo ingrato" del que hablaba Dante o sea la chusma desagradable) la da el mismo da Barberino con aquello de "temere della gente grossa" (o sea de los ignorantes) y añade luego el mismo autor: "Digo y declaro que todas las obras hechas por muy referentes al Amor las entiendo en un sentido espiritual, pero no todas pueden ser comprendidas por todos". Y en otra obra emanada de la Orden, el "Jugement d'Amour" se hace referencia a los "Misterios de Amor" que no se pueden comunicar a los viles, a los indiscretos y a las personas vulgares.
Lo notable es que todo el disimulo empleado en sus obras en relación a temas iniciáticos, Dante lo perdía de golpe al pasar a ocuparse, incluso en las mismas obras suyas, de temas más profanos. Así por ejemplo, cuando en el Canto XXXI del Purgatorio hace referencia a la nefasta alianza entre la Iglesia y el rey de Francia, Philippe le Bel para destruir a la Orden del Temple, él afirma sin vacilar:
"Sicura, quasi roca in alto monte
seder sovr'esso una putana sciolta
m'apparve con le ciglia intorno pronte.
E come perché non li fosse tolta
vidi di costa a lei dritto un gigante
e baciavansi insieme alcuna volta".
En la traducción del Prof. Battistessa estos versos del Purgatorio quedan así:
Segura cual castillo en alto monte
divisé allí, sentada, a una ramera
medio desnuda, pronta a hacer guiñadas.
Y como porque no se la quitaran
Un gigante vi erguido frente a ella,
Y así de vez en cuando se besaban.
Cabe aclarar que aquí el poeta con el gigante alude a Philippe le Bel, el rey de Francia (era muy alto como todos los hombres en su familia). La "putana" o prostituta simboliza a la Iglesia Católica. Aquí Dante se inspira claramente en el Apocalipsis XVII, en cuanto este texto se refiere a la prostituta de la ciudad de las siete colinas que ha fornicado con todos los poderosos de la Tierra, y los habitantes de la Tierra se embriagaron con el vino de su prostitución.
Y nosotros agregamos: a confesión de partes, relevo de pruebas. Pero, sin duda era grande la justa indignación de Dante al asistir a un hecho tan inicuo como la destrucción del Temple. El corrió a París a comienzos de 1310, tan pronto comenzó la parodia de juicio a los Caballeros Templarios y permaneció allí hasta 1312, sin que ninguna razón profana le obligara ni a tal viaje ni a tal prolongada estadía. Cabe suponer, con buenos fundamentos, que si acudió a París fue simplemente para hacer cuanto estuviera a su alcance para salvar a los Caballeros, sus Hermanos, del tormento y de la hoguera.
Tiempos muy duros fueron esos para el Temple y sus Ordenes filiales, tiempos en que se debían redoblar las precauciones para no caer como víctima de la vorágine del fanatismo ignorante. Por ello tantas precauciones, tanto secreto, tanta clave esotérica. Y así, a nivel de síntesis final, demos para facilitar la lectura de la obra del florentino desde el punto de vista esotérico, un breve glosario:
Amore: nostalgia y deseo de la unión con Dios.
Pietá: Iglesia espiritual o sea los Misterios Iniciáticos.
Violenza e Forza: El Papa y el clero romano.
Morte e crudeltá: Inquisición Romana.
Beatrice: ecclesia spiritualis, Sophia; Divina Sabiduría.
Beatrice es la antítesis de la
Prostituta: ecclesia carnalis, Iglesia Católica.
VELTRO (el lebrel): Es el VangELo eTeRnO (observar las mayúsculas) tal como sospechó Giovanni Papini pero con referencia a la Sophia y a la Iglesia Johannita (basada en el evangelio de San Juan) y no en las doctrinas de Gioacchino da Fiori y Gerardo de San Donnino, como conjeturaba Papini.
La tiranía del espacio nos impide entrar aquí en otros aspectos fundamentales del esoterismo dantesco tales como la influencia que tuvieron en el gran florentino los maestros espirituales islámicos y los esquemas astrosóficos que se observan en la "Divina Comedia". Desarrollaremos estos temas en otros trabajos, siguiendo los esfuerzos colosales de Miguel Asín Palacios y de Georg Rabuse, cuyas obras mucho han contribuido a clarificar esta cuestión. Desde luego esto reabre la vieja cuestión acerca de la muy probable iniciación recibida por los Caballeros Templarios por parte de esoteristas islámicos. Esta exposición no estará completa si no mencionamos brevemente dos grupos de hechos fundamentales que no pueden deberse al azar en modo alguno. En primer lugar el viaje poético de Dante por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso está calcado aun en detalles menores sobre el viaje nocturno de Mahoma descripto en el Al-Coran y en otros modelos de la literatura espiritual islámica. De esto se ocupa extensamente Miguel Asín Palacios en su famosa obra "La escatología musulmana en la Divina Comedia", reeditado por Hiperión, Madrid, 1984. Más sugestivas aún son las repetidas citas por parte del Dante del más grande de los maestros espirituales del Islam, el murciano Mohyiddin Ibn `Arabi sin citar jamás la fuente. Como señala Guénon mismo si Dante conoció la obra de Ibn 'Arabi de fuentes profanas porque lo ocultaba, máxime cuando no tiene inconveniente en citar a otros filósofos islámicos como ser Avicena y Averroes.
Remito para mayores detalles a la obra clásica de René Guénon "L' ésotérisme de Dante", Gallimard, París, 1957.
El otro grupo de hechos que se conecta estrechamente con lo dicho son los vínculos indudables que existieron entre el Temple y la secta islámica de los haschischin (mal traducido por asesinos o por "gente del haschisch"). De hecho haschischin solo puede traducirse como "Guardianes de Tierra Santa" es decir exactamente el que los Templarios daban a su propia Orden. Esto ha sido señalado por Guénon y por J.H. Pronst-Biraben "Los Misterios de los Templarios". Las similitudes de ambas órdenes iban mucho más lejos pues sus estructuras jerárquicas, pasando incluso por la adopción de los mismos colores (blanco y rojo) de una y otra. De hecho es sabido que Templarios y haschischin tomaron contacto en Siria antes de 1128, año de la redacción de la Regla del Temple.
Los hechos anteriores llevan a sospechar que nos hallamos frente a una corriente iniciática subterránea con indudable origen en el Islam. De esta lo que se ha hecho público solo lo fue en forma velada a través de los escritos de los Fedeli d' Amore. En realidad existen otros hechos contundentes del más alto interés pero es suficiente con lo que aquí ha sido expuesto. Concluyamos pues esta exposición y justifiquemos este silencio nuestro con palabras de otro miembro de la Fede Santa, Andreas Cappelanus, en su obra "Liber de arte amandi":
QUIEN NO SABE CALLAR
NO SABE AMAR
RONCELIN VS RUNCIMAN
EL SECRETO ULTERIOR DEL TEMPLE
Fernando Arroyo
Publicado en
BOLETIN TEMPLE - Monográfico No. 1, 3/1/2001
Sir Steven Runciman, nacido el 7 de julio de 1903 y muerto el 1 de noviembre de 2000 a los 97 años de edad, fue, a decir de muchos, el más insigne historiador británico de los últimos tiempos.
Uno de los mayores expertos del mundo en la historia del Imperio Bizantino y de las Cruzadas, su obra más memorable sin duda son los tres volúmenes escritos entre 1951 y 1954 de "A History of the Crusades”.
Segundo hijo del Primer Vizconde Runciman de Doxford, descendiente del pintor escocés de mediados del siglo XVIII Alexander Runciman, Sir Steven, gran viajero que llegó a residir y trabajar en ciudades como Atenas, Sofía, El Cairo, Jerusalén, Estambul (en esta ciudad fue profesor de Arte e Historia de Bizancio)... y que incluso llegó a convertirse en Derviche honorario en Siria, siempre supo que sus raíces estaban en Escocia, y en ellas arraigaron definitivamente en 1966.
Parece ser que un año después, en enero de 1967, Runciman habría recibido el encargo de encabezar un equipo multidisciplinar que llevase a cabo una investigación exhaustiva sobre “El Libro del Bautismo de Fuego” o “Estatutos secretos dictados para los hermanos por Roncelinus” (conocidos como la “Regla Secreta del Temple”), que fueron descubiertos en 1794, en los fondos de la Biblioteca Corsino de los Archivos Vaticanos, por el obispo de Copenhague Friedrich Münter.
A pesar de no ser uno de los grandes expertos en templarismo, o cuando menos no formar parte de esa “nómina” de historiadores especializados en el tema, seguramente Runciman fue elegido para coordinar esta investigación precisamente por eso, es decir, por su relativo “desapasionamiento” hacia la historia templaria como fenómeno independiente (si es que alguien que ama profundamente la historia puede sentir desapasionamiento hacia uno de los mayores enigmas históricos), amén de por su probada solvencia como investigador y su reputadísima rigurosidad científica.
El documento a investigar fue redactado a finales del siglo XIII por Roncelin de Fos, personaje un tanto “evanescente”, como muy acertadamente lo califica el erudito investigador y documentalista español Justo A. Navarro, cuyo único dato documentado por él conocido “es el que le menciona como Maestre de la Comandancia (término más ajustado que encomienda) de Tortosa, en Siria, el 17 de junio de 1242, en la que se le cita como parte presente en una concordia arbitral entre el Temple y el Hospital, aunque el Libro de Artefeuil (tomo III, pág. 250), dice que fué recibido en la Orden en 1267 por el caballero Jean de Pellissier. También se le supone "desaparecido" hacia 1280-1290, en la Casa del Temple de Santa Eulalia de Cernon, es decir sobrepasados los 75 años de edad si es que es cierto que nació hacia 1205 en Bormes-les-Mimosas”.
Según Patrick E. Braccó, los Estatutos de Roncelin "están teñidos de catarismo y de paganismo, y en ellos vuelven a encontrarse indicaciones que demostrarían que los templarios habrían tenido una gnosis secreta". Por su parte, el escritor e investigador soriano Ángel Almazán, en su memorable artículo “De Numancia a Montsegur” (Revista de Soria, nº 6, Otoño de 1994), nos dice en referencia a los Estatutos: “Allí se habla de la alquimia y de Abraxas, un eón gnóstico que reaparece en nuestro siglo en la novela "Demian" de Hermann Hesse y, poco antes, en los "Siete Sermones a los Muertos" escrito por Carl Gustav Jung, el último de los grandes gnósticos”. Y añade: “En los Archivos Nacionales franceses se encuentra guardado un sello del Temple requisado al ser abolida la Orden. Se halla colocado en una carta escrita por Andrés de Coulours, preceptor del Temple y residente en la encomienda de Coulours, en el bosque de Othe. El sello tiene unas palabras: "Secretum Templi". En el centro hay un extraño personaje con pies que parecen cabezas de serpiente, siendo la suya similar a la de un gallo visto de perfil. Esta figura era muy usual, a principios de la era cristiana, entre los gnósticos en unos talismanes llamados "abraxas". También se perciben en este sello diversas runas”. Con respecto a este último apunte, conviene señalar que el Dr. Raitzin indicó en su momento algo que, en realidad, resulta evidente, esto es que tales signos interpretados como runas son en realidad letras griegas. Y si bien esto es totalmente cierto, debemos también añadir en aras de la exactitud lo que más tarde puntualizó al respecto el propio Almazán, que no es otra cosa que el hecho de que el griego primitivo derive del fenicio, y éste, efectivamente, posea signos que son muy similares a las runas.
Asimismo, existen otros documentos templarios reservados para una jerarquía iniciática que avalan dicho esoterismo, como los estudiados por Gérard Sebanesco, según Serge Hutin: "On devait découvrir au XVII siècle en Allemagne deux documents remontant au Moyen Age, qui se révélèrent être bel et bien deux règles secrètes complétant, pour les seuls Chevaliers qui atteignaient le vrai Cercle Intérieur de l´Ordre, la Règle ecclésiastique courante: ces documents trouvés à Hambourg sont la `Regle des Frères Elus´ et la `Règle des Frères Consolés´" (Se deberían descubrir en el siglo XVII en Alemania dos documentos que se remontaban a la Edad Media, que demostraban ser de hecho dos reglas secretas suplementarias, redactadas solo para los Caballeros que alcanzaron el verdadero Círculo Interior de la Orden, y que suplementaban la regla eclesiástica corriente: estos documentos encontrados en Hamburgo son los "La Regla de los hermanos Elegidos" y la "Regla de los hermanos Consolados")
Volviendo a la cuestión que nos ocupa, parece ser que la financiación del estudio de 1967 corrió a cargo de dos órdenes neotemplarias (en un principio se pensó que una de ellas era la liderada por el conde italiano Rocco Zingaro di San Ferdinando, cosa que parece descartable por el año del encargo), sabiéndose de las ¡buenas relaciones que una de ellas mantenía con el Vaticano!. Precisamente, esta aparente incongruencia es la que nos hizo pensar en el grupo de San Ferdinando, pues resulta de dominio público que en la década de los noventa la Orden del Temple, supuestamente representada por el conde italiano, fue “simbólicamente perdonada” por el Patriarca católico de Jerusalén Monseñor Michel Shabbah, en una ceremonia revestida de gran boato y emotividad. Este dato, aunque cierto, no significa que el “Temple de San Ferdinando” lograse, como es de suponer, el mismo gesto por parte del Papa.
Hay fuentes solventes que señalan que la investigación referida no habría sido financiada por el Vaticano, sino por seglares adscritos a diversas corrientes de investigación templaria. De cualquier forma, todo hace pensar, y así lo señalan evidencias notorias, que una de las organizaciones neotemplarias que habría encargado el estudio de los Estatutos fue la Nueva Observancia Templaria. Esta orden, que nada tiene que ver con la Estricta Observancia Templaria de Von Hund, se fundó en el año 1963 (sospechosamente sólo cuatro años antes del “Caso Runciman”), lo que nos induce a pensar si su propia creación no sería una especie de “pantalla o tapadera”, auspiciada por alguna de esas manos invisibles vaticanas que sirven para mover ciertos hilos en los asuntos “delicados” (eufemismo de turbios, generalmente). Sea como fuere, y según testimonio de los propios dirigentes de esta orden, mantienen buenas relaciones con el Vaticano. La Nueva Observancia Templaria tiene su sede en Francia, concretamente se sabe que en 1998 tenía una dirección postal en Saint-Laurent-du-Var.
A pesar de la manifestada buena relación entre ambas instituciones (que sepamos no corroborada por ninguna instancia eclesiástica), no deja de resultar curiosa y significativa la participación de grupos neotemplarios en una investigación de las características que nos ocupa, por cuanto la misma se encargó sobre los Estatutos que obran en poder del Vaticano, lo que hace pensar si la propia Santa Sede no estuviese detrás del asunto. De ser así, ya se plantea un primer interrogante en el hecho de que: ¿qué pintan dos órdenes neotemplarias en una investigación vaticana?...
En el curso de las investigaciones históricas (el análisis del documento pronto arrojó el resultado de ser auténtico), se habría encontrado una carta, no criptografiada, en la que el gran Maestre oficial de la Orden, a la sazón Thomas Bérard (Amaury de la Roche según algunos historiadores) se dirigía a un tal Roncelin du Fos como “VENERABLE MAESTRE ULTERIOR Y SUPREMO”
"Ulterior” significa literalmente “que está más allá”, y “supremo” está claro lo que significa, por lo que debemos concluir que resulta ésta una extraña forma de dirigirse a un Comendador por parte del Maestre de la Orden...
Ya en el hecho de que los historiadores no se pongan de acuerdo en a quién correspondió el maestrazgo (Bérard o De la Roche) en la época en que está fechada la carta, y las propias dudas existentes sobre la verdadera identidad de Roncelin, hacen que el enigma en torno al asunto se acreciente.
La carta en cuestión informa de la caida de Saphet y la muerte de todos los hermanos que defendían la fortaleza, y dada su intrascendencia metafísica o esotérica es por lo que tal vez se cometió el desliz de no haber sido criptografiada.
Saphet se encuentra al norte del mar de Galilea. Fue destruida en 1219 y reconstruida bajo la maestría de Armand de Pèrigord con el apoyo de Benedicto, obispo de Marsella. En 1266 fue arrebatada a la Orden por el sultán mameluco Baybars, quien hizo matar a todos los defensores, hechos que, de forma apesadumbrada, se relatan en la misiva que nos ocupa. También cabe pensar, ¿por qué no?, que este estado de profundo abatimiento del Maestre de la Orden le hiciese cometer la torpeza de no criptografiar una carta que debiera haber permanecido por siempre oculta a ojos del profano... ¿Qué culpas remorderían la conciencia de quien, teniendo tanto que perder, perdió hasta la discreción debida (o “de vida”)?... Esta pregunta se la hace el que suscribe, a tenor de los términos en que se expresa el afligido Maestre, pero otros interrogantes, seguramente más objetivos, se desprenden de todo esto:
- ¿Fueron deslices como el referido (no criptografíar ciertas cartas) la verdadera causa de la caida de la Orden?
- ¿Apareció también esta carta manuscrita (y puede que otras que compondrían eso que se ha dado en llamar "Le Cartulaire Secret", así como los propios Estatutos de Roncelin) en los Archivos Vaticanos, como parte del material incautado durante el proceso inquisitorial?
Ciertamente, resulta difícil concebir que semejante error se produjese, y más complicado aún resulta entender que las implicaciones que se derivan de la carta secreta entren en contradicción con la propia Regla Secreta del Temple como se ha llegado a sostener, pues, efectivamente, los Estatutos en su artículo XX dicen:
“Esta rigurosamente prohibido de elegir como Gran Maestre a un Consolado. Los otros puestos y cargos principales de la Orden están reservados a los Elegidos y a los Consolados”.
Sin embargo, resulta evidente que tal contradicción no existe, pues si bien la Regla indica claramente que está prohibido elegir como Gran Maestre a un Consolado (el Consolado es aquel que “está liberado del yugo que los hijos de Babilonia han establecido sobre la base de los falsos dogmas”... Art. VI), no parece indicar, de forma explícita ni implícita, que no pueda ser un Elegido (miembros del círculo interior).
De hecho, conviene recordar que en las mazmorras de la torre de Chinon, donde estuvieron apresados los altos cargos de la Orden del Temple, entre ellos el Maestre Jacques de Molay, se hallaron graffitis grabados por la propia cúpula templaria en las paredes de las celdas. Estos graffitis están plenos de un inequívoco simbolismo esotérico, hasta el punto de que su significado oculto trató de ser dilucidado por el alquimista Eugène Canseliet, discípulo de Fulcanelli (si no el propio Fulcanelli en persona). Esto evidencia que, efectivamente, los máximos dignatarios de la Orden tenían pleno conocimiento del saber trascendente y esotérico templario, lo cual no significa que tuviesen que ocupar rangos equivalentes dentro las diferentes estructuras orgánicas de la Orden. Concebir esto así, resulta mucho más lógico y admisible que no la hipótesis de un círculo interior funcionando en secreto y a espaldas de la jefatura exotérica, aunque sí del resto de la estructura mayoritaria (eminentemente la militar) de la Orden.
Independientemente de las prudenciales dudas sobre la veracidad o exactitud que la información aquí expuesta plantea, más que contradicciones lo que genera son nuevos interrogantes que ahondan aún más en las ya de por sí enormes incógnitas existentes en torno al misterio templario.
Ya en su momento se produjeron filtraciones desde la liga Anglo-Helénica que el mismo Runciman presidiera. En concreto, un miembro de esta liga, amigo y estrecho colaborador de Sir Steven, que había tomado parte en el equipo de investigación de 1967, hizo algunos comentarios imprudentes en una de las reuniones que se llevaron a cabo en la torre fronteriza de Elshieshields, en Dumfrieshire, Escocia. Los comentarios hacían referencia a un acta notarial firmada por los cinco integrantes del grupo, comprometiéndose a no difundir públicamente los resultados de la investigación. El informe final debía ser entregado directamente a los representantes neotemplarios que promovieron la operación, los cuales se habrían garantizado la fidelidad pagando cuantiosos honorarios.
Ahora, muerto Runciman, el tema parece aflorar, y los cabos sueltos son demasiados como para desdeñarlos sin más. Tan solo, y en ello se encuentran actualmente varios investigadores, resulta preceptivo, primero: hallar esos cabos sueltos, y segundo: atarlos. Las pistas son claras y notorias, aunque hasta el momento esquivas:
- El acta notarial firmada por el equipo de Runciman. Ella demostraría fehacientemente que el estudio se llevó a cabo y, lo que es más importante, evidenciaría el compromiso de no difundir los resultados públicamente.
- La carta manuscrita enviada por el Maestre del Temple a Roncelin de Fos en 1266. De demostrada su existencia y autenticidad, el secreto ulterior del Temple quedaría al descubierto, con lo que habría que reescribir, no sólo la historia de la Orden, sino la propia historia medieval...
- Los cuatro integrantes restantes del equipo de investigación de Runciman, incluido el filtrador de la información, pues, aunque resulta improbable, tal vez alguno de ellos aún viva. Cabe pensar que todos, o cuando menos la mayoría, fuesen integrantes de la liga Anglo-Helénica.
- Las órdenes neotemplarias que financiaron el proyecto. Descartada la liderada por San Ferdinando, todas las evidencias apuntan hacia un grupo que mantiene presumibles buenas relaciones con el Vaticano, en este caso reconocidas por los propios dirigentes de la orden, y su más que sospechosa fundación cuatro años antes del “Caso Runciman”: la Nueva Observancia Templaria. La otra orden, o bien es inexistente (una mera puesta en escena) o, por el contrario, habría sido la verdadera impulsora de la investigación, valiéndose para ello de las supuestas buenas relaciones referidas para acceder a ciertos archivos vaticanos.
- El informe Runciman. El resultado del estudio encargado se plasmó en un informe, cuyo original se habría entregado a quienes lo pagaron: las órdenes neotemplarias... Esperemos que, en última instancia, realmente no fuese la propia Sede Pontificia.
Dado que está totalmente descartado que la copia estudiada de los Estatutos de Roncelin en 1967 fuese la que se conserva en Hamburgo, los responsables de la Biblioteca Corsino de Roma tendrían que ser la fuente primaria a la que acudir en busca de pistas, debiendo ser conscientes, eso sí, de que “con la Iglesia hemos topado”... Afortunadamente, lo que no parece probable es que el honorable e insigne Runciman haya conseguido llevarse su secreto, el secreto ulterior del Temple, a la tumba...
Fernando Arroyo
Publicado en
BOLETIN TEMPLE - Monográfico No. 1, 3/1/2001
Sir Steven Runciman, nacido el 7 de julio de 1903 y muerto el 1 de noviembre de 2000 a los 97 años de edad, fue, a decir de muchos, el más insigne historiador británico de los últimos tiempos.
Uno de los mayores expertos del mundo en la historia del Imperio Bizantino y de las Cruzadas, su obra más memorable sin duda son los tres volúmenes escritos entre 1951 y 1954 de "A History of the Crusades”.
Segundo hijo del Primer Vizconde Runciman de Doxford, descendiente del pintor escocés de mediados del siglo XVIII Alexander Runciman, Sir Steven, gran viajero que llegó a residir y trabajar en ciudades como Atenas, Sofía, El Cairo, Jerusalén, Estambul (en esta ciudad fue profesor de Arte e Historia de Bizancio)... y que incluso llegó a convertirse en Derviche honorario en Siria, siempre supo que sus raíces estaban en Escocia, y en ellas arraigaron definitivamente en 1966.
Parece ser que un año después, en enero de 1967, Runciman habría recibido el encargo de encabezar un equipo multidisciplinar que llevase a cabo una investigación exhaustiva sobre “El Libro del Bautismo de Fuego” o “Estatutos secretos dictados para los hermanos por Roncelinus” (conocidos como la “Regla Secreta del Temple”), que fueron descubiertos en 1794, en los fondos de la Biblioteca Corsino de los Archivos Vaticanos, por el obispo de Copenhague Friedrich Münter.
A pesar de no ser uno de los grandes expertos en templarismo, o cuando menos no formar parte de esa “nómina” de historiadores especializados en el tema, seguramente Runciman fue elegido para coordinar esta investigación precisamente por eso, es decir, por su relativo “desapasionamiento” hacia la historia templaria como fenómeno independiente (si es que alguien que ama profundamente la historia puede sentir desapasionamiento hacia uno de los mayores enigmas históricos), amén de por su probada solvencia como investigador y su reputadísima rigurosidad científica.
El documento a investigar fue redactado a finales del siglo XIII por Roncelin de Fos, personaje un tanto “evanescente”, como muy acertadamente lo califica el erudito investigador y documentalista español Justo A. Navarro, cuyo único dato documentado por él conocido “es el que le menciona como Maestre de la Comandancia (término más ajustado que encomienda) de Tortosa, en Siria, el 17 de junio de 1242, en la que se le cita como parte presente en una concordia arbitral entre el Temple y el Hospital, aunque el Libro de Artefeuil (tomo III, pág. 250), dice que fué recibido en la Orden en 1267 por el caballero Jean de Pellissier. También se le supone "desaparecido" hacia 1280-1290, en la Casa del Temple de Santa Eulalia de Cernon, es decir sobrepasados los 75 años de edad si es que es cierto que nació hacia 1205 en Bormes-les-Mimosas”.
Según Patrick E. Braccó, los Estatutos de Roncelin "están teñidos de catarismo y de paganismo, y en ellos vuelven a encontrarse indicaciones que demostrarían que los templarios habrían tenido una gnosis secreta". Por su parte, el escritor e investigador soriano Ángel Almazán, en su memorable artículo “De Numancia a Montsegur” (Revista de Soria, nº 6, Otoño de 1994), nos dice en referencia a los Estatutos: “Allí se habla de la alquimia y de Abraxas, un eón gnóstico que reaparece en nuestro siglo en la novela "Demian" de Hermann Hesse y, poco antes, en los "Siete Sermones a los Muertos" escrito por Carl Gustav Jung, el último de los grandes gnósticos”. Y añade: “En los Archivos Nacionales franceses se encuentra guardado un sello del Temple requisado al ser abolida la Orden. Se halla colocado en una carta escrita por Andrés de Coulours, preceptor del Temple y residente en la encomienda de Coulours, en el bosque de Othe. El sello tiene unas palabras: "Secretum Templi". En el centro hay un extraño personaje con pies que parecen cabezas de serpiente, siendo la suya similar a la de un gallo visto de perfil. Esta figura era muy usual, a principios de la era cristiana, entre los gnósticos en unos talismanes llamados "abraxas". También se perciben en este sello diversas runas”. Con respecto a este último apunte, conviene señalar que el Dr. Raitzin indicó en su momento algo que, en realidad, resulta evidente, esto es que tales signos interpretados como runas son en realidad letras griegas. Y si bien esto es totalmente cierto, debemos también añadir en aras de la exactitud lo que más tarde puntualizó al respecto el propio Almazán, que no es otra cosa que el hecho de que el griego primitivo derive del fenicio, y éste, efectivamente, posea signos que son muy similares a las runas.
Asimismo, existen otros documentos templarios reservados para una jerarquía iniciática que avalan dicho esoterismo, como los estudiados por Gérard Sebanesco, según Serge Hutin: "On devait découvrir au XVII siècle en Allemagne deux documents remontant au Moyen Age, qui se révélèrent être bel et bien deux règles secrètes complétant, pour les seuls Chevaliers qui atteignaient le vrai Cercle Intérieur de l´Ordre, la Règle ecclésiastique courante: ces documents trouvés à Hambourg sont la `Regle des Frères Elus´ et la `Règle des Frères Consolés´" (Se deberían descubrir en el siglo XVII en Alemania dos documentos que se remontaban a la Edad Media, que demostraban ser de hecho dos reglas secretas suplementarias, redactadas solo para los Caballeros que alcanzaron el verdadero Círculo Interior de la Orden, y que suplementaban la regla eclesiástica corriente: estos documentos encontrados en Hamburgo son los "La Regla de los hermanos Elegidos" y la "Regla de los hermanos Consolados")
Volviendo a la cuestión que nos ocupa, parece ser que la financiación del estudio de 1967 corrió a cargo de dos órdenes neotemplarias (en un principio se pensó que una de ellas era la liderada por el conde italiano Rocco Zingaro di San Ferdinando, cosa que parece descartable por el año del encargo), sabiéndose de las ¡buenas relaciones que una de ellas mantenía con el Vaticano!. Precisamente, esta aparente incongruencia es la que nos hizo pensar en el grupo de San Ferdinando, pues resulta de dominio público que en la década de los noventa la Orden del Temple, supuestamente representada por el conde italiano, fue “simbólicamente perdonada” por el Patriarca católico de Jerusalén Monseñor Michel Shabbah, en una ceremonia revestida de gran boato y emotividad. Este dato, aunque cierto, no significa que el “Temple de San Ferdinando” lograse, como es de suponer, el mismo gesto por parte del Papa.
Hay fuentes solventes que señalan que la investigación referida no habría sido financiada por el Vaticano, sino por seglares adscritos a diversas corrientes de investigación templaria. De cualquier forma, todo hace pensar, y así lo señalan evidencias notorias, que una de las organizaciones neotemplarias que habría encargado el estudio de los Estatutos fue la Nueva Observancia Templaria. Esta orden, que nada tiene que ver con la Estricta Observancia Templaria de Von Hund, se fundó en el año 1963 (sospechosamente sólo cuatro años antes del “Caso Runciman”), lo que nos induce a pensar si su propia creación no sería una especie de “pantalla o tapadera”, auspiciada por alguna de esas manos invisibles vaticanas que sirven para mover ciertos hilos en los asuntos “delicados” (eufemismo de turbios, generalmente). Sea como fuere, y según testimonio de los propios dirigentes de esta orden, mantienen buenas relaciones con el Vaticano. La Nueva Observancia Templaria tiene su sede en Francia, concretamente se sabe que en 1998 tenía una dirección postal en Saint-Laurent-du-Var.
A pesar de la manifestada buena relación entre ambas instituciones (que sepamos no corroborada por ninguna instancia eclesiástica), no deja de resultar curiosa y significativa la participación de grupos neotemplarios en una investigación de las características que nos ocupa, por cuanto la misma se encargó sobre los Estatutos que obran en poder del Vaticano, lo que hace pensar si la propia Santa Sede no estuviese detrás del asunto. De ser así, ya se plantea un primer interrogante en el hecho de que: ¿qué pintan dos órdenes neotemplarias en una investigación vaticana?...
En el curso de las investigaciones históricas (el análisis del documento pronto arrojó el resultado de ser auténtico), se habría encontrado una carta, no criptografiada, en la que el gran Maestre oficial de la Orden, a la sazón Thomas Bérard (Amaury de la Roche según algunos historiadores) se dirigía a un tal Roncelin du Fos como “VENERABLE MAESTRE ULTERIOR Y SUPREMO”
"Ulterior” significa literalmente “que está más allá”, y “supremo” está claro lo que significa, por lo que debemos concluir que resulta ésta una extraña forma de dirigirse a un Comendador por parte del Maestre de la Orden...
Ya en el hecho de que los historiadores no se pongan de acuerdo en a quién correspondió el maestrazgo (Bérard o De la Roche) en la época en que está fechada la carta, y las propias dudas existentes sobre la verdadera identidad de Roncelin, hacen que el enigma en torno al asunto se acreciente.
La carta en cuestión informa de la caida de Saphet y la muerte de todos los hermanos que defendían la fortaleza, y dada su intrascendencia metafísica o esotérica es por lo que tal vez se cometió el desliz de no haber sido criptografiada.
Saphet se encuentra al norte del mar de Galilea. Fue destruida en 1219 y reconstruida bajo la maestría de Armand de Pèrigord con el apoyo de Benedicto, obispo de Marsella. En 1266 fue arrebatada a la Orden por el sultán mameluco Baybars, quien hizo matar a todos los defensores, hechos que, de forma apesadumbrada, se relatan en la misiva que nos ocupa. También cabe pensar, ¿por qué no?, que este estado de profundo abatimiento del Maestre de la Orden le hiciese cometer la torpeza de no criptografiar una carta que debiera haber permanecido por siempre oculta a ojos del profano... ¿Qué culpas remorderían la conciencia de quien, teniendo tanto que perder, perdió hasta la discreción debida (o “de vida”)?... Esta pregunta se la hace el que suscribe, a tenor de los términos en que se expresa el afligido Maestre, pero otros interrogantes, seguramente más objetivos, se desprenden de todo esto:
- ¿Fueron deslices como el referido (no criptografíar ciertas cartas) la verdadera causa de la caida de la Orden?
- ¿Apareció también esta carta manuscrita (y puede que otras que compondrían eso que se ha dado en llamar "Le Cartulaire Secret", así como los propios Estatutos de Roncelin) en los Archivos Vaticanos, como parte del material incautado durante el proceso inquisitorial?
Ciertamente, resulta difícil concebir que semejante error se produjese, y más complicado aún resulta entender que las implicaciones que se derivan de la carta secreta entren en contradicción con la propia Regla Secreta del Temple como se ha llegado a sostener, pues, efectivamente, los Estatutos en su artículo XX dicen:
“Esta rigurosamente prohibido de elegir como Gran Maestre a un Consolado. Los otros puestos y cargos principales de la Orden están reservados a los Elegidos y a los Consolados”.
Sin embargo, resulta evidente que tal contradicción no existe, pues si bien la Regla indica claramente que está prohibido elegir como Gran Maestre a un Consolado (el Consolado es aquel que “está liberado del yugo que los hijos de Babilonia han establecido sobre la base de los falsos dogmas”... Art. VI), no parece indicar, de forma explícita ni implícita, que no pueda ser un Elegido (miembros del círculo interior).
De hecho, conviene recordar que en las mazmorras de la torre de Chinon, donde estuvieron apresados los altos cargos de la Orden del Temple, entre ellos el Maestre Jacques de Molay, se hallaron graffitis grabados por la propia cúpula templaria en las paredes de las celdas. Estos graffitis están plenos de un inequívoco simbolismo esotérico, hasta el punto de que su significado oculto trató de ser dilucidado por el alquimista Eugène Canseliet, discípulo de Fulcanelli (si no el propio Fulcanelli en persona). Esto evidencia que, efectivamente, los máximos dignatarios de la Orden tenían pleno conocimiento del saber trascendente y esotérico templario, lo cual no significa que tuviesen que ocupar rangos equivalentes dentro las diferentes estructuras orgánicas de la Orden. Concebir esto así, resulta mucho más lógico y admisible que no la hipótesis de un círculo interior funcionando en secreto y a espaldas de la jefatura exotérica, aunque sí del resto de la estructura mayoritaria (eminentemente la militar) de la Orden.
Independientemente de las prudenciales dudas sobre la veracidad o exactitud que la información aquí expuesta plantea, más que contradicciones lo que genera son nuevos interrogantes que ahondan aún más en las ya de por sí enormes incógnitas existentes en torno al misterio templario.
Ya en su momento se produjeron filtraciones desde la liga Anglo-Helénica que el mismo Runciman presidiera. En concreto, un miembro de esta liga, amigo y estrecho colaborador de Sir Steven, que había tomado parte en el equipo de investigación de 1967, hizo algunos comentarios imprudentes en una de las reuniones que se llevaron a cabo en la torre fronteriza de Elshieshields, en Dumfrieshire, Escocia. Los comentarios hacían referencia a un acta notarial firmada por los cinco integrantes del grupo, comprometiéndose a no difundir públicamente los resultados de la investigación. El informe final debía ser entregado directamente a los representantes neotemplarios que promovieron la operación, los cuales se habrían garantizado la fidelidad pagando cuantiosos honorarios.
Ahora, muerto Runciman, el tema parece aflorar, y los cabos sueltos son demasiados como para desdeñarlos sin más. Tan solo, y en ello se encuentran actualmente varios investigadores, resulta preceptivo, primero: hallar esos cabos sueltos, y segundo: atarlos. Las pistas son claras y notorias, aunque hasta el momento esquivas:
- El acta notarial firmada por el equipo de Runciman. Ella demostraría fehacientemente que el estudio se llevó a cabo y, lo que es más importante, evidenciaría el compromiso de no difundir los resultados públicamente.
- La carta manuscrita enviada por el Maestre del Temple a Roncelin de Fos en 1266. De demostrada su existencia y autenticidad, el secreto ulterior del Temple quedaría al descubierto, con lo que habría que reescribir, no sólo la historia de la Orden, sino la propia historia medieval...
- Los cuatro integrantes restantes del equipo de investigación de Runciman, incluido el filtrador de la información, pues, aunque resulta improbable, tal vez alguno de ellos aún viva. Cabe pensar que todos, o cuando menos la mayoría, fuesen integrantes de la liga Anglo-Helénica.
- Las órdenes neotemplarias que financiaron el proyecto. Descartada la liderada por San Ferdinando, todas las evidencias apuntan hacia un grupo que mantiene presumibles buenas relaciones con el Vaticano, en este caso reconocidas por los propios dirigentes de la orden, y su más que sospechosa fundación cuatro años antes del “Caso Runciman”: la Nueva Observancia Templaria. La otra orden, o bien es inexistente (una mera puesta en escena) o, por el contrario, habría sido la verdadera impulsora de la investigación, valiéndose para ello de las supuestas buenas relaciones referidas para acceder a ciertos archivos vaticanos.
- El informe Runciman. El resultado del estudio encargado se plasmó en un informe, cuyo original se habría entregado a quienes lo pagaron: las órdenes neotemplarias... Esperemos que, en última instancia, realmente no fuese la propia Sede Pontificia.
Dado que está totalmente descartado que la copia estudiada de los Estatutos de Roncelin en 1967 fuese la que se conserva en Hamburgo, los responsables de la Biblioteca Corsino de Roma tendrían que ser la fuente primaria a la que acudir en busca de pistas, debiendo ser conscientes, eso sí, de que “con la Iglesia hemos topado”... Afortunadamente, lo que no parece probable es que el honorable e insigne Runciman haya conseguido llevarse su secreto, el secreto ulterior del Temple, a la tumba...
ESTATUTOS SECRETOS DE LA ORDEN DEL TEMPLE
Publicado en
BOLETIN TEMPLE - Monográfico No. 1, 3/1/2001
Traducción de Fr+ Carlos Raitzin de la versión francesa que recibiera como parte de un legado del Fr+ Menno, Conde van Limburg-Stirum.
Aquí comienza el Libro del Bautismo de Fuego o los Estatutos Secretos redactado para los Hermanos Consolados por el Maestre Roncelinus.
ARTICULO I
El pueblo que marchaba en la obscuridad ha visto una gran luz y aquellos que estaban en la sombra de la muerte han visto esta luz. Para nosotros también la luz ha resplandecido. Nosotros estábamos todos en el duelo y hemos sido consolados en el terror y en la esclavitud y hemos recibido el espíritu de adopción de los niños que nos hace clamar: “Uno solo es Nuestro Padre, Maestro Salvador, Consolador”. Uno solo es nuestro Dios y su espíritu da al nuestro la certeza de que somos hijos de Dios.
ARTICULO II
A vosotros Hermanos os es dado conocer los secretos del Reino de Dios, felices nuestros ojos y nuestros oidos que ven y escuchan. Sabed que reyes, papas, obispos, abates y maestres han deseado ver y escuchar lo que vosotros escucháis y véis, pero ellos no lo han visto y no lo han escuchado y no lo conocerán jamás.
ARTICULO III
El tiempo ha llegado en el que no se adorará al Padre, ní a Jerusalén, ní a Roma. El espíritu es Dios. Y si vosotros sóis de Dios, vosotros le adoraréis en espíritu y en verdad. Sabed que todo lo que Jesús ha dicho por el verdadero Cristo, es el espíritu y vida en Dios. Es el espíritu de Dios que vivifica, La carne de Jesús para nada puede servir.
ARTICULO IV
Dios es amor y quienquiera que permanece en el amor, en Dios permanece y Dios está en él. Os hablamos en secreto y de lo que permanece oculto a los hijos de la nueva Babilonia, la que será tornada en cenizas y polvo por los humildes servidores de Dios. Os hablamos de la sabiduría de Dios revelada a nuestros Padres que la han transmitido para nuestra gloria y nuestro bien. Ningún príncipe o gran sacerdote de este tiempo la han conocido. Si ellos la hubieran conocido ellos no adorarían el madero de la cruz y no habrían quemado a aquellos que poseían el verdadero espíritu del verdadero Cristo.
ARTICULO V
Vosotros que sóis los templos de Dios, construidos sobre los fundamentos de la Sabiduría y de la santidad antiguas, sabed que Dios no hace diferencia entre las personas sean estas cristianos, sarracenos, judíos, griegos, romanos, franceses, búlgaros, porqué todo hombre que ora a Dios es salvado.
ARTICULO VI
El Consolado está liberado del yugo que los hijos de Babilonia han establecido sobre la base de los falsos dogmas. Entre el judío y el sarraceno actuad como si fuérais sarracenos o judíos. Con los hijos de Babilonia, gracias a la elección y al Consolamentum, vosotros estáis liberados. Mantenédlos felices y tratad de atraer hacia vosotros aquellos cuyos ojos se abren, pero actuad con prudencia a causa del evangelio eterno y a fín de evitar los escándalos.
ARTICULO VII
A vosotros que sóis santos todo os está permitido. Sin embargo os debéis guardar de abusar de este permiso. No dejéis jamás sospechar nada en torno vuestro de lo que vosotros sóis. Tened en vuestras casas lugares de reunión amplios y escondidos, a los que se tendrá acceso por medio de corredores subterráneos, de modo que los hermanos puedan acudir a las reuniones sin peligro de ser inquietados.
ARTICULO VIII
Hay Elegidos y Consolados en todas las regiones del mundo. Allí donde veáis construir grandes edificios haced los signos de reconocimiento y hallaréis muchos justos instruidos respecto de Dios y del Gran Arte (Arte Real). Ellos han heredado de sus padres y de sus maestros y son todos Hermanos. En esa circunstancia se hallan los Bonshommes (Hombres Buenos) de Toulouse, los Pobres de Lyon, los Albigenses, aquellos en las cercanías de Verona y de Bérgamo, los Bajolais de Galicia y de Toscana, los Bégards y los Búlgaros. Por los caminos subterráneos llegaréis a vuestros capítulos y a aquellos que alberguen algunos temores les conferiréis el Consolamentum en los Capítulos ante tres testigos.
ARTICULO IX
Recibiréis fraternalmente a los hermanos de estas cofrardías y también los Consolados de España y de Chipre recibirán fraternalmente a los Sarracenos, a los Drusos y aquellos que habitan en el Líbano. Y si el espíritu divino anima a los Sarracenos o a los Drusos vosotros podréis admitirlos como Elegidos o como Consolados.
ARTICULO X
Ningún Hermano será recibido si él no cuenta ya treinta y cinco años de edad y si no ha adquirido los verdaderos frutos de su elección. Para probarlo él demostrará su instrucción y sus conocimientos en los decretos antes de su admisión.
ARTICULO XI
Está expresamente recomendado de rodearse de las más grandes precauciones respecto de monjes, sacerdotes y obispos, abates y doctores de la ciencia porque ellos actúan como traidores a fin de enredarlo a uno más fácilmente en el fango de sus crímenes. Si vosotros los admitís tras una larga probación que esto sea fuera del capítulo y en presencia de tres Hermanos y sin revelarles nada de los estatutos y costumbres de la Orden.
ARTICULO XII
Con los laicos que sirven a Dios en la simplicidad de su corazón se permite adoptar menos precauciones y de recibirlos ya como Elegidos, ya como Consolados después de una probación razonable.
ARTICULO XIII
Ritual y Consolamentum: El neófito escribirá su confesión general y la entregará al receptor, confirmando dicha confesión por un juramento en presencia de dos testigos, y ella será conservada en los archivos del capítulo. El recitará a continuación los Salmos, el antiguo resumen del Deuteronomio y será bendecido por todos los Hermanos los que colocarán la mano derecha sobre su cabeza, depués de lo cual él jurará: silencio, obediencia y fidelidad. El receptor lo absolverá de todos sus pecados. El lo desligará de todos los mandatos de la Iglesia en el nombre del Dios que no ha sido engendrado y que tampoco engendra, en el nombre del Verdadero Cristo que no está muerto y que no puede morir. Se recitarán a continuación las tres oraciones. Durante la primera el neófito se mantendrá de pie, las manos levantadas. Durante la segunda él se arrodillará, los brazos en cruz y para la tercera el se prosternará con la faz contra la tierra.
ARTICULOS XIV, XV Y XVI
La primera oración es la de Moisés “Magnifecetur Fortitudo Domine”. Seguida de “Dixit que Dominus vivo ego et implevitur gloria Domini universa terra”, después de los cual el receptor cortará un poco de barba, cabellos y uña del dedo índice del neófito diciendo: “Tú sufrirás más en tú corazón que en tú cuerpo como signo de la alianza de Dios con el espíritu del hombre”. La segunda oración es la del hijo de María llamado Jesús: “Pater aeterne, glorificamos...” (San Juan CXVII) seguida de “Facta est vox de coelo meus dilectus...”. El receptor coloca enseguida el anillo en el índice derecho del hermano diciendo: “Hijo de Dios, toma este anillo como signo de unión eterna con Dios, con la Verdad y con nosotros.” La tercera oración, llamada de Baphomet, es la que sirve de apertura al Corán y que lleva el nombre de Fatiha. El receptor agrega: “Un maestro, una fé, un bautismo, un Dios padre de todos y cada uno que invoca el nombre de Dios es salvado.” El levanta al neófito y unge sus párpados con el óleo santo. “Yo quiero ungirte, amigo de Dios, con el óleo de la Gracia, a fin de que veáis la luz de vuestro bautismo de fuego y que ella brille para ti y para todos nosotros sobre el camino de la verdad y de la vida eterna”.
ARTICULO XVII
La figura de Baphomet es retirada de su sagrario y el receptor dice: “El pueblo que marchaba en las tinieblas ha visto una gran luz y ella ha brillado para todos aquellos que estaban sentados en los árboles de la muerte. Hay tres que rinden homenaje a Dios y al mundo y esos tres son (San Juan). Todos los hermanos exclaman “Yah Allah” es decir “Espléndor de Dios”, besan la imagen y la tocan con su cinto. El receptor toma a continuación al neófito por la mano y dice: “En el presente, el hijo del Hombre es glorificado y Dios es glorificado en él. Vericinum (verdadero?) nuevo amigo de Dios que habla a Dios cuando él lo desea, a Dios al cual débeis dar gracias puesto que El os ha conducido a donde deseábais ir y os ha concedido vuestros deseos. Que la luz divina permanezca en nuestros corazones y nuestros espíritus, Amén”. Para terminar la ceremonia, se entona el cántico tomado del libro de la Sabiduría, cántico que marca el final del capítulo.
ARTICULO XVIII
El neófito es conducido a los archivos donde se le enseñan los misterios de la Ciencia Divina, de Dios, de Jesús niño, del verdadero Baphomet, de la nueva Babilonia, de la naturaleza de las cosas, de la vida eterna, así como también “LA CIENCIA SECRETA DE LA GRAN FILOSOFIA: ABRAX Y LOS TALISMANES”. Cosas estas que deben ser rigurosamente ocultadas a los eclesiásticos admitidos en la Orden.
ARTICULO XIX
Está prohibido en las casas donde los hermanos no son Elegidos o Consolados de trabajar ciertas substancias por la ciencia filosófica y por lo tanto de transmutar los metales viles en oro y en plata. Esto no será jamás emprendido sino en los lugares ocultos y en secreto.
ARTICULO XX
Esta rigurosamente prohibido de elegir como Gran Maestre a un Consolado. Los otros puestos y cargos principales de la Orden están reservados a los Elegidos y a los Consolados.
Firmado por el copista Robert de Samfort, Procurador de la Orden del Temple en Inglaterra en 1240.
MAESTRE RONCELIN DU FOS
ARMAS DE RONCELIN DU FOS
MAESTRE RONCELIN
DU FOS
Publicado en
BOLETIN TEMPLE - Monográfico No. 1, 3/1/2001
Estamos en deuda con Jean-Luc Alias por muchos datos en este artículo.
Con alta probabilidad Maestre Roncelin nació en Marsella donde residía su padre Roger du Fos. Era vastago de una poderosa familia, la de los señores de Fos, con fama de belicosos, rebeldes y renuentes a todo vasallaje, amos del pequeño puerto de Fos-sur-Mer. A la muerte de su tío Bertrand su padre se instaló en Hyéres donde aquel vivía solo. La familia prestaba particular atención al Temple, el que poseía comanderías en Provence. Su pariente Hugues de Fos había sido Maestre precisamente allí.
Eran los Fos propietarios de tierras al este de la embocadura del Rhône (la mitad oriental de la diócesis de Toulon) y obtenían grandes utilidades de la comercialización de la sal.
Roncelin era el hijo menor y, de acuerdo a las costumbres de la época, estaba destinado al clero. Esta era una forma de preservar íntegro el patrimonio familiar... Joven ingresa a la Orden del Temple. Muchos fueron sus viajes y pronto alcanza altas dignidades. Así es que lo encontramos mencionado como Maestre de la casa de Tortose en Siria donde, el 17 de junio de 1242, se halla presente en un arbitraje entre el Temple y el Hospital.
Una tragedia espantosa había ocurrido en la adolescencia de Maestre Roncelin y lo marcó profundamente para toda la vida. En Béziers, no lejos de Fos, 100.000 cátaros habían sido masacrados el 22 de julio de 1209 por el ejército de Simon de Monfort. La orden de este es conocida “Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos”. El joven vizconde Roncelin contaba a la sazón unos quince años y comenzó a detestar a la tan intolerante iglesia católica por esta carnicería. Esto lo motiva para ayudar a los cátaros en carácter de vasallo del rey de Aragón en la batalla de Muret en 1213. Sin duda este espíritu belicoso y antieclesiástico era el signo de su familia que no se sometía a nadie y que, cuando no había enemigo a la vista, luchaban entre ellos.
Roncelin nació y vivió en el medio de los Templarios pero paralelamente a su labor en la estructura visible de la Orden participó en en el trabajo del Templi Secretum. Nos ilustran al respecto los interrogatorios a los Caballeros durante el infame proceso, interrogatorios llevados a cabo por gente hábil y astuta, interesada en descubrir que ideas circulaban en el Temple. Pues la cuestión residía en saber si los Caballeros habían adoptado el gnosticismo, maniqueísmo o el catarismo y el grado de su adhesión a doctrinas dualistas sostenedoras de la existencia de dos divinidades: el Bien y el Mal. Incluso preocupaba la cuestión de si se habían convertido al Islam. Pero, por sobre todo y lo primero en importancia, era establecer si los Templarios consideraban a Jesus como un falso profeta, como un criminal común crucificado por sus delitos. Si esto era así los Templarios estaban crucificando a Jesucristo por segunda vez como declaró absurdamente el rey Philippe le Bel.
Los Inquisidores conocían muy bien este enigma. Cien años antes algunos cátaros conocidos como los Perfectos ya sabían de esta versión de Jesucristo. Todo esto era conocido por los altos dignatarios de la Iglesia y guardado celosamente en los archivos vaticanos. Quienes quisieron difundirla, cátaros y judíos entre otros, fueron perseguidos y muchas veces exterminados y sus documentos destruídos. Pero, antes de su destrucción, los cátaros informaron al Temple, el que debió padecer a su turno tortura y muerte. Durante los interrogatorios en el proceso al Temple algunos prisioneros evidenciaron que poseían conocimiento al respecto. El problema es sin duda el detectar sus fuentes de información ya esta proviniera de manuscritos hallados en Tierra Santa, ya fuera comunicación de sabios Iniciados árabes o cabalistas judíos o bien que proviniera de los Perfectos cátaros. El hecho reside que el Jesús histórico difiere considerablemente de la leyenda que la Iglesia Católica impone a sus fieles. Lo más probable es que tales secretos fueran perfectamente conocidos por los Maestros de la Orden Secreta (Templi Secretum) en los más altos niveles de la Orden. Que tal organización oculta existía no cabe la menor duda. Poseemos testimonios de antaño al respecto. En Inglaterra durante el proceso a la Orden, los Caballeros William of Poklington, Stephen of Stapplebrugge y John Stoke declararon paladinamente: "En el Temple hay dos clase de recepción. La primera supone el ingreso a la Orden y transcurre sin nada especial en las ceremonias. La segunda tiene lugar años más tarde, a veces muchos. Está reservada a unos pocos y es muy secreta".
Todo esto era y sigue siendo rigurosamente exacto. Uno de los dignatarios de la Orden, Geoffrey de Gonneville, Gran Preceptor de Aquitania y Poitou, declaró en el proceso: "Muchos suponen sin saber que las ceremonias secretas son algo malo y contrario a Dios, introducido por el Maestre Ronscelin du Fos. El hizo modificaciones en los Estatutos de la Orden", aclarando acto seguido que todo cuanto se hacía era bueno, noble y reservado a las almas más puras, lo que también es absolutamente exacto. En la Orden primitiva, sin embargo, el Gran Maestre no podía acceder a los niveles y Grados más altos pues él debía ser ante todo un guerrero y no un esoterista. Vemos que el Temple no era ni es lo que suponen muchos imbéciles confundidos que se dicen templarios y que reducen su vida espiritual a misa y comunión todos los domingos.
Precisamente fue al parecer Roncelin du Fos quien introdujo la denegación de Jesús como Profeta. Mucho sabía él de la verdadera historia de los orígenes del cristianismo. Su tésis era la negación de la divinidad de Jesús y un retorno al Dios Unico común a cristianos, judíos y musulmanes. Así surge dentro del Temple una estructura o jerarquía oculta cuyos miembros no eran conocidos por la mayoría de los Hermanos. Hay quienes sostienen que de ahí surgió el uso de rechazar la cruz. Quienes se negaban a hacerlo eran enviados a luchar y morir en Tierra Santa, los que acataban permanecían en Europa a fín de ser gradualmente introducidos en los conocimientos esotéricos.
El objetivo último era el ideal sinárquico de conquistar el mundo entero para el nuevo ideal. Al saberse esto por infidencia de algún Caballero constituyó un nuevo y poderoso motivo para que Philippe le Bel y su aliado Clemente V quisieran destruir la Orden del Temple. Pero había otros rencores y otras causas, entre ellos la cuantiosa deuda del rey con el tesoro de la Orden. Y así naufragó el proyecto que hubiera conducido a una Europa unida y a una religión común para todos.
Pasemos a la época en que Roncelin du Fos se desempeñó como Maestre de la Orden en Provence de 1248 a 1250. Durante este período el debió manejar muchos asuntos, especialmente cuando fue enviado a España por Guillaume de Sonnac en remplazo de Fr+ Pelage enviado a Damieta.
Se afirma que en Mallorca él asistió a la ruptura de Provence con Aragón y que se alió con Guillaume de Sonnac.
De 1252 a 1256, como Maestre de Inglaterra debió resolver diferentes litigios en ese país. De retorno en Francia y de nuevo Maestre de las casas en Provence de 1260 a 1278 , llevó a cabo su tarea con eficacia acordando derechos en diversas comunas de Occitania, recibiendo muchos legados para la Orden y atrayendo a esta muchos nuevos Hermanos Caballeros.
En 1272 logra persuadir u obligar al obispo de Avignon, donde Maestre Roncelin residía habitualmente entonces, a construir la capilla de la casa del Temple en esa ciudad. Muchos manuscritos citan su presencia para esa época en multitud de lugares: en Inglaterra, en España, en Tierra Santa y en las ciudades siguientes: Port-Sainte-Marie (Le); Marestaing; Larramet; Martel; Carnac; Loupiac; La Selve; La Clau; Carcassès; Jalez; Puy-en-Velay; Arles; Fos; Valence; Lus; Toulouse; Tortose (Terre Sainte) ; Orange; Saint-Gilles; Richerenches; Montpellier; Roaix; San Juan deAcre (Tierra Santa); Lacapelle-Livron; Drulhe; Avignon; Vaour; Montricoux; La Ville-Dieu-du-Temple; Gap et Embrun; Marseille; Sainte-Eulalie-de-Cernon. Estos múltiples viajes nos hablan de la importancia y rango que habíaalcanzado Maestre Roncelin dentro de la Orden del Temple.
Es interesante señalar que existe un manuscrito sobre la genealogía de los Señores de Fos en el que se menciona que Roncelin de Fos desposó a Mabile d’Agoult. Esto fue sin duda una contravención a la Regla del Temple. De ese matrimonio nacieron cuatro hijos: Rogeiret, Rossolin, Rossolinette y Consoline.
En 1278 hallamos a Roncelin en la casa de Sainte-Eulalie de Cernon. Es muy probablemente en esta comandería de Larzac, país de su gran antepasado Arnaud de Bedos, que Maestre Roncelin falleció cuando tenía alrededor de ochenta años de edad. Y se llevó con él secretos no develados.
MAESTRE RONCELIN DU FOS
Las dos funciones de Roncelin de Fos, alto dignatario de la Orden del Temple y Maestre de la Orden Secreta nos recuerdan a las dos caras del Baphomet. Y cabe preguntarse respecto de la relación de este último con la “ciudad de los sacerdotes druidas” o Bethphagé, mencionada en la carta no. XII de San Bernardo de Clairvaux a Hugues de Payns. Esto tiene relación con el Bautismo del que se denomina Hombre Primordial entre los celtas, lo que corresponde al profano o sea quien no ha iniciado un camino iniciático. Y es tradición de que San Bernardo fue iniciado en su juventud por los druidas, iniciación que a su vez transmitió a los Caballeros fundadores del Temple.
En 1240 el copiste Robert de Samfort, Procurador del Temple en Inglaterra, redacta sobre pergamino una parte de la famosa regla secreta de la Orden, si bien hay autores que afirman que la primera parte fue escrita por Mathieu de Tramlay.
Hacia fines del siglo XVIII, Münther, obispo de Copenhague, descubrió en los archivos del Vaticano el manuscrito en cuestión conteniendo los estatutos secretos del Temple. Existen al parecer dos copias, una en el Vaticano y otra en Hamburgo.
ORDEN DEL TEMPLE
MAESTRES DE
INGLATERRA
EL ESOTERISMO TEMPLARIO
Dr. Carlos Raitzin
Publicado en
BOLETIN TEMPLE - Monográfico No. 1, 3/1/2001
1- INTRODUCCION
El presente artículo se ocupa de diversos puntos del esoterismo templario con referencia especial a los Estatutos Secretos de la Orden del Temple o "Libro del Bautismo de Fuego". La autenticidad de este documento no es cosa unánimemente aceptada ni mucho menos. En definitiva, que la cuestión es comprender de donde sale cada cosa en esos Estatutos y que quiere realmente decir. Logrado esto la autenticidad surge como muy evidente. Es lo que intentaremos al menos esbozar aquí.
Un estudio serio y coherente del esoterismo templario exige para ser fructífero amplitud de criterio y diversidad de líneas de avance. De no encararse de este modo nos encontraremos inevitablemente con callejones sin salida y preguntas sin respuesta. Tales situaciones frecuentes han dado lugar muchas veces en el pasado a soluciones conjeturales que tienen excusa pues la complejidad del problema del esoterismo templario es muy grande. Remitimos a nuestros trabajos en este sitio web "La Orden del Temple ayer y hoy" y "Dante Alighieri y la filiación templaria de los Fedeli d'Amore" para evitar en lo posible innecesarias duplicaciones al respecto.
Es indudable que en el Temple dejaron su huella multitud de corrientes espirituales de las más diversas: druidas, cátaros, drusos, alquimistas, iniciados del Islam, cabalistas, gnósticos y masones. Esto para no mencionar sino a lo más evidente pero, desde luego, tal diversidad de contenidos complica y mucho el hallar un hilo conductor.
Es común la idea de que en la Orden existía un sincretismo que acumulaba ideas muy heterógeneas que se iban incorporando al Temple por los más distintos caminos. Pero la realidad es que, como destaca Guénon, los antiguos iniciados sabían apreciar muy bien la unidad doctrinal subyacente tras una aparente diversidad de formas externas. Es por ello que por ejemplo Dante emplea un lenguaje a menudo tomado del cristianismo y otras veces de la antiguedad greco-romana y no hace esto llevado por un sincretismo superficial. De hecho, y como señala Guénon, "la metafísica pura no es ni pagana ni cristiana, es universal. Los misterios antiguos no eran paganismo pero se superponían a este". Es necesario comprender, y esto es lo que le cuesta mucho a algunos, que la via iniciática se halla por arriba de las formas religiosas tradicionales exotéricas. Esto es lo que le permite desarrollarse adoptando como ropaje exterior cualquiera de esas formas o ninguna.
Mencionaremos a continuación las líneas de estudio que aquí trataremos brevemente y a las que cabe calificar de no convencionales. Todas ellas prometen aportes de mucho interés y nada impide volver en el futuro sobre este tema para darles el desarrollo más extenso y cuidadoso que merecen. De hecho nos hallamos ante una verdadera labor detectivesca donde habrá que rescatar piezas de evidencia casi siempre de manera muy indirecta, buscando indicios significativos y destacando paralelismos o analogías evidentes entre líneas iniciáticas tradicionales en apariencia muy distantes tanto en el tiempo como en el espacio. Este hecho ya ha sido subrayado múltiples veces por Guénon y sus continuadores y permite, una vez más, poner de manifiesto la unidad esencial subyacente en todas las formas tradicionales auténticas.
En primer lugar tenemos a los Fedelli d'Amore, filiación laica del Temple que ha merecido extensos estudios de muy distinguidos especialistas tales como René Guénon, Luigi Valli, A. Ricolfi, Arturo Reghini, Aroux, Rossetti y otros. Esta parece ser una de las vías más promisorias de estudio y coloca a Dante Alighieri como figura clave en el centro mismo del problema. Y ahí viene en nuestra ayuda la obra colosal del erudito español Miguel Asín Palacios "La Escatología Musulmana en la Divina Comedia" reeditada por Hiperión, Madrid, 1984. De interés puede resultar también el pequeño libro de R. H. Shamsuddín Elía "Dante y el Islam", Buenos Aires, 1998. Una de las claves principales la proporciona el mismo Dante cuando recoge ideas de fuentes iniciáticas islámicas aún cuando se cuida muy bien de mencionar explícitamente esas fuentes. Cosa que sorprende pues no menciona nunca ni al Profeta Mahoma ni al célebre Iniciado español murciano Mohyiddin ibn'Arabi (el más grande de los Maestros espirituales del Islam y de quien Dante mucho toma) pero no tiene en cambio reparos en citar a Avicena y a Averroes.
Por último debemos mencionar, ya en relación directa con los Estatutos Secretos o "Libro del Bautismo de Fuego" a la meditada y documentada obra del Dr. Hans Prutz "Geheimlehre und Geheimstatuten des Tempelherrenordens". Sin embargo esta peca de cierta rigidez, siendo una típica producción de un Gelehrte que lo desconoce todo o casi respecto de la Tradición Esotérica. Esto hace que, al aferrarse únicamente a las pocas pruebas asibles y tangibles sobre la tradición interna del Temple de que él disponía, llegue este autor a conclusiones puramente negativas sobre la autenticidad del texto que nos ocupa. Ejemplo de esto que decimos es que prácticamienta niega la existencia histórica del Maestre Roncelin de Fos por no disponer él de mayores datos al respecto. . Pero Prutz acepta en su totalidad las actas del proceso como algo fidedigno y de ahi concluye, a nuestro juicio invalidamente, la no autenticidad del "Libro del Bautismo de Fuego".
La obra de Prutz contiene sin embargo datos del más alto interés en cuanto que el Estatuto Secreto que nos ocupa existía sin duda alguna. Todo se reduce a establecer si el conocido y reproducido aquí es el auténtico. Prutz presenta una serie de evidencias al respecto. De particular importancia es la cita de Michelet concerniente al testimonio del Caballero Gervais de Beauvais quien afirmó haber visto en poder de uno de los superiores de la Orden junto a los estatutos comunes y conocidos de 1128 otro libro con estatutos que este mantenía muy oculto y del que afirmó que "por ningún precio se lo enseñaría a nadie". Tambien cita Michelet (vide Prutz, loc. cit.) al Caballero Bertrand de Marignac quien se sentía obligado "post multas promissiones de statutis et secretis ordinis observandis ab eo factas". El Gran Maestre Templario Thomas Berard (o Berault) ( su desempeño fué en los años 1256-73 según fuentes de la Orden del Temple de Jerusalen, según Prutz en 1265-72) mandó quemar muchas copias de los Estatutos Secretos, manteniendo unas pocas en manos de los más leales y encumbrados Caballeros del Temple.
2- DANTE Y EL ESOTERISMO TEMPLARIO
De la fiiación templaria laica de los Fedeli d'Amore nos hemos ocupado extensamente en otro artículo que figura en este sitio web y no repetiremos sino en mínima medida lo dicho allí. La clave es ahora Dante Alighieri, figura principalísima de los Fedeli d'Amore, tanto con sus palabras como con sus silencios y de eso pasaremos a ocuparnos. Como bien dice Georg Rabuse en su libro "Der kosmiche Aufbau des Jenseitsreiche Dantes": "La Divina Comedia más de seiscientos años despues de la muerte de Dante es un libro cerrado con siete sellos". De la fidelidad al Temple de Dante no cabe duda razonable alguna. Es San Bernardo mismo a quien él elige para que lo guie en la última etapa de su ascenso a Dios. Es a París a donde Dante corre cuando se inicia el inícuo juicio a sus Hermanos Caballeros.
Una cuestión largamente debatida es el significado simbólico del VELTRO (lebrel) mencionado por Dante. René Guénon analiza este problema en su libro "L'ésoterisme de Dante". Pero en suma lo reduce a juegos verbales que toma de otros autores sin aportar una solución definitiva a este problema. Mucho más convincente nos resulta el aporte de Giovanni Papini quien identifica el VELTRO con el "VangELo eTeRnO" (Evangelio Eterno) mencionado también en "El Libro del Bautismo de Fuego" o Estatutos Secretos del Temple (Papini "Dante vivo", Apolo, Barcelona, 1949). En realidad, como el mismo Papini señala, existen centenares de escritos sobre este problema esencial para la comprensión del Dante. Papini estima que puede tratarse de una alusión a las doctrinas de Joaquín de Fiore. Estas doctrinas aludían a la próxima venida del Espíritu Santo y su reinado y eran conocidas en tiempos de Dante precisamente con el nombre de VANGELO ETERNO. Esto culminaría con la más completa reforma de la corrupta Iglesia Católica. Dante sentía gran admiración por de Fiore y lo coloca en el Paraíso en la Divina Comedia a pesar de las distintas condenas eclesiásticas que cayeron sobre sus obras. Es muy recomendable leer el detallado análisis de Papini y comparar sus conclusiones con los puntos de vista sostenidos por los Fedeli d'Amore (vease al respecto en este sitio web nuestro trabajo ya citado). La síntesis final sería la de una muy necesaria reforma completa de la corrupta Iglesia Católica. Esta idea era muy cara a Dante y no cabe negarlo. En Paraiso, XXVII, 22 yy ss., hace exclamar a San Pedro estas palabras que eximen de todo comentario:
"Quelli ch'usurpa in terra il luogo mio,
il luogo mio, il luogo mio, che vaca
nella presenza del Figliuol di Dio,
fatt'ha del cimitero mia cloaca
dal sangue e della puzza; onde'l perverso
che cadde di qua su, là giú si placa".
("Aquel que en tierra me ha usurpado el sitio mio, el sitio mio, el sitio mio, que ahora está vacante en la presencia del divino Hijo, en mi sepulcro ha hecho una cloaca de sangre y pestilencia, en que el perverso que desde aquí cayó se aplaca").
Y esto se sitúa muy cerca de los motivos que impulsaban hacia la universalidad y unidad soñada por los Iniciados Templarios en materia religiosa. Sin embargo las doctrinas de de Fiore solo hacen a la religiosidad exotérica y a lo temporal. No tienen en si nada de iniciáticas y es por ello que cabe perfectamente conjeturar que se trata en realidad de otra doctrina de igual nombre a la que la mencionada le puede servir como velo de ocultamiento. Esta doctrina necesariamente no puede ser otra que la de la Fede Santa o Fedeli d'Amore emanada directamente del Temple. En efecto no se le conocen a Dante otras adhesiones o filiaciones esotéricas que esta la que, como es sabido, nucleó a la flor y nata tanto de la literatura italiana como de otros campos del pensamiento.
La cuestión ya planteada antes es ardua: porqué Dante cita una y otra vez al Profeta Mahoma y a los Maestros Espirituales del Islam sin mencionar sus nombres? Que promesa o juramento iniciático le impedía hacer tal mención de no haber otro motivo? Buena pregunta que solo podemos intentar responder teniendo en cuenta la pertenencia de Dante a la Fede Santa o Fedeli d'Amore y el muy estrecho paralelismo de usos y la vinculación estrecha de los Caballeros Templarios con algunas agrupaciones del Islam, en especial ejemplo los guerreros santos del Islam haschischin o "asesinos" ismailitas. La similitud entre el Temple y estos últimos va por cierto mucho más allá del blanco y el rojo usados en las vestimentas de ambas Ordenes por Caballeros y Rafiks (equivalente de aquellos entre los haschischin). Lo notable es el paralelismo estructural entre Temple y haschischin que obliga a pensar que Hugues de Payns se inspiró directamente en estos últimos al crear el Temple. El mismo número de grados en las estructuras respectivas acentúan esta similitud. Siguiendo a Hammer-Purgstall, David Annan (en Norman Mackenzie "Sociedades Secretas", Alianza, Madrid, 1973) y C. E. Nowell (además de un resumen de J.F. Ferro) podemos presentar el siguiente cuadro donde la analogía se hace evidente. Resulta claro que ambas ordenes estuvieron en contacto en Siria antes de 1128.
TEMPLARIOS HASCHISCHIN
Gran Maestre Sheikh-al-Djebal ("Señor de la Montaña)
Grandes Priores Day-al-Kebris ("Grandes Emisarios")
Priores Days, nuncios religiosos y emisarios políticos
Caballeros (militares) Rafiks ("Compañeros")
Escuderos Fidayis ("Devotos")
Pajes y criados Lassiks ("asilados", legos y sirvientes)
Aspirantes Creyentes (pueblo)
Pero, desde luego, esto corresponde a la estructura externa o formal. Avanzando un paso más tenemos el simbolismo de "los colores de la sangre y la pureza" blanco y rojo. Roja la cruz en el manto blanco en el Temple, blanca la túnica con faja o cinturón y gorro rojos en los haschischin. Notablemente blanco y rojo son también los colores tanto de "Conduiramour" como de Beatriz, siendo la primera para Parsifal lo que es Beatriz para el Dante. Naturalmente hay que remitir aquí a la obra de Wolfram von Eschenbach... y recordar que la Tradición Iniciática es una y universal. Sin poder extendernos aquí demasiado al respecto diremos que la opinión de los estudiosos del tema es que la doctrina de los más altos iniciados entre los haschischin era que las formas religiosas exteriores carecían en realidad de importancia (vease la obra bien conocida de Probst-Biraben). Desde luego, todos los verdaderos iniciados en todos los tiempos y lugares han sostenido y sostienen exactamente lo mismo. Lo esencial era y es la doctrina esotérica y se podía adoptar una forma religiosa exterior distinta sin variar en absoluto este punto. Incluso reprocharon los haschischin a los Templarios sostener la errónea y perniciosa concepción trinitaria de Dios que alejaba del Dios Uno. En suma, que la clave del VELTRO o VangELo eTeRnO Templario hay que buscarlo en las doctrinas iniciáticas del Islam y en su conexión con los contenidos velados de la "Divina comedia". Ya lo dice el mismo Dante:
"O voi ch'avete li'ntelleti sani, mirate la dottrina
che s'asconde sotto 'l velame de li versi strani".
(Inferno, IX, 61-63).
("Oh vosotros que teneis la mente sana, mirad la doctrina que se esconde bajo el velo de los versos extraños").
Y todo indicaría que dentro de la Divina Comedia hay otro texto escondido de acuerdo a cierta clave. La cuestión es hallar esta clave.
Esta línea de pensamiento es la que ha inspirado a Arthur Schult en su obra "Dantes Divina Commedia als Zeugnis der Tempelritter-Esoterik". Este autor se centra en la Divina Comedia y "La Vita Nuova" para hallar claves del esoterismo templario pero su conocimiento de las doctrinas tradicionales es bastante superficial y a menudo resulta declamatorio en sus expresiones. De todos modos aporta más de una idea e información interesante y que vale la pena analizar.
Y de ello surge de inmediato la cuestión de si la alquimia en el Temple designaba en realidad un proceso interior que nada tenía que ver con la transmutación de metales. Tal como están las cosas esto aparece como lo más probable a pesar de las apariencias. En el Abraxas (o Abrax), deidad de origen gnóstico ilustrado más abajo claramente se distinguen las tres letras griegas I,A,O (Omega w). Son las tres letras claves en la disciplina espiritual recibida por von Sebottendorf de los masones turcos. En los Estatutos Secretos que conocemos se mencionan además los talismanes. Cabe bien conjeturar si no serían en realidad gemas del tipo de las gnósticas recordatorias de la disciplina en cuestión.
ABRAXAS ( o ABRAX)
Y, para mayor abundamiento, he aquí un inconfundible Abraxas en un sello templario. Obsérvese la leyenda "SECRETUM TEMPLI" y las letras I,A,O (omega), comparando con la imágen anterior para disipar cualquier duda.
Vale la pena decir algo más al respecto. René Guénon en "Aperçus sur l’Ésotérisme chrétien", 1977, p. 65 y 81, menciona repetidamente que Francesco da Barberino en su “Tractatus Amoris” se hizo representar él mismo en actitud de adoración frente a la letra I. No olvidemos que da Barberino fue miembro iniciado de los “Fedeli d’Amore” al igual que Dante, Bocaccio y otros grandes de la época (Vease en este sitio web nuestro artículo “Dante Alighieri y la filiación templaria de los Fedeli d’Amore”).
Precisamente es Dante quién menciona en la “Divina Comedia”, Paraíso, XXVI, 133, que la letra I fué el primer nombre de Dios.
“Pria ch’io scendessi all’infernale ambascia,
I s’appellava in terra il Sommo Bene
Onde vien le letizia che mi fascia.”
("Antes de descender al duro infierno, I se llamaba en tierra el Bien Supremo fuente del éxtasis que me envuelve").
Siguiendo el punto de vista de Schult que encontramos en Dante estas alusiones a disciplinas espirituales hoy perdidas u olvidadas en Occidente pero que aparecen en la famosa obra de von Sebottendorf (la que puede consultarse en este sitio web). De destacar esto se ha ocupado Guénon, loc.cit. y remitimos además a nuestro Postfacio a la obra de von Sebottendorf en este sitio web. No nos olvidemos que esta disciplina se refiere directamente a las sílabas místicas intraducibles que aparecen al comienzo de los capítulos del Al-Koran y que fueron transmitidas según la tradición islámica por el Profeta Mahoma a sus seguidores más íntimos y cercanos.
Es difícil creer que esto sea solo una coincidencia o hallar siquiera un conato de explicación diferente al propuesto aquí...y así se aclararía completamente su mención en los Estatutos Secretos. Se trataría con la más alta probabilidad de otra alusión velada, esta vez referente a una disciplina de alquimia interior similar a la que describe von Sebottendorf.
La cuestión ya largamente conocida y discutida de si Dante halló una fuente de inspiración en la escatología musulmana resulta aquí de interés secundario. Es menester remitir al lector que se interese a la obra colosal de Asín Palacios, la que contiene abundante bibliografía. El tema que si nos concierne es todo aquello que hace a contenidos doctrinales velados en las obras dantescas, provengan estos ya del Islam ya de otras fuentes. Y es aquí donde queda la mayor parte de la tarea por realizar, nada simple por cierto. Nos proponemos retornar a este asunto en futuros trabajos.
Navidad de 2000
Publicado en
BOLETIN TEMPLE - Monográfico No. 1, 3/1/2001
1- INTRODUCCION
El presente artículo se ocupa de diversos puntos del esoterismo templario con referencia especial a los Estatutos Secretos de la Orden del Temple o "Libro del Bautismo de Fuego". La autenticidad de este documento no es cosa unánimemente aceptada ni mucho menos. En definitiva, que la cuestión es comprender de donde sale cada cosa en esos Estatutos y que quiere realmente decir. Logrado esto la autenticidad surge como muy evidente. Es lo que intentaremos al menos esbozar aquí.
Un estudio serio y coherente del esoterismo templario exige para ser fructífero amplitud de criterio y diversidad de líneas de avance. De no encararse de este modo nos encontraremos inevitablemente con callejones sin salida y preguntas sin respuesta. Tales situaciones frecuentes han dado lugar muchas veces en el pasado a soluciones conjeturales que tienen excusa pues la complejidad del problema del esoterismo templario es muy grande. Remitimos a nuestros trabajos en este sitio web "La Orden del Temple ayer y hoy" y "Dante Alighieri y la filiación templaria de los Fedeli d'Amore" para evitar en lo posible innecesarias duplicaciones al respecto.
Es indudable que en el Temple dejaron su huella multitud de corrientes espirituales de las más diversas: druidas, cátaros, drusos, alquimistas, iniciados del Islam, cabalistas, gnósticos y masones. Esto para no mencionar sino a lo más evidente pero, desde luego, tal diversidad de contenidos complica y mucho el hallar un hilo conductor.
Es común la idea de que en la Orden existía un sincretismo que acumulaba ideas muy heterógeneas que se iban incorporando al Temple por los más distintos caminos. Pero la realidad es que, como destaca Guénon, los antiguos iniciados sabían apreciar muy bien la unidad doctrinal subyacente tras una aparente diversidad de formas externas. Es por ello que por ejemplo Dante emplea un lenguaje a menudo tomado del cristianismo y otras veces de la antiguedad greco-romana y no hace esto llevado por un sincretismo superficial. De hecho, y como señala Guénon, "la metafísica pura no es ni pagana ni cristiana, es universal. Los misterios antiguos no eran paganismo pero se superponían a este". Es necesario comprender, y esto es lo que le cuesta mucho a algunos, que la via iniciática se halla por arriba de las formas religiosas tradicionales exotéricas. Esto es lo que le permite desarrollarse adoptando como ropaje exterior cualquiera de esas formas o ninguna.
Mencionaremos a continuación las líneas de estudio que aquí trataremos brevemente y a las que cabe calificar de no convencionales. Todas ellas prometen aportes de mucho interés y nada impide volver en el futuro sobre este tema para darles el desarrollo más extenso y cuidadoso que merecen. De hecho nos hallamos ante una verdadera labor detectivesca donde habrá que rescatar piezas de evidencia casi siempre de manera muy indirecta, buscando indicios significativos y destacando paralelismos o analogías evidentes entre líneas iniciáticas tradicionales en apariencia muy distantes tanto en el tiempo como en el espacio. Este hecho ya ha sido subrayado múltiples veces por Guénon y sus continuadores y permite, una vez más, poner de manifiesto la unidad esencial subyacente en todas las formas tradicionales auténticas.
En primer lugar tenemos a los Fedelli d'Amore, filiación laica del Temple que ha merecido extensos estudios de muy distinguidos especialistas tales como René Guénon, Luigi Valli, A. Ricolfi, Arturo Reghini, Aroux, Rossetti y otros. Esta parece ser una de las vías más promisorias de estudio y coloca a Dante Alighieri como figura clave en el centro mismo del problema. Y ahí viene en nuestra ayuda la obra colosal del erudito español Miguel Asín Palacios "La Escatología Musulmana en la Divina Comedia" reeditada por Hiperión, Madrid, 1984. De interés puede resultar también el pequeño libro de R. H. Shamsuddín Elía "Dante y el Islam", Buenos Aires, 1998. Una de las claves principales la proporciona el mismo Dante cuando recoge ideas de fuentes iniciáticas islámicas aún cuando se cuida muy bien de mencionar explícitamente esas fuentes. Cosa que sorprende pues no menciona nunca ni al Profeta Mahoma ni al célebre Iniciado español murciano Mohyiddin ibn'Arabi (el más grande de los Maestros espirituales del Islam y de quien Dante mucho toma) pero no tiene en cambio reparos en citar a Avicena y a Averroes.
Por último debemos mencionar, ya en relación directa con los Estatutos Secretos o "Libro del Bautismo de Fuego" a la meditada y documentada obra del Dr. Hans Prutz "Geheimlehre und Geheimstatuten des Tempelherrenordens". Sin embargo esta peca de cierta rigidez, siendo una típica producción de un Gelehrte que lo desconoce todo o casi respecto de la Tradición Esotérica. Esto hace que, al aferrarse únicamente a las pocas pruebas asibles y tangibles sobre la tradición interna del Temple de que él disponía, llegue este autor a conclusiones puramente negativas sobre la autenticidad del texto que nos ocupa. Ejemplo de esto que decimos es que prácticamienta niega la existencia histórica del Maestre Roncelin de Fos por no disponer él de mayores datos al respecto. . Pero Prutz acepta en su totalidad las actas del proceso como algo fidedigno y de ahi concluye, a nuestro juicio invalidamente, la no autenticidad del "Libro del Bautismo de Fuego".
La obra de Prutz contiene sin embargo datos del más alto interés en cuanto que el Estatuto Secreto que nos ocupa existía sin duda alguna. Todo se reduce a establecer si el conocido y reproducido aquí es el auténtico. Prutz presenta una serie de evidencias al respecto. De particular importancia es la cita de Michelet concerniente al testimonio del Caballero Gervais de Beauvais quien afirmó haber visto en poder de uno de los superiores de la Orden junto a los estatutos comunes y conocidos de 1128 otro libro con estatutos que este mantenía muy oculto y del que afirmó que "por ningún precio se lo enseñaría a nadie". Tambien cita Michelet (vide Prutz, loc. cit.) al Caballero Bertrand de Marignac quien se sentía obligado "post multas promissiones de statutis et secretis ordinis observandis ab eo factas". El Gran Maestre Templario Thomas Berard (o Berault) ( su desempeño fué en los años 1256-73 según fuentes de la Orden del Temple de Jerusalen, según Prutz en 1265-72) mandó quemar muchas copias de los Estatutos Secretos, manteniendo unas pocas en manos de los más leales y encumbrados Caballeros del Temple.
2- DANTE Y EL ESOTERISMO TEMPLARIO
De la fiiación templaria laica de los Fedeli d'Amore nos hemos ocupado extensamente en otro artículo que figura en este sitio web y no repetiremos sino en mínima medida lo dicho allí. La clave es ahora Dante Alighieri, figura principalísima de los Fedeli d'Amore, tanto con sus palabras como con sus silencios y de eso pasaremos a ocuparnos. Como bien dice Georg Rabuse en su libro "Der kosmiche Aufbau des Jenseitsreiche Dantes": "La Divina Comedia más de seiscientos años despues de la muerte de Dante es un libro cerrado con siete sellos". De la fidelidad al Temple de Dante no cabe duda razonable alguna. Es San Bernardo mismo a quien él elige para que lo guie en la última etapa de su ascenso a Dios. Es a París a donde Dante corre cuando se inicia el inícuo juicio a sus Hermanos Caballeros.
Una cuestión largamente debatida es el significado simbólico del VELTRO (lebrel) mencionado por Dante. René Guénon analiza este problema en su libro "L'ésoterisme de Dante". Pero en suma lo reduce a juegos verbales que toma de otros autores sin aportar una solución definitiva a este problema. Mucho más convincente nos resulta el aporte de Giovanni Papini quien identifica el VELTRO con el "VangELo eTeRnO" (Evangelio Eterno) mencionado también en "El Libro del Bautismo de Fuego" o Estatutos Secretos del Temple (Papini "Dante vivo", Apolo, Barcelona, 1949). En realidad, como el mismo Papini señala, existen centenares de escritos sobre este problema esencial para la comprensión del Dante. Papini estima que puede tratarse de una alusión a las doctrinas de Joaquín de Fiore. Estas doctrinas aludían a la próxima venida del Espíritu Santo y su reinado y eran conocidas en tiempos de Dante precisamente con el nombre de VANGELO ETERNO. Esto culminaría con la más completa reforma de la corrupta Iglesia Católica. Dante sentía gran admiración por de Fiore y lo coloca en el Paraíso en la Divina Comedia a pesar de las distintas condenas eclesiásticas que cayeron sobre sus obras. Es muy recomendable leer el detallado análisis de Papini y comparar sus conclusiones con los puntos de vista sostenidos por los Fedeli d'Amore (vease al respecto en este sitio web nuestro trabajo ya citado). La síntesis final sería la de una muy necesaria reforma completa de la corrupta Iglesia Católica. Esta idea era muy cara a Dante y no cabe negarlo. En Paraiso, XXVII, 22 yy ss., hace exclamar a San Pedro estas palabras que eximen de todo comentario:
"Quelli ch'usurpa in terra il luogo mio,
il luogo mio, il luogo mio, che vaca
nella presenza del Figliuol di Dio,
fatt'ha del cimitero mia cloaca
dal sangue e della puzza; onde'l perverso
che cadde di qua su, là giú si placa".
("Aquel que en tierra me ha usurpado el sitio mio, el sitio mio, el sitio mio, que ahora está vacante en la presencia del divino Hijo, en mi sepulcro ha hecho una cloaca de sangre y pestilencia, en que el perverso que desde aquí cayó se aplaca").
Y esto se sitúa muy cerca de los motivos que impulsaban hacia la universalidad y unidad soñada por los Iniciados Templarios en materia religiosa. Sin embargo las doctrinas de de Fiore solo hacen a la religiosidad exotérica y a lo temporal. No tienen en si nada de iniciáticas y es por ello que cabe perfectamente conjeturar que se trata en realidad de otra doctrina de igual nombre a la que la mencionada le puede servir como velo de ocultamiento. Esta doctrina necesariamente no puede ser otra que la de la Fede Santa o Fedeli d'Amore emanada directamente del Temple. En efecto no se le conocen a Dante otras adhesiones o filiaciones esotéricas que esta la que, como es sabido, nucleó a la flor y nata tanto de la literatura italiana como de otros campos del pensamiento.
La cuestión ya planteada antes es ardua: porqué Dante cita una y otra vez al Profeta Mahoma y a los Maestros Espirituales del Islam sin mencionar sus nombres? Que promesa o juramento iniciático le impedía hacer tal mención de no haber otro motivo? Buena pregunta que solo podemos intentar responder teniendo en cuenta la pertenencia de Dante a la Fede Santa o Fedeli d'Amore y el muy estrecho paralelismo de usos y la vinculación estrecha de los Caballeros Templarios con algunas agrupaciones del Islam, en especial ejemplo los guerreros santos del Islam haschischin o "asesinos" ismailitas. La similitud entre el Temple y estos últimos va por cierto mucho más allá del blanco y el rojo usados en las vestimentas de ambas Ordenes por Caballeros y Rafiks (equivalente de aquellos entre los haschischin). Lo notable es el paralelismo estructural entre Temple y haschischin que obliga a pensar que Hugues de Payns se inspiró directamente en estos últimos al crear el Temple. El mismo número de grados en las estructuras respectivas acentúan esta similitud. Siguiendo a Hammer-Purgstall, David Annan (en Norman Mackenzie "Sociedades Secretas", Alianza, Madrid, 1973) y C. E. Nowell (además de un resumen de J.F. Ferro) podemos presentar el siguiente cuadro donde la analogía se hace evidente. Resulta claro que ambas ordenes estuvieron en contacto en Siria antes de 1128.
TEMPLARIOS HASCHISCHIN
Gran Maestre Sheikh-al-Djebal ("Señor de la Montaña)
Grandes Priores Day-al-Kebris ("Grandes Emisarios")
Priores Days, nuncios religiosos y emisarios políticos
Caballeros (militares) Rafiks ("Compañeros")
Escuderos Fidayis ("Devotos")
Pajes y criados Lassiks ("asilados", legos y sirvientes)
Aspirantes Creyentes (pueblo)
Pero, desde luego, esto corresponde a la estructura externa o formal. Avanzando un paso más tenemos el simbolismo de "los colores de la sangre y la pureza" blanco y rojo. Roja la cruz en el manto blanco en el Temple, blanca la túnica con faja o cinturón y gorro rojos en los haschischin. Notablemente blanco y rojo son también los colores tanto de "Conduiramour" como de Beatriz, siendo la primera para Parsifal lo que es Beatriz para el Dante. Naturalmente hay que remitir aquí a la obra de Wolfram von Eschenbach... y recordar que la Tradición Iniciática es una y universal. Sin poder extendernos aquí demasiado al respecto diremos que la opinión de los estudiosos del tema es que la doctrina de los más altos iniciados entre los haschischin era que las formas religiosas exteriores carecían en realidad de importancia (vease la obra bien conocida de Probst-Biraben). Desde luego, todos los verdaderos iniciados en todos los tiempos y lugares han sostenido y sostienen exactamente lo mismo. Lo esencial era y es la doctrina esotérica y se podía adoptar una forma religiosa exterior distinta sin variar en absoluto este punto. Incluso reprocharon los haschischin a los Templarios sostener la errónea y perniciosa concepción trinitaria de Dios que alejaba del Dios Uno. En suma, que la clave del VELTRO o VangELo eTeRnO Templario hay que buscarlo en las doctrinas iniciáticas del Islam y en su conexión con los contenidos velados de la "Divina comedia". Ya lo dice el mismo Dante:
"O voi ch'avete li'ntelleti sani, mirate la dottrina
che s'asconde sotto 'l velame de li versi strani".
(Inferno, IX, 61-63).
("Oh vosotros que teneis la mente sana, mirad la doctrina que se esconde bajo el velo de los versos extraños").
Y todo indicaría que dentro de la Divina Comedia hay otro texto escondido de acuerdo a cierta clave. La cuestión es hallar esta clave.
Esta línea de pensamiento es la que ha inspirado a Arthur Schult en su obra "Dantes Divina Commedia als Zeugnis der Tempelritter-Esoterik". Este autor se centra en la Divina Comedia y "La Vita Nuova" para hallar claves del esoterismo templario pero su conocimiento de las doctrinas tradicionales es bastante superficial y a menudo resulta declamatorio en sus expresiones. De todos modos aporta más de una idea e información interesante y que vale la pena analizar.
Y de ello surge de inmediato la cuestión de si la alquimia en el Temple designaba en realidad un proceso interior que nada tenía que ver con la transmutación de metales. Tal como están las cosas esto aparece como lo más probable a pesar de las apariencias. En el Abraxas (o Abrax), deidad de origen gnóstico ilustrado más abajo claramente se distinguen las tres letras griegas I,A,O (Omega w). Son las tres letras claves en la disciplina espiritual recibida por von Sebottendorf de los masones turcos. En los Estatutos Secretos que conocemos se mencionan además los talismanes. Cabe bien conjeturar si no serían en realidad gemas del tipo de las gnósticas recordatorias de la disciplina en cuestión.
ABRAXAS ( o ABRAX)
Y, para mayor abundamiento, he aquí un inconfundible Abraxas en un sello templario. Obsérvese la leyenda "SECRETUM TEMPLI" y las letras I,A,O (omega), comparando con la imágen anterior para disipar cualquier duda.
Vale la pena decir algo más al respecto. René Guénon en "Aperçus sur l’Ésotérisme chrétien", 1977, p. 65 y 81, menciona repetidamente que Francesco da Barberino en su “Tractatus Amoris” se hizo representar él mismo en actitud de adoración frente a la letra I. No olvidemos que da Barberino fue miembro iniciado de los “Fedeli d’Amore” al igual que Dante, Bocaccio y otros grandes de la época (Vease en este sitio web nuestro artículo “Dante Alighieri y la filiación templaria de los Fedeli d’Amore”).
Precisamente es Dante quién menciona en la “Divina Comedia”, Paraíso, XXVI, 133, que la letra I fué el primer nombre de Dios.
“Pria ch’io scendessi all’infernale ambascia,
I s’appellava in terra il Sommo Bene
Onde vien le letizia che mi fascia.”
("Antes de descender al duro infierno, I se llamaba en tierra el Bien Supremo fuente del éxtasis que me envuelve").
Siguiendo el punto de vista de Schult que encontramos en Dante estas alusiones a disciplinas espirituales hoy perdidas u olvidadas en Occidente pero que aparecen en la famosa obra de von Sebottendorf (la que puede consultarse en este sitio web). De destacar esto se ha ocupado Guénon, loc.cit. y remitimos además a nuestro Postfacio a la obra de von Sebottendorf en este sitio web. No nos olvidemos que esta disciplina se refiere directamente a las sílabas místicas intraducibles que aparecen al comienzo de los capítulos del Al-Koran y que fueron transmitidas según la tradición islámica por el Profeta Mahoma a sus seguidores más íntimos y cercanos.
Es difícil creer que esto sea solo una coincidencia o hallar siquiera un conato de explicación diferente al propuesto aquí...y así se aclararía completamente su mención en los Estatutos Secretos. Se trataría con la más alta probabilidad de otra alusión velada, esta vez referente a una disciplina de alquimia interior similar a la que describe von Sebottendorf.
La cuestión ya largamente conocida y discutida de si Dante halló una fuente de inspiración en la escatología musulmana resulta aquí de interés secundario. Es menester remitir al lector que se interese a la obra colosal de Asín Palacios, la que contiene abundante bibliografía. El tema que si nos concierne es todo aquello que hace a contenidos doctrinales velados en las obras dantescas, provengan estos ya del Islam ya de otras fuentes. Y es aquí donde queda la mayor parte de la tarea por realizar, nada simple por cierto. Nos proponemos retornar a este asunto en futuros trabajos.
Navidad de 2000
ESTATUTOS SECRETOS: DE LOS HECHOS
DE LOS HECHOS
Dr. Carlos Raitzin
Habiendo surgido alguna voz muy aislada con objecciones respecto de la validez de los Estatutos Secretos o "Libro del Bautismo de Fuego" corresponde señalar que, si bien se trata de un asunto en estudio, hay varios puntos firmes que queremos detallar a continuación (además de los otros que ya hemos tratado anteriormente):
1- Encontramos a Roncelin de Fos en 1242 interviniendo como Maestre de Tortosa en un pleito ente la Orden del Temple y el Hospital. En 1248-60 fué Maestre en Provenza y en 1252-56 era Maestre de Inglaterra. De nuevo fué Maestre en Provenza de 1260 a 1278. Luego la afirmación de que ingresó en el Temple en 1281 es totalmente falsa. Se trata sin duda de un error repetido en base a copia por numerosos autores. Una conjetura incluso es que se trate de un error de imprenta y que la fecha real sea la mucho más probable de 1218 cuando Roncelin tenía unos veinticuatro años de edad. Comprobemos también como en este sitio figura la tabla de Maestres del Temple en Inglaterra (incluyendo a Roncelin de Fos hacia 1252!):
http://membres.tripod.fr/LesSceauxDesTemplier/Page1/maitreangleterre.html
2- La cita siguiente es de Arthur Schult "Dantes Divina Commedia als Zeugnis der Tempelritter-Esoterik", pag. 473 . Se refiere a las actas del proceso en Inglaterra que no están incluidas en la obra de Michelet. Dice así Schult "Los Caballeros Templarios William of Poklington, Stephen of Stapplebrugge y John Stoke manifestaron en Inglaterra durante el Proceso al Temple: "En el Temple hay dos tipos de recepción: el primer tipo corresponde propiamente al ingreso en la Orden y transcurre sin ninguna ceremonia chocante, el segundo tiene lugar muchos años despues. Es solo para unos pocos y es muy secreto". Uno de los dignatarios de la Orden del Temple, Geoffroy de Gonneville Gran Preceptor de Aquitania y Poitou, explicó en el proceso: "Muchos suponen que esto corresponde a las cosas malas y contrarias a Dios que Maestre Roncelin introdujo en los Estatutos de la Orden" Aquí se mmenciona a Roncelin du Fos, Caballero de Provenza quien fué recibido en 1281 (sic!) por el Hermano Guilleaume de Beaulieu. Como este Roncelin no figura en la lista de Grandes Maestres de la Orden pero es nombrado como "Maestre" se infiere que en el Temple existía una "jerarquía paralela" pero de la cual pocos sabían".
Vemos que a pesar del interés de este párrafo Schult repite el error tantas veces hallado de que Roncelin fué recibido en la orden en 1281.
3- La existencia real y efectiva de Estatutos Secretos en el Temple ha sido probada por el Dr. Hans Prutz con documentos en la mano y de eso ya nos hemos ocupado en un artículo anterior sobre el esoterismo templario.
4- En base a que Guénon afirmaba que el exoterismo y el esoterismo se complementan y son las dos caras de una moneda se ha sostenido la invalidez de los Estatutos Secretos . Y agregan los partidarios de esa tésis ¿Cómo casar esto con ese anticlericalismo radical que destila el artículo XI, máxime cuando precisamente en la Edad Media el esoterismo cristiano existía todavía plenamente? A los así pensantes se les recomienda leer con cuidado "La Divina Comedia" en una buena verión bilingue y comentada para que esta ilusión se les desvanezca pronto y totalmente...Y no cabe duda de que en esa obra maestra el contenido doctrinal es totalmente templario.
5- Resulta de interés destacar con Serge Hutin "Los Gnósticos" que los gnósticos heredaron de los neopitagóricos el culto de las letras y números. Estos últimos se encargaron de difundirlo por toda la zona del mediterráneo. Estas corrientes gnósticas pueden muy bien haber penetrado el Islam, desembocando luego en la disciplina que conocemos por el libro de von Sebottendorf. Hutin destaca la figura de Monoim el Arabe (quien identifica el principio superior con la letra griega iota (i) que simboliza la mónada que contiene potencialmente todos los nombres, si el hombre busca dentro de sí hallará la iota divina. Esto se enlaza con otros simbolismos tradicionales bien conocidos, ver R. Guénon "Symboles Fondamentales de la Science Sacrée". Tambien menciona Hutin en relación a esto al alquimista Zózimo y su tratado "Sobre la letra w"(omega).
6- La obra del Baron von Sebottendorf es esencialmente islámica, alquimia interior realizada a través de mudras, mantras y otras técnicas complementarias. No hay en ella una pizca de ocultismo y solo se ocupa el autor de lo occidental para aclarar textos y figuras de los tratadistas de alquimia. Resulta así tan tonto como pedante pretender enlazar esto con temas tales como el grupo Thule y otras corrientes antitradicionales.
7. En el "Secretum Templi", sello con un Abraxas templario inconfundible, pueden distinguirse las tres letras I,A,O (Omega). Recuérdese al respecto los Estatutos Secretos publicados, Artículo XVIII:
8.- La idea de que estos Estatutos pudieran originarse en una logia masónica peca de muy ingenua y revela total desconocimiento de como funciona una logia y del espíritu imperante en ella. Obviamente estas son cosas a las que no se accede mediante la información puramente libresca.
9-"Stephen de Stapelbrugge declaró...Admitió que se le había dicho que no debía creer en el sacramento del altar, que el gran maestre daba la absolución de los pecados a los hermanos..." Malcolm Barber "El juicio de los templarios", Editorial Complutense, Madrid, 1999, pag. 291.
Esto se refiere a la facultad atribuída al Gran Maestre pero también a menudo a los preceptores de perdonar los pecados. Los Estatutos (Art. VI) no dicen otra cosa a mi juicio (y notad allí la mención al evangelio eterno, el VELTRO de Dante...). Ver la obra de M. Barber (cit. infra) y que insiste en esto en muchas partes.
10-Y aquí sigue algo aún mucho más rotundo y verdaderamente sorprendente. En la traducción hecha de los Estatutos Secretos dice (Artículo XVII):
"En el presente el hijo del Hombre es glorificado y Dios es glorificado en él. Vericinum (verdadero?) nuevo amigo de Dios que habla a Dios cuando él lo desea, a Dios al cual debeis dar gracias puesto que El os ha conducido a donde deseábais ir y os ha concedido vuestros deseos. Que la luz divina permanezca en nuestros corazones y nuestros espíritus. Amén".
Comparese lo anterior con lo declarado por el H+ Jean de la Cassagne en el proceso respecto de lo ocurrido durante su recepción en la Orden. Manifestó que el preceptor tomó un ídolo con figura de hombre, lo colocó sobre un arcón y les dijo a los recipiendarios: "He aquí un amigo de Dios, que habla con El cuando así lo desea, a quien debeis dar gracias puesto que él os ha traído a este estado que tanto anhelais colmando vuestros deseos". (M.Barber, loc. cit., pag. 86). El paralelismo es completo, la identidad es total. Esto solo se concibe si el preceptor estaba repitiendo de memoria los Estatutos Secretos que conocemos! Pero abre de nuevo la incógnita de Vericinum y de su significado, acaso es el nombre dado a dicho ídolo?
No quiero (para evitar la pesadez) multiplicar en exceso las citas de M. Barber. Solo mencionaré que aparece documentadamente en la obra la existencia fehaciente de los Estatutos Secretos como algo reservadísimo (pags. 205-6).
Las restantes objecciones recibidas pertenecen a la categoría de las puramente verborrágicas y no deseamos ocuparnos de ellas por ser totalmente innecesario.
THE SECRET ORDENANCES OF RONCELINUS
Translation from French by Dr. Carlos Raitzin
from the copy of the Ordinances, proceeding from Count Menno van Limburg-Stirum library, Knight Templar of highest Rank of the German filiation of Von Hund.
Translation into English by Dr. Montserrat Robrenyo
ARTICLE I
People walking in obscurity have seen a great light and those, which were at death's shadow, have seen that light. For us light has also shone. We were all in grieving and have been consoled in terror and slavery and have received the adoption spirit of children which makes us claim: "Only one is Our Father, Savior Teacher, Consolatory". Only One is our God and his spirit gives ours the affidavit that we are sons of God.
ARTICLE II
To thee Brothers has been given to know the Secrets of God's Reign, cheerful our eyes and ears for they see and listen. Know that kings, popes, bishops, abates and grand masters have wished to see and listen to what thou listen and see, but they have not seen nor listened and thus shall never know.
ARTICLE III
Time has come not to adore any more the Father, neither Jerusalem nor Rome. The spirit is God. And if thou are from God, thou must adore him in spirit and in truth. Know that all Jesus said by the real Christ, is the spirit and life in God. Is the spirit of God that vivificates. Jesus flesh is of no use.
ARTICLE IV
God is love and whoever prevails in love, in God prevails and God is within him. We speak in secret of that which remains concealed to the sons of new Babylon, the one which the humble servers of God shall turn to ashes and dust. We speak to thee of God’s wisdom revealed to our Fathers, whom have transmitted it for our glory and benefit. No prince or priest of these times has known of it. If they would have known, no wooden cross would they adore and would not have burned those, who possessed the true spirit of the true Christ.
ARTICLE V
Thou that are the temples of God, built on the foundations of ancient Wisdom and sanctity, know that God makes no differences among people, might they be Christians, Saracens, Jews, Greeks, Romans, French, Bulgarians, for each man who prays to God, is saved.
ARTICLE VI
Consoled is free of the yoke which the sons of Babylon have established over the basis of the false dogmas. Among the Jews and the Saracens, behave as if you were Saracens or Jews. With the sons of Babylon, on behalf of election and Consolamentum, thou are freed. Keep them content and try to draw towards thee those, whose eyes open, though act with discretion for sake of the eternal gospel and to avoid scandals.
ARTICLE VII
Thou that are saints, everything is permitted. Nevertheless thou shall guard of abusing of this permission. Of what thou art, do not let suspicion be raised around you. Keep your houses and reunion places, spacious and hidden, accessible by underground passages, so brothers may attend reunions without fear of being troubled.
ARTICLE VIII
Ministries and Consolated, there are in all regions of the world. There, where thou see great buildings under construction, make the recognition signs and thou shall find many instructed about God and the Grand Art (Real Art). Inheritances, comes from their parents and teachers and are all Brothers. In such state of affairs, are the Bonshommes (Good Men) of Toulouse, the Poor of Lyon, The Albigensis, those near Verone and Bergam, Beaujolais of Galitia and Toscana, the Begards and Bulgarians. By the underground trails thou shall reach the chapters, and to those who have some fears, thou shall confer Consolamentum, during the chapters and in presence of three testimonies.
ARTICLE IX
Thou shall receive in brotherhood, those from these Brotherhoods and also the Consoled from Spain and Cyprus in brotherhood shall receive the Saracens or the Druse and those that live in Lebanon. And if the divine spirit prevails on the Saracens or the Druse, thou may admit them as Ministries or Consoled.
ARTICLE X
No Brother may be received if he is not over the age of thirty-five or if he has not acquired the true fruits of his election. In proof, he shall demonstrate his instruction and his knowledge of the dictum before admission.
ARTICLE XI
Be it strongly recommended to uphold great precautions about monks, priests and bishops, abates and doctors in science, for they act treacherously in order to mingle thee in the mud of their crimes with dexterity. If thou admit them, after a long probation do it away from the chapter and in presence of three Brothers and without revealing the Order's rules nor practices.
ARTICLE XII
With laic that serve God in their hearts simplicity, it is admissible to adopt less precautions and receive them as Ministries or Consoled, after a reasonable probation.
ARTICLE XIII
Ritual and Consolamentum: The neophyte shall write his general confession and hand it to the receptor, confirming such a confession by oath and in presence of two testimonies, and it shall be kept in the files of the chapter. He shall without delay recite the Psalms, the Deuteronomy antique abridgement and be blessed by all Brothers who shall place their right hand on his head, and afterwards he shall swear: silence, obedience and fidelity. The receptor shall absolve his of all his sins. Untie him from all Church commandments in the mane of God whom has not been engendered and does not engender, in the mane of the True Christ whom is not dead and cannot die. Next the three prayers shall be recited. During the first one the neophyte shall remain standing, hands upraised. During the second he shall kneel, arms in cross and as for the third he shall prostrate face down.
ARTICLES XIV, XV Y XVI
The first prayer is that of Mosses "Magnifecetur Fortitudo Domine". Followed by "Dixit que Dominus vivo ego et implevitur gloria Domini universa terra". Afterwards the receptor shall cut some beard and head hair, and the index finger-nail of the neophyte saying: Thou shall suffer more in your heart than in your body, as a symbol of the alliance of God with man. The second prayer is that one of Mary's son called Jesus: "Pater aeterne, glorificamos..."(San John CXVII) followed by "Facta est vox de coelo meus dilectus...". The receptor places immediately the ring on the right index finger saying: Son of God, take this ring as the sign of eternal union with God, with Truth and with us. The third prayer, called the Baphomet, is the one used for the opening of the Cora being named as Fatiha. The receptor ads: One master, one faith, one baptism, one God father of all and who in invocation of God's name shall be saved. He raises the neophyte and anoints his eyelids with consecrated oil. "I want to anoint you, friend of God, with the oil of Grace, so you may see the light of your fire baptism for so it shines for thee and for all of us on our path of truth and eternal life".
ARTICLE XVII
The image of the Baphomet is retired from its sacrarium and the receptor says: The people that walked through darkness has seen a great light and it has shone for all those sitting on death trees. There are three that homage God and the world and these are (Saint John). All brothers exclaim Yah Allah, which means God's Splendor, they kiss the image and touch it with their belts. The receptor takes the neophyte by the hand and says: "In present, the son of Man is glorified and God is glorified in him. Vericinum (True?) new friend of God who talks to God when he wishes, to God to whom you must thank for he has driven you to where you wanted to go and has granted your desires. Be the divine light remain in our hearts and in our spirits, Amen". To end the ceremony, the chant of the book of Knowledge is sung, and appoints the end of the chapter.
ARTICLE XVIII
The neophyte is driven to the archive where he is taught the mysteries of the Divine Science, of God, of Jesus child, the real Baphomet, the new Babylon, of nature of things, of eternal life, as well as: THE SECRET SCIENCE OF THE GREAT PHILOSOPHY: ABRAX AND THE TALISMANS. Things all this, which must be in rigor hidden to those ecclesiastics, admitted into the Order.
ARTICLE XIX
It is forbidden in those houses where the brothers are not ministries or Consoled, to work certain substances by philosophical science and therefore transmute worth-less metal into gold and silver. This should never be done but in occult places and due secret.
ARTICLE XX
It is absolutely forbidden to elect as Grand Master a Consoled man. Other positions and principal charges of the Order are reserved for the Ministries and Consoled. Signed by the copyist Robert of Samfort, Procurator of the Templar Order in England in 1240.
from the copy of the Ordinances, proceeding from Count Menno van Limburg-Stirum library, Knight Templar of highest Rank of the German filiation of Von Hund.
Translation into English by Dr. Montserrat Robrenyo
ARTICLE I
People walking in obscurity have seen a great light and those, which were at death's shadow, have seen that light. For us light has also shone. We were all in grieving and have been consoled in terror and slavery and have received the adoption spirit of children which makes us claim: "Only one is Our Father, Savior Teacher, Consolatory". Only One is our God and his spirit gives ours the affidavit that we are sons of God.
ARTICLE II
To thee Brothers has been given to know the Secrets of God's Reign, cheerful our eyes and ears for they see and listen. Know that kings, popes, bishops, abates and grand masters have wished to see and listen to what thou listen and see, but they have not seen nor listened and thus shall never know.
ARTICLE III
Time has come not to adore any more the Father, neither Jerusalem nor Rome. The spirit is God. And if thou are from God, thou must adore him in spirit and in truth. Know that all Jesus said by the real Christ, is the spirit and life in God. Is the spirit of God that vivificates. Jesus flesh is of no use.
ARTICLE IV
God is love and whoever prevails in love, in God prevails and God is within him. We speak in secret of that which remains concealed to the sons of new Babylon, the one which the humble servers of God shall turn to ashes and dust. We speak to thee of God’s wisdom revealed to our Fathers, whom have transmitted it for our glory and benefit. No prince or priest of these times has known of it. If they would have known, no wooden cross would they adore and would not have burned those, who possessed the true spirit of the true Christ.
ARTICLE V
Thou that are the temples of God, built on the foundations of ancient Wisdom and sanctity, know that God makes no differences among people, might they be Christians, Saracens, Jews, Greeks, Romans, French, Bulgarians, for each man who prays to God, is saved.
ARTICLE VI
Consoled is free of the yoke which the sons of Babylon have established over the basis of the false dogmas. Among the Jews and the Saracens, behave as if you were Saracens or Jews. With the sons of Babylon, on behalf of election and Consolamentum, thou are freed. Keep them content and try to draw towards thee those, whose eyes open, though act with discretion for sake of the eternal gospel and to avoid scandals.
ARTICLE VII
Thou that are saints, everything is permitted. Nevertheless thou shall guard of abusing of this permission. Of what thou art, do not let suspicion be raised around you. Keep your houses and reunion places, spacious and hidden, accessible by underground passages, so brothers may attend reunions without fear of being troubled.
ARTICLE VIII
Ministries and Consolated, there are in all regions of the world. There, where thou see great buildings under construction, make the recognition signs and thou shall find many instructed about God and the Grand Art (Real Art). Inheritances, comes from their parents and teachers and are all Brothers. In such state of affairs, are the Bonshommes (Good Men) of Toulouse, the Poor of Lyon, The Albigensis, those near Verone and Bergam, Beaujolais of Galitia and Toscana, the Begards and Bulgarians. By the underground trails thou shall reach the chapters, and to those who have some fears, thou shall confer Consolamentum, during the chapters and in presence of three testimonies.
ARTICLE IX
Thou shall receive in brotherhood, those from these Brotherhoods and also the Consoled from Spain and Cyprus in brotherhood shall receive the Saracens or the Druse and those that live in Lebanon. And if the divine spirit prevails on the Saracens or the Druse, thou may admit them as Ministries or Consoled.
ARTICLE X
No Brother may be received if he is not over the age of thirty-five or if he has not acquired the true fruits of his election. In proof, he shall demonstrate his instruction and his knowledge of the dictum before admission.
ARTICLE XI
Be it strongly recommended to uphold great precautions about monks, priests and bishops, abates and doctors in science, for they act treacherously in order to mingle thee in the mud of their crimes with dexterity. If thou admit them, after a long probation do it away from the chapter and in presence of three Brothers and without revealing the Order's rules nor practices.
ARTICLE XII
With laic that serve God in their hearts simplicity, it is admissible to adopt less precautions and receive them as Ministries or Consoled, after a reasonable probation.
ARTICLE XIII
Ritual and Consolamentum: The neophyte shall write his general confession and hand it to the receptor, confirming such a confession by oath and in presence of two testimonies, and it shall be kept in the files of the chapter. He shall without delay recite the Psalms, the Deuteronomy antique abridgement and be blessed by all Brothers who shall place their right hand on his head, and afterwards he shall swear: silence, obedience and fidelity. The receptor shall absolve his of all his sins. Untie him from all Church commandments in the mane of God whom has not been engendered and does not engender, in the mane of the True Christ whom is not dead and cannot die. Next the three prayers shall be recited. During the first one the neophyte shall remain standing, hands upraised. During the second he shall kneel, arms in cross and as for the third he shall prostrate face down.
ARTICLES XIV, XV Y XVI
The first prayer is that of Mosses "Magnifecetur Fortitudo Domine". Followed by "Dixit que Dominus vivo ego et implevitur gloria Domini universa terra". Afterwards the receptor shall cut some beard and head hair, and the index finger-nail of the neophyte saying: Thou shall suffer more in your heart than in your body, as a symbol of the alliance of God with man. The second prayer is that one of Mary's son called Jesus: "Pater aeterne, glorificamos..."(San John CXVII) followed by "Facta est vox de coelo meus dilectus...". The receptor places immediately the ring on the right index finger saying: Son of God, take this ring as the sign of eternal union with God, with Truth and with us. The third prayer, called the Baphomet, is the one used for the opening of the Cora being named as Fatiha. The receptor ads: One master, one faith, one baptism, one God father of all and who in invocation of God's name shall be saved. He raises the neophyte and anoints his eyelids with consecrated oil. "I want to anoint you, friend of God, with the oil of Grace, so you may see the light of your fire baptism for so it shines for thee and for all of us on our path of truth and eternal life".
ARTICLE XVII
The image of the Baphomet is retired from its sacrarium and the receptor says: The people that walked through darkness has seen a great light and it has shone for all those sitting on death trees. There are three that homage God and the world and these are (Saint John). All brothers exclaim Yah Allah, which means God's Splendor, they kiss the image and touch it with their belts. The receptor takes the neophyte by the hand and says: "In present, the son of Man is glorified and God is glorified in him. Vericinum (True?) new friend of God who talks to God when he wishes, to God to whom you must thank for he has driven you to where you wanted to go and has granted your desires. Be the divine light remain in our hearts and in our spirits, Amen". To end the ceremony, the chant of the book of Knowledge is sung, and appoints the end of the chapter.
ARTICLE XVIII
The neophyte is driven to the archive where he is taught the mysteries of the Divine Science, of God, of Jesus child, the real Baphomet, the new Babylon, of nature of things, of eternal life, as well as: THE SECRET SCIENCE OF THE GREAT PHILOSOPHY: ABRAX AND THE TALISMANS. Things all this, which must be in rigor hidden to those ecclesiastics, admitted into the Order.
ARTICLE XIX
It is forbidden in those houses where the brothers are not ministries or Consoled, to work certain substances by philosophical science and therefore transmute worth-less metal into gold and silver. This should never be done but in occult places and due secret.
ARTICLE XX
It is absolutely forbidden to elect as Grand Master a Consoled man. Other positions and principal charges of the Order are reserved for the Ministries and Consoled. Signed by the copyist Robert of Samfort, Procurator of the Templar Order in England in 1240.
O LIVRO DO BAPTISMO DE FOGO
Artigo I
O povo que caminhava na escuridão viu uma grande luz, e aqueles que estavam na sombra da morte viram esta luz. Para nós também a luz resplandeceu. Estávamos todos no combate e fomos consolados no terror e na sujeição, e recebemos o espírito de perfilhação das crianças que nos faz clamar: “Um só é Nosso Pai, Mestre Salvador, Consolador”. Um só é nosso Deus e o seu espírito dá ao nosso a certeza de que somos filhos de Deus.
Artigo II
A vós, Irmãos, vos é dado conhecer os segredos do Reino de Deus. Felizes nossos olhos e nossos ouvidos que vêem e escutam. Sabei que reis, papas, bispos, abades e mestres desejaram ver e escutar o que vós escutais e vedes, mas eles não o hão visto e não o hão escutado e não o conhecerão jamais.
Artigo III
O tempo chegou, no qual não se adorará o Pai, nem Jerusalém, nem Roma. O espírito de Deus. E se vós sois de Deus, vós o adorareis em espírito e em verdade. Sabei que tudo o que Jesus disse pelo verdadeiro Cristo é o espírito e a vida em Deus. É o espírito de Deus que vivifica. A carne de Jesus para nada pode servir.
Artigo IV
Deus é amor, e em quem permanecer no amor, nele Deus permanece e nele Deus está. Falamo-vos em segredo, e do que permanece oculto aos filhos da nova Babilónia, a que será tornada em cinzas e pó pelos humildes servidores de Deus. Falamo-vos da sabedoria de Deus revelada aos nossos Pais,[TdF1] que a transmitiram para a nossa glória e o nosso bem. Nenhum príncipe ou grande sacerdote deste tempo a conheceu. Se eles a houvessem conhecido, eles não adorariam o madeiro da cruz e não teriam queimado aqueles que possuiam o verdadeiro espírito do verdadeiro Cristo.
Artigo V
Vós que sois os templos de Deus, construídos sobre os fundamentos da Sabedoria e da santidade antigas, sabei que Deus não faz diferença entre as pessoas, sejam estas cristãs, muçulmanas, judias, gregas, romanas, francesas, búlgaras, porque todo o homem que ora a Deus é salvo.
Artigo VI
O Consolado está liberto do jugo que os filhos da Babilónia estabeleceram na base dos falsos dogmas. Entre o judeu e o muçulmano actuai como se fôsseis muçulmanos ou judeus. Quanto aos filhos da Babilónia, graças à eleição e ao Consolamento, vós estais libertos. Conservai-os felizes e tratai de atrair até vós aqueles cujos olhos se abrem, mas actuai com prudência por mor do evangelho eterno e a fim de evitar escândalos.
Artigo VII
A vós que sois santos tudo (vos) está permitido. No entanto deveis abster-vos de abusar desta liberdade. Jamais deixeis que à vossa volta se suspeite do que vós sois. Tende em vossas casas lugares de reunião amplos e escondidos, aos quais se terá acesso através de corredores subterrâneos, de modo a que os irmãos possam chegar às reuniões sem perigo de serem inquietados.
Artigo VIII
Há Eleitos e Consolados em todas as regiões do mundo. Onde virdes construir grandes edifícios fazei os sinais[i] de reconhecimento e encontrareis muitos justos instruídos ao respeito de Deus e da Grande Arte. Eles herdaram de seus pais e de seus mestres e são todos Irmãos. Nessa circunstância se acham todos os Bonshommes de Toulouse, os Pobres de Lyon, os Albigenses, aqueles nos arredores de Verona e de Bérgamo, os Bajolais da Galiza e da Toscânia, os Beguinos e os Búlgaros. Pelos caminhos subterrâneos chegareis aos vossos capítulos e, àqueles que alberguem alguns temores, lhes conferireis o Consolamento no capítulo perante três testemunhas.
Artigo IX
Recebereis fraternalmente os irmãos destas confrarias, e também os Consolados da Espanha e de Chipre receberão fraternalmente os Sarracenos, os Drusos, aqueles que habitam no Líbano. E se o espírito divino anima os Sarracenos ou os Drusos, vós podereis admiti-los como Eleitos ou como Consolados.
Artigo X
Nenhum Irmão será recebido se não contar já trinta e cinco anos de idade e se não tiver alcançado os verdadeiros frutos da sua eleição. Para prová-lo, ele demonstrará a sua instrução e os seus conhecimentos nas disposições antes da sua admissão.
Artigo XI
Está expressamente recomendado rodearde-vos das maiores precauções no que respeita a monges, sacerdotes e bispos, abades e doutores da ciência, porque eles actuam como traidores, a fim de mais facilmente vos envolverem no lodo dos seus crimes. Se vós os admitirdes, após extensa probação, que isto seja fora do capítulo e na presença de três Irmãos, e sem revelar-lhes nada dos estatutos e costumes da Ordem.
Artigo XII
Quanto aos laicos que servem a Deus na simplicidade do seu coração, permite-se adoptar menos precauções e (logo) recebê-los como Eleitos ou como Consolados depois de uma provação razoável.
Artigo XIII
Ritual e Consolamento: O neófito redigirá a sua confissão geral e entregá-la-á ao receptor, confirmando a dita confissão com um juramento em presença das testemunhas, e esta será conservada nos arquivos do capítulo. Ele recitará sucessivamente os Salmos, o antigo resumo do Deuteronónimo, e será bendito por todos os Irmãos, que colocarão a mão direita sobre a sua cabeça, após o que ele jurará: silêncio, obediência e fidelidade. O receptor absolvê-lo-á de todos os seus pecados. Ele desligá-lo-á de todos os encargos da Igreja em nome de Deus, que não foi gerado e que também não gera, em nome do Verdadeiro Cristo que não está morto e que não pode morrer. Recitar-se-ão sucessivamente as três orações. Durante a primeira o neófito manter-se-á em pé, as mãos levantadas. Durante a segunda, ajoelhar-se-á, os braços em cruz e, para a terceira, prostrar-se-á com a face contra a terra.
Artigos XIV, XV e XVI
A primeira oração é a de Moisés Magnifecetur Fortitudo Domine, seguida de Dixit que Dominus vivo ego et implevitur gloria Domini universa terra, depois das quais o receptor cortará um pouco de barba, cabelos e unha do (dedo) indicador do neófito, dizendo: “Tu sofrerás mais no teu coração que no teu corpo, como sinal da aliança de Deus com o espírito do homem”. A segunda oração é a do filho de Maria chamado Jesus: Pater aeterne, glorificamos…, seguida de Facta est vox de coelo meus dilectus… Seguidamente, o receptor coloca o anel no indicador direito do irmão, dizendo: “Filho de Deus, recebe este anel como sinal[ii] de união eterna com Deus, com a Verdade e connosco.” A terceira oração, chamada de Baphomet, é a que serve de abertura ao Corão e que tem o nome de Fatiha. O receptor acrescenta: “Um mestre, uma fé, um baptismo, um Deus pai de todos, e cada um que invoca o nome de Deus é salvo.” Ele ergue o neófito e unge as suas pálpebras com o óleo santo. “Eu quero ungir-te, amigo de Deus, com o óleo da Graça, a fim de que vejais a luz do vosso baptismo de fogo e (de) que ela brilhe para ti e para todos nós sobre o caminho da verdade e da vida eterna.”
Artigo XVII
A figura de Baphomet é retirada do seu sacrário e o receptor diz: “O povo que caminhava nas trevas viu uma grande luz, e ela brilhou para todos aqueles que estavam sentados nas árvores da morte. Há três que prestam homenagem a Deus e ao mundo, e esses três são. Todos os irmãos exclamam “Yah Allah”, ou seja, “Esplendor de Deus”, beijam a imagem e tocam-na com o seu cinto... Em seguida, o receptor toma o neófito pela mão e diz: “Neste instante o filho do Homem é glorificado e Deus é glorificado nele. Verdadeiro novo amigo de Deus que fala a Deus quando o deseja, a Deus ao qual deveis dar graças, porque Ele vos conduziu aonde desejáveis ir e concedeu os vossos desejos. Que a luz divina permaneça nos nossos corações e nos nossos espíritos, Amen.” Para terminar a cerimónia, entoa-se o cântico tomado do livro da Sabedoria, o qual marca o final do capítulo.
Artigo XVIII
O neófito é conduzido aos arquivos, onde lhe são ensinados os mistérios da Ciência Divina, de Deus, de Jesus menino, do verdadeiro Baphomet, da nova Babilónia, da natureza das coisas, da vida eterna, assim como também “A Ciência Secreta da Grande Filosofia: Abrax e os Talismãs”, coisas que devem ser rigorosamente ocultadas dos eclesiásticos admitidos na Ordem.
Artigo XIX
É proibido, nas casas onde os irmãos não são Eleitos ou Consolados, trabalhar certas substâncias através da ciência filosófica e, portanto, transmutar os metais vis em ouro e prata. Isto será jamais empreendido senão nos lugares ocultos e em segredo.
Artigo XX
É rigorosamente proibido eleger como Grão-Mestre um Consolado. Os outros postos e cargos principais da Ordem estão reservados aos Eleitos e aos Consolados.
Firmado pelo copista Robert de Samfort,
Procurador da Ordem do Templo
em Inglaterra
em 1240
O povo que caminhava na escuridão viu uma grande luz, e aqueles que estavam na sombra da morte viram esta luz. Para nós também a luz resplandeceu. Estávamos todos no combate e fomos consolados no terror e na sujeição, e recebemos o espírito de perfilhação das crianças que nos faz clamar: “Um só é Nosso Pai, Mestre Salvador, Consolador”. Um só é nosso Deus e o seu espírito dá ao nosso a certeza de que somos filhos de Deus.
Artigo II
A vós, Irmãos, vos é dado conhecer os segredos do Reino de Deus. Felizes nossos olhos e nossos ouvidos que vêem e escutam. Sabei que reis, papas, bispos, abades e mestres desejaram ver e escutar o que vós escutais e vedes, mas eles não o hão visto e não o hão escutado e não o conhecerão jamais.
Artigo III
O tempo chegou, no qual não se adorará o Pai, nem Jerusalém, nem Roma. O espírito de Deus. E se vós sois de Deus, vós o adorareis em espírito e em verdade. Sabei que tudo o que Jesus disse pelo verdadeiro Cristo é o espírito e a vida em Deus. É o espírito de Deus que vivifica. A carne de Jesus para nada pode servir.
Artigo IV
Deus é amor, e em quem permanecer no amor, nele Deus permanece e nele Deus está. Falamo-vos em segredo, e do que permanece oculto aos filhos da nova Babilónia, a que será tornada em cinzas e pó pelos humildes servidores de Deus. Falamo-vos da sabedoria de Deus revelada aos nossos Pais,[TdF1] que a transmitiram para a nossa glória e o nosso bem. Nenhum príncipe ou grande sacerdote deste tempo a conheceu. Se eles a houvessem conhecido, eles não adorariam o madeiro da cruz e não teriam queimado aqueles que possuiam o verdadeiro espírito do verdadeiro Cristo.
Artigo V
Vós que sois os templos de Deus, construídos sobre os fundamentos da Sabedoria e da santidade antigas, sabei que Deus não faz diferença entre as pessoas, sejam estas cristãs, muçulmanas, judias, gregas, romanas, francesas, búlgaras, porque todo o homem que ora a Deus é salvo.
Artigo VI
O Consolado está liberto do jugo que os filhos da Babilónia estabeleceram na base dos falsos dogmas. Entre o judeu e o muçulmano actuai como se fôsseis muçulmanos ou judeus. Quanto aos filhos da Babilónia, graças à eleição e ao Consolamento, vós estais libertos. Conservai-os felizes e tratai de atrair até vós aqueles cujos olhos se abrem, mas actuai com prudência por mor do evangelho eterno e a fim de evitar escândalos.
Artigo VII
A vós que sois santos tudo (vos) está permitido. No entanto deveis abster-vos de abusar desta liberdade. Jamais deixeis que à vossa volta se suspeite do que vós sois. Tende em vossas casas lugares de reunião amplos e escondidos, aos quais se terá acesso através de corredores subterrâneos, de modo a que os irmãos possam chegar às reuniões sem perigo de serem inquietados.
Artigo VIII
Há Eleitos e Consolados em todas as regiões do mundo. Onde virdes construir grandes edifícios fazei os sinais[i] de reconhecimento e encontrareis muitos justos instruídos ao respeito de Deus e da Grande Arte. Eles herdaram de seus pais e de seus mestres e são todos Irmãos. Nessa circunstância se acham todos os Bonshommes de Toulouse, os Pobres de Lyon, os Albigenses, aqueles nos arredores de Verona e de Bérgamo, os Bajolais da Galiza e da Toscânia, os Beguinos e os Búlgaros. Pelos caminhos subterrâneos chegareis aos vossos capítulos e, àqueles que alberguem alguns temores, lhes conferireis o Consolamento no capítulo perante três testemunhas.
Artigo IX
Recebereis fraternalmente os irmãos destas confrarias, e também os Consolados da Espanha e de Chipre receberão fraternalmente os Sarracenos, os Drusos, aqueles que habitam no Líbano. E se o espírito divino anima os Sarracenos ou os Drusos, vós podereis admiti-los como Eleitos ou como Consolados.
Artigo X
Nenhum Irmão será recebido se não contar já trinta e cinco anos de idade e se não tiver alcançado os verdadeiros frutos da sua eleição. Para prová-lo, ele demonstrará a sua instrução e os seus conhecimentos nas disposições antes da sua admissão.
Artigo XI
Está expressamente recomendado rodearde-vos das maiores precauções no que respeita a monges, sacerdotes e bispos, abades e doutores da ciência, porque eles actuam como traidores, a fim de mais facilmente vos envolverem no lodo dos seus crimes. Se vós os admitirdes, após extensa probação, que isto seja fora do capítulo e na presença de três Irmãos, e sem revelar-lhes nada dos estatutos e costumes da Ordem.
Artigo XII
Quanto aos laicos que servem a Deus na simplicidade do seu coração, permite-se adoptar menos precauções e (logo) recebê-los como Eleitos ou como Consolados depois de uma provação razoável.
Artigo XIII
Ritual e Consolamento: O neófito redigirá a sua confissão geral e entregá-la-á ao receptor, confirmando a dita confissão com um juramento em presença das testemunhas, e esta será conservada nos arquivos do capítulo. Ele recitará sucessivamente os Salmos, o antigo resumo do Deuteronónimo, e será bendito por todos os Irmãos, que colocarão a mão direita sobre a sua cabeça, após o que ele jurará: silêncio, obediência e fidelidade. O receptor absolvê-lo-á de todos os seus pecados. Ele desligá-lo-á de todos os encargos da Igreja em nome de Deus, que não foi gerado e que também não gera, em nome do Verdadeiro Cristo que não está morto e que não pode morrer. Recitar-se-ão sucessivamente as três orações. Durante a primeira o neófito manter-se-á em pé, as mãos levantadas. Durante a segunda, ajoelhar-se-á, os braços em cruz e, para a terceira, prostrar-se-á com a face contra a terra.
Artigos XIV, XV e XVI
A primeira oração é a de Moisés Magnifecetur Fortitudo Domine, seguida de Dixit que Dominus vivo ego et implevitur gloria Domini universa terra, depois das quais o receptor cortará um pouco de barba, cabelos e unha do (dedo) indicador do neófito, dizendo: “Tu sofrerás mais no teu coração que no teu corpo, como sinal da aliança de Deus com o espírito do homem”. A segunda oração é a do filho de Maria chamado Jesus: Pater aeterne, glorificamos…, seguida de Facta est vox de coelo meus dilectus… Seguidamente, o receptor coloca o anel no indicador direito do irmão, dizendo: “Filho de Deus, recebe este anel como sinal[ii] de união eterna com Deus, com a Verdade e connosco.” A terceira oração, chamada de Baphomet, é a que serve de abertura ao Corão e que tem o nome de Fatiha. O receptor acrescenta: “Um mestre, uma fé, um baptismo, um Deus pai de todos, e cada um que invoca o nome de Deus é salvo.” Ele ergue o neófito e unge as suas pálpebras com o óleo santo. “Eu quero ungir-te, amigo de Deus, com o óleo da Graça, a fim de que vejais a luz do vosso baptismo de fogo e (de) que ela brilhe para ti e para todos nós sobre o caminho da verdade e da vida eterna.”
Artigo XVII
A figura de Baphomet é retirada do seu sacrário e o receptor diz: “O povo que caminhava nas trevas viu uma grande luz, e ela brilhou para todos aqueles que estavam sentados nas árvores da morte. Há três que prestam homenagem a Deus e ao mundo, e esses três são. Todos os irmãos exclamam “Yah Allah”, ou seja, “Esplendor de Deus”, beijam a imagem e tocam-na com o seu cinto... Em seguida, o receptor toma o neófito pela mão e diz: “Neste instante o filho do Homem é glorificado e Deus é glorificado nele. Verdadeiro novo amigo de Deus que fala a Deus quando o deseja, a Deus ao qual deveis dar graças, porque Ele vos conduziu aonde desejáveis ir e concedeu os vossos desejos. Que a luz divina permaneça nos nossos corações e nos nossos espíritos, Amen.” Para terminar a cerimónia, entoa-se o cântico tomado do livro da Sabedoria, o qual marca o final do capítulo.
Artigo XVIII
O neófito é conduzido aos arquivos, onde lhe são ensinados os mistérios da Ciência Divina, de Deus, de Jesus menino, do verdadeiro Baphomet, da nova Babilónia, da natureza das coisas, da vida eterna, assim como também “A Ciência Secreta da Grande Filosofia: Abrax e os Talismãs”, coisas que devem ser rigorosamente ocultadas dos eclesiásticos admitidos na Ordem.
Artigo XIX
É proibido, nas casas onde os irmãos não são Eleitos ou Consolados, trabalhar certas substâncias através da ciência filosófica e, portanto, transmutar os metais vis em ouro e prata. Isto será jamais empreendido senão nos lugares ocultos e em segredo.
Artigo XX
É rigorosamente proibido eleger como Grão-Mestre um Consolado. Os outros postos e cargos principais da Ordem estão reservados aos Eleitos e aos Consolados.
Firmado pelo copista Robert de Samfort,
Procurador da Ordem do Templo
em Inglaterra
em 1240
LOS GRAFFITI DE LAS MAZMORRAS DE CHINON
ACERCA DE LOS GRAFFITI DE
LAS MAZMORRAS DE CHINON
Dr. Carlos Raitzin
Con bastante ingenuidad Charbonneau-Lassay supone que la cavidad en el corazón en Gloucester corresponde a la herida de Cristo debida a la lanza de Longinos. Este grabado no lo incluimos aquí y él lo reproduce en su obra sobre los graffiti en el donjon (mazmorras) de Chinon (si bien como ha señalado muy justamente Fernando Arroyo Durán no se trata en realidad de graffiti sino de bajorrelieves).
Pero, si se observa bien, se nota que esta cavidad se halla del lado derecho. No cabe pues una interpretación puramente exotérica. Corresponde en realidad al dahara (sánscrito: cavidad) y nos hallamos en lo más puro y excelso de la Tradición Esotérica. Se trata de la cavidad, caverna o cámara etérica del corazón donde se aloja la Divinidad en nosotros, el Adhiatma. De esto el aforismo hindú "Quien conoce a hradhara (el corazón) conoce a dahara (la cavidad)". También se representa a menudo a Dios en nuestro corazón como un Sol. Desde luego todo esto coincide en su esencia con el simbolismo del Santo Grial. Ver Guénon "Symboles Fondamentaux de la Science Sacrée".
Cabe recordar que los graffiti de Chinon son atribuídos a los Caballeros Templarios , prisioneros en dichas mazmorras (entre ellos el Gran Maestre Jacques de Molay) trás comenzar el infame proceso a la Orden.
El dibujo de Chinon que nos interesa y se reproduce arriba recurre a los dos simbolismos mencionados en forma sutil. Por un lado todo el corazón es una cavidad especialmente profunda (38 mm. según Charbonneau-Lassay). Por otro lado los rayos (el Sol no se ve) delatan la presencia del Sol Oculto, de Dios en el corazón. Todo esto revela claramente un elevado conocimiento esotérico en quien talló la imagen en la mazmorra.
Y hay algo más en que los autores parecen no haber reparado. A la derecha del corazón hay...una escalera. Como la escala ha sido muy bien estudiado por Guénon (loc. cit.) no me extenderé en ello. Solo diré que, por excelencia, es el símbolo del elevarse a estados superiores del Ser. Existe un hermoso grabado (que incluye Raimundo Lulio en una de sus obras) y que representa una escala con significado evidente y coincidente.
Solo queda un símbolo por aclarar y aquí caben dudas: la flor de lis. Adhesión y lealtad a la corona o sea a Philippe le Bel? Esto es ciertamente poco o nada probable. Alusión a merovingios, carlovingios, Prieuré de Sion y, en suma, al linaje de Cristo? No parece imposible. Y que se liga todo esto sin duda con la pata de la oca, símbolo frecuente del que nos ocuparemos en otra oportunidad. Pero hay algo más aquí que además de ligarse con el hexagrama (ley de Correspondencia y Analogía) corresponde a otro simbolismo comparativamente muy simple.
Chevalier y Gheerbrant en su "Diccionario de Símbolos" señalan con justeza que el lis era símbolo medieval de inocencia y pureza. De ahí el lis en la mazmorra de Chinon expresando "Somos inocentes!". Pero lo cierto es que esta flor de lis aparece muy frecuentemente en conexión al Temple e, incluso luego, en la continuadora Orden de Cristo de Portugal. Poseo una cruz de esta Orden con lises en los cuatro brazos. Esto es alusión directa a la inocencia de la Orden del Temple. Incluso existen imágenes de Jesús crucificado sobre un lis expresando exactamente esta misma idea (Biblioteca estatal de Munich, ver imagen).
LAS MAZMORRAS DE CHINON
Dr. Carlos Raitzin
Con bastante ingenuidad Charbonneau-Lassay supone que la cavidad en el corazón en Gloucester corresponde a la herida de Cristo debida a la lanza de Longinos. Este grabado no lo incluimos aquí y él lo reproduce en su obra sobre los graffiti en el donjon (mazmorras) de Chinon (si bien como ha señalado muy justamente Fernando Arroyo Durán no se trata en realidad de graffiti sino de bajorrelieves).
Pero, si se observa bien, se nota que esta cavidad se halla del lado derecho. No cabe pues una interpretación puramente exotérica. Corresponde en realidad al dahara (sánscrito: cavidad) y nos hallamos en lo más puro y excelso de la Tradición Esotérica. Se trata de la cavidad, caverna o cámara etérica del corazón donde se aloja la Divinidad en nosotros, el Adhiatma. De esto el aforismo hindú "Quien conoce a hradhara (el corazón) conoce a dahara (la cavidad)". También se representa a menudo a Dios en nuestro corazón como un Sol. Desde luego todo esto coincide en su esencia con el simbolismo del Santo Grial. Ver Guénon "Symboles Fondamentaux de la Science Sacrée".
Cabe recordar que los graffiti de Chinon son atribuídos a los Caballeros Templarios , prisioneros en dichas mazmorras (entre ellos el Gran Maestre Jacques de Molay) trás comenzar el infame proceso a la Orden.
El dibujo de Chinon que nos interesa y se reproduce arriba recurre a los dos simbolismos mencionados en forma sutil. Por un lado todo el corazón es una cavidad especialmente profunda (38 mm. según Charbonneau-Lassay). Por otro lado los rayos (el Sol no se ve) delatan la presencia del Sol Oculto, de Dios en el corazón. Todo esto revela claramente un elevado conocimiento esotérico en quien talló la imagen en la mazmorra.
Y hay algo más en que los autores parecen no haber reparado. A la derecha del corazón hay...una escalera. Como la escala ha sido muy bien estudiado por Guénon (loc. cit.) no me extenderé en ello. Solo diré que, por excelencia, es el símbolo del elevarse a estados superiores del Ser. Existe un hermoso grabado (que incluye Raimundo Lulio en una de sus obras) y que representa una escala con significado evidente y coincidente.
Solo queda un símbolo por aclarar y aquí caben dudas: la flor de lis. Adhesión y lealtad a la corona o sea a Philippe le Bel? Esto es ciertamente poco o nada probable. Alusión a merovingios, carlovingios, Prieuré de Sion y, en suma, al linaje de Cristo? No parece imposible. Y que se liga todo esto sin duda con la pata de la oca, símbolo frecuente del que nos ocuparemos en otra oportunidad. Pero hay algo más aquí que además de ligarse con el hexagrama (ley de Correspondencia y Analogía) corresponde a otro simbolismo comparativamente muy simple.
Chevalier y Gheerbrant en su "Diccionario de Símbolos" señalan con justeza que el lis era símbolo medieval de inocencia y pureza. De ahí el lis en la mazmorra de Chinon expresando "Somos inocentes!". Pero lo cierto es que esta flor de lis aparece muy frecuentemente en conexión al Temple e, incluso luego, en la continuadora Orden de Cristo de Portugal. Poseo una cruz de esta Orden con lises en los cuatro brazos. Esto es alusión directa a la inocencia de la Orden del Temple. Incluso existen imágenes de Jesús crucificado sobre un lis expresando exactamente esta misma idea (Biblioteca estatal de Munich, ver imagen).
TEMPLARIOS Y MASONES
TEMPLARIOS Y MASONES
Dr. Carlos Raitzin
C+ T+ C+ G+ C+ S+ J+
33º-66º-96º
A menudo se ha planteado la cuestión de si existe algún ritual esotérico original y oficial de la antigua Orden del Temple. Es obvio que tal ritual no puede existir dado que el Temple no era una orden esotérica ni funcionaba oficialmente como tal. Existe sí una Regla monástica bien conocida que sufrió alguna alteración aquí y allí en el tiempo y no podría darse otra cosa. Los templarios eran originalmente monjes caballeros y así funcionaban. Ahora bien, en el seno del Temple surgió a mediados del siglo XIII una corriente esotérica limitada a un círculo restringido de dignatarios de la Orden. Los rituales (si cabe tal nombre) que puede haber tenido este círculo no nos han llegado directamente pero hay fragmentos muy significativos que se han deslizado dentro de los Estatutos Secretos que di a conocer en el Boletín de Templespaña y que pueden verse en este sitio web.
Personalmente recibí todos los Grados de la Orden del Temple de una filiación alemana, la Ordo Militiae Crucis Templi que deriva del Barón von Hund y de la Estricta Observancia Templaria. Conjuntamente recibí la Carta Patente para la República Argentina con plenos poderes.
Durante mucho tiempo se sostuvo erróneamente que von Hund fue iniciado en Paris, en 1743 por uno de los Estuardo. Se probó que esto no podía ser así pues ninguno de los Estuardo se hallaba en Paris para esa fecha. Pero luego se estableció que su iniciador fue otro templario escocés, Alexander Montgomery, conde de Eglinton, quien era el famoso Eques a Penna Rubra (Caballero de la Pluma Roja) (Fuente: Baigent y Leigh "The Temple and the Lodge", Cap. 14, de acuerdo a los archivos del grupo Stella Templum). Esto contribuye grandemente a aclarar un punto oscuro respecto del cual muchos grandes especialistas (incluso René Guénon) se equivocaron.
Karl Gotthelf, barón von Hund fue iniciado en 1742 en Francfort y recibió los altos grados en 1743 en el Capítulo de Clermont en Paris. Después afirmó haber sido recibido en un Capítulo Templario en Inglaterra en presencia de Lord Kilmarcock por un caballero anónimo cubierto con un tocado con una pluma roja. Esto ahora ha quedado definitivamente establecido y aclarado, de acuerdo a lo que indicamos antes.
Pero en Masonería (pese a las muchas pretensiones en tal sentido) hay hoy poco que sea templario salvo alusiones en el Gr.·. 30º y algo muy característico en el Gr.·. 33º de mi Rito y que no se si figura tambien en el REAA. Desde luego no se pueden dar detalles. En realidad los únicos Ritos Mas.·. que tienen una conexión real y directa con el Temple en cuanto filiación son el Rito Escocés Rectificado (originado en la Estricta Observancia templaria que deriva de von Hund) y el Rito Sueco (fundado por los templarios en el exilio y cuyo Gran Maestre es el rey de Suecia).
En cuanto al Temple digamos que la Ceremonia de conferir Grados en mi filiación templaria es estrictamente tradicional. Es un ritual muy simple que viene documentadamente de antaño y al que en otras corrientes de templarismo le han adosado un sinfín de fantasías y condimentos de tipo religioso que están fuera de lugar, pues lo iniciático se halla muy por encima de cualquier forma de religiosidad exotérica. Y la Caballería es por cierto iniciática (ver al respecto los trabajos que figuran en mi sitio web). La masonería también es iniciática (cuando se trata de una filiación válida) pero de un nivel menor, corresponde como es sabido a las denominadas iniciaciones artesanales.
Deseo referirme ahora al tema de las relaciones entre la Orden del Temple y la masonería operativa medieval. No se puede hallar seriamente una vinculación entre el Temple y la masonería especulativa nacida en el siglo XVIII con la Gran Logia Unida de Inglaterra. Esta última fué una desviación de la recta vía (como señala muy adecuadamente el Barón von Sebottendorf en su célebre obra) y provocó un cambio casi inmediato de las relaciones entre la Iglesia y la Masonería. Hasta ese momento la Iglesia había protegido a los masones que construían sus catedrales. Pero luego de ese cambio siguieron las excomuniones conocidas y que no es del caso enumerar ni discutir aquí.
Retomando nuestro asunto es sabido que existen diversas obras tendientes a probar la estrecha relación entre Temple y masones. Algunas de ellas son bonitas y bien escritas como la de John J. Robinson "Nacidos en sangre" pero la solidez de pruebas y el aparato crítico brillan por su ausencia. No es un tema fácil y hay que recurrir en parte a tradiciones orales y, felizmente, a las pruebas sólidas que también las hay y muchas. En cuanto a tradiciones orales se sabe de la muerte del traidor y delator Squieu de Floyran, apuñalado por miembros de las guildas de constructores inmediatamente después del arresto del Gran Maestre Jacques de Molay y de los Caballeros para ser sometidos a la infame parodia de juicio que todos conocemos.
Pero esto no alcanza y algunos autores se dedicaron a buscar evidencias más sólidas. Particularmente destacable en tal sentido es el francés H.·. Paul Naudon, ya en el Or.·. Et.·. . Su obra "Les origines religieuses et corporatives de la Franc-Maçonnerie" 4ta. edición, Dervy, Paris, 1979 contiene mucho material de gran valor al respecto y, por supuesto, este autor aniquila las pretensiones de quienes audazmente sostienen que las relaciones entre ambas Ordenes fueron inexistentes. Toda la primera parte de este libro que cito, en particular los capítulos VI y VII, están dedicados a probar, documentos en la mano, la estrecha relación entre Temple y Masones Operativos. Y además abundan los detalles de interés en cuanto a la continuidad del Temple a lo largo de los siglos. Esto resulta particularmente importante para todos los que somos portadores de una filiación templaria. Pero hay mil cosas más a destacar como el derecho de franquicia y la relación del Temple con los franc mestiers que permitía a los oficios (en particular el de la construcción) desempeñarse dentro de los dominios templarios (por ejemplo las comanderías) libres de los impuestos fijados por el rey, el señor del lugar o las municipalidades. Estas exenciones justificaban (además de el hecho de ser ellos hombres libres y no siervos) el calificativo de franc. Pero una cosa eran estos y otra los simplemente libres por no ser siervos (como el mismo Naudon señala y analiza).
De particular interés para los templarios actuales es lo siguiente que no resisto la tentación de citar debido a mi prolongado interés en el simbolismo iniciático de la catedral de Metz (puede verse mi trabajo al respecto en este sitio web.
Traduzco fielmente a Naudon, l.c. p.113-14 " Citemos finalmente al caso de Metz, donde los Templarios instalaron una comandería a partir de 1133. Ella creció rapidamente y ya se hallaba profundamente arraigada cuando San Bernardo mismo vino a la diócesis a predicar la Segunda Cruzada en 1147. Es interesante señalar que hacia fines del siglo XIII una fraternidad de masones se reunía en en el oratorio de la comandería de los Templarios de Metz. En 1285, se encuentra el nombre de "Jennas Clowanges, li maires de la frairie des massons dou Temple" (Jennas Clowanges, el alcalde de la fraternidad de masones del Temple). Una lápida funeraria, descubierta en 1861 frente a la capilla, recuerda la memoria de cierto "Freires Chapelens Ki fut Maistres des Mazons dou Temple de Lorene"(Freire Capellán -o sea C+ T+- que fué Maestre de los masones del Temple de Lorena) durante veintitres años y que murió "la vigille de la Chandelour lan M.CC.IIII.XX.VII (1287)" (la vigilia de la Candelaria el año 1287). Naudon acompaña in extenso las fuentes y bibliografía que no estimo necesario reproducir aquí.
Sería imperdonable ligereza de mi parte pretender resumir semejante obra de erudición como la que nos ocupa en un breve artículo. Solo cabe recomendar calurosamente su lectura para lograr una apreciación fidedigna de los hechos.
Ha aparecido en los últimos tiempos otra pretendida filiación. Se trata de la OSTI (Orden Soberana del Temple Iniciático) con sede principal en Paris. La filiación reposa sobre la "Carta de Larmenius". Respecto de esta "Carta" que ha sido muy discutida (dado que es un documentado evidentemente fraguado) es muy recomendable ver la "Historia Pintoresca de la Francmasonería" de F.T.B. Clavell (hay una versión mejicana con el título de "La Historia Secreta de la Francmasonería", Editora y Distribuidora Mexicana, 1975) y también el libro de Valentin Erigene "Napoleon et les Societés Secretes" , Chanteloup, Paris, 1986. Las mismas consideraciones se aplican estrictamente a todos los grupos neotemplarios que basan su "legitimidad" en la Carta de Larmenius.
Esta Carta constituye uno de los fraudes más escandalosos que registra la historia del neotemplarismo. Se trata de justificar pretendidas filiaciones actuales de la Orden del Temple, todas ellas de origen muy reciente, sin la menor legitimidad y sin la menor raiz en el pasado. Tan pronto una orden neotemplaria invoca tal Carta pone de manifiesto que nada la vincula en realidad a la primitiva Orden del Temple. Hagamos un poco de historia siguiendo a Clavel. En 1715 Felipe de Orleans revivió una sociedad fundada en 1682 por varios grandes señores de la corte de Luis XV. Este era un grupo machista en sus finalidades, secreto en sus procederes y cuyo objetivo final era...el total dominio del hombre sobre la mujer. Es innecesario decir que tenía tan poco que ver con el Temple como con los viajes espaciales. Se lee en la "Historia Amorosa de los Galos" de Bussy-Rabuttin que pertenecían a ella Manicamp, el Caballero de Tilladet, el duque de Grammont, el marqués de Birán y el conde de Tallard. Cada uno de los asociados llevaba un distintivo que representaba a un hombre pisoteando a una mujer, algo parecido a las estampitas donde vemos al Arcangel San Gabriel pisoteando al demonio...
Rapidamente ingresó al grupo un gran número de jóvenes libertinos. Había pruebas y "novatadas" para los ingresantes a las que debió someterse incluso el duque de Vermandois. Incluso el Delfín terminó por ingresar pero por respeto a su rango fué eximido de las pruebas. Con Felipe de Orleans se redactaron nuevos estatutos y se coloca como Gran Maestre al Caballero Francisco Tomás Teobaldo de Alejandría. Este, en connivencia con Felipe de Orleans, adoptó para el grupo el nombre de Orden del Temple y se le concedió la facultad de designar sucesor. Entonces apareció un jesuita, el P. Bonnani, gran anticuario y erudito y además excelente dibujante. Este fraguó la Carta de Larmenius, añadió en ella la aceptación y firmas de personajes notables pertenecientes a diferentes épocas y asignándoles ficticias altas funciones en el Temple a partir de Jean Marc L'Armenius (el armenio) o Larmenius, sucesor designado por Jacques de Molay antes de morir en la hoguera. Por supuesto todo era estricta fantasía y fraude, creando un falso linaje sucesorio desde Jacques de Molay hasta esa fecha.
Pero no terminó aquí la historia tan pintoresca de este engendro pretendidamente templario. Llegaron a enviar delegados a negociar con la Orden del Cristo de Portugal (legítima sucesora del Temple pero donde la continuidad de filiación ya se había perdido en ese mismo siglo XVIII). El rey Juan V de Portugal (quien era además el Gran Maestre de la Orden) averiguó por medio de su embajador en París, Luis de Cunha, los antecedentes de estos sujetos y del grupo francés. El rey indignado mandó a encarcelarlos. Uno de ellos pudo escapar, encontrando asilo en Gibraltar. El otro, no tan afortunado, fué deportado despues de dos años de cárcel a Angola donde murió.
La sociedad, sin embargo, siguió existiendo en Francia y, para sobrevivir, en los años previos a la Revolución Francesa, adoptó el nombre bien vulgar de "Sociedad del lomo de vaca". Sus miembros fueron dispersados hacia 1792. En esa época el "Gran Maestre" era el duque de Cossé-Brissac, quien fué asesinado en Versailles durante esos años agitados.
Pero la historia no terminó ahí. El H.·. Ledru, hijo del médico del duque de Cossé-Brissac, compró en un remate un mueble que había pertenecido al duque. Y ahí encontró ocultos la "Carta de Larmenius", los Estatutos de 1705 y el libro de actas. Alrededor de 1804 enseña esos documentos a los HH.·. MM.·. de Saintot y a Raymond Bernard Fabre-Pralaprat. Este último era ex-seminarista y médico. Y ahi surgió de nuevo la idea de revivir a la Orden del Temple. Se le propuso al H.·. Ledru ser el Gran Maestre pero no aceptó. Por fín se designó al H.·. Radix de Chevillon quien no quiso aceptar sino el cargo de Regente y, con ese rango, inscribió su nombre en la carta de Larmenius abajo de la firma del duque de Cossé-Brissac (a quien jamás vió en su vida). Y a partir de ahi nacen diversas filiaciones neotemplarias que citan orgullosamente a la Carta de Larmenius como "prueba" de su autenticidad. La OSTI es una de ellas y, además, oculta el nombre completo de Fabre-Pralaprat: lo designa solo como Raymond Bernard para que se asemeje al homónimo que fuera despues dignatario de AMORC (de la que fuera expulsado) y de OSTI: prueba evidente de engaño. Como si todo lo anterior fuera poco consiguieron el auspicio de Napoleón Bonaparte a quien engañaron. Para ello se valieron de la Carta y, además, de un relicario de cobre conteniendo cuatro trozos de huesos de los templarios muertos en la hoguera, una espada de hierro que afirmaban había pertenecido a Jacques de Molay, un casco de hierro con adornos de oro que decían ser de Guy hermano del Delfín de Auvernia, una cruz de marfil y tres mitras de tela y otros trastos. Todo esto, después se supo que era absolutamente falso, según documentos depositados, entre otros lugares, en la biblioteca de Morrison de Greenfield. Los huesos calcinados de los Caballeros fueron preparados por Leblond y Fabre en la casa del primero, calle de Marmouzets. El H.·. Leblond compró el pequeño relicario de cobre, la espada que se pretendió luego que era de Jacques de Molay y los otros trastos fueon comprados por por el H.·. Leblond a un mercader de hierro viejo del mercado de San Juan y a un casullero que vivía por ahí cerca. El H.·. Arnal fue quien consiguió el casco con embutidos de oro, el que había pertenecido en otros tiempos a un depósito de armaduras de propiedad del gobierno. Y todavía se podrían añadir algunos otros pintorescos detalles...
Para esto remito a la obra citada de François Timoleón Bègue Clavel, de donde obtuve estos datos tan valiosos y amenos. Concluyo pues este escrito que previene de una falsa filiación templaria: la OSTI. Pero no son los únicos...
En cuanto a otras filiaciones templarias legítimas no masónicas diré lo siguiente. La filiación muy legítima y real de la Orden del Cristo de Portugal desgraciadamente se interrumpió en el siglo XVIII, según me informó el P. Das Neves entonces Vicerrector de la Universidad Católica de Lisboa. Actualmente la Orden sigue existiendo pero a los Caballeros se los nombra por decreto del presidente de esa república (lo cual es honorífico pero nada tiene de iniciático). Queda por mencionar los grupos templarios escoceses, los que tienen filiación real. Hay dos principales, encontrará información sobre esto en el libro de Andrew Sinclair "La Espada y el Grial", EDAF, Nuevos Temas, Madrid, 1994 y que vale la pena leer.
En futuros escritos me ocuparé de grupos neotemplarios que actúan en la Argentina, también invocando la Carta de Larmenius, y que no son otra cosa que centros de reunión de elementos de extrema derecha (más neonazis que neotemplarios) que se dedican a la apología de la violencia con neta inspiración en los escritos antitradicionales de Miguel Serrano y Julius Evola. Y, adelántandome a cualquier polemista, tambien me propongo demostrar con lujo de detalles el hecho de que Evola era antitradicional (y que sus doctrinas fueron seriamente criticadas por René Guénon).